El Presidente del Senado busca sacar este jueves una declaración conjunta de todos los partidos sobre cómo implementar desde allí lo que se renegocie.
El Congreso pedirá ser la vía para refrendar Acuerdo con Farc
El presidente del Senado, Mauricio Lizcano, que viene de capa caída después de una pelea burocrática dentro de su partido y de su derrota en la elección del nuevo Procurador, espera un nuevo aire a partir de este jueves cuando convocó a los congresistas a una plenaria a puerta cerrada para ofrecer el Congreso como el camino para la refrendación y la implementación y para comenzar a ambientar el “pacto político nacional” del que están hablando desde Juan Manuel Santos hasta Álvaro Uribe.
“Desde hace dos semanas propuse este cónclave, toda vez que están los líderes del Sí y del No dentro del Congreso. Es una posibilidad de no desgastar más a Colombia con la polarización”, le dijo Lizcano a La Silla. “Si el Congreso implementa los acuerdos, indirectamente el poder delegado que tiene el Congreso a través del voto de los ciudadanos, está refrendando los acuerdos. Es una especie de refrendación-implementación, una posibilidad que quedó abierta en la sentencia de la Corte sobre el plebiscito”.
Lizcano dijo a La Silla que esperaba hacer esa plenaria el jueves. Sin embargo, ese día juega la Selección Colombia en Barranquilla y, normalmente, los congresistas prefieren el fútbol a las plenarias, por lo que se reprogramó para el miércoles 16.
El acuerdo político
La Corte dijo en la sentencia que avaló el plebiscito que el voto del 2 de octubre solo obligaba al Presidente y que los resultados no se extendían a otras ramas del poder como el Congreso.
También dijo que el Presidente podría volver a poner a consideración del pueblo en un plebiscito un nuevo acuerdo, pero no lo obligó a hacerlo.
La decisión de cómo refrendar solo la tiene el Presidente.
Por ahora, Juan Manuel Santos ha esbozado tres opciones: un nuevo plebiscito, los cabildos abiertos y el Congreso.
Diez congresistas de cuatro partidos diferentes consultados para la historia concuerdan en que un plebiscito es muy costoso, por lo que no creen que tenga cabida. Según le han dicho a La Silla, es un mecanismo que tampoco le gusta a Uribe por las mismas razones ni a Santos porque en el Gobierno creen que lo podrían volver a perder.
Una refrendación a través de cabildos abiertos, un mecanismo de participación ciudadana alrededor de los concejos municipales que está amparado en la Constitución exige una logística más complicada que podría retrasar aún más la implementación de lo que se acuerde.
Y está la refrendación vía el Congreso.
La idea de Lizcano
Después de volver de su viaje con el presidente Santos a Londres, Lizcano le contó a La Silla que su idea es que al final de esa reunión a puerta cerrada, con todos los partidos con asiento en el Congreso, saquen una declaración unánime con los consensos mínimos sobre cómo se debe implementar en el Congreso lo que se renegocie con las Farc.
El Presidente del Congreso dijo que ya ha venido hablando del tema con los uribistas y que la bancada del Centro Democrático también va a asistir a la plenaria privada. Si ellos en un futuro avalan lo renegociado, entonces habría un consenso para implementar lo renegociado en el Congreso.
La fórmula de la implementación no la tienen lista porque tal como están hoy las cosas el mecanismo del fast-track no se podría utilizar porque estaba supeditado a que ganara el Sí en el plebiscito.
Varios están confiados en que la Corte Constitucional tumbe el artículo 5 del acto legislativo -como quisiera el Gobierno- que amarraba este mecanismo de implementación al resultado del plebiscito y que fue demandado por el Centro Democrático.
Antes del 2 de octubre, el partido de Uribe demandó el acto legislativo para la paz, con el que se aceleraban los tiempos para aprobar las leyes que implementaban el Acuerdo de Paz, aduciendo que el Congreso se convertiría en un mero notario de lo acordado con las Farc.
Si la Corte salva el Acto Legislativo pero tumba por falta de consecutividad ese artículo metido en el último momento (y lo hace antes de marzo cuando se le vencen los términos), existe la posibilidad de que el Gobierno cuente con el fast-track para sacar en los próximos meses la ley de amnistía y las reformas necesarias para implementar lo acordado con las Farc.
