OPINIÓN

Lo inseguro del desempleo

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Por el momento nos ha ido relativamente bien en medio de la crisis económica mundial, parece. Y no es solo suerte.

Por el momento nos ha ido relativamente bien en medio de la crisis económica mundial, parece. Y no es solo suerte. Dice The Economist esta semana que por una vez las economías serias de América Latina han estado en posición de defenderse: "(...) its governments have been able to cushion the blow with counter-cyclical policies of the kind that the rich world has taken for granted since Keynes but which Latin America’s habitual profligacy and lack of credibility denied it in the past." (1) Al César lo que es del César: la reputación de bien portados que hemos cultivado recientemente ha permitido que la banca multilateral financie esas políticas contracíclicas. (Este año al menos.)

Pero las políticas a las que se refiere The Economist son de necesidad reactivas: exigen acciones deliberadas de los formuladores de políticas. Infortunadamente, esos formuladores de políticas no siempre deciden a tiempo. A veces la crisis no se ve venir, la medicina no es evidente, o distintos grupos en la población quieren distintas medicinas. Y la decisión se demora.

Afortunadamente, esas no son las únicas políticas en repertorio económico anti-crisis; hay mecanismos que se montan antes de las crisis y estabilizan automáticamente. Se llaman (¡oh!) estabilizadores automáticos. Es más, en Colombia ya tenemos en principio los dos más importantes: tributación progresiva y seguro de desempleo.

Infortunadamente, los de aquí no sirven.

El estabilizador tributario se origina en la progresividad del sistema tributario. Si ingresos mayores pagan tasas más altas de impuestos, cuando los ingresos bajan por la crisis las tasas también bajan -y hay más ingreso disponible. Pero en Colombia la tributación progresiva tiene poco efecto porque la progresividad es casi exclusiva del impuesto de renta de las personas naturales, que es una parte pequeña de los impuestos. Tampoco parece que esto se pueda mejorar fácilmente: uno cobra impuestos donde puede, primero que todo, y en Colombia no hay mucho espacio de maniobra tributaria.

De todas maneras el otro estabilizador podría ser más interesante. Para un hogar, tener que pagar menos impuestos al bajar su ingreso mitiga la crisis -siempre y cuando el hogar tenga algún ingreso. Para los casos más extremos, los desempleados, el seguro de desempleo tiene un efecto más directo. 

El problema con el seguro de desempleo colombiano (se llama subsidio) es de ganas. Es pequeño: sumados, en unos cinco años de vida ha beneficiado unas 200.000 personas -más o menos el 10% de los desempleados en cada momento del tiempo. Y no es que sea mucha plata: cada beneficiario recibe solo 1.5 SMMLV en total, 0.25 por mes. Además, el seguro se distrae con otras cosas, como promoción a la microempresa. Y está mal armado. No está atado a pagos previos por el aseguramiento (como la prima de cualquier seguro debería). Se le da a ciertos desempleados, pero no monitorea adecuadamente que busquen trabajo, o si lo encontraron. Solo dura seis meses y nunca más puede usted acceder a él.  

El diseño se puede corregir; la cuestión del tamaño, que es de financiación, puede ser más cerrera. Pero parte de los fondos en principio ya existe: buena parte del gasto público asistencialista atiende, de mala manera, el riesgo de desempleo. ¿Tal vez recortar allá y añadir aquí? En cualquier caso, es hora de que pensemos seriamente en un seguro de desempleo. Uno que no sea un saludo a la bandera.

(1) The Economist. That fragile thing: a good reputation. Abril 30 de 2009. 

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