"Santos dice que la bandera de su gobierno somos las víctimas, pero que lo demuestre”: Rosa Amelia Hernández

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La Silla conversó con Rosa Amelia Hernández, una de las líderes de restitución de tierras en Planeta Rica (Córdoba) y alrededor de quien La Silla Vacía -con el apoyo de los Superamigos- lanzó el Proyecto Rosa, para hacerle un corte a la Ley de Víctimas y Restitución de Tierras, desde la perspectiva de una de las propias víctimas.

Muchas víctimas y líderes de víctimas como Rosa Amelia Hernández sienten que, un año y medio después de la aprobación de la Ley de Víctimas, los resultados no se han comenzado a ver. Fotos: Juan Pablo Pino

Una de las primeras banderas que reivindicó el presidente Juan Manuel Santos al comienzo de su mandato fue la de las víctimas y en su reciente balance dijo que la aplicación de la ley iba muy bien. Pero un año y medio después de la sanción de la ley que busca su reparación integral muchas de ellas sienten que su aplicación se ha quedado muy corta. Su frustración se comienza a sentir.

La Silla conversó con Rosa Amelia Hernández, una de las líderes de restitución de tierras en Planeta Rica (Córdoba) y alrededor de quien La Silla Vacía -con el apoyo de los Superamigos- lanzó el Proyecto Rosa, para hacerle un corte a la Ley de Víctimas y Restitución de Tierras, desde la perspectiva de una de las propias víctimas.

Su balance no es positivo y va en la misma dirección de las críticas de la Comisión de Seguimiento a la Ley de Víctimas del Congreso.

En las últimas semanas las amenazas contra Rosa han aumentado considerablemente. Además de los panfletos que las Águilas Negras siguen circulando en la región, un líder que trabaja con Rosa recibió una llamada anónima advirtiéndole que ella no iba a llegar al Año Nuevo. Rosa cuenta con medidas de seguridad de la Unidad Nacional de Protección, pero muchas de las víctimas con las que trabaja no cuentan con protección y están sufriendo el mismo hostigamiento. Durante nuestra conversación con ella, recibió la llamada de una víctima de Planeta Rica contándole que definitivamente se veía obligado a salir del municipio esa misma tarde.

 

¿Qué balance hace usted de la Ley de Víctimas?

Cuando se sancionó la Ley de Víctimas fue una alegría inmensa. Pensamos que todos nuestros problemas se iban a resolver. Que no íbamos a tener que seguir mendigando, sino que tendríamos nuestros propios derechos. Yo me sentía realizada, pero ha sido peor el remedio que la enfermedad. Estábamos tan ilusionados, que ahora sólo cabe la desilusión.

Si hacemos un balance, vemos que las cosas no están andando bien. La restitución de tierras e indemnizaciones están en cero. A la seguridad de las víctimas, de uno a diez le pongo un dos y viene empeorando. Los trámites y la atención de funcionarios, muy enredado todo. Las dos grandes cosas que han cambiado es que hay un reconocimiento del conflicto armado y de las víctimas, pero de resto no está sucediendo nada. Yo me siento muy impotente y muchas veces quisiera renunciar a esto, pero hay un imán que me sigue atrayendo.


¿Por qué dice que ha empeorado la situación para las víctimas?

En diciembre recrudecieron las amenazas contra mí y contra muchas de las víctimas en Córdoba. Hace un par de semanas un compañero me citó en Montería para pedirme que me pusiera pilas porque había orden de asesinarme antes del 31 de diciembre.

No supe de quién venía la amenaza, pero lo que sí sé es que el problema mío es por restitución de tierras y porque he continuado mi trabajo ayudando a la gente. Y ahora más que nunca porque estoy en todos los municipios y veredas, haciendo lo que yo sé hacer. Si antes decían que yo era una piedra en el zapato, ahora dicen que soy una espina en el talón. Y la verdad no siento miedo, porque no estoy haciendo nada malo y todo lo que hacemos es lo que ordena la Ley de Víctimas.

Pero esta es una situación general. Las amenazas recrudecen a medida que vamos concientizando a la gente, porque nosotros estamos dando a las víctimas todo el conocimiento que no tienen: cuáles son sus rutas, cuáles son sus derechos y sus deberes, dónde deben denunciar. Y hay mucha gente a la que eso no le gusta.

