OPINIÓN

Germán “Asbestos” Lleras

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A la luz del primer diagnóstico de Vargas Lleras, el “Meningioma benigno”, y del segundo, fumador impenitente, se podría sumar un tercero que podría estar dañando no solo la salud del sacrificado vicepresidente sino la de miles de colombianos: la asbestosis.

A comienzo del pasado diciembre, el vicepresidente Germán Vargas Lleras sufrió un desmayo en un acto público y tuvo que ser conducido de urgencias a una clínica, el dictamen médico reportó “un cuadro convulsivo asociado a una lesión estructural cerebral antigua y benigna, acentuada por su excesiva carga laboral de los últimos días”. Vargas Lleras confirmó que era posible que le tuvieran que hacer una pequeña cirugía en el cerebro y trinó: “En fecha por definir con mis médicos me será practicada cirugía para tratarme Meningioma benigno. Por lo pronto continúo con agenda diaria”.

Se dice que el vicepresidente trabaja mucho, pero también se habla de que no se cuida, hace poco ejercicio y que fuma en exceso y donde le da la gana, al menos así lo documenta Yohir Akerman en su columna Los vicios del Vice en El Espectador en que confirma tres situaciones en las que Vargas Lleras fumó —en un restaurante, en una sesión de trabajo grupal y en un Consejo de Ministros—. Para Akerman “lo importante es que esto no es solo un mal hábito para la salud del vicepresidente, sino que en los casos expuestos también es en contra de la ley. […] Pero a Vargas Lleras no le importa.” (en una historia de La Silla Vacía queda constancia de que Vargas Lleras fuma hasta en un helicóptero y también el Vicepresidente señala que su recaída "nada tiene que ver con el ritmo de trabajo").

Sin embargo, a la luz del primer diagnóstico, el “Meningioma benigno”, y del segundo, fumador impenitente, se podría sumar un tercero que podría estar dañando no solo la salud del sacrificado vicepresidente sino la de miles de colombianos: la asbestosis, esa enfermedad pulmonar causada por la inhalación de fibras de asbesto, un mineral que fue ampliamente usado en Norteamérica y los países de la Unión Europea hasta que fue prohibido y reemplazado por otros materiales a partir de 2005. El asbesto es un cancerígeno de elevada mortalidad que muestra sus efectos años o décadas después de las exposiciones y  el daño irreversible se presenta bajo varias formas: cáncer de pulmón, mesotelioma maligno, obstrucciones pulmonares crónicas y derrames y placas pleurales.

En Colombia hay cuatro grandes grupos que trabajan con asbesto: Eternit Colombiana S.A., Eternit Pacífico S.A., Eternit Atlántico S.A., Toptec S.A. y, para el sector de productos de fricción —vinculado especialmente a los frenos en el sector automotriz— está el grupo Chaid Neme que tiene Incolbest y ahora se hace llamar Grupo <A>. Todas estas compañías están agremiadas bajo un frente único de lobby empresarial llamado Ascolfibras.

Existe otra empresa que se llamaba Colombit, que luego pasó a llamarse Skinco y dejó de producir materiales con asbesto en el año de 2002 para reemplazar ese material por otros existentes con propiedades y rendimientos semejantes (sí, el asbesto es reemplazable). Hoy Skinco pertenece a una multinacional belga, el Grupo Etex. Sin embargo, la posición de esta empresa es ambigua en relación al asbesto pues para efectos de mercadeo y diferenciación de marca señalan que no usan ese mineral y apoyan una que otra iniciativa que critique el uso de asbesto, o de amianto, o de crisotilo (un tipo de asbesto igualmente peligroso y prohibido en muchas latitudes), pero, ante la ley y cualquier reclamación legal anterior al 2002, niegan que el asbesto sea un material carcinogénico, blindándose ante cualquier posible reclamación legal de los empleados contratados antes de 2002.

