María Adelaída Farah, decana de la Facultad de Estudios Ambientales y Rurales, de la U. Javeriana, explica por qué la encíclica, más allá de venir del líder de la Iglesia católica, es una dura crítica al modelo de desarrollo que ha desnudado la pandemia.
"La encíclica 'Laudato si' es ante todo un documento político"
Foto tomada por Revista Javeriana
Nota: La historia contiene apartes de la encíclica Laudato si, identificados por los capítulos, subtítulos y números de párrafo.
Más que ser un documento religioso, la encíclica Laudato si, publicada por el papa Francisco en 2015, “es una crítica dura, radical y directa al modelo de desarrollo basado en el consumo, que no se queda en un simple llamado a que tenemos que ser más verdes”, dice María Adelaída Farah, decana de la Facultad de Estudios Ambientales y Rurales, de la Universidad Javeriana.
Introducción
Nada de este mundo nos resulta indiferente
5. Toda pretensión de cuidar y mejorar el mundo supone cambios profundos en «los estilos de vida, los modelos de producción y de consumo, las estructuras consolidadas de poder que rigen hoy la sociedad».
Farah, una investigadora en temas de ruralidad y de ruralidad con enfoque de género, ha venido trabajando de la mano del rector de la Javeriana, S.J. Jorge Humberto Peláez, en aterrizar la encíclica en la práctica. No sólo para hacer un manejo sostenible del campus, sino para cambiar la mirada de los programas, proyectos de investigación y consultorías de esa universidad.
La Javeriana es una de las cuatro universidades del mundo, y la única de Latinoamérica, escogidas por el papa para hacer parte del Pacto Educativo Global que él creó en el año 2020. Estas universidades serán las encargadas de dar luces sobre cómo se pueden hacer las transformaciones profundas que el mundo requiere y que ha dejado en evidencia el coronavirus.
A través del lente de Farah hacemos una lectura de la encílica como el documento político que es.
Las encíclicas son una de las formas como los líderes de la Iglesia Católica se comunican con sus seguidores. Esta fue la segunda de este papa. Pero a diferencia de la mayoría, no está dirigida exclusivamente a la comunidad católica, sino a todos los que habitamos el planeta.
De hecho, parte de un mea culpa de lo que fue por mucho tiempo una interpretación errada de las escrituras sagradas de los católicos:
Capítulo segundo
El evangelio de la creación
II. La sabiduría de los relatos bíblicos
67. Hoy debemos rechazar con fuerza que, del hecho de ser creados a imagen de Dios y del mandato de dominar la tierra, se deduzca un dominio absoluto sobre las demás criaturas.
Capítulo sexto
Educación y espiritualidad ecológica
V. Amor civil y político
229. Hace falta volver a sentir que nos necesitamos unos a otros, que tenemos una responsabilidad por los demás y por el mundo, que vale la pena ser buenos y honestos.
Uno de los conceptos revolucionarios que trae la encíclica, según Farah, es el del “cuidado de la casa común”.
“La encíclica y, en general el papa, traduce de forma sencilla mensajes que son complejos: estamos en una casa que es de todos y todos tenemos que cuidarla. Estamos viviendo una pandemia en una casa común”, dice Farah.
La importancia que tiene ese documento en este momento es que la crisis generada por el coronavirus abrió una ventana de oportunidad para que la humanidad entera se plantee cambios que la encíclica señala claramente, explica la investigadora.
En ese sentido, la ética del cuidado trasciende lo religioso y es independiente de la Iglesia, pero también tiene que ver con ella, como lo dice aquí el papa:
Capítulo segundo
El evangelio de la creación
62.¿Por qué incluir en este documento, dirigido a todas las personas de buena voluntad, un capítulo referido a convicciones creyentes? No ignoro que, en el campo de la política y del pensamiento, algunos rechazan con fuerza la idea de un Creador, o la consideran irrelevante, hasta el punto de relegar al ámbito de lo irracional la riqueza que las religiones pueden ofrecer para una ecología integral y para un desarrollo pleno de la humanidad. Otras veces se supone que constituyen una subcultura que simplemente debe ser tolerada. Sin embargo, la ciencia y la religión, que aportan diferentes aproximaciones a la realidad, pueden entrar en un diálogo intenso y productivo para ambas.
El papa señala que, como más del 80 por ciento de las personas en el mundo dice ser creyente de alguna de las grandes tradiciones, los líderes de las diferentes iglesias están llamados a jalonar un cambio.
No lo hacen solos. Laudato si recoge las reflexiones de muchos científicos, filósofos, teólogos y organizaciones sociales, y por eso muchas personas, aún siendo ateas, han visto reflejado ahí su pensamiento.
Es el caso, según Farah, de muchos de los profesores que trabajan, por ejemplo, en la Facultad de Estudios Ambientales y Desarrollo Rural de la Javeriana. Entre ellos resuentan ideas claves de la encíclica, como la de la “ecología integral”.
