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Lejos de las horas felices, el partido que exprimió hasta el último de sus votos en la Costa para ayudar a ganar a Santos II vive una verdadera luna de hiel cuando se cumple el primer mes de ese nuevo Gobierno. No son pocos los que ahí anticipan que sin timonel -como están a punto de quedar- podrían incluso en un tiempo terminar de nuevo en brazos del opositor Álvaro Uribe por quien la colectividad fue creada hace nueve años sin bandera diferente a seguirlo a él.

Lejos de las horas felices, el partido que exprimió hasta el último de sus votos en la Costa para ayudar a ganar a Santos II vive una verdadera luna de hiel cuando se cumple el primer mes de ese nuevo Gobierno. No son pocos los que ahí anticipan que sin timonel fuerte -como están a punto de quedar- podrían incluso en un tiempo terminar de nuevo en brazos del opositor Álvaro Uribe por quien la colectividad fue creada hace nueve años sin bandera diferente a seguirlo a él.

El Partido de La U vive malas horas porque Santos los dejó sin representación fuerte en su gabinete, pero también porque -al menos hasta ahora- todo indica que sus grandes electores no contarán esta vez con la misma cantidad de mermelada o poder de decisión sobre la inversión regional, que en las pasadas legislativas los convirtió en los más votados del país.

Una persona de La U que conoce al detalle el proyecto de presupuesto del Gobierno le contó a La Silla que si bien la semana pasada en la discusión aumentaron el presupuesto de inversión en 1,8 billones de pesos bajo el rubro de “proyectos por presentar”, lo que podría servir para entregar la mermelada, el Ministro de Hacienda les dijo a los congresistas que “no hay plata para las sugerencias del Congreso”.

La fuente consultada cree que entonces esa inversión será decidida por el vicepresidente Germán Vargas Lleras, que en recientes viajes regionales se ha comprometido con obras, incluyendo vías terciarias, que precisamente fueron el tipo de obra en el que senadores de La U como Musa Besaile invirtieron su mermelada.

Aunque el Gobierno apenas comienza y es muy temprano para anticipar que La U no tendrá la misma mermelada en estos cuatro años (según la denuncia uribista, entre Musa Besaile y Bernardo ‘Ñoño’ Elías, los más votados de La U, decidieron el destino de 190 mil millones en el Gobierno pasado), esta época es clave porque estamos ad portas de que comience la puja por el poder regional.

Las elecciones locales son en octubre del año entrante y los congresistas enmermelados necesitan los réditos por anuncios de inversión para sus fichas a gobernaciones y alcaldías.

Pero la mala hora en La U no es sólo por eso. Al descontento de buena parte por lo que consideran el maltrato de Santos -que con dos ministerios, un súper ministerio y la coordinación de los proyectos de interés nacional y estratégico (pines) convirtió a Vargas Lleras en el súper poderoso y la locomotora de su segundo mandato- se suma que su cabeza visible ya va de salida y no se vislumbra el líder que debe reemplazarlo.

El exministro Sergio Díaz-Granados les anunció a todos los congresistas de esa bancada que se irá en diciembre  y mientras tanto estará principalmente dedicado a trazar la estrategia de las regionales de 2015 y a preparar la convención en la que se escogerá su sucesor.

Cinco congresistas de La U consultados por aparte coincidieron en que a Díaz-Granados, uno de los alfiles clave de la reelección santista, se le nota “disminuido” y “desmotivado” por los malestares en la colectividad, que incluyen que él no haya sido nombrado en el gabinete.

“Somos el único partido de la Unidad Nacional (los otros son el liberal y Cambio Radical) que no tiene una figura fuerte en el alto Gobierno”, dijo uno de esos congresistas.

Y es cierto. Al menos, no ningún jefe. Mientras después de la reelección al jefe liberal Simón Gaviria le dieron Planeación Nacional (y el senador rojo Juan Fernando Cristo llegó al Ministerio del Interior), y a Cambio Radical la representa nadie menos que el Vicepresidente, el director de La U no llegó a la Cancillería que se rumoró le darían. Al menos, por ahora.

La diferencia la reconocen hasta en otros partidos: “Lo de Sergio (Díaz-Granados) no tiene nombre. Fue uno de los que más se la jugó por la reelección”, le dijo a La Silla alguien de otro de los partidos de la coalición santista.

Díaz-Granados, que ya fue ministro en Santos I, fue uno de los seis escuderos santistas que trazaron la estrategia de la segunda vuelta, después de que Santos tuvo que enfrentar la derrota por parte del uribismo en la primera vuelta.

Los otros alfiles fueron Juan Fernando Cristo, Simón Gaviria, Néstor Humberto Martínez,  Germán Vargas y César Gaviria, y casi todas los cónclaves para tomar decisiones se realizaron en casa de éste último. Todos, excepto Díaz-Granados, han sido ya recompensados con buenos lugares en el segundo tiempo de Santos. Incluyendo al expresidente Gaviria, que aunque no puso contralor como quería, sí tiene a su hijo Simón en un cargo clave del Gobierno.

De hecho, el cargo al que llegó Néstor Humberto Martínez, el súperministro de la Presidencia que es muy cercano a Vargas Lleras, es otro motivo de malestares en La U, en donde algunos lo ven como un intermediario que no representa sus intereses y que no siempre los acerca al Presidente.

“(Contrario a lo que pasaba en los cuatro años pasados), ahora el Presidente no está recibiendo a nadie individualmente hablando. Obviamente sí a las bancadas, pero ya no lo sentimos tan cerca”, le contó a La Silla un congresista de La U.

