Aunque políticos y economistas calificaron el cierre de la frontera con Venezuela como una oportunidad para Norte de Santander, poco cambió en el departamento en este último año.
En la frontera la crisis no se volvió una oportunidad
Apenas se habilitó el paso peatonal por la frontera decenas de venezolanos empezaron a cruzar hacia Colombia para abastecerse. Foto: Eduardo Brice?o
Seis días antes de que el cierre de la frontera entre Colombia y Venezuela cumpliera un año, se empezó a normalizar el paso entre los dos países.
Aunque cuando estalló la crisis desde el Presidente Santos hasta el director de la Andi regional, Francisco José Unda, dijeron que esa era una oportunidad para que Norte de Santander dejara de depender del mercado fronterizo y entrara por fin en la lista de prioridades de la Nación, esas expectativas no se hicieron realidad.
Este es el balance.
El control de la frontera está muy lejos
Aunque la crisis fronteriza estalló el 19 de agosto del año pasado en San Antonio de Táchira, cuando dos militares venezolanos resultaron heridos tras un ataque al carro en el que se movilizaban en hechos que aunque no están del todo claros sí estuvieron relacionados con el control del narcotráfico y del contrabando, las cosas siguen igual.
Como lo contó La Silla, durante el cierre Los Rastrojos y el Clan Úsuga -en complicidad con la guardia venezolana y militares de ese país, así como de algunos sectores de la policía y el ejército colombiano- se fortalecieron y dominaron los pasos ilegales que hay en el área metropolitana de Cúcuta.
La situación de orden público es tan complicada que en julio, mientras periodistas acompañaban un operativo de la Policía Fiscal y Aduanera contra el contrabando, fueron atacados a disparos.
En los 2.219 kilómetros que comprenden la línea divisoria entre Colombia y Venezuela, hay identificados 217 pasos ilegales, de los cuales 50 están en Norte de Santander. El control que ejercen sobre esas trochas bandas criminales (para el caso del área metropolitana) y el EPL, el ELN y las Farc (en el sector rural) es tanto que tienen hasta maquinaria para abrir paso a nuevas trochas cuando las autoridades colombianas cierran las que existen.
El contrabando tiene todo para volver a crecer
Con el cierre de la frontera el contrabando disminuyó en Norte de Santander, sobre todo en Cúcuta y su área metropolitana; sin embargo, las autoridades de la región temen que con la reapertura se reactive el paso de mercancía y gasolina ilegal.
La principal razón es que aunque la Secretaría de Hacienda departamental aumentó los operativos contra las comercios que vendían mercancía de contrabando, y en esa medida el número de las incautaciones, no se desarrolló una política coordinada con todas las autoridades (Fiscalía, Ejército, Policía, Policía Fiscal y Aduanera, Gobernación y alcaldías) para detener el contrabando después de que se normalice en su totalidad el paso.
Por eso, según un funcionario de esa Secretaría de Hacienda, temen la apertura del paso fronterizo para carros. “Una vez se reinicie, se va a perder el control nuevamente”, aseguró.
Además, desde cuando puedan pasar los carros, nada amarrará a los consumidores de gasolina para seguir tanqueando en las estaciones de servicio colombianas, pues podrán de nuevo comprar mucho más barato en Venezuela.
Tampoco es claro si el aumento del cupo de gasolina subsidiado (un beneficio que aplica para zonas de frontera y que consiste en la venta de combustible con una tarifa preferencial), que en Norte de Santander pasó de 4 millones de galones mensuales a 13,3 millones, se mantendrá.
El desempleo se ve difícil de bajar
Históricamente Cúcuta ha sido una de las ciudades con mayor desempleo e informalidad en el país. Con la crisis fronteriza esas cifras empeoraron.
A pesar de que según la última medición del Dane en abril la tasa de desempleo llegó a un muy alto 15,9 por ciento (la tercera más alta de las 13 principales ciudades del país), para comerciantes y autoridades de esa región hay subregistro. De hecho la Federación Nacional de Comerciantes ha dicho que el porcentaje de desempleados debe estar bordeando el 20 por ciento.
En un sentido parecido se pronunció hoy el Procurador Regional, Juan Carlos Bautista, en el diario local La Opinión. Bautista dijo que el desempleo estaría bordeando el 25 por ciento y que la tasa de informalidad sería del 76 por ciento, y aseguró que era preocupante la apertura de la frontera sin que haya una política de empleo.
Y es que aunque la Gobernación y la Alcaldía de Cúcuta impulsaron programas para generar empleo durante la crisis, lo hicieron como plan de choque ante el despido masivo de empleados por el golpe del cierre de la frontera en la economía. No crearon una política a largo plazo ni hay presupuesto para dar empleo, como sí hubo en las políticas de choque.
Además, como lo contó La Silla, los empleos temporales ofrecidos por el alcalde César Rojas levantaron suspicacias porque se los delegó a una fundación que tiene vasos comunicantes con Opción Ciudadana, el partido que lo avaló. Esos 3.500 empleos solo son por seis meses.
