Hace poco escribí una columna acerca del feminismo pop, las feministas y la delgada línea entre el feminismo y la moda, no tanto como estilo, sino como tendencia, e hice una alerta sobre la multiplicidad de discursos que hoy circulan sobre el feminismo, para que este no se consolide, ojalá, como un producto más de consumo, vaciado de contenido político.
Días después, supe del lanzamiento del libro de Catalina Ruiz-Navarro (Marzo, 2019), que tiene un título bello y sugerente; “Las Mujeres que Luchan se Encuentran”, pero un subtítulo desafortunado; “Manual de Feminismo Pop Latinoamericano”.
Podría equivocarme, pero este texto impreso es el primero en español que apellida el feminismo como pop, dentro de lo que algunas indican es una cuarta ola de este movimiento social y político.
Esta es tan solo una acepción, pues cuando hablamos de feminismos, estamos también ante un paradigma de conocimiento, es decir, ante una forma de entender el mundo, desde un lente especial, que indica lo que otras formas de ver el mundo han ignorado; principalmente, las relaciones de poder cuyo soporte es el sistema socio-sexual patriarcal. Por eso el feminismo como conocimiento ha aportado un saber crítico a las disciplinas sociales y naturales, y como todo saber, es histórico, situado, susceptible de genealogía.
En ese lugar epistemológico en el que estoy ubicando a los feminismos, digo que el subtítulo del libro de Catalina no me agrada, pues las pedagogías feministas, como campo de conocimiento en construcción, han sido muy cercanas a la educación popular y la pedagogía crítica, y allí los manuales han sido revalorados, “nadie educa a nadie” es un principio compartido por Paulo Freire, y creo que cuando hablamos del saber colectivo que tejemos las mujeres, aprendemos las unas con las otras, más que con fórmulas, con solidaridad entre nosotras.
Esto puede ser una cosa nominal, porque en realidad valoro el libro de Catalina, creo que es novedoso que tenga en su libro otras voces, y que dialogue con ellas a partir de entrevistas. También, que haya seleccionado algunas mujeres para contarnos su historia, porque valorar a las ancestras es una práctica feminista de reconocimiento, que nos une en esta lucha, en efecto; nos encuentra.
Es un libro que debe estar en la biblioteca que una se arma cuando se interesa por el feminismo; subrayado, compartido y ojalá discutido con las amigas, porque tiene cinco grandes temas que están en el centro de lo que reflexionamos las feministas, más uno importantísimo en esta contemporaneidad agobiada en redes virtuales de socialización; el activismo.
De lo que tiene que ver con lo pop en el feminismo, pues es que terminé el libro y no supe qué era teóricamente. Más allá de una forma estética de explicar las cosas, y no creo que lo estético no sea importante, es más, creo profundamente en el feminismo como una estética de la existencia, siento que falta todavía en lo que el feminismo de esta, nuestra era de millennials se plantea, NO para decir que el feminismo pop no es feminista, sino para problematizar que exista un feminismo que se pueda llamar pop, como puede una decir que existe el feminismo de la diferencia, el feminismo marxista, el anarco-feminismo, el ecofeminismo, el transfeminismo, el black feminism… entre otras expresiones del feminismo en las que veo unas raíces poderosas, anti sistémicas y contra toda forma de opresión.
Es cierto sí, que el feminismo blanco, burgués, no habló y no hablará nunca del colonialismo y el racismo, pero así mismo quiero alertar, sobre algo que siento le está naciendo como connatural al feminismo pop y se le está consagrando como deuda; y es el clasismo.
Sí, se le olvida el análisis de clase en el sentido marxista más literal, pero más allá de eso, en el análisis profundo, descarnado de los simbólicos, los códigos y las prácticas de este sistema de clase, ensañado contra las mujeres, y reproducido por todos y todas.
Entonces para mí, lo pop en el feminismo es bastante problemático, no concuerdo con sus reflexiones sobre la resistencia, la lucha antipatriarcal y anticapitalista, y la definición de popular, pues la entiende solo como una cultura de masas (lo pop), y no como lo que se construye desde abajo, desde las y los excluidos en una lógica colectiva antisistémica, que yo creo existe, en las prácticas de muchas comunidades y de nosotras mismas.
Que el feminismo sea la nueva cara del Ché Guevara estampada en camisetas, me remuerde.