Como ahora solo importa el fútbol, La Silla Académica no quiso quedarse atrás y entrevistó a Andrés Dávila Ladrón de Guevara, director de Ciencias Políticas de la Universidad Javeriana.
“Si perdemos con Polonia y luego nos saca Senegal, pobre el próximo Presidente”: Dávila
Andrés Dávila Ladrón de Guevara, director de Ciencias Políticas de la Universidad Javeriana, es politólogo pero sobre todo futbolero y por eso desde finales de los años 80’s ha investigado el fútbol como fenómeno político y publicado numerosos artículos académicos sobre la materia que próximamente saldrán compilados en un libro llamado “La Nación bajo un uniforme”.
La Silla Académica habló con él acerca de los aspectos del fútbol que nos identifican como colombianos y su relación con aspectos de la política nacional.
¿Por qué tantas personas se reúnen alrededor del fútbol?
Andrés Dávila:Johan Huizinga, un filósofo holandés, decía que el juego es lo que nos diferencia como especie, en otras teorías es la razón o el trabajo, por ejemplo. Esa actividad que somos capaces de hacer en otro espacio y tiempo, con otras reglas, saliéndonos de la realidad. Es una actividad espiritual.
Caillois, un sociólogo francés, decía que hay juegos de competencia, de azar, de representación y vértigo y cada juego está en una categoría. En mi concepto, el fútbol tiene de todos ellos.
LSA:¿No es solo competencia?
A.D.:Es fundamentalmente agón -competencia- pero la suerte es muchas veces protagónica, el desarrollo del juego no se conoce previamente y hay el riesgo de perder.
También es una representación de una batalla con la posibilidad de que tanto jugadores como hinchas expresen sentimientos que en otros ámbitos deben contener y es un espectáculo para quienes van al estadio. El vértigo está siempre presente. El fútbol destruye la estabilidad de la percepción, embriaga y libera. Genera tensión y placer.
Norbert Elías, sociólogo judío alemán, dice que el deporte es el lugar de la mímesis -de la representación- y de la catarsis. Está permitido todo aquello que en la vida está hiperregulado.
Por eso que haya violencia en el fútbol no es algo contra natura. Lo que hace uno como hincha es desregularizarse. Todo el mundo grita. Se viven todas las contradicciones.
Se dice que el fútbol es machista, racista, clasista pero en Platea Occidental del estadio Nemesio Camacho “El Campín” de Bogotá uno se puede encontrar un magistrado de una Alta Corte y la señora que tiene un puesto ambulante gritando ‘negro marica juegue como un hombre’. Todos actúan fuera de sí, descontrolados.
Se dice que el fútbol es machista, racista, clasista pero en Platea Occidental del estadio Nemesio Camacho “El Campín” de Bogotá uno se puede encontrar un magistrado de una Alta Corte y la señora que tiene un puesto ambulante gritando ‘negro marica juegue como un hombre’.
LSA:Tiene su propio proceso civilizatorio...
A.D.:Claramente hay violencia en la cancha, pero cada vez es más excepcional. Con la tecnología que permite ver las repeticiones de las jugadas, pegar sin que lo vean es muchísimo más difícil.
Se ha movido a las tribunas. Aunque Joseph Blatter dijo una de las cosas más progresistas que he escuchado alguna vez: “Las tribunas no son jaulas” refiriéndose a las vallas que las separaban de la cancha.
Después del Mundial juvenil de 2011, hubo toda una discusión en torno a volver a poner las vallas porque de lo contrario habría muchos muertos. Finalmente no lo hicieron y los resultados han sido positivos.
LSA:¿Cómo definiría el estilo del fútbol colombiano?
Los colombianos no somos rápidos y cuando empatamos contra Alemania en el 90, fue a punta de jugar despacio, de quitarles el balón, de desesperarlos.
A.D.:En los 90’s, con Maturana y luego el Bolillo Gómez de técnicos, la Selección Colombia tenía un estilo de jugar muy propio. El equipo era en su mayoría el Nacional, que jugaba cada semana, reforzado por jugadores como el Pibe Valderrama.
Fue la época que el fútbol estuvo más tomado por el narcotráfico, con los Rodríguez Orejuela de financiadores y la consigna del técnico Maturana, tal como está registrado en el libro de José Clopatofsky, no era ganemos como sea, como podría pensarse, sino que lo importante era ganar bien y divertirse, adaptándose tácticamente a las características del futbolista colombiano, e incluía portarse bien en la cancha e, incluso por fuera de ella, vestirse bien, tener buenos modales en la mesa, etc.
William Vinasco Che definió el estilo de juego de esa década como “mucho toque toque y de aquello nada” y muchos colombianos terminaron odiando ese fútbol porque no hacían goles y sólo tocaban el balón.
En el 94 se dice que jugaron pésimo y si uno vuelve a ver los partidos, el equipo era poderoso en el modo de jugar, hasta Pelé anticipó que íbamos a ser campeones, pero estuvieron muy de malas. El fútbol tiene mucho de suerte.
LSA:¿Es diferente el estilo de la Selección actual?
A.D.:Paradójicamente, el estilo de la Selección dirigida por Pékerman es menos claro aunque tenga tantas capacidades. Los pone a jugar mucho de acuerdo con las necesidades, con el momento de los jugadores. No se ven frecuentemente porque los jugadores están jugando en diferentes equipos y les toca volver a encontrar el equipo cada vez.
LSA: ¿Existe un perfil de futbolista colombiano?
A.D.:En términos generales, el futbolista colombiano tiene una trayectoria de venir de abajo. Tanto jugador afrocolombiano lo demuestra.
