OPINIÓN

Por favor no más “procesos de paz”

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Las malas ideas nunca mueren. Ahora resulta que los “Colombianos y Colombianas por la Paz” tienen como punto principal de su agenda  revivir el famoso “mandato por la paz” en la venideras elecciones parlamentarias. Han afirmado públicamente que solicitaran a la Registraduría el conteo de las papeletas y que en caso recibir una negativa procederán de facto a realizar la votación y el conteo de las mismas, al mejor estilo del presidente Zelaya.

 

Las malas ideas nunca mueren. Ahora resulta que los “Colombianos y Colombianas por la Paz” tienen como punto principal de su agenda  revivir el famoso “mandato por la paz” en la venideras elecciones parlamentarias. Han afirmado públicamente que solicitaran a la Registraduría el conteo de las papeletas y que en caso recibir una negativa procederán de facto a realizar la votación y el conteo de las mismas, al mejor estilo del presidente Zelaya.

 

Yo vote el último “mandato por la paz” en 1997, al igual que millones y millones de personas. Digo de personas por que el “mandato por la paz” no lo votaron solamente los ciudadanos colombianos con derechos políticos sino cualquier miembro de la raza humana, sin importar nacionalidad o edad.

 

En el consulado donde yo trabajaba en ese entonces recibimos instrucciones para invitar a votar a todo el que quisiera y acabaron votando por la paz de Colombia el portero y las aseadoras de edificio, el cuidandero de los carros y las indias mixtecas que vendían quesadillas en la esquina.

 

Nunca me he arrepentido tanto de un voto, así fuera de mentiras. No porque no quiera la paz, ¿quién no quiere la paz? Me arrepiento por que el “mandato por la paz” puso en marcha y legitimó la aventura dialogista más irresponsable, contraproducente y finalmente criminal de la historia nacional.

 

Durante los tres años del proceso de paz de Pastrana (que igual hubieran sido los tres años del proceso de paz de Serpa) hubo más muerte, violencia, empobrecimiento y desplazamiento que en cualquier otro momento desde la Guerra de los Mil Días. En retrospectiva resulta evidente que no podía ser de otra forma. Cuando el Estado claudica su función constitucional de asegurar la integridad territorial y la vida, honra y bienes de los ciudadanos eso es precisamente lo que pasa.

 

La gran paradoja es que “mandato por la paz” le costó la vida a por lo menos 27,921 colombianos, cifra que sale simplemente de comparar el promedio de los homicidios registrados desde 1999 hasta 2001 (26,249) con el promedio registrado en los últimos tres años “de guerra uribista”, en palabras de los “Colombianos y Colombianas por la Paz” (16,939), y multiplicar la diferencia por tres, que fueron los años del Caguán.

 

Los invito a que apliquen esta sencilla metodología a cualquiera de las variables socio económicas y de seguridad para que se den cuenta que en Colombia la “salida negociada al conflicto”, gestada en el “mandato por la paz”, resultó en un increíble baño de sangre y de destrucción material; mientras que la “guerra uribista” en contraste ha traído consigo una relativa tranquilidad, un mejoramiento en la mayoría de los indicadores sociales y un crecimiento económico sin precedentes (que quiéranlo o no ha disminuido también la pobreza).

 

Las cifras no dicen mentiras, las personas dicen mentiras. Basta ya de que la izquierda insista en empujar por la vía de la “agenda de paz” la agenda política y económica socialista que no ha podido venderle a los colombianos por la vía de las urnas.

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