¿Es el Feminismo Pop feminista?

Debate

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Mariana
Mariana Tafur Rueda

El feminismo siempre ha sido de amores y odios.

Muchas mujeres dicen tenerle miedo a lo que ser feminista significa por los estereotipos que lo han acompañado históricamente, desde ver a los hombres como inferiores, querer pelear con ellos por lo que nos han quitado y construir un mundo solo de mujeres, hasta tener pelos en las axilas y en las piernas.

Pero el feminismo no puede ser reducido a eso, es el resultado de luchas y reivindicaciones profundamente importantes y valiosas de mujeres que estuvieron dispuestas a manifestar su descontento por no tener las mismas oportunidades y condiciones que los hombres en distintos contextos -acceso a la educación, exclusión en el sistema electoral y negación de muchísimos otros derechos-.

Hoy, gracias a eso que llamamos las tres olas del feminismo, se puede hablar de un sinnúmero de posturas académicas, sociales, medioambientales y culturales de feminismo que nutren un mismo objetivo: un mundo más equitativo.   

Olvidamos a veces que las mujeres somos muy distintas dependiendo de dónde venimos, de nuestros rasgos étnicos, de nuestros gustos en el amor, del acceso a la educación, a la salud, a una vida en paz, al agua potable, a una alimentación de calidad y a las discriminaciones –además de las que vivimos por el hecho de ser mujeres- que nos acompañan por todo lo que nos hace ser quienes somos.

En ese sentido, feminismos hay muchos, así como mujeres hay muchas.

Por eso creo que el feminismo pop puede ser una forma de feminismo, si partimos de que cada mujer, bien distinta de la otra, puede declararse feminista si considera que es una manera de poner en duda el patriarcado como forma de organización social, y una estrategia para luchar contra las desigualdades y las discriminaciones que vivimos por el hecho de ser mujeres.

Qué tan profundas y coherentes son las luchas y reivindicaciones del feminismo pop frente a otras formas de feminismo como el de las mujeres indígenas en América Latina, el de las afrodescendientes en Estados Unidos, el esencialista o el ecofeminismo de países del sur global, eso sí habría que verlo.

Alejandra
Alejandra Coll Agudelo

Lo que yo entiendo, aunque no soy experta en el tema, es que el feminismo pop se trata de utilizar el lenguaje de la cultura pop, el arte, la cultura, los símbolos, para difundir mensajes feministas.

Un ejemplo de esto son las mujeres en Argentina, quienes utilizan un pañuelo verde -como símbolo- para identificarse a sí mismas y ante otros como defensoras del derecho al aborto utilizan

También hay muchas mujeres bloggeras que hablan de moda pero que también difunden allí mismo mensajes feministas y eso es el feminismo que yo he entendido como pop. Se trata de usar las redes sociales y otros mecanismos de la cultura pop para difundir el feminismo.

Esto ha prendido alertas en muchas mujeres feministas porque dicen “ojo, están volviendo el feminismo una moda banal y una mercancía”. Yo entiendo esa preocupación y también estoy de acuerdo en que no podemos convertir el feminismo en una mercancía ni en algo banal, pero tengo una postura más bien intermedia.

No creo que esté mal que se use el arte, la cultura, las redes sociales, los blogs, los videoblogs y otros medios para difundir los mensajes feministas. No está nada mal que usemos el lenguaje de la cultura pop.

Hay que modernizarse, hay que evolucionar también.

Una de las cosas que más me gusta es que gracias al feminismo pop, los mensajes feministas por fin le están llegando a toda la gente de todas las edades. Antes el conocimiento feminista era muy elitista -lo sigue siendo un poco- pero cada vez se va democratizando más.

Anteriormente uno solo podía ser feminista si tenía acceso a círculos académicos donde se hablara de eso o si tenía la fortuna de tener cerca a una mujer feminista que fuera generosa, te recomendara autoras y te ayudara a conocer todo este mundo.

Ahora todos estos blogs y/o videoblogs de estas chicas como Las Viejas Verdes, Las Siete Polas, Las Igualadas, ayudan a conocer y a tener información feminista de primera mano muy confiable. Allí se tratan también temas de salud impresionantes que previenen, incluso, enfermedades y abortos inseguros.

Hay blogs de derechos sexuales y reproductivos que le cuentan a las mujeres cómo abortar de manera legal y segura. Si eso se llama feminismo pop, estoy totalmente de acuerdo con él.

