Cristo, de todero de la reelección ¿a Ministro del Interior?

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Si César Gaviria fue el entrenador que enderezó el camino de la campaña de reelección tras la primera vuelta, el senador liberal Juan Fernando Cristo fue el 'todero' del equipo que trabajó en varios de los frentes claves donde los santistas hicieron ajustes importantes para ganar. Y esa versatilidad en la campaña es precisamente la que lo tiene sonando como posible Ministro de Interior para el segundo gabinete santista.

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Tras el paso de la primera vuelta, el senador liberal Juan Fernando Cristo ganó un protagonismo en la campaña de reelección que antes no tenía.
Cristo, el coordinador
Tras el batacazo de la primera vuelta y la entrada de César Gaviria a dirigir la campaña, Simón Gaviria y los liberales ganaron mucho más protagonismo. Foto cortesia de El Espectador
Con el giro de mensaje en la campaña hacia la paz, el tema de víctimas -que Cristo ha trabajado con Guillermo Rivera- cobró mayor relevancia. Foto cortesía de Caracol TV.
Cristo fue uno de los mayores impulsores de centrar campaña desde primera vuelta alrededor de la paz, idea que fue descartada. Foto: Jorge Daniel Morelo

Cristo ha estado en la campaña de reelección desde el año pasado, tras haber sido un aliado fundamental de Santos como coautor de la Ley de Víctimas y como Presidente del Congreso. Desde noviembre está en la junta directiva de la Fundación Buen Gobierno, que iba a ser el 'panzer' de la reelección, a donde llegó como la voz de los liberales tras la partida de María Emma Mejía para la ONU.

Pero sólo comenzó a jugar un papel protagónico tras el batacazo del 25 de mayo, cuando Gaviria agarró las riendas de la campaña y los liberales se convirtieron en motor clave del triunfo santista.

Al comité político llegó más que nada por ser el Presidente del Congreso, pero poco a poco fue ganando más espacio.

Como veterano congresista conocido por su talante conciliador, jugó un papel clave en tres de los acuerdos políticos que ayudaron a agrandar el caudal electoral de Juan Manuel Santos.

Con el sector del Polo que lideraron Clara López e Iván Cepeda -con quienes Cristo ha trabajado en temas de víctimas- y los progresistas de origen liberal como Guillermo Alfonso Jaramillo, a quien conoce desde hace dos décadas porque ambos vienen del samperismo.

Con el sector de Gustavo Petro, Cristo retomó -junto con Horacio Serpa y Guillermo Rivera- el contacto inicial que había hecho Rafael Pardo en las pocas semanas en que estuvo de alcalde encargado de Bogotá.

Aunque al final no llegaron al acuerdo programático que habían propuesto, lograron que el petrismo respaldara activamente la reelección y que, junto con Clara, le ayudaran a Santos a voltear la tendencia y ganarle a Zuluaga en la capital por 252 mil votos.

“Cristo fue una bisagra con esos grupos”, le dijo a La Silla un integrante del comité político. “Nosotros tomamos esa decisión de manera autónoma, pero con él tenemos una relación muy fluida y un diálogo permanente en el tema de víctimas y del proceso de paz”, dice Iván Cepeda, negando que Cristo pesara en esa decisión pero reconociéndolo como una figura de la Unidad Nacional con quienes tienen interlocución en temas ligados a la paz.

Mucha más dura aún fue la negociación con los conservadores, que amenazaban con irse en desbandada para donde Óscar Iván Zuluaga. “En algún momento después del 25 de mayo la propia gente de la campaña pensó que se iba todo el partido para allá”, cuenta una persona que trabajó en el Claustro de la Enseñanza.

Tras una seguidilla de reuniones, Cristo y Juan Gabriel Uribe lograron convencer a una veintena de senadores -entre salientes y entrantes- de quedarse con Santos. Mientras tanto, Santiago Castro -el ex director de la Aerocivil y conservador vallecaucano- lograba lo mismo con otros 20 representantes actuales y electos.

“Había un temor real que se fueran en masa, pero él jugó un papel clave en acercarse y lograr un acuerdo con ellos”, dice un congresista de la Unidad Nacional.

Eso permitió que aunque se fueron viejos aliados como Myriam Paredes, Eduardo Enríquez Maya y Nora García Burgos, Santos consiguiera mantener a muchos de los caciques azules de la Costa, Norte de Santander, el Valle, Huila, Antioquia y el Eje Cafetero. Aunque es difícil medir cuántos votos le pusieron al presidente, esos congresistas sumaron casi un millón de votos en las más recientes elecciones al Congreso y resultaron decisivos para consolidar el triunfo en los departamentos costeños y reducir la brecha en fortines uribistas como Antioquia.

También jugó un papel decisivo en lograr el apoyo de la Alianza Social Independiente (ASI), a cambio de tramitar la iniciativa de la 'silla vacía' en el Congreso por corrupción que viene impulsando el antiguo partido indigenista.

