OPINIÓN

Una encuesta muy rara

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Ya lo dije una vez y lo repito: creo en las encuestas y creo en la seriedad de encuestadoras como Ipsos, Gallup y el CNC. No solamente porque los conozco sino porque usualmente aciertan, que es lo que importa de verdad.

 

Dicho lo anterior la de la Gran Encuesta 2010 de Semana y RCN tiene algo muy raro.

Ya lo dije una vez y lo repito: creo en las encuestas y creo en la seriedad de encuestadoras como Ipsos, Gallup y el CNC. No solamente porque los conozco sino porque usualmente aciertan, que es lo que importa de verdad.

 

Dicho lo anterior la de la Gran Encuesta 2010 de Semana y RCN tiene algo muy raro.

 

A las encuestas les pasa lo mismo que a los reportes meteorológicos: entre más lejanas de la fecha a predecir, más inexactas. Por eso las encuestas a boca de urna casi nunca fallan y una hipotética encuesta sobre la elección de 2014 es pura paja.

 

Lo cual quiere decir que en esta sexta entrega a mes y medio de las elecciones debería reflejar con mucho acierto, por lo menos más que las cinco entregas previas, las preferencias del electorado. El problema es que claramente no lo hace.

 

La encuesta tiene serias inconsistencias.  Para empezar aparecen los señores Jaime Araujo Rentería y Jairo Calderón cada uno con el 5% de la intención de voto. Me va a decir entonces el querido Napoleón Franco que, si suponemos la conservadora cifra de 14 millones de votos el 30 de mayo, ¿estos dos NN obtendrían 700.000 votos cada uno? No creo, y estoy seguro que él tampoco.

 

Pero además, en el caso de Calderón su favorabilidad, de tan solo 4%, es inclusive inferior al 5% de intención de voto y en el caso de Araujo es igual. Esto resulta absurdo, sobre todo cuando en el patrón de la encuesta para los demás candidatos el índice de favorabilidad duplica o triplica la intención de voto.

 

Lo que me lleva al caso de Vargas Lleras, Petro y Pardo, cada uno con el 3%, 4% y 5% respectivamente, que representarían 420.000, 560.000 y 700.000 votos en el ejercicio anterior. Ninguno de ellos es un pintado en la pared y los tres tienen sólidos partidos detrás, trayectoria y campaña; de hecho estos resultados insinúan que sacarían algo menos de la mitad de los votos que obtuvieron sus respectivos partidos el 14 de mayo. ¿Imposible? No pero muy improbable.

 

Los punteros por su parte obtendrían un 30% en el caso de Santos, un 20% Mockus y un 12% Noemí de intención de voto, es decir 4.2 millones de votos, 2.8 millones y 1.7 millones respectivamente. ¿Algún problema con esto? No realmente, pero a juzgar por los resultados de las parlamentarias a Santos le quedaría espacio para crecer un poco, Mockus ha excedido a su partido en 1 millón de votos, lo que lo hace a uno preguntarse si puede crecer mucho más, y Noemí se quedará ahí.

 

Sin embargo, el problema principal de la encuesta es el misterioso 11%, que no sabemos muy bien que es, porque en la diapositiva No.22 dicen que hace referencia a los indecisos y en la siguiente, la No.23, nos informan que se trata del voto en blanco. Asumamos que esta inaceptable chambonada es un error tipográfico y que el 11% son los indecisos. Al mirar los comparativos de la diapositiva No.23 vemos que el voto en blanco de un mes a otro se disminuye en 7% y los indecisos se aumentan en 8%, es decir que ¡los votantes en blanco se decidieron por la indecisión!

 

Peor aún si asumimos lo contrario, que el 11% es el voto en blanco. ¿Cómo explicar que este se cuadriplique de un momento a otro si lo que se ha visto en esta campaña es precisamente un abanico muy completo de buenas opciones presidenciales? Además,  no recuerdo un resultado electoral de una elección presidencial donde el voto en blanco hubiera sido más del 3% de los sufragios.

 

De lo anterior dos conclusiones. Primera que esa encuesta clasificada equivocadamente entre el 10% y el 20% de los resultados, o sea la muy significativa suma de entre 1.4 y 2.8 millones de votos. Segunda que por esta razón nunca se ha debido publicar.

 

 

 

 

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