También, creo yo, que el feminismo ha tenido un mal nombre por mucho tiempo porque nuestros contradictores, o las personas a las que no les gusta el feminismo, sí que utilizan estos medios para decir cosas terribles en contra de nosotras. Por mucho tiempo la respuesta de las feministas a esto solamente se daba en libros académicos que se quedaban guardados en las bibliotecas.

No me malinterpreten, me encanta la producción académica y valoro mucho a las mujeres que escriben, pero hay que combinar las dos cosas. Una cosa muy académica también con lenguaje asequible en todos los medios.

Una cosa no invalida lo otro. No podemos ser tan puristas.

La campaña #MeToo es un ejemplo genial. Ahí se empezó a hablar de acoso sexual, un tema sobre el que muchas personas no tenían claridad, y es a partir de la campaña en redes, donde se explicaba qué era y qué no era, que muchas mujeres se sintieron inspiradas a contar lo que vivieron y a entender que eso que vivieron no era (ni es) normal, ni aceptable y que era (es) una forma de violencia.

Resulta interesante que sea justamente una campaña en redes sociales la que permitió que esto sucediera.

En síntesis, considero que el feminismo pop, como lo ha llamado Catalina Ruiz, permite simplificar y democratizar los mensajes feministas, para que así mujeres más jóvenes conozcan bien sus derechos y estén menos dispuestas a tolerar violencias y desigualdades

Maria Adelaida (Mia) Perdomo
Maria Adelaida (Mia) Perdomo

El feminismo pop es feminista.

Es una manera de llegar a muchas más mujeres, en su lenguaje, a través de lo que consumen y de lo que les interesa.

Es importante transmitir algunas ideas esenciales del feminismo a través de estos medios: como la libertad y la autonomía sexual y económica, bases del feminismo. La deconstrucción de estereotipos de género y el establecimiento de límites que propendan por nuestro bienestar y nuestras decisiones como mujeres. Siempre y cuando esto atraviese todos los escenarios, todos los medios son posibles.

El feminismo se transforma y se adapta a todo con estas bases claras.

Erika Rodríguez-Gómez
Erika Rodríguez-Gómez

Hace poco escribí una columna acerca del feminismo pop, las feministas y la delgada línea entre el feminismo y la moda, no tanto como estilo, sino como tendencia, e hice una alerta sobre la multiplicidad de discursos que hoy circulan sobre el feminismo, para que este no se consolide, ojalá, como un producto más de consumo, vaciado de contenido político.

Días después, supe del lanzamiento del libro de Catalina Ruiz-Navarro (Marzo, 2019), que tiene un título bello y sugerente; “Las Mujeres que Luchan se Encuentran”, pero un subtítulo desafortunado; “Manual de Feminismo Pop Latinoamericano”.

Podría equivocarme, pero este texto impreso es el primero en español que apellida el feminismo como pop, dentro de lo que algunas indican es una cuarta ola de este movimiento social y político.

Esta es tan solo una acepción, pues cuando hablamos de feminismos, estamos también ante un paradigma de conocimiento, es decir, ante una forma de entender el mundo, desde un lente especial, que indica lo que otras formas de ver el mundo han ignorado; principalmente, las relaciones de poder cuyo soporte es el sistema socio-sexual patriarcal. Por eso el feminismo como conocimiento ha aportado un saber crítico a las disciplinas sociales y naturales, y como todo saber, es histórico, situado, susceptible de genealogía.

En ese lugar epistemológico en el que estoy ubicando a los feminismos, digo que el subtítulo del libro de Catalina no me agrada, pues las pedagogías feministas, como campo de conocimiento en construcción, han sido muy cercanas a la educación popular y la pedagogía crítica, y allí los manuales han sido revalorados, “nadie educa a nadie” es un principio compartido por Paulo Freire, y creo que cuando hablamos del saber colectivo que tejemos las mujeres, aprendemos las unas con las otras, más que con fórmulas, con solidaridad entre nosotras.

Esto puede ser una cosa nominal, porque en realidad valoro el libro de Catalina, creo que es novedoso que tenga en su libro otras voces, y que dialogue con ellas a partir de entrevistas. También, que haya seleccionado algunas mujeres para contarnos su historia, porque valorar a las ancestras es una práctica feminista de reconocimiento, que nos une en esta lucha, en efecto; nos encuentra.

