A un mes del atentado a la Escuela General Santander, La Silla Académica presenta las 10 caras de las milicias del ELN con base en la entrevista y libro del que es coautor Rodolfo Escobedo, quien ha sido investigador asociado del Externado
“EL ELN no da un sólo paso importante sin que la milicia no le señale para dónde”
Este domingo se cumple un mes del atentado terrorista que perpetró el ELN en la Escuela General Santander en Bogotá y que dejó 22 cadetes muertos.
Ese atentado puso el foco sobre las milicias urbanas de esa guerilla de las que se sabe muy poco pero son fundamentales en su forma de operar. Así lo explica Rodolfo Escobedo, coautor, con Paola Lis y Doris Aguilera, del libro de la editorial de la universidad Externado titulado “Milicias guerrilleras: estudios empíricos y financieros”, producto de un proyecto de investigación en el marco de un convenio entre esa universidad y el Ejército con total autonomía de los investigadores.
Según el libro y una entrevista que le hizo La Silla Académica a Escobedo, y que nutre casi textualmente el texto a continuación, estas son diez caras de las milicias:
La guerrilla no puede operar sin milicianos
Según Escobedo hay un vacío en los estudios sobre el tema, porque generalmente se cree que las guerrillas son agrupaciones exclusivamente armadas. En realidad son estructuras armadas, políticas y financieras, y ninguna podría funcionar sin unas milicias bien aceitadas.
Haciendo el espejo con el Estado, las milicias son como la inteligencia de la guerrilla. Ésta no da un sólo paso importante sin que la milicia no le señale para dónde. Se afirma, dice Escobedo, que “la milicia es los ojos, los oídos y el olfato de la guerrilla”. Un corredor de la guerrilla supone un conjunto de milicianos desplegado sobre un trayecto enorme, que hacen inteligencia sobre lo que ahí ocurre, explica.
Al mismo tiempo, si la milicia no está bajo un mando jerarquizado que le de una orientación a la organización, tampoco funcionaría.
“Para meter la bomba en la General Santander tuvo que haber un trabajo de células, infiltraciones, transferencias de información, porque la guerrilla del ELN no puede meter un comando ahí sin un conocimiento detallado” dice.
“La milicia se parece a Dios: está en todas partes pero nadie la ve”.
La importancia de las milicias se refleja en su proporción respecto a guerrilleros armados.
Según los manuales de las guerrillas, la teoría, son dos milicianos por cada guerrillero. Y en el caso del ELN, que se cumple con más fuerza esa teoría, deben ser unos 2.200 guerrilleros y unos 4 mil a 5 mil milicianos, anota Escobedo.
Las cifras de algunos guerrilleros desmovilizados entrevistados durante su investigación son incluso mayores. Según uno, en la Comisión Ernesto Che Guevara que actúa en Saravena, que se supone es el municipio más influenciado por el ELN, por cada guerrillero hay entre cuatro y cinco milicianos. Un guerrillero que perteneció a la Comisión Marta Elena Barón, que también opera en Arauca, dice que tenía 15 guerrilleros y cerca de 53 milicianos, una relación de más de tres a uno.
En todo caso, en su investigación, dice Escobedo, fue más fácil recoger información cuantitativa sobre las milicias de las Farc que de las del ELN.
Los milicianos actúan de manera compartimentada, secreta y se integran verticalmente
Son tres los principios que permiten que las milicias existan.
Deben actuar en secreto. “Lo que observamos en los cuadernillos del ELN con los que los milicianos se forman, es que se castiga hasta con pena de muerte la violación del secreto”, dice Escobedo.
Los milicianos capturados o en poder del Ejército temen por su vida y por la de sus familiares. “Ahí es donde uno se da cuenta que la guerrilla es como una empresa cualquiera”, dice y explica Escobedo que la guerrilla hace un estudio pormenorizado de quién se está vinculando, en qué vereda vive su familia, cómo se llama su mamá, para que en caso de caer en manos del Ejército, la guerrilla tenga garantía de que no va a hablar más de la cuenta.
Del secreto se deriva el principio de compartimentación. La cadena de milicianos no se conecta entre sí y actúa a través de células muy especializadas, que no pasan de tres personas.
