OPINIÓN

Vuelve y juega la tabla de fletes.

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En todos los paros desde hace ya más de diez años se repite la exigencia de control gubernamental a tres problemas: sobreoferta de capacidad de carga, prestación informal del servicio e incumplimiento de la “tabla de fletes”. Un grave dilema, es que estas demandas se contradicen unas con otras.

Por Marcela Eslava

Los colombianos nos hemos acostumbrado a los episodios de paro camionero, de enorme costo para la economía. Aunque los detonantes y algunas de las demandas de los transportadores varían de episodio en episodio, en todos los paros desde hace ya más de diez años se repite la exigencia de control gubernamental a tres problemas: sobreoferta de capacidad de carga, prestación informal del servicio e incumplimiento de la “tabla de fletes”. Un grave dilema, que explica en parte por qué seguimos varados en la solución de estos problemas, es que estas demandas se contradicen unas con otras.

La tabla de fletes, impuesta inicialmente en 1997, es un listado de precios mínimos a pagar al transportador. Surgió como respuesta a protestas de los transportadores tradicionales por la tendencia sostenida de los precios a la baja. A su vez, esta tendencia surgió como consecuencia de las altas tasas de entrada de camiones nuevos en el contexto de la liberalización de importaciones, que incrementaron la oferta presionando los precios a la baja. La nueva regulación parecía responder a las demandas de los transportadores al asegurarles una rentabilidad mínima. Sin embargo, el remedio sólo empeoró la enfermedad. La caída de los precios representaba el freno natural al creciente incremento de la capacidad de carga; al detenerla, la tabla de fletes estimuló aún más la entrada de nuevos camiones. De otro lado, en el contexto de creciente oferta de capacidad de carga se aumentaron también los incentivos a la prestación informal del servicio, pues para competir por la clientela muchos transportadores optaron por saltarse la regulación y cobrar tarifas por debajo de la tabla de fletes. En resumen, la tabla de fletes estimula la sobreoferta y la informalidad, y la eliminación de estos dos problemas pasa por el desmonte o seria modificación de la regulación de precios. La conclusión no es nueva, es la misma de estudios hechos diez años atrás, pero por alguna razón no ha permeado el debate; mientras no lo haga, seguiremos patinando de paro en paro.

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