El Ejército: la institución incomprendida

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En vísperas del arranque de la Comisión de la Verdad, una investigación de Ana María Forero, profesora del Departamento de Antropología de la F. de Ciencias Sociales de los Andes, explora cómo los militares se ven a sí mismos y a los demás.

En vísperas del arranque de la Comisión de la Verdad y de la polémica que ha generado en sectores militares el nombramiento del padre Pacho de Roux para liderarla, la investigación de Ana María Forero, profesora del Departamento de Antropología de la Facultad de Ciencias Sociales de los Andes, es un buen punto de partida para entender las narrativas que han servido de “telón de fondo” de las acciones de los militares, su forma de entender y ordenar el mundo y los hechos nacionales y la forma como explican sus aciertos y justifican sus errores.

Entre 1996 y 2005, Forero entrevistó a altos mandos militares como los generales Álvaro Valencia Tovar, Fernando Landazábal y Gabriel Puyana y revisó los ejemplares de la revista de ACORE (Asociación Colombiana de Oficiales Retirados) desde 1957 hasta 2005.

Esto le permitió entender cómo sus interpretaciones sobre hechos de la historia nacional como las guerras posindependentistas,la Guerra de los Mil Días, la pérdida de Panamá, el primer conflicto en contra del Perú (1911), el Bogotazo, la Violencia, entre otros, han sido apropiadas por diferentes generaciones de altos mandos.

También entrevistó a 67 soldados en 2015 y 2016, que dan cuenta de su experiencia en terreno.

 
 

A partir de esas narrativas militares que están recogidas en su libro “El Coronel no tiene quien le escuche” y en el artículo académico “El Ejército Nacional de Colombia y sus heridas”, es posible conocer la visión que tienen ellos mismos del mundo militar colombiano, así como, de las élites gubernamentales, el pueblo y el enemigo.

Acá están algunas de esas narrativas militares sobre los siguientes temas:

Su percepción es que desde el inicio de la República, las élites gubernamentales han sido incapaces de hacer lo que se necesita para consolidar un proyecto de Nación, incluyendo apoyar a las fuerzas militares para que sean partícipes del mismo y no se limiten a apagar brotes de violencia.

“Es erróneo llamar este periodo Patria Boba, se trató de un periodo de inmadurez política… Lamentablemente, ese momento determinaría la identidad del estamento político: proclive a olvidar los intereses colectivos para enfrascarse en luchas internas...Por otra parte, en … 1811, … como aspecto positivo… se determinó el carácter de apoliticidad de la misma (a la fuerza pública)”.
(General Valencia Tovar, comunicación personal, 1996)

Resienten, además, que el ejército haya terminado siendo usado como herramienta de las disputas partidistas.

“En su historia, el Ejército Nacional ha conocido excelentes presidentes, desafortunadamente han sido la excepción. Las élites civiles no han sabido respetar las funciones de la institución y han querido servirse de ella como fuerza de partido o como fuerza apagafuegos, lo que ha terminado por generar distancia con la población civil…”
(General Puyana, comunicación personal, 1996)

Y que por el mal manejo de los gobiernos, haya tenido que asumir funciones que no le corresponden como las de fuerza represiva dentro del territorio.

“Durante los años de la Violencia las instituciones armadas enfrentában grandes crisis. El mal manejo que se había hecho de las mismas hacía que la Policía sirviera a los partidos y que el Ejército tuviera que reemplazarla en sus funciones. Durante los sucesos del 9 de abril, la Policía no supo conservar su identidad y se unió a la turbamulta enfurecida. El Ejército tuvo que salir a las calles, … contener a la muchedumbre enloquecida”.
(General V, comunicación personal, 2005)

El general Valencia agrega:

“El Ejército Nacional ha cometido muchos errores en la historia colombiana; es imposible no cometerlos… (la élite civil) lo ha usado muchas veces como fuerza de policía, como fuerza de represión. Es obvio que en este contexto se cometan errores … Cuando un soldado yerra, siempre hay víctimas … a más niveles porque son víctimas de guerra, de una guerra que los políticos, o mejor los gobernantes, nunca han entendido… ”.
(Comunicación personal, 1996)

Pero, la mayor crítica que le hacen a las élites gubernamentales es la incapacidad de entender la importancia de que el Estado esté presente a lo largo del territorio y en esto coinciden los altos mandos como los soldados.

Las élites civiles han sido incapaces de aprender de las lecciones pasadas. No bastó haber perdido a Panamá, los gobernantes seguían despreocupándose de las regiones de frontera. A estas no llegaba el Estado y cuando lo hacía, se manifestaba con su estamento armado empobrecido, mal entrenado, incapaz de responder a las dificultades de su misión. Sus únicas armas: el coraje deb hombres.

Estas últimas (las zonas de frontera) son dejadas “a merced de su propio destino, lo que trajo y trae que a estas llegue lo peor de la nación colombiana, de las naciones vecinas y vivan sumidas en la barbarie”
(Coronel S, comunicación personal, 2005)

Dice Ana María Forero que el ciclo descrito por los soldados profesionales consiste en recuperar el territorio, ganarse la confianza de los que habitan ahí para luego abandonar la zona que, desprotegida, queda a disposición del enemigo.

“Yo he llegado a lugares donde me han dicho: “No, es que usted es un soldado, y como es soldado no le puedo vender una gaseosa”, ... “Váyase de mi pueblo porque no lo queremos ver acá”. Por la misma ausencia del mismo Estado. Porque uno no le puede echar la culpa ni a una persona ni a otra persona, ni a un grupo ni a otro grupo, el problema ha sido del mismo Estado que ha abandonado muchos territorios […]. Y apenas uno se va, no llegan las escuelas, ni las palas para trabajar la tierra. Llega otra vez la guerrilla, y el resentimiento en contra del militar vuelve”.
(Soldado J, comunicación personal, 2016)

El llamado a que ese círculo vicioso no se repita, se mantiene para este proceso de paz:

“¿La paz? … la firma de los acuerdos es un paso para que los poderosos de los grupos guerrilleros peleen limpiamente en las urnas y que los pobres combatientes busquen otras formas de empleo, muy segura y desafortunadamente en la ilegalidad… Si se quiere la paz y no que la violencia perdure con otros nombres, se deben emplear las famosas estrategias cívico-militares que el Ejército ha propuesto desde los años sesenta y no abandonar a las fuerzas del orden en su misión”
(Coronel E., comunicación personal, 2014)

*Este es un espacio de opinión y debate. Los contenidos reflejan únicamente la opinión personal de sus autores y no compromete el de La Silla Vacía ni a sus patrocinadores.

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