Incluso los guerrilleros tienden a estar encapuchados, se cubren con los pañuelos rojos que todos hemos visto. Se cuidan no sólo de que los detecte la población sino de que los identifiquen otros compañeros porque si uno cae, puede reconocer a sus compañeros en fotos.
En Arauca, según Escobedo y de acuerdo con entrevistas, cuando capturan a un miliciano del ELN esa guerrilla automáticamente cambia todas las posiciones, “es decir, que borran toda la información que ese miliciano podía tener de los movimientos cercanos a él, pues saben que le van a tratar de sacar toda la información a cambio de reducirle la pena o, incluso de darle la libertad.”
De las tres personas que integran la célula sólo una tiene conexión vertical con un superior en la jerarquía, es decir que están integradas verticalmente, de abajo hacia arriba. “Si hay 5 mil milicianos menos de dos mil están transfiriendo información hacia arriba”. En eso consiste el tercer principio que es la verticalidad. De lo contrario, si cogen a uno los “sapea” a todos y cae toda la red, señala Escobedo.
Muchos investigadores sociales hablan por ejemplo de ‘las milicias en Medellín’ o de ‘las milicias en Bogotá’ como si estuvieran articuladas horizontalmente en esas ciudades. El ELN, cuenta Escobedo, después de las capturas masivas de sus miembros en los 80 y 90, aprendió a no crear asentamientos en las ciudades. “En las ciudades no hay hombres en armas, no hay campamentos. Hay células, compartimentadas”, explica.
Por el contrario, “el ELN está organizado en frentes de guerra y en un frente de guerra urbano nacional que debe tener entronque con el Frente de Guerra Nororiental en Arauca pero que es muy invisible, todo un misterio. Ha hecho acciones y seguirá haciéndolas. Uno no puede decir que esté en Barranquilla o en Bogotá ni en ninguna de las ciudades donde ha llevado a cabo actos terroristas y de repente puede actuar en ciudades donde no lo ha hecho antes”, dice Escobedo.
Las milicias del ELN no las reclutan en las universidades
Sobre la idea que hay de que los milicianos son extraídos de las universidades, Escobedo señala que ellos deben estar adaptados al tipo de sociedad en la que se mueven, porque tienen que parecer ciudadanos comunes y corrientes. Y por eso los suelen reclutar del mismo ambiente social.
“Si usted manda un estudiante de la Nacional a moverse en Tumaco o en La Gabarra, el pobre no va a saber qué hacer y va a levantar sospechas. Si no se sabe qué está haciendo debe estar haciendo inteligencia. Eso debió pasarle a Camilo Torres. Por el contrario, “Pepe” ha vivido toda la vida aquí, quién va a sospechar que está transfiriendo información hacia arriba” dice Escobedo.
Se dice, en todo caso, que las células que puede haber en las universidades están conformadas por infiltrados, no por estudiantes que recluten en las universidades.
De hecho, la universidad no es el escenario principal donde se forma un miliciano. Aunque ahí se puede formar un miliciano más urbano, conectado al adoctrinamiento político y a la promoción del movimiento estudiantil, estos no son los milicianos claves en guerrilla.
Las milicias del ELN, al menos en el período entre 1996 y 2016 del que da cuenta el libro “Milicias Guerrilleras”, no estaban en las universidades sino en Arauca y Norte de Santander.
El ELN maximiza su impacto a través de las milicias
El ELN aplicó la técnica de invisibilizarse mucho antes que las Farc.
Un gran error de las Farc fue crear unas estructuras militares muy fuertes, dice Escobedo. Explica que en un momento dado unían seis o siete frentes con 1.500 efectivos para hacer una gran acción militar como la toma de Las Delicias, y después se dispersaban. Eso fue fácilmente neutralizado después con el poder aéreo.
“Los elenos aprendieron mucho más rápido que no se podía arriesgar tanto militarmente y que lo que había que hacer era tener estructuras invisibles con capacidad de desestabilizar. De esa forma maximizaron su capacidad de actuación”, dice.