“La ecología en sí misma ya es integral por lo que la expresión es redundante, pero el papa lo hizo para darle un énfasis a las relaciones, al hecho de que todo en el mundo está interconectado”.
Capítulo cuarto
Una ecología integral
I. Ecología ambiental, económica y social
139. Es fundamental buscar soluciones integrales que consideren las interacciones de los sistemas naturales entre sí y con los sistemas sociales. No hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socio-ambiental.
141. Hoy el análisis de los problemas ambientales es inseparable del análisis de los contextos humanos, familiares, laborales, urbanos, y de la relación de cada persona consigo misma, que genera un determinado modo de relacionarse con los demás y con el ambiente.
“Anteriormente, en muchas zonas ubicadas en las riberas de los ríos, la parte de atrás de las casas era la que miraba hacia el río porque era el lugar natural donde se echaba los desechos que eran arrastrados por la corriente sin conciencia de los efectos que producía cuenca abajo”, anota Farah.
La idea de que el ambiente no depende exclusivamente de condiciones biofísicas, sino que está conectado con la acción de las personas hoy parece obvia. Pero en los 70 no lo era y fue una cosecha, según Farah, principalmente del pensamiento ambiental latinoaméricano. Este es una de las grandes influencias que tiene la encíclica.
Fue también en Latinoamérica donde se desarrolló la teoría estructuralista, según la cual la condición para que haya países desarrollados es que haya otros subdesarrollados:
“Esta crisis ambiental tiene una raíz en modelos donde hay unos países con unas economías grandes, fuertes, según las cuales la lógica del desarrollo está atada al crecimiento económico. Mientras tanto, los países de la periferia generan mano de obra, materias primas, y alimentos baratos, para que el primer mundo crezca. Pero de ese crecimiento no participan la mayoría y ha degradado la Tierra”, anota Farah.
Capítulo primero
Lo que le está pasando a nuestra casa
II. La cuestión del agua
27. Ya se han rebasado ciertos límites máximos de explotación del planeta, sin que hayamos resuelto el problema de la pobreza.
La crisis ambiental tiene que ver también con una dicotomía falsa que ha existido entre lo rural y lo urbano, y el asocio de lo primero con atraso y con pobreza. Según Farah: “Para que una sociedad fuera desarrollada tenía que ser lo menos rural posible, como si no fuera viable vivir en el campo con buena energía, internet, carreteras y, por supuesto, educación”.
Del campo no provienen sólo materias primas sino agua y aire limpio: “Nos creímos el cuento que el agua viene de la llave,” dice.
Capítulo primero
Lo que le está pasando a nuestra casa
IV. Deterioro de la calidad de la vida humana y degradación social
44. No es propio de habitantes de este planeta vivir cada vez más inundados de cemento, asfalto, vidrio y metales, privados del contacto físico con la naturaleza.
Revertir los niveles de consumo y las formas de relacionarnos entre sí no es fácil porque afecta grandes intereses políticos y económicos.
“Los líderes sociales que están asesinando en el país están tratando de cambiar los hábitos de consumo, la forma de relacionarnos con los páramos, con los ecosistemas”, dice Farah.
Por eso mismo, recalca el contenido político de la encíclica: “no es una cosa romántica”.
Introducción
Mi llamado
14. Lamentablemente, muchos esfuerzos para buscar soluciones concretas a la crisis ambiental suelen ser frustrados no sólo por el rechazo de los poderosos, sino también por la falta de interés de los demás.
Capítulo primero
Lo que está pasando en nuestra casa
VI. La debilidad de las reacciones
54. Llama la atención la debilidad de la reacción política internacional. El sometimiento de la política ante la tecnología y las finanzas se muestra en el fracaso de las Cumbres mundiales sobre medio ambiente.
Capítulo segundo
El evangelio de la creación
VI. Destino común de los bienes
95. El medio ambiente es un bien colectivo, patrimonio de toda la humanidad y responsabilidad de todos. Quien se apropia algo es sólo para administrarlo en bien de todos.
Es natural que el planeta sufra cambios, pero nosotros como seres humanos estamos presionando los límites que tienen los sistemas biofísicos. Y por eso los cambios deben venir de arriba hacia abajo (de los líderes politicos y económicos), pero también de la gente.
Capítulo sexto
Educación y espiritualidad ecológica
I. Apostar por otro estilo de vida
206. Es un hecho que, cuando los hábitos de la sociedad afectan el rédito de las empresas, estas se ven presionadas a producir de otra manera. Ello nos recuerda la responsabilidad social de los consumidores.
Algunos teóricos hablan, en ese sentido, de la necesidad de decrecer o de crecimientos en ceros, cuenta Farah. Más allá de eso, la pregunta clave para ella es: "¿en qué crecemos? ¿en agricultura familiar, economía circular donde los desechos no salen sino que se vuelven a involucrar en el sistema?".