Es un libro que debe estar en la biblioteca que una se arma cuando se interesa por el feminismo; subrayado, compartido y ojalá discutido con las amigas, porque tiene cinco grandes temas que están en el centro de lo que reflexionamos las feministas, más uno importantísimo en esta contemporaneidad agobiada en redes virtuales de socialización; el activismo.  

De lo que tiene que ver con lo pop en el feminismo, pues es que terminé el libro y no supe qué era teóricamente. Más allá de una forma estética de explicar las cosas, y no creo que lo estético no sea importante, es más, creo profundamente en el feminismo como una estética de la existencia, siento que falta todavía en lo que el feminismo de esta, nuestra era de millennials se plantea, NO para decir que el feminismo pop no es feminista, sino para problematizar que exista un feminismo que se pueda llamar pop, como puede una decir que existe el feminismo de la diferencia, el feminismo marxista, el anarco-feminismo, el ecofeminismo, el transfeminismo, el black feminism… entre otras expresiones del feminismo en las que veo unas raíces poderosas, anti sistémicas y contra toda forma de opresión.

Es cierto sí, que el feminismo blanco, burgués, no habló y no hablará nunca del colonialismo y el racismo, pero así mismo quiero alertar, sobre algo que siento le está naciendo como connatural al feminismo pop y se le está consagrando como deuda; y es el clasismo.

Sí, se le olvida el análisis de clase en el sentido marxista más literal, pero más allá de eso, en el análisis profundo, descarnado de los simbólicos, los códigos y las prácticas de este sistema de clase, ensañado contra las mujeres, y reproducido por todos y todas.  

Entonces para mí, lo pop en el feminismo es bastante problemático, no concuerdo con sus reflexiones sobre la resistencia, la lucha antipatriarcal y anticapitalista, y la definición de popular, pues la entiende solo como una cultura de masas (lo pop), y no como lo que se construye desde abajo, desde las y los excluidos en una lógica colectiva antisistémica, que yo creo existe, en las prácticas de muchas comunidades y de nosotras mismas.

Que el feminismo sea la nueva cara del Ché Guevara estampada en camisetas, me remuerde.

Perfil
Anonimo

Más allá de responder si el “feminismo pop” es feminismo, es importante abrir la discusión sobre la forma en que comunicamos las ideas, luchar por una verdadera democratización de los medios y luchar para que estos no sean un vehículo para banalizar las diferentes reivindicaciones que se han dado a lo largo de la historia a través de diversas corrientes de pensamiento y movimientos sociales.

Las ideas o los mensajes no se pueden desligar de las personas que los emiten, tampoco son ajenos a reproducir las relaciones de poder o emitir un sinnúmero de resistencias; y es ahí donde radica el valor de la interpretación que demos a los mensajes.

Se dice que el “feminismo pop” es una especie de marca para “vender” de manera más amigable el movimiento y pensamiento feminista o quitarle la carga diabólica que se le ha impreso. Diría que depende; si el uso del mensaje se reduce a una etiqueta caeremos en la trampa de no profundizar en el contenido, de limitarnos a la marca sin hacer cambios profundos a nuestras vidas.

En mi experiencia, el feminismo no es una camisa que me pongo y me quito a conveniencia, es un trabajo diario, donde nos tenemos que dar en la jeta con todo el mundo, hasta con nosotras mismas; se trata de cuestionar, de deconstruir y construir de nuevo para salir de nuestra zona de comodidad, de cuestionarnos en el plano político, personal y social.

Yancy Castillo Jimenez
Yancy Castillo Jimenez

¿Vale la pena abrir la discusión acerca del feminismo pop cuando las mujeres aún viven la violencia física y otras violencias?

Considero que deberíamos avanzar en la erradicación de las múltiples formas de ser mujeres todas acompañadas de una sociedad machista. No estigmatizar y dejar en un rincón a quienes no entiende o no se arriesgan a construir otras formas de relaciones sociales.

El hablar de feminismo, así como de racismo debe llevarse a espacios en los que se encuentren los niños y las niñas. En cambio, quienes ya crecieron en el modelo patriarcal la invitación es a estar dispuestos a reinventarse y dejarse sorprender por otras formas de relación social.

*Este es un espacio de opinión y debate. Los contenidos reflejan únicamente la opinión personal de sus autores y no compromete el de La Silla Vacía ni a sus patrocinadores.

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