Cada miembro del Comando Central del ELN tiene un conjunto de milicianos a su servicio dándole información de los movimientos que pueden realizar. “Es sorprendente su capacidad de infiltrarse. Cuando capturaron a alias “Pablito” y lo mandaron a una audiencia en Arauca, a los pocos minutos de llegar de Bogotá lo rescataron” cuenta Escobedo.
Las milicias en lo armado cumplen un papel fundamental. No hay ataque de envergadura que no pase por su información.
También inciden en pequeños atentados.
Por ejemplo, a lo largo del oleoducto Caño Limón - Coveñas, que va por la frontera con Arauca y después sube a Norte de Santander., viven familias que pueden ser simpatizantes del ELN
A pesar de eso, a cuando hay un estallido ni siquiera si saben qué pasó, no se dan cuenta de quién ni a qué horas hizo el atentado.
“Puede ser un poblador que maneja explosivos, cuidado por otros dos que están monitoreando que nadie se de cuenta. Dan un golpe muy fuerte, y después siguen durmiendo como un campesino más y vaya a saber usted quién fue”, afirma.
Los milicianos se nutren de las redes de apoyo
“Muchas veces la red de apoyo no tiene conciencia de que lo es”, dice el académico. “En un trayecto en una zona vital para la guerrilla o para los militares hay puntos cruciales en los que están una serie de personajes, la señora de la tienda, el que echa gasolina en la bomba. Lo que hacen los milicianos es extraer información de ellos, de la sociedad.”
Cuenta Escobedo que por ejemplo al de la gasolinera, le preguntan ‘quiubo, en esta carretera que no pasa nada, qué ha pasado hoy’. ‘Por aquí pasó un escuadrón militar pero nada más’, responde. Con esa información, hablan con el siguiente punto y preguntan si ese escuadrón ya pasó. Si no ha pasado, existe la posibilidad que se haya desviado. De pronto el punto ve que pasa el camión que le habían avisado, e informa ‘aquí está pasando’. Ya saben entonces la dirección del movimiento.
La gente da información a la guerrilla, aunque muchas veces no se de cuenta.
“Esas familias, ni por ideología ni por traición a la patria, se convierten en redes de apoyo. Para “doña Consuelo” su referente es su hijo, y por eso brinda la información necesaria para que su hijo esté bien, no se va a poner a pensar que es que a su hijo se lo llevó la guerrilla” señala Escobedo.
“En Arauca, en términos objetivos, usted no puede abstraer el ELN y las Farc para comprender su desarrollo social y político”, dice. “Eso no quiere decir que el araucano sea guerrillero, al contrario mucho araucano vive en contra de lo que le gustaría vivir. Los tienen estigmatizados, al Estado le da miedo meterse a donde ellos viven. Luego, no es que la población de Arauca sea proclive a la guerrilla, sino que lo tocó vivir con ella dado su poder coercitivo.”
Lo anterior explica las emboscadas al Ejército, por ejemplo. “No es que haya unos guerrilleros por ahí esperando a ver si pasan unos militares que les den papaya para acribillarlos”, dice Escobedo para explicar la improtancia de la inteligencia.
Por eso, alrededor de sus unidades, los militares tratan de sacar a todos los vendedores ambulantes, porque entre ellos puede haber informantes.
Sin embargo, dice Escobedo: “algo que yo he observado en las estaciones de policía, es que cerca hay restaurantillos donde desayunan los policías, lo que indica que se relajan los controles. Hay unidades súper custodiadas, y en otras, entra y sale el que quiera. En Colombia es muy fácil infiltrarse en el enemigo y obtener información y usarla”.
Los milicianos se infiltran hasta en las Fuerzas Armadas
Una de las grandes preguntas que hay sobre el atentado en la Escuela General Santander es cuántos infiltrados había.
“Esa posibilidad no se puede excluir y no quiere decir necesariamente que haya policías tramposos”, dice Escobedo. “Los infiltrados pudieron vincularse por un método lícito, pero con la misión de recaudar información, de identificar debilidades, de percibir en qué momentos era fácil entrar un carro o qué vacíos tenía una unidad.”
