OPINIÓN

El paganini

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Le aplicaron 30 años de cárcel al Coronel Plazas. La sentencia, apelada de inmediato por la defensa y por la Procuraduría parece bastante floja, pero bueno, es la sentencia y que se le va a hacer, para eso está la segunda instancia que esperamos rectifique los errores del juez subalterno.

 

Le aplicaron 30 años de cárcel al Coronel Plazas. La sentencia, apelada de inmediato por la defensa y por la Procuraduría parece bastante floja, pero bueno, es la sentencia y que se le va a hacer, para eso está la segunda instancia que esperamos rectifique los errores del juez subalterno.

 

¿Dónde están las sentencias en contra de Antonio Navarro Wolf, Vera Grave, Otty Patiño, Gustavo Petro y los demás miembros de cúpula de la organización terrorista que planeo, ejecutó y consumo, con la financiación del Cartel de Medellín valga decir, la toma del Palacio de Justicia?

 

En ninguna parte, es la respuesta, porque los verdaderos responsables de esta hecatombe judicial fueron beneficiados de amnistía e indulto y listo, borrón y cuenta nueva, como si no hubiera pasado nada. Ahora son candidatos presidenciales, gobernadores, hombres de negocios, intelectuales y hasta defensores de derechos humanos.

 

Para colmos los hijos de estos señores ahora acaban de crear una organización que se llama , que tiene como objetivo entre otros “contribuir a divulgar todos esos actos que hicieron nuestros padres”, en palabras de uno de ellos.

 

Bueno, pues yo les cuento cual fue uno de esos actos que orgullosamente quieren divulgar estos jóvenes: secuestrarme a mí.

 

Esto ocurrió pocos años después de la toma del Palacio en un asalto al vespertino 5pm, donde yo trabajaba. El guerrillero que me recibió en la entrada me puso un subametralladora en la nuca y me dijo que si no hacía lo que él decía me volaba los sesos y no tengo la menor duda de que lo hubiera hecho a la menor provocación. Milagrosamente el asalto culmino unas cuantas horas después sin mayores problemas, aunque el incidente –que es aún considerado un acto “” por los guerrilleros reinsertados - pudo perfectamente haber concluido en un baño de sangre.

 

Fuera de esto no tengo mayores resquemores con el M-19 y les cuento que, tiempo después, hasta estuve invitado por ellos mismos al campamento de Santo Domingo, Cauca, mientras se daban los diálogos de paz. Pasamos una semana de guerrilla light y conocí a toda la comandancia de la organización incluyendo al difunto Carlos Pizarro (a quien le llevamos la botella de vino más cara que encontramos en el Carulla de la 85, idea del profe Juan Carlos Flórez), a Antonio Navarro y por supuesto a Petro quien portaba todo el tiempo un revólver 38 en el cinto, que como dije en una oportunidad, parecía que en cualquier momento le fuera a volar las pelotas.

 

Todo esto, supongo, es a lo que la gente se refiere cuando habla de perdón pero no olvido.

 

Volviendo al caso de Plazas me parece un tremenda injusticia la asimetría existente entre las amnistías a los terroristas responsables por un lado y por otro, la aplicación con toda la severidad posible de la ley penal, inclusive de manera retroactiva (el delito de desaparición forzada, por el cual condenan a Plazas, no existía en 1985) a los militares involucrados.

 

O todos en la cama o todos en el suelo, y creo que para efectos de mantener la viabilidad del exitoso proceso de paz de 1990, es mejor que todos estén en la cama. Esto quiere decir que se debe promulgar una amnistía general a los miembros de la fuerza pública por los hechos acontecidos antes de los acuerdos en las mismas condiciones en que se concedió la amnistía a los guerrilleros.

 

Suena a impunidad y lo es: la amnistía al M-19 también fue impunidad.

 

Adicionalmente el nuevo gobierno debe abocar una necesaria restauración del fuero penal militar, cuyo desmonte machetero durante la última década para darle contentillo a las ONGs internacionales, es necesario para devolverle a las fuerzas militares una semblanza de seguridad jurídica, que la tienen o la piden todos, menos los que más la necesitan.

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