“Es insostenible para esta generación y para otras generaciones que sigamos consumiendo plásticos, por ejemplo, y desechando no sólo elementos físicos sino también seres humanos”, anota Farah.
Capítulo primero
Lo que le está pasando a nuestra casa
I. Contaminación y cambio climático
Contaminación, basura y cultura del descarte
20. La tecnología que, ligada a las finanzas, pretende ser la única solución de los problemas, de hecho suele ser incapaz de ver el misterio de las múltiples relaciones que existen entre las cosas, y por eso a veces resuelve un problema creando otros.
Según ella, hay una falsa creencia de que, por ejemplo, la tecnología nos puede ayudar a resolver cualquier problema de escasez, “a crear artificialmente lo que sea, cuando en realidad puede estar dando lugar a un frankestein”.
Capítulo tercero
Raíz humana de la crisis ecológica
I. La tecnología: creatividad y poder
104. No podemos ignorar que la energía nuclear, la biotecnología, la informática, el conocimiento de nuestro propio ADN y otras capacidades que hemos adquirido nos dan un tremendo poder. Mejor dicho, dan a quienes tienen el conocimiento, y sobre todo el poder económico para utilizarlo, un dominio impresionante sobre el conjunto de la humanidad y del mundo entero.
105. Se tiende a creer «que todo incremento del poder constituye sin más un progreso, un aumento de seguridad, de utilidad, de bienestar, de energía vital, de plenitud de los valores», como si la realidad, el bien y la verdad brotaran espontáneamente del mismo poder tecnológico y económico. El hecho es que «el hombre moderno no está preparado para utilizar el poder con acierto», porque el inmenso crecimiento tecnológico no estuvo acompañado de un desarrollo del ser humano en responsabilidad, valores, conciencia.
Un concepto clave en la encíclica es el de “la conversión ecológica”, en el que la educación tiene un rol fundamental. Los cambios en los hábitos de consumo y de vida no se dan, según Farah, por generación espontánea. Implican una educación transformativa, que cambie la forma de pensar y que impregne todas las áreas del conocimiento.
Capítulo segundo
El evangelio de la creación
I. La luz que ofrece la fe
63. Si de verdad queremos construir una ecología que nos permita sanar todo lo que hemos destruido, entonces ninguna rama de las ciencias y ninguna forma de sabiduría puede ser dejada de lado, tampoco la religiosa con su propio lenguaje.
El papa Francisco, según Farah, es innovador en desmenuzar el concepto de ecología integral en otros: ecología social, ambiental, económica, cultural y de la vida cotidiana.
Esta última, explica, tiene que ver entre otras con las decisiones que cada uno puede tomar en su día a día sobre cuánta agua gasta, qué come, en qué se moviliza, en qué carga el mercado, cómo se relaciona con los demás y consigo mismo.
Capítulo sexto
Educación y espiritualidad ecológica
II. Educación para la alianza entre la humanidad y el ambiente
209. En los países que deberían producir los mayores cambios de hábitos de consumo, los jóvenes tienen una nueva sensibilidad ecológica y un espíritu generoso, y algunos de ellos luchan admirablemente por la defensa del ambiente, pero han crecido en un contexto de altísimo consumo y bienestar que vuelve difícil el desarrollo de otros hábitos. Por eso estamos ante un desafío educativo.
Capítulo sexto
Educación y espiritualidad ecológica
IV. Gozo y paz
223. Se puede necesitar poco y vivir mucho, sobre todo cuando se es capaz de desarrollar otros placeres y se encuentra satisfacción en los encuentros fraternos, en el servicio, en el despliegue de los carismas, en la música y el arte, en el contacto con la naturaleza, en la oración.
La pandemia abrió una oportunidad grande en ese sentido, pero podemos perderla.
“Seguimos siendo muy consumistas. Es un modelo de desarrollo, pero también de pensamiento. Muchas personas dicen que van a tachar el 2020 en el calendario, que no va contar para nada, ni siquiera para cumplir años. Que sólo quieren volver a ser lo que eran antes. El problema es que cuando uno borra algo no aprende”, concluye Farah.
Capítulo primero
Lo que le está pasando a nuestra casa
VI. La debilidad de las reacciones
59. (..) Como suele suceder en épocas de profundas crisis, que requieren decisiones valientes, tenemos la tentación de pensar que lo que está ocurriendo no es cierto. Si miramos la superficie, más allá de algunos signos visibles de contaminación y de degradación, parece que las cosas no fueran tan graves y que el planeta podría persistir por mucho tiempo en las actuales condiciones. Este comportamiento evasivo nos sirve para seguir con nuestros estilos de vida, de producción y de consumo. Es el modo como el ser humano se las arregla para alimentar todos los vicios autodestructivos: intentando no verlos, luchando para no reconocerlos, postergando las decisiones importantes, actuando como si nada ocurriera.
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