Por eso, en los organismos estatales existe la contrainteligencia, para revisar en qué partes de la estructura puede haber infiltrados. En el caso de la Escuela, lo más probable es que hayan activado esos mecanismos después del carrobomba.
Por otro lado, algunos hiombres que prestaron servicio militar, que no tienen resuelto su futuro inmediato y tienen una gran cantidad de información, son cooptados por su experiencia por la guerrilla. “De los 100 que salen en un año, pueden reclutar cuatro o cinco. Otros milicianos desde un comienzo tienen la misión de vincularse al Ejército para extraer información desde adentro”, señala Escobedo.
Cada estructura trata de reclutar gente dentro de los retirados de las otras estructuras legales o ilegales.
Los milicianos son claves para las finanzas de las guerrillas
El éxito en las finanzas consiste en la vigilancia, explica el investigador.
En zonas con minería de oro, por ejemplo, se infiltran milicianos que saben del oficio dentro de los pequeños mineros. A partir de ellos se enteran de cómo funciona la mina, qué tanto están recogiendo, a quién le entregan el producido, etc. “Por eso tienen muy bien establecido el monto de la extorsión", concluye Escobedo.
El guerrillero que está recaudando sabe que le tienen dos o tres ojos encima, que no sabe quiénes son, y que le van a reportar a su superior exactamente cuánto recibió. “De esa manera hacen que la información fluya hacia arriba y que haya poca probabilidad de que se alíen por abajo para tumbar el mando de la comisión de finanzas, que a su vez está vigilado por el comandante de frente. Todo el engranaje de las guerrillas pasa por las milicias”, dice.
Lo mismo pasa en los cultivos de coca.
En una época, cuenta Escobedo, el ELN tenía como estrategia formar retaguardias en las zonas montañosas, y crear redes de apoyo y sembrar milicianos en las zonas planas donde había actividad económica legal. En la zona bananera del Urabá (el EPL), de Ciénaga, Fundación y Santa Marta, pero sobre todo en la zona plana del César. Esos milicianos con las redes de apoyo, hacían inteligencia, extorsionaban y entregaban la información para que comandos especializados secuestraran a representantes de esos grupos económicos.
Antes de la entrada de los paramilitares, los mapas de secuestro coincidían con esos lugares.
Ser miliciano suele ser visto como un privilegio
A los milicianos, a diferencia de los “puntos” como llaman a quienes hacen esta labor en las bandas criminales o Grupos Armados Organizados (como se rebautizaron), no les pagan un sueldo.
Los puede mover tener cierta sensibilidad social en el sentido de pretender cambiar la situación que vive el país. Pero en últimas, Escobedo sostiene que al miliciano lo mueve lo que a muchos colombianos: “está en la búsqueda de una salida para su vida y, en determinados nichos sociales ser miliciano puede ser un privilegio enorme. Puede tener autonomía, manejar recursos, y ser reconocido dentro de su organización.”
Si es un miliciano que se mueve en la vigilancia de las finanzas puede tener cierto margen para extraer recursos de las economías ilegales que maneja, como el oro, o el narcotráfico.
Uno que se mueve en la órbita de lo político puede ser alguien inclinado a buscarles soluciones a las comunidades de los espacios donde se mueve. En lugares donde el Estado es muy débil, se propicia ese liderazgo.
Eso no quiere decir que los líderes populares sean milicianos. Por el contrario, dice Escobedo, “por lo general nada tienen que ver con la guerrilla, otra cosa es que en escenarios donde se mueven líderes populares, las guerrillas se infiltran a través de milicianos o de informantes”.
Un miliciano que se mueve en la órbita de lo armado puede ser alguien inclinado al manejo de armas o explosivos.
“Las milicias en sí mismas son un espectro muy complejo. Para cada tipo de miliciano hay un perfil diferente”, anota.
Los milicianos se pueden volver combatientes
Escobedo explica que del análisis de las cifras de capturados, dados de baja, y desmovilizados durante la fase del Plan Patriota, cuando se llevaron a cabo las operaciones militares más grandes, se deduce que a las Farc las eliminaron tres o cuatro veces en diez años.
