OPINIÓN

Memorias del apagón

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¡Aaaahh!!! ¿Quien se podría olvidar del dulce sonido de las plantas eléctricas arrullando el atardecer o las familias unidas mientras compartían una fría pero reconfortante cena alrededor de una vela o la hora Gaviria que le enseñó a los niños a reconocer los salones de clase por el puro tacto?

 

¡Aaaahh!!! ¿Quien se podría olvidar del dulce sonido de las plantas eléctricas arrullando el atardecer o las familias unidas mientras compartían una fría pero reconfortante cena alrededor de una vela o la hora Gaviria que le enseñó a los niños a reconocer los salones de clase por el puro tacto?

 

Qué tiempos aquellos….hasta confieso que me invade la nostalgia. ¿Se acuerdan de las primeras emisiones de La Luciérnaga?, ¿de la renovación forzada de todos electrodomésticos de la casa al quedar fundidos irreparablemente por los altibajos de corriente?, ¿y qué me dicen de las lámparas Coleman de gasolina blanca, como las de los vaqueros?

 

¿A qué vienen las reminiscencias? A que todo no tiene porque ser triste y vacio en la tierra del Libertador, donde el socialismo del siglo XXI les ha traído un doble apagón, eléctrico e hídrico. Algún día algo de humor les pondrán a las consabidas “duchas comunistas” de tres minutos (uno para mojarse, otro para enjabonarse y otro para lavarse), a la ida al baño con linterna (sin bajar el WC por supuesto) y a la proscripción de las piscinas por tratarse de extravagancias burguesas.

 

Es al fin y al cabo lo propio de un sistema que busca afanosamente repartir equitativamente la pobreza. Cuba lo logró hace cincuenta años con gran éxito. No solamente se ha acabado la luz en la isla si no también el agua y hasta la comida. Este “período especial” que dentro de poco cumplirá 20 años incorporó innovaciones económicas tan originales como la cría de cerdos en las bañeras de los apartamentos de La Habana y ahora se revitaliza con un apagón obligatorio del aire acondicionado por la tarde y con una suspensión obligatoria de dos horas a todas las neveras de la isla.

 

Lo mismo ocurre obviamente en los demás países que caminan sobre el sendero socialista. Nicaragua, que nunca ha tenido mucho de nada, ahora tiene menos de todo, por eso no es realmente una novedad que se hayan exacerbado los apagones eléctricos. Ecuador estaría en las mismas si no fuera porque Colombia le acaba de aumentar el suministro de energía y Bolivia todavía no tiene problemas eléctricos porque Evo Pueblo no ha tenido aún oportunidad de echarle un zarpazo a las generadoras privadas.

 

Lo que entre otras me lleva al punto de este blog: la ley 142 de 1994, conocida como la ley de servicios públicos domiciliarios. No digo que sea perfecta, pero la verdad es que si algo bueno quedó del apagón fue esta disposición y el modelo público-privado que creó.

 

Hoy día, 15 años después, Colombia cuenta con una de las coberturas de servicios públicos más altas y estables del continente, con un régimen tarifario relativamente equitativo (digo relativamente porque la luz y el agua más cara es la que no hay) y con unas de las empresas de generación y transmisión eléctricas más sólidas de Latinoamérica (que son entre otras cosas de capital público). Esto nos permitió evitar el apagón durante El Niño de 1996-1997 y nos permite, además de cubrir con suficiencia todas las necesidades de nuestro país,  el lujo de iluminar un pedazo grande de Ecuador y de suministrarle luz y el gas natural a Venezuela, aún en medio de una de las sequías más severas en años.

 

Lo paradójico es que no pasa una legislatura en la cual no se presente una iniciativa para desmontar este esquema. Es más, la derogatoria de la ley 142 prácticamente forma parte de la plataforma ideológica del PDA y como lo recomendó el Senador Robledo en un reciente debate para ellos “”. ¿Estatizar? Me imagino que para reproducir los ejemplos exitosos de Emcali, la misma que Alexander López ha convertido en su coto de caza presupuestal o de la ETB, como una baratija a Hugo Chávez por los “Colombianos por la Paz”.

 

Deberíamos entre todos mandar un par de meses a Robledo y todo el combo estatizador a Venezuela y a Cuba para que hagan pipí con una linterna en la boca y así conozcan de primera mano lo que es vivir en el socialismo del siglo XXI.

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