No Hard Feelings My Friend Prieto
Mucha agua inmunda ha corrido bajo los puentes de la política colombiana en las últimas décadas; hoy, sigue siendo la misma agua con otro empaque: desde Samper hasta Santos, desde Fernando Botero hasta Roberto Prieto, la porquería flota en todo el sistema.
En Colombia nos acostumbramos a que un escándalo es la cortina de humo para tapar el anterior, sin que existan consecuencias profundas derivadas de ninguno de ellos. Asi, asistimos al destape semana tras semana de las tropelías cometidas por las campañas de elección y reelección de Juan Manuel Santos, pasando por los escándalos de corrupción que han acontecido durante su gobierno, los cuales han tenido como uno de sus fines, precisamente, reelegirlo. De la misma manera hace veinte años nos acostumbramos a ver en los titulares el desfile de la historia del proceso 8 mil sin que nada de lo investigado y descubierto afectara la permanencia del espúreo presidente en el solio de Bolivar.
La descomposición en esencia no ha cambiado, solo ha mutado en las formas, en las tecnologías de la modernidad o en el modus operandi de los bandidos de turno. Desde hace algunos años, los dineros calientes como eufemisticamente los llamaron o dicho en carta blanca: la plata de los traquetos, dejó de ser la principal fuente de financiación de las campañas políticas; tan los mafiosos se dieron cuenta de que los políticos los traicionaban: les quitaban sus millones y luego el Estado los perseguía, encarcelaba, iba tras sus bienes y luego los extraditaba, así como los políticos encontraron un filón mas jugoso y menos riesgoso de financiación, la contratación pública y decidieron quedarse con él sin compartirlo con sus antiguos financiadores y posibles competidores (los narcos), a quienes eliminaron de la ecuación.
No en vano una campaña a una gobernación puede costar hasta cuarenta mil millones de pesos y un senado no vale menos de cinco mil millones. Del otro lado, un solo contrato como el de la adición a dedo de Ocaña-Gamarra se firma por casi UN BILLÓN de pesos. Ningún traqueto podria competir con esas cifras, solo los dueños de la contratación pública pueden hacerlo.
Para dar solo algunos ejemplos: de nada les sirvió a los Rodriguez Orejuela haber puesto presidente de la República, su imperio naufragó entre extradiciones y extinciones del dominio; ni a los paramilitares les valió de nada tener el 35 por ciento del congreso, gobernadores y alcaldes de sus zonas de influencia; fueron puestos presos, expropiados y extraditados, mientras que “sus políticos”, siguieron usurpando el poder sin responder por su pedazo de compromiso en esa pérfida asociación, los usaron y los dejaron tirados a su suerte, luego de haberse lucrado de ellos. Para que vayamos viendo quiénes son los mas peligrosos entre los peligrosos.
En ese entramado corrupto, coinciden siempre dos variables: el origen ilícito de los dineros con que se financian las campañas y el deselance final de traiciones que culminan con la aparición de chivos expiatorios que permiten la salvaguarda a toda costa de la figura presidencial, la máxima es aferrarse al poder y no soltarlo para garantizar la impunidad del establecimiento comprometido en la trapisonda electoral.
El sistema está diseñado para que, en caso de destaparse que un cartel de la droga entregó cinco o seis millones de dólares a una campaña presidencial, el directo beneficiario; es decir, el candidato y posterior presidente, pueda salir a decir, sin sonrojarse, que eso ocurrió a sus espaldas, ! como si un cartel de la droga tuviera algún interés de entregar semejante suma a escondidas de quien iba a recibir las utilidades de su “donación” ! y más aún, el sistema está diseñado para que la campaña descubierta pueda inventar un “chivo expiatorio”, que por lo general es el tesorero, gerente o directivo de la campaña que hubiere tenido la responsabilidad de recaudar, ingresar y utilizar los recursos mal habidos, para echar sobre sus hombros toda la responsabilidad del estropicio.