¿Se sienten entonces desprotegidos por el Estado?

Sí, desprotegidos y muy vulnerables. Hay muchos problemas con la protección. Las amenazas han recrudecido, pero hay muchas personas que sin haber motivo, sin decirles por qué, les están quitando los esquemas de seguridad y los dejan en un estado de vulnerabilidad total. Hay muchísimos líderes que hacen las denuncias y no les asignan esquemas de protección. Y hay muchos que no se atreven a denunciar porque no tienen confianza en que eso tenga algún efecto.

Con estos niveles de riesgo, que Dios no permita que nos vayan a asesinar. Imagínese si eso es con un líder, ¿qué le espera a los demás que no tienen ninguna visibilidad?


Las dos grandes cosas que han cambiado es que hay un reconocimiento del conflicto armado y de las víctimas, pero de resto no está sucediendo nada”– RAH

¿Por qué muchas víctimas no están denunciando?

La gente no se atreve a denunciar, en gran medida porque ha perdido la confianza. Muchas de las amenazas provienen de las Águilas Negras, de Los Rastrojos. Es decir, de las mismas AUC pero que ahora las denominan bandas criminales. Y como no están reconocidas por la ley como grupos paramilitares, es ahí donde muchísima gente tiene temor. Cambiaron de nombre, pero son los mismos los que están ahí.
 

¿Por qué no existe esa confianza?

Uno de los problemas centrales es que muchos de los funcionarios no tienen sentimiento, no tienen un poquito de sensibilidad hacia las víctimas. No todos, claro, hay muchas excepciones. Pero son comunes los casos de víctimas que han ido a denunciar una violación y les han preguntado, ¿pero no será que tú provocaste eso?

En vez de ayudar a las víctimas, muchas veces las cuestionan y las vuelven a victimizar. Y nosotros estamos tan sensibles, que siquiera una frase malinterpretada produce un dolor muy profundo y nos deja en estado de vulnerabilidad mayor. No le creen a uno, no se presume de la buena fe de las víctimas. Yo no creo que una persona vaya a ponerse a inventarse algo tan doloroso, cuando uno lo único que quisiera es olvidar todo lo que le hicieron.

Muchos funcionarios nos tratan como si nos estuvieran haciendo favores. Y nos lo dicen: 'Yo a usted le estoy haciendo un favor'. ¿Cómo?, les digo siempre. 'Usted no me está haciendo ningún favor. Estos son derechos que nosotros como víctimas tenemos y estamos exigiéndolos.'

Es que son los mismos funcionarios y la Policía quienes nos dicen 'Señora Rosa, viva su vida tranquila, bájele el perfil'. No se dan cuenta de que este es nuestro trabajo. Yo le encuentro una explicación: los funcionarios no son víctimas. Y siento que no hay confianza entre las víctimas y el Estado.
 

¿Cuáles son algunas de las dificultades que están encontrando para hacer su trabajo?

La mayoría de las víctimas no tiene claridad de cómo es el proceso, ni qué es la Ley de Víctimas. Ese es el trabajo que venimos adelantando la mayoría de líderes. Pero sentimos que no tenemos respaldo para hacer nuestro trabajo.

Le voy a dar un ejemplo. Como delegada de víctimas, yo necesito darles información a las víctimas pero nos toca reunirnos en el parque de Montería porque no tenemos una oficina donde podamos sentarnos para hacer el plan de acción, enseñarle a la gente sus derechos. Nos toca en el parque, al aire libre donde todo el mundo escucha. Menos mal muchos de nosotros tenemos protección y ellos nos rodean.
 

¿Y cómo ha sido el trabajo con la Unidad de Víctimas?

No es suficiente el trabajo que adelantan las Unidades de Víctimas. En el caso de Córdoba, para ir a una UAO [Unidad de Atención y Orientación a población desplazada] hay que ir hasta Montería y hay que llegar a las tres de la mañana para poder coger un turno, para que lo atiendan a uno. Tienen acceso únicamente los que llegan a la capital y a esa hora, ¿pero qué se deja para los demás? Nunca van a tener acceso a la atención a la que tienen derecho.

