“Gane quien gane, estas elecciones están mostrando el decaimiento de EE.UU.”

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Allison Wolf

Con las elecciones de EE.UU. también se juega la identidad de ese país, entrevistamos a Allison B. Wolf, californiana y profesora de la U. de Los Andes, para analizarlo.

 

Con las elecciones de EE.UU. no solo está en juego quién estará los cuatro años siguientes en la Casa Blanca, sino aquello que constituye el mito fundacional de Estados Unidos que es la defensa de la igualdad y la libertad.

El Presidente Trump ha generado una profunda división entre los norteamericanos: ha legitimado las expresiones xenófobas, sexistas y ha criminalizado a los migrantes.

Y aún si Joe Biden gana, quedó demostrado que una gran parte de la población estadounidense -que votó para reelegirlo- no parece darle la suficiente importancia a eso, según Allison B. Wolf.

Wolf, a quien entrevistamos para analizar la crisis de identidad que está viviendo EE.UU., es una filósofa californiana, profesora de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Los Andes desde hace poco más de un año y autora del libro: “Just Immigration in the Americas: A Feminist Account” con base en el cual hicimos la entrevista.

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La Silla Académica: Algunas personas han dicho que en el trasfondo de las elecciones de EE.UU. hay una guerra cultural, ¿está de acuerdo?

Allison Wolf: Aunque no me gustan las metáforas de violencia, estoy de acuerdo.

La Declaración de Independencia dice que Estados Unidos se basa en los ideales de igualdad y libertad, pero en la práctica es un país racista y sexista donde ha habido una opresión sistemática de ciertos grupos sociales que aún no hemos resuelto.

La Declaración de Independencia dice que Estados Unidos se basa en los ideales de igualdad y libertad, pero en la práctica es un país racista y sexista.

Allison Wolf

La historia arranca por la esclavitud, pasando por la Reconstrucción, las leyes de segregación racial de Jim Crow (como se llamaba peyorativamente a los afroamericanos en referencia a uno que tuvo ese nombre y era discapacitado), llegando al movimiento de los derechos civiles en las décadas de los 50 y 60.

Aún en ciudades que son la cuna del progresismo como Boston -cerca a donde hice mi pregrado- las personas afro están completamente segregadas espacialmente: hay un barrio de los puertoriqueños, salvadoreños, dominicanos, que solo me di cuenta que existían porque un día me perdí y estaba uno tras otro.

Lo que estamos viendo es el culmen de la resistencia de los hombres blancos (no sólo de élite, porque muchos pobres sueñan con ser como Trump) a que el país sea gobernado por personas distintas a ellos como: los afro, los latinos, las mujeres.

Es una especie de “last chance” de la supremacía blanca.

Estas elecciones son una especie de “last chance” de la supremacía blanca.

Allison Wolf

L.S.A.: Y de otro lado…

A.W.: Cada lado siente amenazada su existencia misma. Por eso los ánimos están tan caldeados. No es un asunto de más o menos impuestos, o de estar a favor o no del cambio climático, sino de los valores que representan al país fundamentalmente.

L.S.A.: Usted dice en su libro que aunque todavía EEUU se reconoce como una nación de inmigrantes, al menos desde 1980 es un lugar hostil, sobre todo, para los latinoamericanos ¿Por qué lo dice?

A.W.: Somos un país de inmigrantes, pero el mito se refiere a unos específicos: blancos y provenientes de distintos lugares de Europa.

Uno de los requisitos que establecía la legislación en 1790 para convertirse en ciudadano estadounidense era ser blanco y dentro de esa categoría, no cabían ni los indios ni los chinos, por ejemplo, que durante varios años presentaron demandas para que les reconocieran su ciudadanía y la Corte Suprema de Justicia se las negó.

Con los latinos pasó algo diferente.

Por un lado, los territorios de los estados de California, Texas, Colorado, Arizona solo fueron anexados a los EE.UU. tras ganar la guerra contra México a finales del siglo XIX, con lo cual muchos mexicanos automáticamente se convirtieron en norteamericanos.

Por el otro, la historiadora Kelly Lytle Hernández, en su libro “La Migra”, cuenta que durante muchos años no se controló la frontera con México y los mexicanos y norteamericanos siguieran circulando libremente, sobre todo, por razones de comercio y de trabajo: las personas más ricas de EE.UU. siempre han contratado mexicanos.

Solo hasta el año 65, la Ley de Inmigración y Naturalización estableció que los mexicanos necesitaban permiso para entrar a EE.UU.

A comienzos de los 60 se calcula que había cerca de 200 mil mexicanos que trabajaban por temporadas en EE.UU. y unos 35 mil que eran residentes permanentes. Con la ley del 65 el cupo se limitó a 20 mil mexicanos: de la noche a la mañana una gran población de mexicanos establecidos desde tiempo atrás en el país fueron convertidos en "ilegales".