En el caso del proceso ocho mil, el chivo expiatorio fue Fernando Botero Zea, hijo del prominente pintor colombiano Fernando Botero; por cuya gracia, no terminó mas enredado, a pesar de haber sido un chivo expiatorio sobre el cual no solamente recayó la culpa de haber recibido el dinero ilícito sino que además, fue condenado por habérselo robado. Quedó para los anales de la justicia, como aquel dicho que reza: tras de ladrón, bufón.
El problema colombiano radica en que pese a que se probó que los Rodriguez entregaron la plata ilícita para que Samper pudiera dar vuelta a las elecciones y en la segunda vuelta electoral lograse derrotar a Pastrana, que la suma total del aporte fue conocida por el País entero (seis millones de dólares), que hubo grabaciones del propio Miguel Rodriguez Orejuela reconociendo el aporte, que Colombia entera supo que los dineros llegaron en cajas envueltas en papel de regalo a las campañas regionales para poder comprar los votos que permitieran ganar (¿se acuerda Senador Serpa?); que los culpables de la operación, como el mismo Botero, lo confesaron; a pesar de todo eso, el presidente de la república terminó su periodo muy orondo y pregonando a diestra y siniestra que se le había entrado un elefante a la sala de su casa pero que había sido a sus espaldas.
Con un refinamiento producto del avance de la sociedad y sobretodo, porque la financiación ilegal ahora es de otra clase de bandidos: los de cuello blanco, que hacen parte del mismo circulo de poder del candidato y sus amigos, en la elección de Santos nos enfrentamos al mismo fenómeno: la entrada de dineros ilegales a una campaña para terminar torciendo a su favor los resultados finales en una segunda vuelta electoral, después de haber perdido la primera. Ya se probó que asi ocurrió en la campaña del 2010; en este caso, el “chivo expiatorio” se llama Roberto Prieto, quien fue enviado al cadalso después de dos meses de defensa a través de comunicados, la semana pasada tuvo que ir a Blu radio a confesar al aire, una ilegalidad aparentemente menor para tratar de tapar otras mayores, de las cuales hablaré mas adelante.
Así como los Rodriguez Orejuela habían adquirido sus recursos producto del tráfico ilícito de cocaína, Odebrecht los adquirió mediante la obtención ilícita de contratos a través de sobornos que repartió por todo el mundo, como ya lo confesaron sus directivos ante las autoridades norteamericanas; esos recursos ilícitos fueron usados para pagar ilegalmente 400 mil dólares a un proveedor de la campaña electoral de Santos en 2010, según lo confesó Roberto Prieto, el hombre de confianza del entonces candidato Juan Manuel Santos.
Al mejor estilo de Samper, Santos - que pertenece al mismo circulo social y comportamental de Samper -, salió a decir sin el menor atisbo de rubor, que de ese aporte se acababa de enterar, en alocución que hizo minutos después de la confesión al aire de Prieto. Entre otras cosas, ¿por qué Prieto en la misma entrevista dijo que en ese mismo instante estaban haciendo el comunicado en Palacio sobre su confesión? ¿le contaban por WhatsApp en tiempo real o simplemente, fue una confesión concertada?.
La muestra de que todo sigue igual que hace veinte años pero con atisbos de refinamiento en los métodos para delinquir, aparece en investigaciones periodísticas que prueban que, como en la elección de Samper, a la de Santos también llegaron ríos de dinero en efectivo empacados en bolsas, para aceitar la segunda vuelta, luego de haber perdido la primera con Oscar Iván Zuluaga y no solo eso, ahora vemos las finas maneras de los partners de golf del presidente, porque si bien es cierto, a los políticos regionales los dineros les llegaron en la tradicional bolsa, cuando del bogocentrismo se trató, las reuniones con los aportantes ilegales se hicieron en el Hotel Casa Medina (el mismo en el que el cartel de Cali iba a reunirse con los heliotropos en la época de Samper) y los aportes ilegales llegaron a través de cuentas que figuran en los Panama Papers (cuentas en Panamá para esconder dineros ilícitos o lícitos, pero resguardados de la lupa de la DIAN -si, la misma DIAN de la que es director Santiago Rojas, el mismo gerente de la campaña a la que le llegaron los aportes y dice no haberse dado cuenta-).
