Cuando en las próximas semanas entre la plata del impuesto al patrimonio, le entrarán al fisco 10,4 billones de pesos durante los próximos cuatro años. La mitad de ellos serán para el Ministerio de Defensa. Que estos cinco billones se gasten como es debido será responsabilidad de Yaneth Giha.
Yaneth Giha: la gerente del impuesto al patrimonio
Cuando en las próximas semanas entre la plata del impuesto al patrimonio, le entrarán al fisco 10,4 billones de pesos durante los próximos cuatro años. La mitad de ellos serán para el Ministerio de Defensa. Que estos cinco billones se gasten como es debido será responsabilidad de Yaneth Giha.
La Viceministra de Defensa Yaneth Giha, una economista de la Universidad de los Andes de 36 años, es una de las personas civiles que más sabe del sector defensa en el país. Arrancó su carrera en la recién creada división de las Fuerzas Militares del Departamento Nacional de Planeación y, entre 1999 y 2002 –con tan solo 25 años– fue Subdirectora de Defensa y Seguridad del DNP. Allí se encargó de la planeación y programación del presupuesto de inversión del Ministerio de Defensa y del Departamento Administrativo de Seguridad. Luego, entre 2003 y 2004, fue asesora del Viceministro de Defensa Andrés Soto.
Tras completar una maestría en Estudios de la Guerra del King's College en Londres y trabajar brevemente en la Fundación Ideas para la Paz, Giha volvió al Ministerio de Defensa, esta vez con Juan Manuel Santos. Su cargo era Directora de Planeación y Presupuestación del Sector Defensa y uno de sus principales objetivos, pensar sobre el futuro de las Fuerzas Militares. Ya elegido Presidente, Santos la nombró personalmente como Viceministra, incluso antes de decidirse por Rodrigo Rivera como Ministro.
Con 250 personas bajo su cargo, Giha es la encargada, entre otras cosas, de garantizar que la ejecución del impuesto al patrimonio se haga de manera eficiente y transparente.
Ya arrancó a elaborar junto con los comandantes de las fuerzas los planes potenciales de inversión de esos recursos para que queden consignados en un Conpes y también a pensar los mecanismos para ejecutar ese dinero y para hacerle seguimiento a las inversiones.
Los nuevos recursos que ella gerenciará –con el visto bueno del Ministro– se invertirán principalmente en consolidar la Seguridad para la Prosperidad y en completar lo que llaman la ‘capacidad de las fuerzas’.
Con los nuevos retos de seguridad que plantean las bandas emergentes y sus alianzas con las Farc y también las nuevas locomotoras, la Fuerza Pública necesita replantear su estrategia. Y es deber de Giha darles las herramientas necesarias para que lo puedan hacer.
Por ejemplo, con el auge de la minería y de la explotación petrolera, el Ministerio necesita tener unos mapas de riesgo más claros. Necesita identificar con tiempo los nuevos pozos petroleros, tener claras las zonas donde se conceden licencias de minería, para garantizar que no se vuelvan nuevos focos de inseguridad. Es un trabajo de coordinación con Ingeominas que si se hace bien puede evitar muchos dolores de cabeza.
Giha dice que el Ejército no crecerá más, pero que parte del impuesto al patrimonio se irá a financiar la vinculación de 20 mil policías adicionales y la compra de equipos para mejorar la seguridad en las ciudades.
En términos de defensa, la idea es que Colombia tenga lo mínimo para defenderse de un ataque externo y para renovar fusiles y dotar de por lo menos dos cargas de municiones a los soldados.
Uno de los retos del sector que ella gerencia en lo administrativo tiene que ver con la nacionalización del Plan Colombia. La transferencia de recursos por parte de Estados Unidos viene disminuyendo en los últimos años y es inevitable que lo siga haciendo. La asistencia se ha reducido de 500 a 250 millones de dólares el año pasado, lo que le crea a las Fuerzas Militares el reto de racionalizar sus gastos y generar sus propios ingresos para mantener los equipos donados.
En el frente de generación de ingresos, el Ministerio ha mejorado mucho en la última década, según Giha. El Hotel Tequendama ha mejorado su operación y está dando utilidades; Indumil genera 30 millones de dólares al año y exporta armas y municiones a Paraguay; y el Astillero Cotecmac en Cartagena va a exportar nodrizas blindadas a otros países.
“Colombia es capaz de desarrollar tecnologías militares”, dice Giha, quien coordina unos proyectos de ciencia y tecnología con la Universidad de los Andes y el CID de la Universidad Nacional. Están tratando de desarrollar detectores de minas antipersonales, el arma más mortal para los militares.
Esa gran inversión de recursos va acompañada de algo que han tratado de hacer varios ministros con poco éxito: crear unos indicadores de gestión para las Fuerzas Militares. Como a la mayoría de gente, a los militares no les gusta ser evaluados con metas e indicadores precisos, salvo la tradicional medida de bajas y capturas (el Ministro Rivera ha insistido que es mejor un capturado que una baja). Pero Giha está empeñada en que cada objetivo del sector Defensa tenga una ficha con el responsable, las actividades y las metas. Lo tiene todo en un cuadrito de colores.
En el 2003, un mapa interno del Ministerio muestra que el 46 por ciento del país era considerado zona roja, el 45 por ciento zona amarilla y el 9 por ciento zona verde (en paz). Para 2009, el mapa había cambiado de color: 26 por ciento del país seguía en zona roja, 57 por ciento en amarilla y 17 por ciento en paz.
La idea es que los indicadores estén ligados a ese mapa: que la evaluación de los militares se haga según evolucione el color de la zona bajo su jurisdicción. Ese será su reto más grande, aunque ella no lo ve así. Dice que los militares están convencidos de esto.
El día a día de la Viceministra está lleno de cosas urgentes, pero su verdadera obsesión es con el futuro de la Fuerza Pública, con lo que harán los soldados el día que este país esté en paz.
Por un lado, Colombia ha comenzado a exportar soldados a sitios como Afganistán donde la OTAN quiere que militares colombianos apoyen labores de entrenamiento. Y por otro lado, están viniendo soldados de otro lado a entrenarse en Colombia. El año pasado diez militares mexicanos vinieron a aprender a volar helicóptero. Pero también está el tema de educar a los soldados con miras a la paz.
Haber redoblado los esfuerzos de seguridad ha tenido un costo en términos de la educación de los soldados en algo diferente al combate y Giha espera que haya avances en ese campo. También en el área de bienestar, espera que los soldados puedan llamar por lo menos una vez a la semana a la casa.
Los expertos en la guerra siempre dicen que dominar la logística es fundamental para ganar la guerra. Con una Fuerza Pública que creció en los últimos años un 40 por ciento, organizar la lógistica es una tarea titánica. Volver eficiente el mantenimiento y abastecimiento de las tropas. Mejorar el costeo de los equipos. Modernizar el sector por dentro. Estos son los retos de esta barranquillera. De ella depende que esos recursos aportados por los más ricos de este país no se desperdicien.