OPINIÓN

El éxito de la política exterior de Uribe

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Nunca he creído en los sesudos análisis de los llamados expertos nacionales e internacionales sobre la política exterior colombiana. El mal disimulado antiuribismo de la mayoría de ellos, la simple ignorancia o en algunos casos patente mala fe los ha llevado a decir toda clase de tonterías en los últimos años.

 

Nunca he creído en los sesudos análisis de los llamados expertos nacionales e internacionales sobre la política exterior colombiana. El mal disimulado antiuribismo de la mayoría de ellos, la simple ignorancia o en algunos casos patente mala fe los ha llevado a decir toda clase de tonterías en los últimos años.

 

Tal vez la que más ha hecho carrera es aquella hipótesis que afirma que la Colombia de Uribe se encuentra aislada del mundo, lo cual para mi es sorprendente porque la evidencia sobre lo contrario –que Colombia pasa por su mejor momento a nivel internacional en décadas- es abrumadora.

 

Sin duda, aquello de que el peor ciego es el que no quiere ver, aplica perfectamente para este caso. En las universidades o las salas de redacción donde repiten como loros el mantra del aislamiento parecen no darse cuenta que en los últimos años la inversión extranjera directa se ha quintuplicado, en ingreso de turistas se ha triplicado y reputación del país ha mejorado notablemente.

 

Con esto no quiero justificar el provinciano manejo que le han dado al servicio exterior durante este gobierno. El cierre de embajadas claves en la Unión Europea, o el abandono de la misión en Noruega, junto con Suiza el último bastión diplomático de las FARC, o el repliegue de la presencia en Asia, argumentando michicatas razones fiscales, ha sido nefasto. Como lo ha sido también la utilización del servicio exterior en calidad de moneda de cambio para el pago de favores políticos.

 

Dicho lo anterior, el éxito de la política exterior no se debe medir por las sonrisas de los mandatarios vecinos en las cumbres regionales. Contar con la displicencia de Chávez, Correa, Evo y Ortega es un honor mientras que la indiferencia de Bachelet, Lula y Kirchner es irrelevante, como lo serán sus gobiernos dentro de unos meses.

 

Por otra parte en los Estados Unidos y en Europa, cuyas opiniones si nos deben importar, Colombia ha dejado de ser un problema para convertirse en un “socio clave”, en palabras del presidente Obama, cuando fijo como prioridad en su agenda gubernamental de 2010 la aprobación del TLC con nuestro país. Más claro no canta un gallo. Pero para los que siguen incrédulos les informo que lo mismo ha dicho la Baronesa Ashton en múltiples oportunidades con referencia al TLC que se negocia con Europa.

 

Estos tratados, para mí son política exterior exitosa y no lo es, como creen algunos, tomarse fotos con un chullo en la cabeza al lado de Evo, ni comer cordero con los Kirchner en Calafate, ni juzgar beisbol con Chávez, ni congraciarse con el criminal régimen cubano, ni mucho menos peinarle el ego a los burócratas incompetentes de las Naciones Unidas.

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