Es usual que Ascolfibras salga a refutar cualquier intento de crítica al uso del asbesto (o de crisotilo para usar el sofisma de distracción) y difundan en su página un único estudio científico, que fue patrocinado por la Asociación Internacional del Crisotilo con sede en Washington D.C., en cooperación con la Asociación Canadiense del Crisotilo, con sede en Montreal, Canadá, de unos investigadores solitarios que no han encontrado eco alguna entre la comunicada científica y han sido contrastados por otros estudios con resultados opuestos. En una larga entrevista en El Tiempo en 2014, su presidente ejecutivo, Jorge Estrada, niega que los productos de esta industria tengan algún efecto adverso para la salud, evoca un uso regulado bajo normas nacionales e internacionales y, sobre todo, invoca unos estudios locales que siempre cita en abstracto. Por ejemplo, cuando le preguntan su opinión sobre las personas que se dicen afectadas por el asbesto, Estrada dispara: “Reitero que somos solidarios con los afectados y que debe definirse el origen real de sus enfermedades; lo que podemos afirmar es que hasta este momento no conocemos ningún caso que pueda asociarse al manejo del crisotilo dentro del estricto marco que lo regula en Colombia.”

Y claro, no conocen ningún caso porque como lo señala Juan Pablo Ramos, profesor Asistente del Departamento de Ingeniería Civil y Ambiental de la Universidad de Los Andes, “no hay evidencia científica acerca del uso seguro del material en Colombia”. Ramos, y un amplio grupo de trabajo, que incluye colegas y estudiantes de posgrado, ha buscado la literatura científica comprobada por pares a nivel nacional o internacioal para sus investigaciones en relación al uso del asbesto en el país, pero los estudios que invoca el presidente de Ascolfibras brillan por su ausencia. “No sabemos cuáles son los riesgos resultantes de otros productos que contienen asbestos que se están comercializando en Colombia”, dice Ramos en una conferencia sobre el tema donde hace un estudio de caso en talleres de frenos y encuentra trazas de asbesto entre los operarios. Sobre los materiales de construcción, Ramos es concluyente: “nadie ha investigado cuáles son los riesgos asociados a los usos”.

¿Quiénes están en peligro en Colombia por el uso de asbesto? ¿los trabajadores y operarios de las fábricas? ¿los operarios de los talleres de frenos? ¿los obreros de construcción cuando cortan una teja de Eternit? ¿todo el que respire ese aire cargado de polvo de asbesto que se lleva el viento cuando se manipula, taladra, avellana, remacha, pule, quiebra, rompe, pega o remueve este material, por ejemplo, todos los vecinos cercanos a cualquier demolición que por un tiempo desprendió polvo de estructuras compuestas de asbesto?

¿Y qué pasa con todos los nuevos poseedores de las 100.000 viviendas que ha entregado el gobierno Santos? Tal vez por eso el presidente solo pasó una noche en esas casas, luego se tomó la foto en ropa interior para probar su valor, y no volvió a hacer ese chiste. Pero más temerario ha sido el vicepresidente German “Asbestos” Lleras que vive por todo el país visitando obras y entregando casas y carreteras, y contratos para la construcción de más casas y más carreteras, para así pavimentar la ruta hacia la casa —¿libre de asbesto?— que quiere habitar a partir del 2018.

Cuando Germán Vargas Lleras ocupó el cargo de ministro de Vivienda, antes de dejar ahí a un avatar de su partido Cambio Radical, su hermano Enrique figuraba como suplente en la junta directiva de Eternit, tal vez entre ellos dos, además de trabajar en llave para suplir de productos de Eternit a las miles de viviendas construidas y por construir, compartieron secretos que nadie más sabe para no verse afectados y sí beneficiados por la industria del asbesto.

Lo cierto es que hay que solidarizarse con Germán Vargas Lleras en estos momentos, y bueno, con unos cuantos miles, y tal vez millones, que podrían estar sufriendo o sufrirán de este mismo mal, y mientras que el Ministro de Salud y el de Trabajo ya están viendo cómo y cuándo se prohibirá de una vez por todas el asbesto en Colombia, tal vez esta columna le sirva a los médicos que tratarán al vicepresidente para confirmar o descartar el origen de uno de los posibles males que lo aquejan. Quiera Dios que el efecto de los asbesto solo tenga en este político una connotación de apodo, al que sea inmune, como a tanta cosa que no lo afecta en su prolongado tránsito por el tóxico mundo de la política: Germán “Asbestos” Lleras.

Posdata: gran parte de la información aquí expuesta surge del Encuentro Asbesto: arte, ciencia y políticas, organizado por Guillermo Villamizar y que tuvo lugar en la Fundación Gilberto Alzate Avendaño en noviembre de 2014. En este enlace se puende encontrar las conferencias, textos y videos relacionados: http://www.asbestoarteyciencia.org

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