Hay tantos empleados ahí, pero no funciona. Muchos no entienden bien sus funciones y muchas veces nosotros entendemos más de la Ley de Víctimas que ellos.
 

¿Entonces ustedes sienten que muchas de las personas escogidas para trabajar con las víctimas no están capacitadas para hacerlo?

No sólo eso, sino que yo veo que se está haciendo politiquería con la Ley de Víctimas. En los comités municipales de víctimas y restitución de tierras de Córdoba no han sido elegidos los verdaderos líderes, sino personas que están con la Administración. Yo soy la delegada de víctimas del departamento y trabajo a nivel nacional, pero a mí no me invitan al comité de Planeta Rica. Y lo mismo sucede en Pueblo Nuevo, en Tuchín. Y esos son los espacios donde van los funcionarios de la Unidad de Víctimas, la Defensoría del Pueblo, del Departamento para la Prosperidad Social: van todas las autoridades que forman parte del comité, menos los líderes. No son representativos, sino que están escogidos a dedo.
 


El Presidente cree que todo va muy bien pero para mí que las cosas no están andando. Él dice que el plan bandera de su gobierno somos las víctimas, pero yo quiero que eso él lo demuestre”– RAH

¿Falta entonces involucrar más a los líderes en la aplicación de la Ley?

Por eso vuelvo y recalco: debe haber funcionarios que sean víctimas. Por ejemplo, el enlace a nivel municipal -que es el funcionario que debe trabajar con las víctimas- debería ser un profesional que sea también víctima.

Yo no soy profesional, pero hace muchos años trabajo como promotora social y me siento tan profesional en lo que hago. Sin ser abogada, yo oriento a cualquier persona que me busque y la ayudo a defender sus derechos. Y muchos de nuestros hijos sí son profesionales y conocen la realidad del día a día de las víctimas. Nos interesa conocer al dedillo la ley y su aplicación, sabemos cuáles son los hechos victimizantes, nos interesa ayudar a otras víctimas en sus procesos. ¿Por qué no se le dan esas oportunidades a quienes conocen bien la situación y las dificultades de las víctimas?
 

¿Cómo ve la restitución de tierras?

Yo dudo mucho que haya restitución. Lo dudo porque el gobierno no tiene la capacidad para proteger a las víctimas. No la tiene, ¿entonces cómo va a restituir? Yo, por ejemplo, no voy para allá donde tenía mi tierra, porque sé que apenas piso allá me muero. No voy ni si me la devuelven, porque en seguida me matan. Y esa esa una situación muy común.
 

¿Ustedes han manifestado todas estas preocupaciones al gobierno?

Claro, todo el tiempo. Pero la verdad es que no le veo ningún resultado. Para mí venir a muchas de estas reuniones en Bogotá es perder el tiempo, porque no se saca ninguna conclusión y no se toma ninguna medida. Se dice 'bien, bien, bien' pero la realidad es que uno va después donde los alcaldes y gobernadores y no le paran ni cinco de bolas a uno. Si el gobierno central no se amarra bien los pantalones y les exige que nos apoyen, estaremos perdiendo de tiempo.

 

¿Cómo ve usted la situación ahora comparado con hace dos años?

El disco está rayado. Las quejas son las mismas que antes, porque estamos prácticamente en la misma situación que antes y no se ve ningún cambio en la práctica. Y me da tristeza pensar que podríamos estar perdiendo el tiempo porque no está funcionando.
 

Si usted tuviera en frente al presidente Juan Manuel Santos, ¿que le diría?

Yo no sé si el Presidente se hace el sordo o qué, porque se ve que él cree que todo va muy bien pero para mí que las cosas no están andando. Él dice que el plan bandera de su gobierno somos las víctimas, pero yo quiero que eso él lo demuestre. Que esté presente en alguno de estos comités donde discutimos las dificultades que estamos teniendo, así fuera para dar un saludito. En suma, yo le diría que haga efectiva la Ley de Víctimas.

 

Nota de la editora: Cuando Rosa Amelia hace referencia a la atención a las víctimas en Montería se refiere a la Unidad de Atención y Orientación a población desplazada (UAO), y no a la Unidad de Víctimas que la engloba, como erróneamente apareció en el artículo original. Pedimos disculpas por el error de transcripción.

 

Consulte el Proyecto Rosa aquí.

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