OPINIÓN

El mejor momento de Gustavo Petro

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El alcalde de Bogotá ha sembrado un mensaje sólido que la derecha medrosa no ha podido contrarrestar: "Me quieren sacar porque soy de izquierda"

Nada juega mas a favor del alcalde Petro que, de manera acordada o por simple casualidad, se hayan unido un nieto de Laureano Gómez y el Procurador Ordoñez para -cada uno desde sus competencias, el primero desde la política y el segundo como órgano de control-, tratar de tumbarlo de su cargo.

El mensaje intrínseco de la disputa dejó de ser el buen o mal gobierno del burgomaestre bogotano y se esta convirtiendo en una lucha de la extrema derecha contra un mandatario de izquierda.

Gustavo Petro, fiel a sus métodos iconoclastas y subversivos aprendidos; primeroen la ilegalidad y después en la brega política, ha acudido a todas las formas de lucha para deslegitimar el ataque soso y fofo de sus contradictores.

El alcalde de Bogotá ha sembrado un mensaje sólido que la derecha medrosa no ha podido contrarrestar: "Me quieren sacar porque soy de izquierda"

Es un mensaje claro, sólido, que por si mismo genera titulares y que va calando dentro de la opinión. Del otro lado, el comité que quiere tumbar a Petro no ha sabido explicar cuáles son las razones, diferentes a las meramente ideológicas, por las cuales debemos revocar al alcalde.

Y no es porque las razones para criticarlo no existan, este ha sido un gobierno que no congrega en lo político, paupérrimo en sus ejecutorias, carente de engranaje en el manejo de la administración, invisible en políticas públicas que lo hagan identificable en el futuro, contradictorio como el que mas (en la mañana ordena una medida y por la tarde, hace lo contrario) y mil etcéteras más.

No se si esos sean motivos suficientes para cobrarle políticamente con una revocatoria, pero es claro que los promotores de la idea no han sabido comunicarlos.

Los detractores pusieron a Gustavo Petro en el lugar en el que se siente más cómodo; en la esquina del ring, contra las cuerdas, esquivando y respondiendo los ataques de sus enemigos y lo sacaron del espacio que le es menos favorable, en el que menos se sabe mover: gobernando y administrando.

Concomitantemente, Petro ha destinado una batería de abogados ("casualmente", el procurador le destituyó a su secretario, Guillermo Asprilla, pero se lo habilitó como defensor) para que desde todos los flancos disparen contra el proceso de convocatoria a elecciones para su revocatoria y en ello va saliendo victorioso.

El tribunal contencioso de Bogotá falló a su favor una tutela según la cual, el proceso desarrollado por el Registrador Nacional para avalar las firmas para revocarlo, violó el debido proceso del alcalde al no permitirle acceder a la información pertinente a fin de verificar si las firmas son o no reales, si fueron o no estampadas por quienes dicen haber firmado en contra de él. 

La reacción de Gómez Martínez no pudo ser mas desafortunada y lo retratade cuerpo entero, afirmó que ese fallo es "….un episodio mas de la guerrilla judicial que ha lanzado el alcalde contra la revocatoria…"

Un político cuya familia ha ejercido y detentado el poder del Estado desde hace un siglo y que se supone respetuoso de los canales institucionales, considera que acudir a los tribunales es un acto "guerrillero". Otra victoria judicial de Petro, en la que tal vez no tuvo mayor participación, se concretó cuando la Corte Constitucional devolvió al Congreso la ley mediante la cual se disminuía el número de votos que deben obtenerse para que un proceso de revocatoria pueda ser convocado.  

Para el caso de Bogotá, esa ley bajaba el número mínimo de votos de 1.234.214 a 897.610.

Eso quiere decir que por cuenta de otra decisión judicial, quienes proponen la revocatoria de Petro, deben conseguir que 336.064 personas mas de las que esperaban, salgan a votar a favor o en contra de la revocatoria. 

¿Será que Gómez piensa que ese fue otro acto guerrillero, esta vez cometido por la Corte Constitucional?

Otras acciones judiciales han sido interpuestas por defensores de Petro; entre ellas, hay unas penales en contra de Miguel Gómez Martínez ante la Corte Suprema, acusándolo de delitos relacionados con falsedades y fraude procesal, presuntamente cometidos durante el proceso de recolección de firmas.

También se conoció que una de las personas que radicaron junto a Gómez Martínez las firmas para la revocatoria, el señor Germán Garzón, se encuentra condenado por el delito de estafa y tiene sus derechos políticos suspendidos.  

El representante Gómez solo atinó a decir que al señor Garzón "…lo conozco hace muypoco… apareció como voluntario…lo conozco poco…"

No contento con toda esta confusión que se ha creado, una vez obtenidas las victorias judiciales en la Corte Constitucional y en el Tribunal Contencioso, Gustavo Petro sorprendió a todo el mundo con una jugada que deja a todos sus contradictores desubicados: dijo a través de su cuenta en twitter que, renunciaría a toda la lucha judicial y pediría que se cite a elecciones para que sea en las urnas que se defina si continúa o no en el cargo.

