OPINIÓN

El Telegrama Largo

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El 22 de febrero de 1946 el Ministro Consejero de la Embajada de los Estados Unidos en Moscú, George F. Kennan, remitió al Departamento de Estado en Washington D.C. el , que la historia conocería como el “telegrama largo” y que se convertiría en uno de los documentos más importantes del siglo XX.

 

El 22 de febrero de 1946 el Ministro Consejero de la Embajada de los Estados Unidos en Moscú, George F. Kennan, remitió al Departamento de Estado en Washington D.C. el , que la historia conocería como el “telegrama largo” y que se convertiría en uno de los documentos más importantes del siglo XX.

 

Las cinco conclusiones presentadas en el blog pasado son una traducción literal de las recomendaciones de Kennan al final del “telegrama largo”, simplemente reemplace las palabras Rusia por Venezuela y comunismo por chavismo.

 

La idea de Kennan era presentar una carta de navegación para atender los retos que presentaba la Unión Soviética y sobre todo para evitar una confrontación militar entre Stalin y Occidente.

 

Este telegrama, junto con el reporte Clifford-Elsey y el Articulo X (un artículo también de Kennan publicado posteriormente en la revista Foreign Affairs) son la génesis del Plan Marshall y  la OTAN e indirectamente de la creación de la Comunidad Europea de Carbón y Acero, a su vez la precursora de la Comunidad Europea.

 

La tesis de Kennan, en esencia, era que el sistema soviético estaba moral y económicamente quebrado pero que su carácter totalitario, militarista, expansionista y paranoico lo hacía supremamente peligroso. Por eso era necesario contenerlo mas no confrontarlo. Esta contención implicaba el desarrollo de un sistema opuesto moral y económicamente superior que desplegara su presencia ofreciendo una alternativa mejor. En palabras de Kennan el comunismo era un parásito maligno que se alimenta del tejido putrefacto.

 

Kennan y los demás guerreros de la guerra fría lograron su cometido: destruir a la Unión Soviética sin recurrir a la guerra.

 

Creo que Colombia y los colombianos tenemos el deber enfrentar el chavismo y su política expansionista. Lo debemos hacer sin batir los tambores de guerra y sin caer en provocaciones. Debemos sí tener prudencia y determinación, pero sobre todo la convicción de que podemos ofrecerle a nuestra población la realización de un futuro mejor. De lo contrario corremos el riesgo de que se deje tentar por los cantos de sirena populistas que suenan al otro de la frontera.

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