En este caso, el Congreso tendría un protagonismo excepcional en los ocho meses que le quedan a Lizcano en la Presidencia.
¿Con pelo pa' la moña?
Sin embargo, el liderazgo de Lizcano al frente Congreso en estos momentos ha sido cuestionado dentro y fuera de su Partido.
Afuera dicen que “le falta pelo pa’ moña” para estar en el cargo por su juventud (tiene 39 años), como nos dijo un senador. “A veces actúa como si tuviera agenda propia”, nos dijo otro.
Lizcano dice que esas críticas y peleas son normales en el Congreso, porque a diferencia del Gobierno “no todos piensan como piensa el Presidente”, pero dice que mantiene su liderazgo para lo que se viene.
En el caso de su Partido, las divisiones surgieron desde hace varios meses, dejándolo en desventaja en momentos claves frente al contrapeso que le hace la corriente que apoya al senador Armando Benedetti, otro de los copresidentes del partido.
“Benedetti juega su estrategia que es la de intrigar al otro”, dice Lizcano.
Benedetti dice que todo ocurre por las presuntas cercanías de Lizcano con Cambio Radical, el partido del Vicepresidente. “Que Lizcano haya tratado a veces de jugar con otros partidos, como Cambio, es una cosa personal de él”, dijo a La Silla.
Esta teoría, de que Lizcano busca acercarse a Cambio Radical con el propósito de congraciarse con Germán Vargas con miras a las presidenciales de 2018, también se la dijeron a La Silla otros dos senadores y dos representantes del partido de La U.
La pelea entre Benedetti y Lizcano viene desde 2014.
Pero episodios de los últimos meses, como que le haya pedido al presidente Santos que sacara a su copartidario Augusto Posada de la dirección del Fondo Nacional del Ahorro y su apoyo a la candidata María Mercedes López a la Procuraduría (que tenía el apoyo del Vicepresidente Vargas pero no de los del partido de Lizcano), evidenciaron que la pelea sigue vigente.
Aunque Lizcano niega las peleas con Posada diciendo que son “fábulas”, el mismo presidente del Fondo le dijo a La Silla que hay distanciamiento entre ellos, pese a que fueron aliados muchos años. Y hace tan sólo cinco días, al menos 25 congresistas de La U se reunieron para ratificar el apoyo a Posada, según nos dijeron cinco asistentes al encuentro.
“No compartimos la posición de Lizcano de pedir la renuncia a nombre del partido”, nos dijo uno de los asistentes, el representante Didier Burgos. También asistieron los congresistas Berner Zambrano, Nery Oros, Alonso del Río, Jorge Tamayo, Rafael Palau, Elbert Díaz, y otros más.
Otra división ocurrió por la definición del apoyo de los 21 senadores de La U a la candidatura del liberal Fernando Carrillo a la Procuraduría. “Se decía que Lizcano quería retrasar la votación para concretar los votos a López”, nos dijo un senador de otro partido conocedor de la puja dentro de La U.
“Lo del Procurador nos ha dividido mucho”, dijo un senador de La U, que aseguró que “el grupo de los siete” que había formado Lizcano a partir de la elección del Procurador “ya no existe”.
El grupo estaba conformado por Lizcano y los senadores Ángel Custodio Cabrera, Milton Rodríguez, Maritza Martínez, Jimmy Chamorro, Carlos Soto y Manuel Enríquez, que como solían votar en bloque tenían un poder significativo dentro del partido.
Maritza Martínez desestimó tales divisiones y dijo a La Silla que el acuerdo en torno a la elección de Carrillo “fue más fácil que en todas las elecciones anteriores”, en referencia a las divisiones que hubo en torno a la Presidencia del Senado y la del Partido.
Debilitado en La U, con pocos aliados en Casa de Nariño, y sin haberse ganado todavía el respeto de la mayoría de congresistas, Lizcano tiene ahora una segunda oportunidad de reforzar su liderazgo -y de recuperar la imagen de su desprestigiada institución- si el Congreso se vuelve el escenario de la refrendación.
Pero antes necesita que lo que estén renegociando las Farc y el Gobierno en La Habana sea lo suficientemente satisfactorio para los promotores del No.