Esos cambios no se dieron porque estuvieran delinquiendo en EE.UU. sino porque algunos norteamericanos, sobre todo en períodos de recesión económica, consideraron que les estaban quitando el trabajo.

Lo que resultó paradójico, según la historiadora, Mae Ngai, y el filósofo, José Jorge Mendoza, es que el endurecimiento de las medidas migratorias que continuó en el 86 con la ley de reforma y control migratorio, fue contraproducente: muchos mexicanos decidieron establecerse en EE.UU. y después traer a sus familias dado los peligros y costos que tenía cruzar la frontera habitualmente, como solían hacerlo.

Este tipo de medidas están conectadas con el mito de que somos un país de migrantes, pero europeos. Los mexicanos son invasores.

Este tipo de medidas están conectadas con el mito de que somos un país de migrantes, pero europeos. Los mexicanos son invasores.

Allison Wolf

L.S.A.: Usted dice que mientras en el 96 Pat Buchanan fue rechazado por ser abiertamente racista, a Trump lo eligieron por demonizar a los inmigrantes ¿Qué pasó?

A.W.: Aunque puede haber desarrollos teóricos más complejos, para mí la respuesta más sencilla es que Barack Obama ganó.

Su triunfo materializó los temores racistas.

Desde niña, yo nací en California y me crié en Los Angeles, he escuchado: ‘si los “negros” llegan a tener el poder qué le van a hacer a los blancos después de tantos siglos de racismo”.

Desde niña he escuchado: ‘si los “negros” llegan a tener el poder qué le van a hacer a los blancos después de tantos siglos de racismo”.

Allison Wolf

L.S.A.: Estados Unidos ha estado dividido entre dos formas de ver el mundo, la de los republicanos y la de los demócratas ¿qué cambió con Trump?

A.W.: Demócratas y republicanos siempre habían estado de acuerdo en una base: el contrato social, la idea de la democracia liberal clásica de que todos somos naturalmente libres e iguales, pero dada la imposibilidad de vivir en comunidad sin unos límites, “todos” “decidimos” someternos a unas reglas y ceder parte de esa libertad, a cambio de que el Estado nos garantice unos derechos.

¿Quiénes son todos? esa ha sido la discusión.

Lo que viene pasando desde hace varias décadas es que el Partido Republicano ha ido perdiendo la fe en ese ideal de la democracia liberal y ha empezado a defender que la libertad no es para todos.

El expresidente republicano, Richard Nixon, es recordado, por ejemplo, por su política de “Law and Order” -una expresión que Trump retomó- con la que buscó reprimir las protestas, que ya venían cuando asumió la Presidencia, por el asesinato de Martin Luther King en el 68 y las manifestaciones de estudiantes contra la Guerra en Vietnam.

Su defensa del statu quo era de uno en el que no cabían las personas afro.

Y sólo recientemente, con Kennedy y Johnson, sobre todo, a partir de los 60, y su impulso a la ley de los derechos civiles que extendió el voto a las personas afro y prohibió la segregación, es que los demócratas entienden por “todos” a todos, también a las mujeres, los afro, los latinos.

El cambio con Trump es la radicalización de esas tendencias, se ha expresado abiertamente en contra de la democracia, nunca ha intentado gobernar para todo el país, ha desconocido el “contrato social”.

El cambio con Trump es la radicalización de esas tendencias, se ha expresado abiertamente en contra de la democracia, nunca ha intentado gobernar para todo el país, ha desconocido el “contrato social”.

Allison Wolf

L.S.A.: Los latinos han sido claves en esta contienda, a favor y en contra de Trump ¿cómo explicar la diversidad de posturas?

A.W.: La comunidad latina no solo es diversa sino que tienen historias diferentes. Y eso lo han leído bien los republicanos, mucho mejor que los demócratas .

En EE.UU. tenemos al menos dos categorías: latinos blancos y latinos no blancos.

Muchas familias de élite que hoy viven en Texas, por ejemplo, antes de la guerra eran mexicanos y luego pasaron a ser norteamericanas en el siglo XX: son latinos o hispanos que se autoidentifican como blancos.

Nunca tuvieron la experiencia de “llegar” a EE.UU. Aún si viven en estados fronterizos a los que todo el tiempo llegan personas que están escapando de la violencia o de la inestabilidad económica de sus países de origen, ellos no necesariamente tienen una conciencia política de ello.

Cuando hablamos, además, de votantes latinos ello implica que tienen ciudadanía estadounidense y que probablemente en sus prioridades está la economía o el manejo de la pandemia antes que la cuestión racial o migratoria.

En contravía de esto, analizar el comportamiento del voto joven en Nevada va a ser interesante porque muchos, pese a haber nacido allá o tener padres estadounidenses de quienes derivaron su ciudadanía, son activistas políticos que trabajan en defensa de los “dreamers”, miles de jóvenes que han vivido en ese Estado casi toda su vida, pero que no tienen aún resuelta su situación legal. Eso posiblemente va a influenciar su voto más allá de su condición personal.

