Aunque el uribismo proclame a los cuatro vientos que "se acabó la mermelada", el presidente electo Iván Duque consultó al jefe de su Partido para conformar el Gabinete y ha puesto fichas del Centro Democrático en cargos claves de distribución del dulce.
¿Mermelada?, sí, pero solo para el Centro Democrático
El Presidente Iván Duque conformó su gabinete sin consultar a los partidos políticos, salvo al Presidente Fundador del Centro Democrático para cuatro o cinco de los nombramientos. Eso ha permitido que él y el uribismo proclamen a los cuatro vientos que se acabó la “mermelada” y que insistan ante los otros partidos con los que pretenden conformar la mayoría en el legislativo que hagan una curiosa coalición en la que los partidos que la conforman no tienen representación en el gobierno.
Los partidos liberal y conservador han aceptado esa regla y si Duque cumple lo que ha dicho estarán en la extraña situación de declararse partidos de gobierno sin estar en él. Los Partidos de la U y Cambio Radical no están muy seguros de aceptar esa propuesta que parece sacada de la mecánica cuántica que, como explica Richard Feynman, premio Nobel de Física, es “una dimensión en la que los objetos (los sujetos en éste caso) pueden estar en dos lugares diferentes o estar al mismo tiempo a tu derecha y a tu izquierda”.
Mientras tanto el Presidente electo ha tenido cuidado de darle señales claras a los miembros de la bancada parlamentaria de su partido que ellos sí tendrán suficiente “mermelada” para participar con ventaja en los eventos electorales del año entrante y buscar su reelección dentro de cuatro años.
El ex senador Musa Besaile, preso entre otras precisamente por consumir lo que el Fiscal General ha llamado “mermelada tóxica”, identificó un conjunto de entidades en las que se reparte el dulce, dentro de ellas claro que no están los Ministerios, sino aquellas que tienen mucho presupuesto y relación cercana con los beneficiarios de los programas. Pues para dirigir esas entidades solo se ha anunciado un nombramiento que recayó en una ex senadora del Centro Democrático, que no tiene ningún conocimiento de las políticas públicas que se ejecutan en esa entidad, donde se administra, Familias en acción, el programa por excelencia que usó el uribismo para ayudarse en elecciones anteriores, entre otras la de 2010 para ayudar a la elección de Santos.
Duque también anunció quién será la persona que desde la Casa de Nariño estará encargada de las relaciones políticas, es decir, quién maneja el llamado “computador de Palacio”, donde se consigna cómo va la distribución de la “mermelada”. Pues será otro ex senador del Centro Democrático.
Los medios aplauden la conformación del gabinete, que es en general muy bueno a pesar de no ser tan joven ni diverso como lo prometieron, y dicen que tiene la gran ventaja de que no se consultó con los partidos políticos, pero omiten el dato obvio de que las carteras que el ex presidente Álvaro Uribe considera claves -interior, defensa, etc- sí se consultaron con él y serán ocupadas por personas de su entera confianza.
Se ha sabido que a varios de los viceministerios llegarán personas que han estado en la política activa. Aunque no se confirma, en los corrillos dan por segura la designación como Viceministro de Defensa de un concejal de Bogotá del Centro Democrático; en el Viceministerio del interior nombrarán a una persona que trabajó en la UTL de Uribe y seguramente un largo etcétera.
Que del gobierno formen parte políticos activos, militantes del Partido del Presidente me ha parecido obvio. En Colombia, en cambio, se ha vendido la idea de que es perverso e insólito, que no ocurre sino en un país tomado por la corrupción. Claro que no, en los países europeos, en los Estados Unidos y en general en las democracias más avanzadas al ejecutivo llegan políticos activos militantes del Partido de gobierno.
En los análisis académicos y en los medios se hace siempre la distinción entre técnicos y políticos para connotar que los primeros son buenos y los segundos son al menos sospechosos. Duque usó ese lenguaje en la campaña y es lo que quiere señalar cada vez que anuncia que se “acabó la mermelada”.
Parece que el Presidente electo tiene intención de mantener esa regla mientras pueda, salvo con su Partido. Eso es lo que han hecho otros Presidentes en el pasado. Así lo tuvieron que hacer Barco, Gaviria y Samper a pesar de que su Partido, el Liberal, tenía la mayoría absoluta en el legislativo.
Siempre el primer problema político que tiene el Presidente es mantener tranquilo y unido a su propio Partido. Duque tiene un desafío fuerte, dado que tiene una línea moderada que no parece ser la que prefiere la mayoría de su bancada y por eso le toca mantener un doble discurso. Ayer en las reuniones con las bancadas les dijo a los uribistas que la prioridad era cambiar el acuerdo con las Farc y a los liberales los tranquilizó diciendo que esperaría las decisiones de la Corte Constitucional. A los primeros les dijo que claro que en el gobierno estarían personas reconocidas militantes del Partido y a los segundos les insistió que no esperaran representación en el gobierno.
Para los conservadores usó la misma fórmula de Santos que fue decirles que la chequera estaba en sus manos y por eso les recalcó que el Ministro de Hacienda es conservador y les pidió que lo “valoraran” como tal.
Los políticos siempre están a la espera de porciones de poder que puedan usar para influir en las próximas elecciones, a veces están dispuestos a aceptar que no se las den, con una sola condición, que no le den a ninguno otro, falta ver cuánto tiempo van a aceptar los miembros de otros partidos distintos al Centro Democrático que los de ese Partido llenen la nómina oficial, mientras a los demás les ofrecen un gobierno “sin mermelada”.