Roy Barreras es un político vallecaucano y médico que ejerció su profesión en Cali, donde también fue profesor universitario de antropología médica.
Pasó a la política con la nueva Constitución. En 1992 se postuló al Concejo de Cali como candidato liberal independiente, después de haber militado en las juventudes galanistas. Lo hizo con el movimiento Nuevo Liderazgo, cuya cabeza era el ex gobernador liberal del Valle Mauricio Guzmán Cuevas, quien fue su primer jefe político y era uno de los herederos del Nuevo Liberalismo en el Valle.
Barreras naufragó en ese primer intento de hacerse elegir y creó un centro de pensamiento llamado Tercer Milenio, pero no cejó en sus aspiraciones políticas.
En 1994 intentó de nuevo, esta vez como parte de una nueva corriente liberal llamada Alternativa Liberal Popular, junto con José Arlén Carvajal y María del Socorro Bustamante. Ese grupo político se diferenció claramente del que había sido liderado por Carlos Holmes (y que heredaba en ese entonces Carlos Holmes hijo y José Renán Trujillo), del ‘kikismo’ de Manuel Francisco Becerra, y del grupo que lideraba Fernando Londoño Capurro y en el que estaba Carlos Herney Abadía.
Alternativa Popular logró elegir a Bustamante como senadora y a Carvajal como Representante a la Cámara, Barreras era el suplente de Carvajal. A principios de 1995, Barreras reemplazó a Carvajal en su curul y rápidamente se hizo notar por sus críticas al embajador de Nicaragua, en medio de un calentamiento del diferendo con ese país por el límite marítimo.
En los años siguientes logró protagonismo en la Cámara por su oposición y fuerte crítica al entonces Presidente de Colombia Ernesto Samper Pizano, lo que lo llevó a acusar al gobierno de estar tramando el regreso de Carvajal a la curul y a alinearse con el vicepresidente liberal Humberto De La Calle, quien renunció a su cargo.
Barreras fue uno de los poco liberales que apoyó la propuesta de que la Cámara acusara a Samper ante el Senado por el Proceso 8.000. Se acercó a conservadores como Enrique Gómez y Rodrigo Lloreda, a recusar a la mayoría de los miembros de la Comisión de Acusaciones, junto con los conservadores Pablo Victoria, Santiago Castro y María Paulina Espinosa, y a fundar el “Movimiento Pro Restauración Nacional” liderado por Enrique Parejo.
Para las elecciones de 1997 apoyó al conservador Francisco José Lloreda a la alcaldía de Cali y, con el movimiento Acción Ciudadana que encabezaba, a Germán Jaramillo a la Asamblea del Valle y a Ricardo de Lima al concejo de Cali. Solo De Lima quedó, mientras que el movimiento de María del Socorro Bustamante, del que Barreras se había independizado, tuvo la mayor votación a la Asamblea y dos curules en el concejo caleño.
Con ese antecedente, Barreras se lanzó a la reelección en llave con la liberal antisamperista Claudia Blum al Senado, quien también apoyaba a María Paulina Espinosa en Bogotá y a Elsa Gladys Cifuentes en Risaralda. Además, aunque no eran fórmula, la también liberal Yolima Espinosa lo respaldó.
Con estas movidas Barreras subrayó su distanciamiento de sus viejos aliados en el liberalismo, y de hecho, junto con Blum no apoyaron a Horacio Serpa como candidato liberal a la Presidencia y participaron en una convención liberal alterna junto con políticos de la derecha liberal como Humberto de La Calle, Luis Guillermo Giraldo, Enrique Parejo, Alfonso Valdivieso, Rudolf Hommes, Carlos Lleras de la Fuente o Juan Manuel Santos.
A pesar de su bandera anticorrupción y anticlientelismo, y del reconocimiento que había cosechado en su paso por la Cámara, Barrera no logró la reelección, en lo que fue una de las grandes sorpresas de esa elección. Además, terminó con casa hipotecada y carro pignorado.
Pero no le fue del todo mal pues, en línea con su oposición a Serpa, apoyó la candidatura de Andrés Pastrana en el Valle y participó de las movidas políticas de la disidencia liberal que apoyaba al candidato conservador.
Con la fuerza de la victoria de Pastrana, en 2000 lanzó su candidatura a la gobernación del Valle con el aval de Cambio Radical, que en ese entonces era un movimiento nuevo. Se enfrentó con el cacique conservador Germán Villegas y la entonces liberal Dilian Francisca Toro (que había llegado a la política en reemplazo de su esposo, el ex congresista Julio César Caicedo). Barreras, que tenía pocos apoyos, terminó de tercero en medio de la polarización entre Villegas y Toro.
Barrreras volvió a la carga en 2002, cuando se lanzó a la Cámara como independiente y apoyó la candidatura de Noemí Sanín a la presidencia. Barreras hizo campaña criticando el fallido proceso de paz del Caguán, pero de nuevo fracasó en su intento.
En 2006 intentó una vez más, en esta ocasión con el aval de un Cambio Radical que ya estaba firmemente bajo el control de Germán Vargas Lleras. Esta vez sí logró la curul con más de 15 mil votos.
Cobró importancia en la Cámara de Representantes gracias a su defensa del gobierno de Álvaro Uribe Vélez, repitiendo su estrategia de diez años antes de intervenciones en medios y posiciones fuertes. En esta ocasión se fue convirtiendo en uno de los escuderos de Uribe en la Cámara, hasta el punto de que en abril de 2009 se salió de Cambio Radical, partido que se iba desmarcando cada vez más de Uribe, e ingresar al partido de La U.
Desde allí lideró el paso de un grueso grupo de parlamentarios hacia el Partido de la U a finales del mismo año, en la última oportunidad para el ‘voltearepismo’, lo que produjo malestar en las filas de Cambio Radical.
Pero Vargas Lleras, como senador en el gobierno de Juan Manuel Santos, ha sido un gran defensor de los proyectos legislativos de Santos como la ley de regalías, la reforma política o el marco jurídico para la paz, proyectos a los que el uribismo se ha opuesto y por los que Barreras empezó a ser visto más como un aliado de la Unidad Nacional que del ex presidente Uribe.
Con el rompimiento definitivo entre Santos y Uribe, Barreras se convirtió en un alfil y ferviente defensor del primero y su decisión de negociar con las Farc. En 2014 se lanzó a la reelección y la logró con poco más de 80 mil votos, la novena reelección de La U.
Gracias a ello fue acumulando poder como puente entre su bancada y Palacio, lo que le ayudó por ejemplo a sacar adelante la ley estatutaria de salud que presentó con varios cabezas de gremios médicos, y llegó a ser negociador en La Habana.
Para las elecciones de 2018 se convirtió en la cabeza de lista de La U al Senado y sacó la votación más alta de su colectividad (110 mil votos), a la vez que defendió, en una fuerte ruptura interna de su partido, acercarse a la candidatura liberal de Humebrto de La Calle (ex jefe negociador en La Habana) y no a la de Vargas Lleras.
Sin embargo, en abril del mismo año entregó y firmó el acuerdo programático con Germán Vargas Lleras para que el Partido de la U se adhiriera y apoyara al candidato presidencial en primera vuelta. El compromiso principal del documento era continuar con la implementación de los acuerdos de paz.