OPINIÓN

Cambio Extremo

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Como lo anticipé en mi anterior entrada, el gran ganador de estas elecciones es el Partido Cambio Radical y su cabeza visible, Germán Vargas Lleras.

Como lo anticipé en mi anterior entrada, el gran ganador de estas elecciones es el Partido Cambio Radical y su cabeza visible, Germán Vargas Lleras.

Seguramente la historia dirá que el siglo veinte en la política colombiana fue el del surgimiento y la consolidación del bipartidismo, reflejado en los partidos Liberal y Conservador. Pero, el siglo 21 empieza a vislumbrarse como el del cambio y son los nuevos partidos  los que inician, una mas o menos certera carrera, para volverse los protagonistas de este momento histórico de nuestra política.

Si bien es cierto, el partido de la U surgió como una amalgama de políticos venidos de los partidos tradicionales, aglutinados sin propósito diferente que llevar al expresidente Uribe a su reelección, poco a poco ha ido sorteando procesos electorales y hoy se puede decir que es un verdadero actor político partidista con vocación real de perdurar y ejercer un papel de largo plazo en la política nacional.

No solo ha ganado tres elecciones presidenciales sino que sus cuadros ya hacen parte de una estructura que regionalmente se sostiene y crece en su caudal electoral. El pasado domingo puso 9.181.133 votos en total para todas las corporaciones que estaban en juego.

Pero esa transformación del mapa partidista colombiano tenía otro actor que entre escaramuzas subsistía con unas minorías en el congreso de la República y sustentaba algunas victorias regionales, ese partido era Cambio Radical. 

Digo era, porque a partir del 25 de octubre pasado, al mejor estilo de lo que hiciera la U en su momento, el partido Cambio Radical se convirtió en un partido aglutinado tras un objetivo mediato claro: llevar a la Presidencia de la República al Vicepresidente Germán Vargas Lleras.

La cara de “ponqué” del Vicepresidente durante la alocución presidencial del final de la jornada electoral del domingo lo decía todo. No es para menos; el suyo, su partido, obtuvo una presencia electoral regional que lo convierte en uno de los grandes jugadores políticos en Colombia. 

Cambio Radical hizo moñona porque se inventó una fórmula que no se ha usado en la historia democrática moderna en este País: sustenta su crecimiento en afincarse en el País regional, en reconocer que las regiones no solamente tienen sus dinámicas sociales, culturales y económicas propias, sino también políticas y que están lo suficientemente maduras y han crecido dentro de su -relativamente nueva- autonomía, como para convertirse en el sustento de una plataforma política que se irradia desde la periferia hacia el centro y no el revés, como siempre ha sucedido. 

Germán Vargas es el primer líder nacional que, perteneciendo al mas rancio Bogocentrismo, entendió que es el momento histórico de las regiones y pese al desgaste que para su imagen supone el apoyo sustentado en poderes regionales, (desgaste que se explica en gran parte en el hecho de que en Colombia lo menos descentralizado son los medios de comunicación y la intolerancia con la política regional es un dardo permanente desde la gran masa mediática), apostó a las regiones y ganó. 

Solo o en coalición, Cambio Radical triunfó en 15 gobernaciones y 8 ciudades capitales como Barranquilla, Guajira, Magdalena, Sucre, Montería, Cesar, Valledupar, etc y aunque perdió en Córdoba, se metió en la casa de los senadores mas poderosos de la U: en donde no tenía nada, puso 240 mil votos. Con 7.608.967 sufragios totales en las regiones, arranca su “cace” para las presidenciales.

Pero como Vargas es un animal político, apostó fuerte y de frente en su tierra natal: Bogotá. El empuje que le dio Cambio Radical a Enrique Peñalosa y viceversa, fue una relación electoral simbiótica perfecta, era el matrimonio que el electorado estaba esperando.

Cambio Radical encontró en Enrique Peñalosa al perfecto intérprete del deseo de cambio que teníamos los bogotanos, hastiados de la izquierda que tiene a Bogotá sumida en la desesperanza, el caos y la desesperación y pudo tener un candidato con verdaderas posibilidades de triunfo. Le ayudó mucho tener de contrincante a un Pardo timorato, equivocado en una propuesta que avalaba supuestas ejecutorias de la izquierda, representante de los viejos liberales y atrapado por una clase política nostálgica de poder y por supuesto, a una Clara que encarnaba todo lo que el elector quería cambiar.

A su vez, Peñalosa, siendo de lejos el mejor de los gerentes pero experto en perder elecciones, halló un partido ya maduro, con un andamiaje electoral fuerte que le garantizó el respaldo para frenar la que parecía una imbatible racha de fracasos en las urnas.

De esa manera, Cambio Radical se afianza, además de en las regiones, en la capital que tanto anhela y necesita salir del hueco en el que está sumida por cuenta de una izquierda desdibujada en el gobierno de Lucho Garzón, corrupta en el de Samuel y caótica en el de Petro.  Por eso, al ver en los noticieros del día siguiente de elecciones, a Peñalosa y a Germán Vargas Lleras, caminando al encuentro con el Presidente Santos en el Palacio de Nariño y mandando un mensaje de trabajo unido para salvar a Bogotá, se empieza a respirar un Cambio Extremo o mejor, un Cambio Radical en la política colombiana.

Nota: Es importante resaltar que fuí asesor en las pasadas elecciones de candidatos del Partido de la U, de Cambio Radical y de candidatos inscritos por movimientos de firmas. En el pasado he asesorado campañas de candidatos liberales y conservadores. 

 

 

 

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