Además, según le contaron a La Silla tres personas de la campaña santista, Cristo fue una de las personas que más insistió desde enero en poner la paz en el centro de la campaña, una posición que perdió frente a la de quienes argumentaban que ésta no era -según las encuestas- prioridad para la gente y en cambio sí lo eran el empleo, la salud y la educación. Aunque los integrantes del comité político no solían trabajar mucho en lo programático, Cristo estuvo involucrado en temas como la reforma política y las víctimas.

“Desde comienzos del año fue uno de los que más empujó el tema de la paz y le vio la importancia del carácter emotivo”, le dijo a La Silla una persona que trabajó en la campaña en temas estratégicos, que recuerda que Cristo se mostró muy contento con el logo de las tres palomas que representaban a los tres partidos de la Unidad Nacional.

“Él siempre insistió en que ese debía ser el tema central y dio esa pelea cuando otros lo veían como muy riesgoso. Al final, el tiempo le dio la razón y sí terminó siéndolo en la segunda vuelta”, dice un congresista liberal.

Tras ese giro, la Ley de Víctimas que él sacó adelante en el Congreso -con el representante Guillermo Rivera- pasó a tener un lugar central en el discurso y en la agenda de Santos.

Según le confirmaron dos personas a La Silla, Cristo fue uno de los que le insistió al presidente que en los debates hiciera énfasis en la Ley de Víctimas y la carta de Zuluaga tumbándola -de sus épocas de Ministro de Hacienda- como un elemento de contraste. Y también en las implicaciones que podría tener para las víctimas no reconocer la existencia de un conflicto armado, dos puntos que Santos machacó en los 'uno a uno' con su rival.

Ese protagonismo también se tradujo en eventos con las víctimas, como el lanzamiento del Consejo Nacional por la Paz que organizó Rivera y en el que el presidente pidió -tomando las palabras de Clara López- “cerrar la fábrica de víctimas”.

Cristo, el conductor
Estas son las vallas que la campaña de Santos puso, por idea de Cristo y los políticos norsantandereanos, en los departamentos fronterizos.

Tras la derrota en primera vuelta, Gaviria reorganizó muchas de las funciones regionales. Germán Vargas Lleras y Sergio Díaz-Granados se encargaron de la Costa; Pardo, Gina Parody y David Luna de Bogotá; Germán Hoyos y Augusto Posada de Antioquia. Cristo quedó a cargo de Santander y Norte de Santander, donde -a pesar de la fuerte presencia liberal- Santos perdió por 22 mil votos.

Su labor principal fue reunirse con los congresistas locales, que en su mayoría estaban con Santos, y ponerlos a mover sus maquinarias. Para eso, viajó una o dos veces semanales -durante las tres semanas- y se reunió con ellos para discutir desde la logística del ‘Día D’ hasta qué mensajes enfatizar a la hora de hacer campaña localmente.

“El cambio fue total, porque había mucha desorganización y poca actividad de los políticos. Con la segunda vuelta se le dio más dinamismo y, con Cristo como coordinador, ya había a quién acudir. La gente finalmente tuvo alguien a quien llamar”, dice Horacio Serpa, otro de los políticos liberales que estuvo activamente moviéndose en su natal Santander.

Al final, los dos departamentos cambiaron de color, gracias a que las maquinarias locales se movieron. Aunque dos personas que conocen la política de la región describieron el rol de Cristo como “más bien simbólico”, dos congresistas reconocieron que él facilitó que las cosas rodaran y que la plata para logística y la publicidad llegaran de Bogotá, cosa que antes no había sucedido. “Fue el engranaje que sacudió a toda la bancada acá y los puso a marchar”, dice un periodista santandereano.

En Norte de Santander, durante una reunión que organizó con políticos tras el 25 de mayo, le dieron un giro radical a la 'imagen' local del presidente-candidato. De repente aparecieron por todo Cúcuta cuñas radiales y vallas con el mensaje “por una frontera en paz con nuestros vecinos”, un tema que en la zona fronteriza es altamente sensible y que contrastaba con la posición uribista de oponerse de frente con el gobierno venezolano.

Ese mismo mensaje se multiplicó en Arauca, otro de los cuatro departamentos donde Santos logró voltear el resultado, así como en Putumayo y en una parte de Nariño.

En Norte de Santander, tierra natal de Cristo, Santos terminó ganando -con el apoyo de cinco de los seis congresistas- por 20 mil votos (tras perder en primera por 12 mil votos) y en Cúcuta pasó de un empate virtual con Zuluaga a sacarle 22 mil votos. En Santander -con la ayuda de casi todos los congresistas- pasó de una victoria apretada de Zuluaga a un triunfo santista por 80 mil, tras triplicar al candidato del Centro Democrático en Barrancabermeja y sacarle 38 mil votos en Bucaramanga. En ambos fue clave el apoyo de Clara López y la izquierda, que tienen fortines electorales en Barranca y el Catatumbo.

Si Santos va a agradecer los apoyos, Cristo seguramente será uno de los primeros en recibir las gracias. Ahora que el veterano barón rojo se retiró del Congreso tras 16 años y dejó a su hermano Andrés en su curul, está en los sonajeros para entrar al gabinete. Dado su reciente manejo de ‘la política’, ese destino podría ser el Ministerio del Interior.

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