Con esta movida, que puede ser o no cierta porque el alcalde juega a confundir o a parecer confundido -con Petro nunca se sabe-; lo cierto es que manda mensajes que dejan a sus contradictores fuera de lugar.  

El disperso Gómez Martínez que se come todos los amagues que le hace su adversario, salió a los medios a decir que Petro no podía renunciar a sus recursos judiciales y que él mismo prefiere que no se cite a elecciones hasta que no se aclare la validez de las firmas. Ahora quien pide que no haya elección de revocatoria es quien radicó las firmas y quien quiere que las validen, es el mismo que las defendió a muerte.  Definitivamente, Petro pone a Gómez Martínez a decir lo que él quiere.

Otra consideración que no se ha tenido en cuenta, es la pelea de fondo por el ejercicio del poder en Bogotá, que se alteraría con la posibilidad de revocatoria de Gustavo Petro y la consecuente celebración de nuevas elecciones en la capital. 

Aunque no lo diga de frente, es Uribe quien está detrás de este movimiento de revocatoria, tal como se deduce de quienes lideran el movimiento en contra de Petro.

Esa realidad no es un factor cualquiera, es uno que políticamente acerca a dos bandos que nada tienen en común en lo ideológico, ni en las metas o fines que buscan mediante el ejercicio del poder: El Santismo y el Petrismo. 

Llamar a elecciones anticipadas por cuenta de una revocatoria del mandato a Gustavo Petro no es ni mas ni menos que dejar abierta la puerta para que en unas elecciones para reemplazarlo, el uribismo; que esta haciendo campaña no solamente para la revocatoria, sino para ir por el poder presidencial, se pueda quedar con la joya de la corona "ad portas" de las elecciones parlamentarias y de las presidenciales.

Para nadie es un secreto que el momento de imagen y popularidad del presidente Santos no es el mejor y que Uribe y su equipo vienen "in crescendo";  perder el presupuesto y la burocracia de Bogotá, en momentos pre-electorales, frente a un eventual candidato del uribismo - ¿por qué no el propio Uribe? -,  puede ser la cuota inicial para que el santismo pierda el poder a nivel nacional.

En ese contexto, el santismo deberá salir a respaldar en las urnas los intereses de Gustavo Petro en una eventual disputa revocatoria, so pena de dejar un espacio libre a su mas férreo competidor: el expresidente Uribe.

En esa realpolitk, pese a que tanto Santos como Petro parezcan desgastados, son los dueños de la nómina y de la chequera estatal enfrentados a una elección que tendría una contraparte enredada en su estrategia y obligada a buscar un número de electores que será prácticamente imposible de cautivar dadas las circunstancias.

Bajo todas estas consideraciones; en lo político, creo que los enemigos de Petro han sido tan torpes que solo le están brindando oxigeno: no le dan la talla comunicando y carecen, no solamente de razones - mas allá que la de aglutinar el descontentode un sector - que difícilmente se reflejarán en las urnas, sino que no tienen líderes visibles que se echen al hombro de manera inteligente una justa electoral que requiere de mas de un millón doscientos mil votos para salir airosa. 

Además, enfrentarán una lucha política que unirá al santísimo y al petrismo - que ejercen el poder - en torno a una sola causa.

Lo que si puede ser un problema para el alcalde de Bogotá es el proceso disciplinario; sin embargo, ya el procurador mostró cautela con lo que está haciendo en el caso Petro.  

Si bien elevó pliego de cargos por faltas gravísimas en contra del alcalde, cuyas consecuencias en caso de ser encontrado responsable, son la destitución y la inhabilidad; también es cierto que, decidió seguir adelante con un proceso escrito y no mediante un verbal sumario, lo cual implica que los tiempos se podrán alargar por varios meses.  

Con esa decisión, Ordoñéz deja tranquilos a quienes integran su comité de odios porque tiene a Petro en jaque, pero también se abstiene de destituirlo en el inmediato plazo y esto le da cierto respiro al mandatario de los bogotanos, al menos en cuanto a los tiempos que deben transcurrir antes de su posible destitución.

¿El procurador se daría la pela de destituir a Petro después de que este sea llevado a las urnas y resultare ganador en una eventual contienda de revocatoria? 

Ordoñez deberá enfrentar ante esa hipotética situación un dilema difícil de dirimir porque en esa eventualidad, el de Gustavo Petro será el caso de un mandatario doblemente bendecido en las urnas y no será un Samuel Moreno, cuya destitución era pedida a gritos por la opinión, ni una Piedad Córdoba atacada desde todos los rincones del establecimiento.

¿Se atrevería en esas circunstancias Alejandro Ordóñez a convertir a Gustavo Petro en un mártir de la democracia a cambio de quitarlo del camino como competidor para una futura contienda electoral?  Amanecerá y veremos.

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