Por otro lado, nadie piensa en los cubanos, por ejemplo, como migrantes ni ellos mismos. Están además traumatizados con la palabra socialismo o comunismo, así sea mentira que Biden representa alguna de las dos corrientes.

Del lado de la costa Oeste, en California, dado que en los 90 los republicanos aprobaron leyes migratorias severas, que los demócratas arreglaron, el voto mayoritario es a favor de ese Partido. Algunos latinos votaron a favor de Trump, pero no son noticia porque no es uno de los estados en juego.

En Arizona, por su parte, donde según medios como The Guardian y Fox, Biden ganó las elecciones, han sido víctimas constantes del “show me your papers”, una forma de opresión que muchos asocian con los republicanos y, ahora, puntualmente con el Gobierno Trump.

L.S.A.:La pregunta clave de su libro es por la justicia o injusticia de una política migratoria… ¿Trump profundizó una política que ya venía o realmente fue mucho más allá?

A.W.: Con Trump hay una continuidad, pero vamos en que prácticamente está secuestrando niños separándolos de sus papás, como lo relato en mi libro, ante los ojos de todo el mundo y sin que la comunidad internacional haya condenado de forma vehemente esta práctica inhumana.

Tiene centros de detención que son realmente cárceles y eso solo tiene sentido si creemos que los migrantes son criminales y que hay que cerrar y militarizar las fronteras, una idea que no apareció con Trump.

De una inversión de 7.5 billones de dólares en el 2002 en endurecer los controles en la frontera pasamos a 17 billones en 2010. De hecho, desde la creación del Departamento de Seguridad Nacional en 2003, el gobierno federal ha invertido cerca de 324 billones de dólares en agencias para reforzar el control migratorio.

Han levantado muros en diferentes lugares de la frontera sur con México y solo en 2019 se destinaron 1.6 billones de dólares a construir más en el Valle de Río Grande.

Por supuesto los efectos de las medidas de EE.UU. no paran ahí, sino que impactan a toda la región latinoamericana.

L.S.A.: Trump ha exhibido su sexismo y racismo, y su libro apunta a ambas cosas, a una mirada más justa de la inmigración a través del lente femenista ¿por qué el feminismo es útil para aproximarse a este problema?

A.W.: Porque por definición el feminismo es el movimiento, la filosofía, que está enfocada en resistir la opresión, esa es su marca; y la opresión de género incluye todas las demás, pues las mujeres pertenecen a diferentes grupos: a los de las personas afro, a los de minorías étnicas y de orientación sexual, por ejemplo.

Si el feminismo no ve esas intersecciones y diferencias, la transformación de las relaciones de poder entre hombres y mujeres solo va a liberar a las mujeres blancas de élite.

En esa línea, la migración involucra muchos estados y está conectada con todas las problemáticas; generalmente, los migrantes son personas que no tienen muchas salidas. Si no logramos conectar los puntos que explican que más allá de realidades individuales hay un sistema incluso global de opresión, no vamos a poder encontrar salidas, por esa razón el lente feminista es útil, está entrenado para eso.

L.S.A.: Algunos intelectuales han hablado de la decadencia de EE.UU. ¿cree que EE.UU. tuvo mejores momentos o que no tanto cambió EE.UU. como el mundo?

A.W.: Es innegable que hay un decaimiento en la fama que ha tenido EE.UU., gane quien gane las elecciones.

Pero, todos estamos viendo los problemas que siempre han estado ahí.

Antes de Trump, en mis clases tenía que recurrir continuamente a referencias históricas para señalarlos, ahora todos sabemos de qué estoy hablando.

Que las elecciones sean tan reñidas demuestra que hay una gran parte de la población que no quiere enfrentar los problemas que tenemos.

Allison Wolf

Me parece que una imagen lo ilustra bien. La de miembros de grupos de supremacistas blancos con armas de largo alcance en el Capitolio de Michigan protestando en contra de las medidas restrictivas por la pandemia. Pese a todo, muchos dijeron: ‘bueno, tienen derecho a protestar’.

De hecho, según el FBI algunos planeaban “secuestrar y derrocar” a la gobernadora demócrata de Michigan.

Me pregunto: ¿qué habría pasado si esos protestantes hubieran sido personas afro o latinos?

Creo que habría habido una masacre.

Que las elecciones sean tan reñidas demuestra que hay una gran parte de la población que no quiere enfrentar los problemas que tenemos. Más de un 40 por ciento del país no parece creer en el valor de la igualdad, por ejemplo. Y no creo que nadie sepa muy bien cómo lidiar con eso.

Algo que no es menor dada la posición de liderazgo en el mundo que tiene EE.UU.

Para citar:

Wolf, A. B. (2020). Just Immigration in the Americas: A Feminist Account. Rowman & Littlefield Publishers.

*Este es un espacio de opinión y debate. Los contenidos reflejan únicamente la opinión personal de sus autores y no compromete el de La Silla Vacía ni a sus patrocinadores.

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