?Aunque el Gobierno le prometió a las víctimas que su voz sería central en la discusión sobre el cuarto punto que discuten con las Farc, la metodología para escoger quiénes las representarán en La Habana está siendo un proceso de negociación tan difícil como el que seguramente será con la guerrilla.
El pulso entre las víctimas por ir a La Habana
?Aunque el Gobierno le prometió a las víctimas que su voz sería central en la discusión sobre el cuarto punto que discuten con las Farc, la metodología para escoger quiénes las representarán en La Habana está siendo un proceso de negociación tan difícil como el que seguramente será con la guerrilla.
En un principio se tenía previsto que fueran entre 10 y 20 líderes de la Mesa Nacional de Víctimas, que nació con la Ley de Víctimas y que representa a las 6,4 millones de víctimas oficialmente reconocidas en el país.
Pero el jueves pasado, un grupo de 270 víctimas de las Farc, que no están en la Mesa Nacional y que fueron convocadas por la Fundación Víctimas Visibles, se reunió en el Club el Nogal con el Alto Comisionado de Paz Sergio Jaramillo y con el jefe de la mesa de negociación Humberto de la Calle para decirles que se sentían marginados de los diálogos y para pedirles participación directa en ese encuentro.
En la Fundación Víctimas Visibles, que reúne exclusivamente a víctimas de las Farc y fue fundada en la Universidad Sergio Arboleda, tienen gran peso los familiares de soldados y policías secuestrados por esta guerrilla, así como una cercanía ideológica con el Centro Democrático. De hecho, en la reunión en El Nogal del jueves pasado, estaba presente su representante electa a la Cámara María Fernanda Cabal, que dirigió hasta hace poco la fundación de las víctimas ganaderas (Fundagan), acompañada por una decena de militantes del movimiento uribista.
La promesa del Alto Comisionado de Paz es que a Cuba irá “una delegación pluralista, una delegación incluyente, pero también una delegación que no puede pretender representar a las seis millones de víctimas que hay en Colombia”.
Es precisamente ahí, en la escogencia de quiénes irán en una primera comisión que trabajará en La Habana, donde está el pulso.
Hace un mes Jaramillo y las dos nuevas negociadoras del Gobierno, Nigeria Rentería y María Paulina Riveros, se reunieron con la Mesa Nacional de Víctimas en pleno para explicarles cómo sería el proceso.
Luego, a mediados de junio, los 52 líderes de víctimas que integran la Mesa -que vienen de todos los departamentos y entre quienes hay víctimas de las Farc, pero también de las otras guerrillas, de los paramilitares y de las Fuerzas Armadas- se reunieron en Bogotá para trabajar su propuesta para llevar a Cuba, usando como guía los diez “principios rectores” que acordaron el Gobierno y las Farc para el tema de víctimas.
Al final de esa reunión dejaron listo un borrador de sus propuestas y también eligieron a las 15 personas que podrían ir a La Habana, incluyendo víctimas de todos los hechos victimizantes -desde secuestro y masacres hasta minas antipersonal- y de todos los perfiles, incluyendo mujeres, afros, indígenas, Lgbti y adultos mayores. Los últimos cinco cupos se los cedieron a organizaciones de víctimas que no están representadas en la Mesa, como sindicatos, organizaciones de víctimas del Estado, diputados y concejales.
Con eso, la oficina de Sergio Jaramillo ya tenía los 20 nombres y debería escoger quiénes iban a ir. Pero surgió la reunión con las 270 víctimas que no están en la Mesa y que quieren que el Gobierno les de un espacio en el proceso de paz, al que sienten que tienen un derecho propio por ser las víctimas directas de muchos de los actos criminales más emblemáticos de las Farc.
“Somos las víctimas directas del grupo con el que se está negociando. Nosotros sentimos que deberíamos estar en esa discusión y que, en todos los espacios de participación, el Gobierno nos ha venido invisibilizando. Al diálogo con las Farc no se le deben mezclar otros componentes ni víctimas que no les corresponden”, le dijo a La Silla el periodista Herbin Hoyos, que fue secuestrado por las Farc en 1994 y que se ganó el Premio Nacional de Paz por su programa radial “Las voces del secuestro”.