Se dice que para jugar al fútbol se necesita tener hambre. Los muchachos en las ciudades tienen también buenas condiciones pero cuando se enfrentan al dilema fútbol profesional o carrera profesional muchos optan por ésta. Ese dilema muchas veces no lo tienen quienes están en zonas apartadas.
En los 90’s no todos venían de abajo en todo caso. Ni el Pibe Valderrama ni Asprilla provenían de familias necesariamente pobres. Faryd Mondragón, Miguel Calero y Oscar Córdoba venían de clase media.
LSA:¿Y la Selección actual es diferente?
A.D.:La generación de la Selección Colombia actual es diferente. Los jugadores son más profesionales, mejor comportados, cosmopolitas y en eso Pékerman ha tenido una gran influencia.
Quienes triunfan en el fútbol internacional europeo, normalmente, son los que hacen un tránsito primero por Argentina, Brasil o México porque el choque cultural es muy grande, lo cual es común ahora.
Antes no. Cuando el tren Valencia fue a jugar al Bayern München casi que no hablaba ni inglés y cuentan que lo único que comía era pollo asado, lo más parecido al Kokoriko.
Cuadrado viene de una realidad durísima pero habla italiano perfectamente. James tartamudea pero tiene un ángel, es un triunfador.
LSA:¿Hay algo que une a todos los jugadores, más allá del equipo?
A.D.:En los 90’s, los jugadores no se reunían antes y después de cada partido para rezar y los amuletos de la suerte eran otros. Por ejemplo, Leonel Álvarez salía a la cancha antes de los partidos con el Nacional con una culebra.
En este siglo, la Selección Colombia siempre tiene una ventaja porque juegan 12, los 11 y Dios.
La influencia cristiana es muy grande. En la historia del fútbol hay varias historias de jugadores que, tras excesos de drogas, alcohol y mujeres, reencontraron el camino después de vincularse a una Iglesia cristiana. Es el caso del ex jugador argentino del Millonarios, Sílvano Espíndola, quien tuvo una importante influencia sobre Falcao en ese sentido.
Pékerman ha tratado de que ese no sea el único eje. En 2014 vimos como los rodea de sus familiares por ejemplo.
LSA: ¿Por qué nos cuesta trabajo ganar?
A.D.:Hay países que ganan y ganan. Brasil es pentacampeón del mundo, Argentina bicampeón. Nosotros nos caracterizamos por ganar sin ganar. En nuestra memoria hay un relato positivo pero si uno hace un recuento, la Selección Colombia no tiene grandes títulos.
Con Maturana fuimos a dos mundiales y con el Bolillo Gómez a uno, todos seguidos, pero no ganamos ninguno. Sólo tenemos el título de la Copa América en 2001 en la que no participó Argentina y Brasil jugó muy mal.
La anomalía es el 5-0 contra Argentina en 1993, porque no estamos acostumbrados a ganar con esa contundencia y por eso perdimos la dimensión de todo.
La diferencia es que antes teníamos una Selección buena cada 10 ó 12 años y ahora es más constante.
En 2014, tuvimos el goleador del Mundial, la mejor selección, quedamos quintos en la clasificación y estamos repitiendo Mundial a los cuatro años, pero no nos ganamos ninguna Copa América en el intermedio.
Teniendo muchas capacidades, la Selección todavía no está en capacidad de ganar sin dudas.
Si se hiciera una extrapolación a la política, en nuestra historia hay varias guerras civiles con ganadores que no ganaban del todo. El triunfador le daba tantas cosas al perdedor que uno se pregunta en realidad quién había ganado. Eso pasó de alguna manera con la negociación con Las Farc, por ejemplo.
Álvaro Uribe es una de las excepciones. Ganó las dos veces en primera vuelta, de forma contundente y ahí se ha mantenido.
LSA: Tampoco somos tan buenos para perder...
A.D.:La identidad nacional, entendida como las cosas que se viven en común, que se comparten, en Colombia no sólo se da por la forma de celebrar los triunfos en el fútbol sino por la forma de perder.
Con Catalina Londoño revisamos una serie de partidos, sus titulares y editoriales y encontramos que cuando perdemos se da una especie de canibalismo. La muerte de Andrés Escobar es una muestra de que no fuimos capaces de procesar que nos habían eliminado del Mundial, en ese sentido se puede decir que la sociedad lo mató.
No podemos perder y ya. Entender que es un juego. Hay que dar explicaciones como que los jugadores estaban sobrados, no trabajaron bien, fueron indisciplinados durante la concentración.
LSA:Entonces, es diferente a lo que pasa en la política
A.D.:En la política si algo tenemos los colombianos es que se pierda por poco o por mucho, excepto en las elecciones de 1970 cuando perdió Rojas Pinilla, nadie sale a impugnar la derrota. Somos lo más civilizado.
Aún cuando Pastrana entregó los “narco-cassettes” a los cuatro días de que le ganara las elecciones Samper, éste pudo gobernar los cuatro años. El que ganó, ganó. En el fútbol nos cuesta procesar la derrota.
LSA:Aún así, el fútbol es lo que nos une...
A.D.: Tras la disminución del peso de los partidos políticos y la Iglesia como referentes identitarios nos une el fútbol, los cantantes, “Colombia es pasión”. Podría decirse que son cosas banales, pero es propio también de la postmodernidad y en ese sentido, Colombia no es ajeno al resto del mundo.
El fútbol tiene una potencialidad tremenda para cohesionar pero depende de un resultado y en eso es absolutamente frágil.
En este mundial nos jugamos el ser nacional, si perdemos con Polonia y luego nos saca Senegal, pobre el próximo presidente.
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