OPINIÓN

Bases gringas: un tema de forma no de fondo

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Al que no quiere caldo le dan dos tasas, dicen. O tres. Tres bases gringas en Colombia. De pronto serán hasta las cinco que habían mencionado originalmente, si incluyen las navales. A mí me gusta la idea de las bases. Me gusta por todas las razones que los opositores esgrimen para rechazarlas.

 

Al que no quiere caldo le dan dos tasas, dicen. O tres. Tres bases gringas en Colombia. De pronto serán hasta las cinco que habían mencionado originalmente, si incluyen las navales. A mí me gusta la idea de las bases. Me gusta por todas las razones que los opositores esgrimen para rechazarlas.

 

Una vez tuve la oportunidad de visitar una en Kolsas, Noruega. Sí, Noruega, el país de Trygve Lie, de Gro Harlem Brundtland y Jan Egeland; el país que ha hecho del pacifismo la razón de ser de su política exterior. Esta era una base militar gringa de Padre y Señor Mío; tenía hasta misiles nucleares apuntados a la Unión Soviética. No porque los noruegos quisieran provocar a los rusos sino porque querían mandarles un mensaje muy claro: si se meten con nosotros aténganse a las consecuencias.

 

Dicho lo anterior, me parece que todo el episodio de las bases ha sido tremendamente desafortunado. En la política es tan importante el proceso como el resultado. Independientemente de que me parezcan convenientes y necesarias las bases me desagrada el proceso mediante el cual se van a implementar.

 

Durante meses el canciller y el ministro de defensa han jurado y rejurado que la base de Manta no se trasladara a Colombia. Lo mismo dijo el embajador de Estados Unidos. Hace unas semanas dijeron que se trasladarían unos aviones y ahora ya vamos en bases  aéreas y navales. Cuando les preguntan sobre la autorización para dichas bases dicen que se trata de una extensión del Plan Colombia y que frescos, que todo va a seguir siendo igual. ¿Será que nos creen bobos?

 

Rafael Pardo, ahora gran crítico de las bases en su rol de candidato presidencial, lo debería saber. Cuando era ministro fue quien autorizó el primer desembarco para construir una base en Bahía Málaga. Empezaron con la pista de aterrizaje pero cuando los medios se dieron cuenta les tocó echarse para atrás y pusieron a los marines a construir una escuelita. Ante este fiasco los gringos decidieron poner los ojos en el amigable Ecuador y de ahí nació la base de Manta.

 

A Pardo casi lo tumban por incumplir la obligación constitucional de pedirle al Senado autorización para el tránsito de tropas por el territorio nacional (si hay que pedir permiso para transitar con más razón hay que pedirlo cuando se van quedar). Los de ahora han sido más sagaces y se esperaron al receso del Congreso para firmar y anunciar la “extensión del Plan Colombia” en cuyo caso le deben pedir tan solo un concepto (no obligatorio) al Consejo de Estado.

 

Además quien dijo que los acuerdos de cooperación son como los pagarés en blanco de los bancos que se van llenando al gusto del acreedor. ¿Cómo así que por cuenta de una “extensión del Plan Colombia” vamos a acabar con cinco bases militares? El día de mañana por cuenta de una “extensión del Plan Colombia” vamos a contratar un canal interoceánico, o a enviar tropas a Iraq o quien sabe que otra locura.

 

Esto es lo que me parece mal. La forma solapada y retrechera como han hecho las cosas. No se debe gobernar con la filosofía de mejor-pedir-perdón-que-pedir-permiso. Colombia no es un país antiyanqui, la gente es perfectamente consciente de la amenaza que presenta la llave Chávez-Correa y nadie quiere gastarse millardos de dólares que no hay en submarinos y cazabombarderos. Planteen las cosas de frente y verán que les va mejor.

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