Percepciones

Esta mañana salí de mi casa hacia el aeropuerto. Tomé la ruta expresa de transmilenio al aeropuerto en la estación central de la Séptima con 72 que me llevó por la troncal de la Avenida El Dorado a la nueva terminal nacional en menos de media hora. Me fui caminando a la estación aprovechando los amplios y limpios andenes de la 72, un ejemplo de recuperación del espacio público, llevando arrastrado mi equipaje de mano. El día estaba soleado y me tranquilizaba saber que, aunque había un policía en cada esquina, la eficiente inversión social de los últimos años nos da garantía de seguridad.

Tuve, sin embargo la percepción de que las cosas eran diferentes, aunque claro, eran solo percepciones.

Percibí que no pude conseguir un taxi, porque la última vez que tomé uno en la calle acabé en un paseo millonario y luego me percibí atascado en una buseta, agarrando desesperadamente mi maletín de mano mientras padecía el trancón eterno generado por las obras abandonadas en la 26.

Al llegar dos horas después percibí que perdía el avión al verme enfrentando a una cola sin fin pero igual, a pesar de mi cuidado me lograron sustraer la billetera lo que me condeno a regresar otra vez en buseta. Me baje en la 72 y mientras esquivaba un vendedor de CD’s piratas y para no pisarle la mercancía a unos indígenas ecuatorianos me caí en una alcantarilla abierta y me tronché un pie. Me dolió, pero era solo una percepción.

Indocumentado me llevaron a un hospital del Distrito donde tuve que esperar siete horas para que alguien me atendiera hasta que una amable enfermera me aplico una anestesia general de la cual me acabó de despertar con un incómodo dolor en la parte baja de la espalda. No sé, pero creo que me falta un riñón. Espero que sea otra percepción.