Hablando de reuniones con bancadas, el fin de semana pasado Santos instaló en Barranquilla una comisión accidental con los 31 senadores de la Costa Caribe que buscarán más inversión para la región. Dos de los grandes ausentes fueron los pesos pesados Ñoño Elías y Musa Besaile, quienes según un Senador asistente no excusaron su ausencia, lo que evidencia la molestia en la que andan. Sin embargo, La Silla supo que Ñoño Elías no asistió porque ya tenía unos compromisos adquiridos.

Entre los molestos de La U se escuchan argumentos como por ejemplo que sienten que Vargas Lleras no le puso un voto a Santos mientras ellos lo arrastraron en varias partes del país, y que por esa votación esperaban al menos un ministerio cuya cabeza fuera elegida por los congresistas. De hecho, La Silla supo que Ñoño Elías y Musa Besaile han dicho informalmente que debería haber un cordobés en el gabinete.

Consultado respecto a la situación de su colectividad, el exministro de Comercio Díaz-Granados dijo que no está frustrado porque no lo hayan nombrado y que no tiene afán de ser ministro porque ya lo fue. Reconoció que vive “los últimos días” en la dirección de La U y agregó que independientemente del inconformismo de algunos, el partido está buscando sus banderas y jamás será de oposición.

El tema de las banderas de la colectividad también se suma a las causas de su mal momento. La U, un partido que nació para rodear a Uribe y que luego permaneció sin más ideología para rodear a su sucesor, ya alcanzó su principal empresa durante los últimos cuatro años: reelegir a Santos.

Mientras los liberales tienen, por ejemplo, la Ley de Víctimas y Cambio Radical los proyectos de vivienda e infraestructura como políticas públicas para defender, La U no levanta grandes banderas.

Cuando era uribista, su tema era la seguridad. Como bastión del santismo, ha defendido el proceso de paz. Pero la paz y el posconflicto son banderas que pasan de mano en mano, incluyendo las manos de opositores como el Polo.

Así es que, al menos por ahora y ya sin proyecto reeleccionista, La U es una colectividad de grandes electores individualmente hablando pero sin un propósito claro. “Una torre de Babel y no un grupo político compacto”, como le dijo uno de sus senadores a La Silla.

Para encontrarle el rumbo y el espacio en el nuevo Gobierno, Díaz-Granados comenzó la semana pasada reuniones de la bancada con los ministros que Santos anunció como cuotas de La U, aunque no todos los congresistas los reconozcan como tal, como lo contó La Silla.

La primera cita fue con el ministro de Defensa Juan Carlos Pinzón (a quien algunos congresistas ven más como “de Santos” que “de La U”), hoy se reunirán con el ministro de Agricultura Aurelio Iragorri (cuota 100 por ciento de La U) y luego seguirán Gina Parody, ministra de Educación; Cecilia Álvarez, de Comercio; y Gabriel Vallejo, de Ambiente.

Como lo contó La Silla, sobre ninguno de los tres últimos hay consenso acerca de si representan o no a La U. Aunque dos congresistas le dijeron a La Silla que de un tiempo para acá ha caído bien la cercanía que ha buscado con la bancada Gina Parody.

“Nos hemos reunido con ella y le hemos hablado de temas de educación. De hecho, hace poco dijo públicamente que La U propuso la educación obligatoria hasta grado 11 y que ella apoyará esa iniciativa. Ese reconocimiento público fue muy bien recibido en el partido”, dijo uno de esos congresistas.

De todas maneras, este partido tampoco es una pobre viejecita y aún le queda, al menos, cercanía con esos ministros, la presidencia del Congreso (que repetirá en 2016), pondrán vicecontralor y cuentan con el Fondo Nacional del Ahorro (en cabeza de Augusto Posada), con el Departamento de Prosperidad Social (en cabeza de Tatyana Orozco) y con la Unidad de Consolidación (Germán Chamorro). Sin contar con la burocracia regional que no es poca y que ha disminuido pero no considerablemente, según le explicó a La Silla una persona del partido.

Con esas armas deberán capotear la lluvia que les cae encima y enfrentar las próximas regionales, de cuyo resultado podría depender el futuro de la colectividad.

“Si Santos sigue con su indiferencia, mal pagándonos después de lo que hicimos por la reelección, podríamos incluso pedirle la vicepresidencia a Uribe en 2018. Vamos a ser un partido sin titiritero y no nos van a acabar”, dijo uno de los congresistas de La U consultados para esta historia.

“El partido está al garete y si Santos no se pellizca, en 2018 Uribe pone el Presidente con ayuda de La U. Con Uribe se va medio partido”, agregó por aparte otro congresista.

“No quiero ser pesimista pero todo indica que eso va para allá: La U podría reventar en mil pedazos”, señaló desde su orilla un miembro de la Unidad Nacional que no es de La U.

Santos II apenas lleva un mes y viendo el vaso medio vacío esto podría tratarse de un mal presagio, pero viéndolo medio lleno hay que decir que el Presidente le queda mucho tiempo para contentar a su bancada mayoritaria. “No creo que el Presidente se esté alejando, lo que pasa es que muchos en el partido son impacientes y esperan decisiones inmediatas. Hay que esperar”, le dijo en ese sentido un Senador a La Silla.

Como sea y aunque con la reciente elección de contralor sus congresistas intentaron presionar al Gobierno, es muy poco probable que La U llegue a hacerle siquiera un poco de oposición a Santos, debido a que nació para ser gobiernista. Habrá que ver si muere siéndolo.

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