“No nos sentimos representados porque no están las verdaderas víctimas de todos los crímenes de las Farc y nosotros no queremos que esa vocería la tomen personas con motivaciones políticas”, dice el general retirado Luis Mendieta, que era el comandante cuando las Farc se tomaron Mitú en 1998, que hoy es el vocero de los miembros de la fuerza pública secuestrados por la guerrilla y que fue uno de los organizadores de la reunión.
Ese fue el mensaje que le dieron a de la Calle y Jaramillo, la directora de la Unidad de Víctimas Paula Gaviria y el representante de la ONU en Colombia Fabrizio Hochschild los representantes de 17 organizaciones, incluyendo víctimas de la masacre de Bojayá, de la toma de Mitú, del secuestro masivo en el Edificio Miraflores de Neiva y del atentado de El Nogal, así como las esposas de los diputados del Valle, la Fundación Víctimas Visibles que lidera Diana Sofía Giraldo y familiares de los policías y militares secuestrados o desaparecidos por esta guerrilla. Y figuras conocidas como la representante electa liberal Clara Rojas, el general retirado Luis Mendieta, el ex diputado Sigifredo López y el policía Jhon Frank Pinchao, todos antiguos secuestrados por las Farc.
En la Mesa Nacional de Víctimas, que es el resultado del proceso organizativo para víctimas que diseñó la Ley de Víctimas y que ha venido acompañando la Unidad que dirige Paula Gaviria, coinciden víctimas de los paramilitares, las distintas guerrillas y el Estado. En su mayoría se trata líderes de base de pequeñas organizaciones, que se postulan para las mesas municipales y que luego van eligiendo mesas departamentales y finalmente una nacional. Las víctimas de muchos de los actos atroces más visibles de las Farc, como las de El Nogal o los policías y militares secuestrados, que viven en Bogotá o en grandes ciudades, no son parte de esa Mesa.
Además, muchos de ellos sienten que los espacios de participación de las víctimas, comenzando por los foros de la Universidad Nacional, han estado dominados por organizaciones cercanas a la izquierda del Movice de Iván Cepeda, la Marcha Patriótica, la Unión Patriótica o Colombianos y Colombianas por la Paz que lidera Piedad Córdoba.
Con esos espacios se refieren a los foros de participación que coordinan la Universidad Nacional y el Pnud, donde cientos de víctimas redactan sus propuestas que luego son enviadas como insumos a La Habana. A diferencia de los primeros tres puntos que ya se han decidido en La Habana, esta vez no será un único evento en Bogotá sobre vícitmas sino tres foros regionales -en Villavicencio, Barrancabermeja y Barranquilla- y uno grande en Cali.
"De ninguna manera hay un enfrentamiento entre las víctimas porque no tiene que ser así. Nosotros hemos hecho y seguiremos haciendo esfuerzos para que esa participación se dé de la forma más democrática y sobre todo pluralista", responde Cepeda, negando que en los foros de la ONU haya una sobrerrepresentación de víctimas de un lado u otro.
Es allí donde Hoyos, Mendieta y otras víctimas dicen que su voz ha sido relegada al olvido por estar -según ellos- en mesas de trabajo con una superioridad numérica de víctimas de los paras o del Estado y con una visión de izquierda.
Por eso le propusieron a Jaramillo una serie de foros regionales sólo con víctimas de las Farc, que se harían en las semanas que vienen en Pitalito, Popayán, Arauca y posiblemente el Urabá o Chocó. Ahora están esperando que el Alto Comisionado les responda si avalaría esas mesas de trabajo, si el Gobierno las financiaría -como hace con las otras- y si Naciones Unidas podría acompañarlas también.
Si a eso se le suma que los participantes de la Mesa son víctimas no sólo de las Farc y que en los foros hay margen para hacer propuestas sobre temas que van desde salud hasta desarrollo rural, las víctimas reunidas en El Nogal creen que el espacio para hablar de lo que realmente les interesa -la verdad- se puede encoger.
