En el ciberespacio se diluyen las mentiras y nadie responde. Pasó con Trump, pasó con el No.
#podermitómano
Después de que Trump fue elegido, desapareció de la web de su campaña un comunicado de diciembre pasado donde él aseguraba que como Presidente iba a prohibir la entrada de musulmanes a Estados Unidos. Es así como en el ciberespacio se diluyen las mentiras y nadie responde. Tal cual pasó con los mitos del NO.
Hablando de castrochavismo, ideología de género o Timochenko Presidente, Juan Carlos Vélez, ex gerente de la campaña del NO, muestra en su entrevista en La República que en este mundo “wireless” y de redes sociales ya ningún político tiene porque asumir la patria potestad de sus mentiras: simplemente les da clic y ellas toman vuelo propio. Y es que la virtualidad ha facilitado que los políticos perfeccionen ese muy viejo arte de tirar la piedra y esconder la mano. Vélez ilustra este punto con el meme amarillo incandescente que vemos abajo, ese que salió de su Facebook a ser compartido 130 mil veces y a contagiar de verraquera a millones de personas.
¿Pero quién de los actuales voceros del NO se responsabiliza de esta falacia? Nadie. Menos ahora que todos están tan concentrados escudriñando con pinzas inquisidoras el nuevo acuerdo, divididos en múltiples cónclaves (uno en el Norte de Bogotá y otro en Rionegro Antioquía, por ahora) y sumando nuevos portavoces: exministros, exviceministros, exsenadores que aunque no estaban en la foto de voceros oficiales del NO que se tomó el 3 de octubre, ahora pescan protagonismo y hablan duro; ¿representando a quién?.
Pero lo más grave de la cibermitomanía es que la información además de huérfana es casi imposible de verificar. Todos los detectores de mentiras, sean humanos o salas de redacción se quedan cortos. No sólo ante la velocidad, sino ante la ausencia de jerarquías informativas.
En Facebook y Twitter la voz de una página de garaje puede gritar igual de duro que el New York Times. Y esto es grave, pues el segundo tiene una reputación que cuidar, comités de ética periodística y una dirección física donde sus periodistas pueden ser demandados. Mientras que los medios de plastilina no tienen nada que perder. Un caso criollo es el de oiganoticias.com.
Este portal, cuyos artículos en contra de los acuerdos de la Habana se viralizaron como pan caliente en la campaña del plebiscito, actúa como un medio fantasma. Y sin cabeza (que miedo). Pese a existir desde julio de 2015 (fecha del primer artículo que publicaron), uno le hace clic a “equipo de trabajo” y sale un enlace muerto (ver abajo). Los artículos de su sección más incendiaria “Oiga Colombia” no están firmados, pese a graves acusaciones como cuando dijeron que a Santos le dieron el premio Nobel por beneficiar a una empresa petrolera noruega. ¿Dónde pedir una rectificación si ni siquiera tienen una sección de contáctenos? Incluso el registro de la IP, que obliga a poner datos básicos (ver Semana.com o elespectador.com), no tiene ni una dirección de correspondencia
Algo similar pasa con el losirreverentes.com cuyo lema es “periodismo sin censura”. Lo interesante es que desde esta semana sí habrá censura. El pasado lunes Facebook y Google anunciaron que van a actualizar las normas que rigen sus “ads” para que no sólo este prohibido que su publicidad aparezca en páginas con contenido ilegal, sino en portales de noticias engañosas. Pero el daño hecho está.
Guayabo virtual
Tanto en las elecciones de Estados Unidos, la campaña del Brexit y nuestro plebiscito parece haberse aplicado una misma premisa, la que compartió con nosotros Juan Carlos Vélez, “estábamos buscando que la gente saliera a votar verraca.” Y sí, muchos salieron a votar indignados, movidos por la sumatoria de todos esos corrientazos de ira o miedo que decenas de memes, noticias falsas, comentarios de trolls y videos-montaje dejaron en sus sistemas nerviosos.
Como lo dijo el mismo Obama en un artículo publicado ayer en el New Yorker, lo que pasó en las elecciones de Estados Unidos es que "Trump entendió el nuevo ecosistema en el que hechos y verdades no importan. Atraes la atención, generas emoción y te vas". Cada pieza, a la que nadie puso un filtro de veracidad, entretuvo, emocionó y enfureció a miles de votantes de esta sociedad del espectáculo donde ya es difícil poner un filtro entre lo real y lo virtual. Pero también dejó a muchos enguayabados.
Google Trends nos muestra como mitos que eran casi inexistentes en el imaginario colectivo hace 3 años como catrochavismo, ideología de género (que tiene su primera cresta con el escándalo de las cartillas) y Timochenko Presidente terminaron siendo más consultados en los meses de agosto, septiembre y octubre de 2016 que “el precio de la papa”; un término especialmente importante en la vida cotidiana de los colombianos tras el paro camionero de julio. Sin embargo, se puede ver cómo, pasada la euforia del 2 de octubre, estos conceptos pierden interés y se hunden en la tabla como equipos que pasan a la B. Lo interesantes es que, tanto el castrochavismo como la ideología de género (lo mismo pasa con la sigla LGBTI), resucitan de forma flash en la víspera de morirse para siempre. ¿Por qué?
¿Será esta última cresta un acto de contrición de los cristianos? ¿Tal vez asustados por las consecuencias de sus actos, decidieron darse un brochazo de ilustración post-plebiscito? Vaya uno a saber. Lo cierto es que con el castrochavismo pasó algo similar. Google nos dice que la búsqueda más asociada a este concepto es “qué es el catrochavismo”. Así es el poder mitómano, ese que fortalecemos con un clic.