OPINIÓN

Navidad sin armas…y sin lógica

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En términos generales resulta conveniente en una sociedad que se regule el porte y tenencia de armas de fuego, pero el sancocho estadístico que presentó el general Naranjo para sustentar su campaña de desarme deja más interrogantes que respuestas.

Recientemente el general Naranjo nos informó que “en Colombia 1.241.373 ciudadanos portan armas de fuego legales, de las cuales 15.043 están en poder de personas entre los 23 y los 30 años. A ello se suma que durante 2009 fueron adquiridas 5.175 armas por igual número de personas naturales. Este desarme nacional busca reducir significativamente los índices de homicidio, ya que el 80 por ciento cometidos en lo corrido del año han sido provocados con armas de fuego legales e ilegales”. Además, continuó “en lo corrido del año se han incautado 94.545 armas. De este acumulado, 27.931 son armas ilegales y 16.614 tenían salvoconducto. Las ciudades que encabezan la estadística son Cali, con 4.261 armas incautadas, Bogotá con 4.081, Medellín, con 3.191 y Cúcuta con 2.908”.

 

Vaya, vaya. Ahora vendamos el sofá para evitar las infidelidades en la casa.

 

En términos generales resulta conveniente en una sociedad que se regule el porte y tenencia de armas de fuego, pero el sancocho estadístico que presentó el general Naranjo para sustentar su campaña de desarme deja más interrogantes que respuestas.

 

Para empezar, los campeones del desarme en Colombia argumentan que las armas de fuego no deben estar en manos de los particulares sino del estado porque así se consolida el monopolio de la fuerza en manos de este. Falso. El monopolio de la fuerza del estado no necesariamente implica desarmar a los ciudadanos. De hecho muchos de los países con los estados más consolidados, legítimos y fuertes tienen más altos del mundo como Estados Unidos, Suiza, Francia, Finlandia, Canadá, Suecia, Austria y Alemania.

 

Segundo, Naranjo nos dice que en Colombia 1.241.373 ciudadanos portan armas de fuego legales. Falso. Esa cifra seguramente corresponde al número total de armas de fuego registradas, de las cuales la inmensa mayoría tienen permisos de tenencia y solo una fracción tiene permisos de porte. La distinción resulta crucial. Los permisos de tenencia no permiten al ciudadano cargar el arma en su persona, como suele ser el propósito de las armas de defensa personal. El permiso de tenencia se asigna por ejemplo a las armas de colección, que se pueden contar en cientos de miles, que casi nunca tienen munición disponible y cuyo objetivo es tenerlas colgadas en una pared. Lo mismo ocurre con las armas deportivas, que también se cuentan en miles, las cuales se mantienen desarmadas en una caja hasta que se usan en un polígono para romper unos platos de brea.

 

Tercero, Naranjo explica que el desarme busca reducir el número de homicidios, los cuales son cometidos en un 80% con armas de fuego “legales e ilegales”. El general no menciona, sin embargo, la clasificación crucial: ¿cuántos de estos homicidios se efectúan con armas legales y cuantos con armas ilegales? Les apuesto que la mayoría se cometen con armas ilegales y quienes las tienen continuarán portándolas y usándolas sin importarles mucho lo que piensen el general Naranjo, el alcalde Moreno, Clara López, el gobernador Verano y el vicepresidente Santos.

 

Es más, el desarme puede inclusive incrementar la tasa de homicidio al obligar a los ciudadanos de bien que tienen permisos de porte (que se supone los tienen para defenderse) a archivar sus armas legales, mientras que los bandidos, que portan armas ilegales tendrán menos elementos de disuasión.

 

Cuarto, de llegar el Nirvana de los anti-armas de fuego obteniendo una prohibición total, quizás no se verifique una reducción sustancial de los homicidios. Simplemente se sustituyen las armas de fuego por armas blancas. Esto ocurre en Suráfrica, un país con un número de homicidios similar al colombiano donde la mayoría de estos se verifican con cuchillos, puñales, dagas y machetes.

 

Ahí está pues otro ejemplo de políticas públicas diseñadas para obtener titulares de prensa y aplausos de la galería pero que poco a nada servirán para resolver los problemas que buscan atender.

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