“Antes que propuestas, nosotros exigimos respuestas. ¿Dónde están los 196 miembros de la fuerza pública desaparecidos y secuestrados desde hace 25 años, que según nuestros datos fueron interceptados por las Farc? Necesitamos verdades concretas que permitan regresarlos a sus familias o al menos devolverles sus restos”, dice el general Mendieta.
Estas víctimas de las Farc consideran que siendo ellas las directamente agredidas por la guerrilla deberían tener prelación en la reunión con sus victimarios frente a las víctimas de los paras o del Estado.
“Podemos tener una justicia transicional, pero no una verdad transicional. Pero para que eso ocurra necesitamos dos cosas: escuchar a nuestros victimarios contar la verdad completa y oírles pedir perdón de manera sincera. Solo cuando esos dos fenómenos ocurran, podrán sanar las víctimas y podremos construir una ética del perdón y de la reconciliación”, dice Sigifredo López, otro de los organizadores del evento y el único superviviente de los once diputados secuestrados por las Farc en Cali en 2002 y luego asesinados en 2009.
“Ojalá el Gobierno pueda reanalizar la importancia de que las víctimas de las Farc sean escuchadas por ellos. Es a partir de ellas que se establecerá la confianza y que se sentarán las bases para lo que viene luego en un proceso de reconciliación”, dice Clara Rojas, quien describió su rol allí -en virtud de su llegada en dos semanas al Congreso- como el de mediadora.
Sin embargo, para el Gobierno es fundamental que la delegación sea lo más plural posible, ya que la discusión en este punto no girará solo sobre las víctimas de las Farc sino las víctimas del conflicto, en donde entran también las víctimas del Estado.
La guerrilla está dispuesta -según le dijo uno de los jefes guerrilleros a La Silla hace unos meses- a hablar sobre las víctimas, siempre y cuando no sea solo sobre las suyas. Por eso la mezcla es importante.
Todas las víctimas, de las Farc y de los otros victimarios, coinciden en que quieren aprovechar este espacio para conocer la verdad.
“Si me tocara escoger, yo preferiría que digan toda la verdad. Como víctima directa yo sí quisiera saber por qué me violaron cuando tenía 11 años y por qué asesinaron a mi madre cuando, por defenderme, fue a reclamarles. Lo que más nos importa es la verdad y las garantías reales de que eso no volverá a suceder”, dice Yolanda Perea, que llegó a Antioquia desplazada desde Riosucio (Chocó) y que trabaja sobre todo casos de violencia sexual, el hecho victimizante de mayor subregistro.
“Nosotros, como población Lgbti, queremos entender por qué nos han victimizado. A mí, que me mataron a mi hermano trans las Farc, sólo me tranquilizará saberlo”, dice la quindiana Nora Vélez, que representa a las víctimas Lgbti en la Mesa Nacional. Tanto Vélez como Perea están entre las 15 líderes propuestas por la Mesa Nacional de Víctimas para ir a La Habana.
“No se trata de que digan 'lo siento y perdóneme' sino de que haya una reconstrucción real de los hechos, que nos permita a nosotros completar nuestra memoria y llevarla a todos los rincones de nuestras comunidades”, dice Débora Barros, una líder de víctimas de La Guajira y de la comunidad wayúu que vivió la masacre paramilitar de Bahía Portete. “Y sobre todo que no pase como en Justicia y Paz, donde los paras dijeron sin parpadear que éramos guerrilleras y delincuentes y que por eso nos atacaron, siendo nosotras mujeres indefensas”.
La mayoría de los de la Mesa Nacional pide que las Farc reconozcan no sólo que hay víctimas, sino que hagan un mea culpa público de sus delitos y estén obligados, para recibir otros beneficios políticos, a reconstruir una verdad que resulte satisfactoria para las víctimas.
La mayoría de los que estuvieron reunidos en el Nogal también quieren sobre todo esa verdad, pero quieren que sea un compromiso de ls Farc directamente con sus víctimas.
Al final, será la mesa en La Habana quien tendrá que decidir cómo desactivar ese pulso.