Otra refinada modalidad del bogocentrismo consistió en fingir encuestas por US 1 millón de dólares (una muy buena encuesta no vale mas de 50 millones de pesos), pagadas a filiales internacionales de la empresa que manejaba la campaña publicitaria de Santos Presidente mediante transacciones en el exterior, cuyo girador era el conocido de autos: Odebrecht. Empresa contratista que confesó haber pagado sobornos en el gobierno del Presidente-candidato para obterner la extensión espúrea de un contrato por la bicoca de 700 mil millones de pesos un mes antes de la primera vuelta electoral y que fue perfeccionado en el segundo mandato del beneficiado por los aportes ilegales.
A lo anterior hay que añadir que, gracias a otra investigación periodistica, se llegó a establecer que los grandes cacaos, empresarios y amigos de Santos, terminaron haciendo “donaciones fingidas” a los partidos políticos que hicieron campaña conjunta y que tenían como destino final la candidatura de Santos; aportes que son prohíbidos por la ley porque las empresas NO pueden donar a las campañas presidenciales y a través de los partidos le hicieron el quite a la prohibición ingresando miles de millones de pesos al circuito reeleccionista de manera indebida.
Todo lo anterior sin contar otras perlas, como la confesada entrega de otro millón de dólares por parte de Otto Bula, cuyo destinatario sería la Gerencia de la campaña Santos Presidente, tal como lo dijera el propio Fiscal General de la Nación y sin ir mas allá, la confesión de otro bandido de cuello blanco, el señor Rodrigo Jaramillo Correa, condenado como responsable de los delitos que cometiera en la empresa Interbolsa, quien contó cómo entregó 150 mil dólares como aporte a la campaña de Santos, habiéndolos consignado a través de cuentas personales de Roberto Prieto; a lo anterior sumemos que la fm encontró otro filón por donde ingresaron indebidamente platas no reportadas a la campaña, a través de cuentas en el exterior, cuyos datos les entregaba Roberto Prieto a los “donantes” no registrados en las cuentas de campaña.
Ningunos angelitos le estaban donando a Santos; Interbolsa es uno de los casos mas patéticos de corrupción privada, estos amigos de Santos cometieron uno de los delitos financieros mas grandes de este País, se quedaron con miles de millones de pesos de inversionistas incautos y es uno de los capítulos de las defraudaciones cuya verdad aun no conocemos en su integridad; en parte, gracias a que los soportes financieros del gobierno Santos tuvieron nexos con esa empresa y se ha comentado que hasta el mismo presidente tenía inversiones en interbolsa. El Ministro de Hacienda de Santos, Juan Carlos Echeverry, hoy investigado por la contraloría por el descalabro de Reficar, su vice ministro de entonces y hoy Ministro de Minas, Germán Arce, fueron asesores privados de Interbolsa antes de su entrada al gobierno y tal vez, solo cuando dejen el poder se sabrá si actuaron para ayudar a los dueños de interbolsa a tapar o minimizar el costo de sus fechorias.
Tanto se especuló del vínculo de Santos con interbolsa, que se dijo que alcanzó a retirar sus inversiones de esa empresa antes de su descalabro, logrando poner a salvo varios millones de dólares que allí tenia consignados y que con esos dineros pensó en comprar unos cuadros del pintor Fernando Botero a su hijo, el condenado y chivo expiatorio de Samper, Fernando Botero Zea. De este último negocio se filtró un mail privado de Santos en el que descubre que Botero le quería vender los cuadros muy por encima del precio del mercado; Santos en ese mensaje le hace saber al convicto Botero, chivo expiatorio de su antecesor Samper, que se ha dado cuenta de su intento y que no caerá en él; finaliza su mensaje diciéndole “no hard feelings”. Vaya paradoja de la vida, después de haber sido puesto como chivo expiatorio del mismo Santos, a su íntimo amigo, Roberto Prieto, sobre quien han volcado todo el peso del escándalo, esa frase de Santos al chivo expiatorio de Samper, le vendría como anillo al dedo: No Hard Feelings my friend Prieto.