El fondo y la forma

La propuesta del alcalde electo, Gustavo Petro, sobre las empresas de servicios públicos de Bogotá ha generado una gran cantidad de reacciones. Algunas de ellas justificadas, como solicitarle que este tema no sea explicado en Twitter, y otras desmedidas y claramente salidas de tono, como acusarlo del delito de “Pánico Económico”.

No tengo claro si la propuesta es una insensatez, como algunos quieren hacerlo ver, o sea un buen mecanismo para lograr eficiencias en el manejo de las empresas, como parece intuirlo el Alcalde. Pero sí creo que es una propuesta de política pública que merece ser estudiada, debatida y, de ser viable y benéfica, puesta en marcha.

Para ello se requiere generar espacios de diálogo, escuchar argumentos, señalar los riesgos y visualizar los beneficios. Descartarla de tajo o impulsarla sin discusión son dos alternativas miopes e irresponsables.

Un esquema donde los representantes del Alcalde en las juntas de las empresas sean las mismas personas, de forma que puedan identificar posibles sinergias y los riesgos de un actuar conjunto, sería un posible primer paso. Si estas personas están dispuestas a un dialogo constructivo, tanto con los técnicos de las empresas, sus socios minoritarios, el propio Alcalde, la ciudadanía, el Concejo y los medios de comunicación, con seguridad se enriquecerá el entendimiento de la ciudad sobre el manejo de sus empresas de servicios públicos y en unos meses, posiblemente, tengamos mayores elementos de juicio para abordar esta discusión.

Tuve la oportunidad de ser alumno de uno de los mejores del país. En los últimos dos años compartí con él como colega en el Grupo de Memoria Histórica. Hoy, rindo homenaje a la gran persona que fue Álvaro Camacho. qqq