“¿Cómo se explica que dichas cifras den cuenta de más de 40 mil guerrilleros que salieron de combate, si la guerrilla sólo tenía aproximadamente 7 mil hombres?”, pregunta. La respuesta, cree él, es que fue tal la necesidad de renovar su componente armado que las Farc tuvieron que improvisar y transferir milicianos al combate, algunos de ellos sin la suficiente preparación.
Cuando fueron golpeadas las Farc introdujeron nuevos cambios. “De ahí que una de las reingenierías que hicieron las Farc fue fortalecer su parte invisible como un mecanismo de supervivencia. Tuvieron que cambiarle la cara a la guerrilla en un lapso rápido.”
En todo caso, por lo menos las milicias más especializadas no están armadas, anota Escobedo, aunque tengan armas escondidas. No las usan regularmente en su trabajo salvo si tienen la necesidad de hacerlo.
“Son fichas muy versátiles. Un miliciano puede ser especialista en explosivos pero su identidad está oculta frente a la comunidad y frente a sus otros compañeros. Tiene una doble faceta. Se desdobla y usa los explosivos, y después se recoge y aparece como un campesino. El miliciano especializado ni siquiera le informa a la señora que es miliciano”.
El buen miliciano en esencia tiene que proyectarse como un ciudadano corriente. “En entrevistas yo preguntaba -anota Escobedo- cómo habían detectado que eran milicianos: ‘Porque no hacían nada, se la pasaban en la hamaca todo el día, y tenían plata para todo’, me respondían”.
Los milicianos son muy difíciles de combatir
"Hay que combatir la guerrilla como un todo: los componentes armado y financiero, especialmente. No se puede combatir la milicia por aparte", dice Escobedo.
Frente a la voladura de oleoductos en Arauca, señala Escobedo, “la instrucción del Gobierno no puede ser la de traer a todas las familias que viven alrededor, encerrarlas y torturarlas hasta que confiesen quién fue”, porque sería ilegal y violatorio de los Derechos Humanos. Sin embargo, eso puede ser efectivo.
Por eso, los paramilitares en general utilizaban las torturas y las masacres para tratar de desarticular esas estructuras, señala Escobedo.
“Voltear ese control respetando los derechos humanos es una labor muy difícil. Por eso Colombia ha estado atravesada por tanta violencia. Los problemas se resuelven por fuera de la institucionalidad”, dice.
Por esa razón, según Escobedo, al miliciano se le deben dar tres tratamientos.
Primero, se debe prevenir que haya nuevos milicianos en los nichos donde esto es más proclive, donde el ELN tiene sembradas raíces. En Norte de Santander y Arauca, fundamentalmente. Hay que intervenir integralmente estos dos departamentos donde está el núcleo principal del ELN, el 80 por ciento de esa guerrilla.
“Hay que capturar a alias “Pablito” que es quien articula lo financiero con lo armado, recauda los recursos con los que se hacen los atentados en Bogotá” sostiene Escobedo.
“El Estado no debilita al ELN buscando milicianos en Bogotá. La baja del Mono Jojoy produjo todo un cambio en la correlación de fuerzas en las Farc, y guerrilleros más políticos, como Timochenko cogieron fuerza”.
Dice el investigador que la mejor forma de debilitar al ELN hubiera sido aguantar el chaparrón y continuar con la mesa de diálogo para fortalecer el ala más propensa a negociar de esa guerrilla y, al mismo tiempo meter el Estado en Arauca y en la frontera venezolana en todas sus dimensiones, para debilitar su ala más radical. Ofrecer recompensa de 10 mil millones por Pablito y seguir hablando con los del ELN que están en La Habana. De esa manera los debilitan más,en opinión de Escobedo.
Segundo, en lo posible hay que meter a los milicianos en los procesos de paz y no dejarlos a la deriva para que terminen haciendo parte de otra estructura criminal. Esto debe ser acordado con los mandos de las estructuras.
Tercero, al miliciano que sigue actuando en contra de la ley, toca aplicarle todo su rigor.
Para citar:
Escobedo, R,. & Lis, P,. & Aguilera, D. (2017). Milicias guerrilleras: estudios empíricos y financieros. Universidad Externado de Colombia. 412.
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