Encima de todo, con la reapertura existe el riesgo de que los empresarios del área metropolitana contraten mano de obra venezolana, que es más barata y en muchas ocasiones no la vinculan con todos los requerimientos de ley (prestaciones sociales y riesgos profesionales).
El Gobierno apagó el incendio y ya
La respuesta del Presidente Juan Manuel Santos frente a la crisis y la deportación masiva de colombianos fue relativamente rápida: en dos semanas declaró el estado de emergencia en Norte de Santander, con lo que activó varias medidas clave.
La más importante fue la exención del IVA para alimentos, calzado, prendas de vestir, materiales de construcción y electrodomésticos.
Pero esa medida, que sirvió para que se activara la economía debido a que personas de otros lados del país llegaron a comprar a Cúcuta, solo estuvo vigente por tres meses. Aunque desde gobernantes hasta comerciantes y políticos locales pidieron que se mantuviera el Gobierno no lo hizo.
Lo mismo pasó con los empleos temporales que creó el Gobierno a través del Sena y el DPS, así como los subsidios, que solo se mantuvieron durante algunos meses. Por eso, en el Concejo de Cúcuta denunciaron que la crisis humanitaria jamás se frenó.
La bancada no se despertó
Como lo contó La Silla, los cuatro senadores y cinco representantes que tiene Norte de Santander se movieron muy poco para que la Nación mantuviera sus ojos sobre el departamento con el cierre de la frontera.
Solo el senador de La U Manuel Guillermo Mora y el representante conservador Juan Carlos García citaron a debates de control político cuando estalló el problema. Luego, hacia el final de la crisis, Mora anunció que propondría que los decretos expedidos por la Nación para tratar de atajar la crisis se convirtieran en ley. Sin embargo, aún no es claro cómo lo va a hacer.
La bancada nunca actuó cohesionada.
Uribe se posicionó en la frontera
En contrapartida a la poca acción de la bancada de congresistas de Norte de Santander, el Centro Democrático sí se movió.
Cuando se cumplían nueve meses del cierre de la frontera, ese partido citó a una audiencia pública que fue aprobada por el Senado en Cúcuta para conocer la situación del departamento.
Hasta esa ciudad llegaron congresistas como José Obdulio Gaviria, Alfredo Rangel y María del Rosario Guerra, quienes en medio de sus intervenciones capitalizaron la crisis para lanzarle pullas a Santos. En ese encuentro también escucharon a empresarios y comerciantes.
Aunque esa movida del uribismo fue tachada como “oportunista” por varios concejales de partidos de la Unidad Nacional, quienes se opusieron a que la audiencia se realizará en el salón de sesiones de la corporación, fue reconocida por varios políticos de Norte de Santander como una de las pocas acciones que se hicieron desde Bogotá para visibilizar la crisis de Cúcuta en medio del cierre fronterizo.
La economía sigue dependiendo de la frontera
Si bien uno de los desafíos que se plantearon los gobernantes de Norte de Santander con el cierre indefinido de la frontera fue el de ampliar los mercados y expandir la economía del departamento, tras un año fue poco lo que se logró.
A excepción de sectores que ya venían trabajando en conseguir nuevos mercados (como el calzado y los artículos de cuero), la economía sigue dependiendo de la frontera.
Por ejemplo, el turismo se fue a pique, los hoteles se vaciaron, y las aerolíneas redujeron sus vuelos a Cúcuta; el transporte local tampoco ha despertado, las exportaciones cayeron en más del 50%, según cifras de la cámara de comercio, y el movimiento en centros comerciales, en restaurantes y hoteles, sigue contraído
El comercio de víveres, que resultó favorecido porque con el cierre los cucuteños dejaron de comprar en el vecino país y porque además recibió a los miles de venezolanos que cruzaron la frontera en las últimas semanas para abastecerse, no se desligó de ese mercado y se está preparando para recibirlo con más frecuencia.
La conectividad sigue aplazada
Cuando estalló la crisis saltó a la vista que Norte está mal conectado con el resto del país y necesita una multimillonaria inversión en vías. Dos de los grandes proyectos que son necesarios para superar parte del rezago son la 4G Cúcuta - Bucaramanga y la vía La Soberanía que comunica a Norte de Santander con Arauca. Y estos hasta ahora arrancan e incompletos.
Sobre el primero solo está asegurada la plata para la primera parte del trayecto, entre Pamplona y Bucaramanga. La semana pasada el vicepresidente Germán Vargas Lleras, tras una reunión con el ministro de Hacienda Mauricio Cárdenas sobre la financiación de la segunda parte del proyecto (Pamplona - Cúcuta), aseguró que salió “preocupado” y le pidió a la bancada y la Gobernación ejercer “presión”.
En cuanto a la vía La Soberanía, que conectaría a Norte de Santander y a Arauca con el centro del país y la costa, Vargas Lleras dijo este mes que la Nación no tiene los $400 mil millones que necesita para hacerla, aunque no la ha descartado aún.
Por eso, tras un año de crisis el departamento sigue embotellado.