Mientras los ambientalistas celebran el fallo de la Corte Constitucional que prohibió completamente la minería en los páramos del país, en Vetas, uno de los municipios de Santurbán, se vive la otra cara de la moneda.
Vetas, Santander, municipio ubicado dentro del Páramo de Santurbán
Mientras los ambientalistas celebran el fallo de la Corte Constitucional que prohibió completamente la minería en los páramos del país, en Vetas, uno de los municipios de Santurbán, se vive la otra cara de la moneda.
Mientras los ambientalistas celebran la sentencia de la Corte Constitucional que prohibió completamente la minería en los páramos del país, en Vetas, uno de los municipios de Santurbán, se vive la otra cara de la moneda.
Pese a que aún no se conocen todos los alcances de la decisión, desde el martes (día en que se publicó) los 2 mil habitantes de ese territorio temen que la sentencia los obligue a dejar la minería que han practicado cientos de años y que es su única fuente de sustento.
Y es que aunque en la jurisdicción de Santurbán hay un total de 30 municipios (entre los de Norte de Santander y Santander) el caso de Vetas es especial.
Ese territorio es el único que tiene todo su casco urbano dentro de la zona de páramo y que además vive únicamente de la minería, por lo que si el fallo de la Corte afecta la delimitación que hizo el Ministerio de Ambiente en diciembre de 2014 en Santurbán (protegió 98 mil hectáreas) y amplía el resguardo de ese ecosistema en las 130 mil hectáreas que lo comprenden, los habitantes de Vetas quedarían sin ingresos.
Esta es la historia de los vetanos, detrás de la lucha por la protección de Santurbán.
Desde hace 460 años la gente de Vetas solo sabe hacer minería.
Allá el oro no es un lujo, no es extraordinario, tampoco es precioso, pero sí es muy preciado.
Todo en Vetas depende de la minería. Desde el nombre del pueblo (bautizado de esa manera porque el oro que se extrae de allá está compactado en vetas), hasta el comercio y la venta de comidas se dan en torno al oro.
“El oro acá es como el pan de cada día. Si una señora hace un tamal y se vende, eso es porque el granito de oro se movió. Yo soy hijo de minero, mi abuelo fue minero y mi bisabuelo también”, dice Víctor González, un minero.
En ese municipio hay cuatro minas pequeñas que están constituidas legalmente y que se han optimizado con el paso de los años para utilizar tecnologías compatibles con el medio ambiente.
De los dos mil habitantes del municipio solo 30 personas (los funcionarios públicos) no reciben recursos relacionados con la minería, 250 personas son empleadas de las minas, y el resto (que son el 75 por ciento de la población productiva) dependen directa o indirectamente de la extracción del oro.
“Cualquier cosa que se quiera mirar al rededor de Vetas depende del oro. Los desempleados viven también de la minería, algunos extraen el oro informalmente, los otros venden alimentos, ropa u otras cosas gracias al dinero que genera la venta del oro”, dice Orlando Rodríguez, alcalde de Vetas,
En las pequeñas mineras que tienen títulos, según le dijo a La Silla el director de la Corporación para la Defensa de la Meseta de Bucaramanga, Cdmb, Martín Camilo Carvajal, no utilizan mercurio, el uso del cianuro se redujo en un 80 por ciento y las prácticas de explotación son tan amigables con el medio ambiente como pueden ser.
Hoy el municipio teme que esté condenado a desaparecer, porque, según explican sus habitantes, los cultivos no se dan por la geografía del territorio (pendientes muy empinadas) y el ecoturismo, que sería la otra opción, tardaría varios años en implementarse, debido a que el municipio no tiene infraestructura para recibir visitantes.
En febrero de 2011 cuando 45 mil personas en Bucaramanga salieron a marchar por la defensa del agua y en contra de la explotación minera a gran escala en el páramo de Santurbán, fue que los municipios mineros en Santander se hicieron visibles en el mapa.
Aunque el gran debate en el departamento y en el país se dio por la llegada de las multinacionales, los nativos de Vetas (los mineros artesanales) quedaron atrapados en la mitad de la discusión.
Si bien la llegada de las megamineras durante la primera década del 2.000 generó empleo, desde las autoridades hasta los representantes de los pequeños mineros dicen que no les interesa que esas empresas se mantengan en el municipio.
“Nadie había mirado hacia nosotros. El Estado no sabía nada ni le importaba, aquí las inversiones no llegaban y aún hoy no siguen llegando. Los habitantes de la zona vivíamos como hemos vivido toda la vida: de la minería. Nosotros no estamos peleando por las grandes empresas, sino por nosotros, porque esta actividad es nuestra cultura y prácticamente nuestra vida”, Orlando Gamboa, vocero de los mineros en Vetas.
Desde ese entonces y hasta hoy, los pequeños mineros dicen que han sido estigmatizados y que la gente los ve como si estuvieran devastando el páramo.
”Porque lo que sí es claro es que si la decisión de la Corte tumba la delimitación, borran de un plumazo a Vetas”
“Una vez iba en un taxi y estaban dando una noticia sobre el páramo y la minería y a mí se me ocurrió dar mi opinión y decir que era minero. Después de escucharme el taxista me bajó y me dijo que personas como yo estaban acabando el agua. Eso es muy injusto la gente no sabe qué hacemos, nosotros no dañamos el medio ambiente, nuestras minas nos dan solo lo necesario para vivir. Uno entiende que ellos piensen así por todo lo que dicen allá, pero esa no es la verdad con los pequeños mineros”, relató Eduard Osorio, otro minero de Vetas.
Las decisiones sobre la continuidad de la actividad minera en Vetas han llegado gota a gota. Primero - en 2013- se declaró el Parque Regional que eliminó una parte productiva del municipio, en 2014 se hizo la delimitación y otro tanto de las minas pequeñas perdieron la posibilidad de ser explotadas, y en la reciente sentencia de la Corte ahora está en juego el pedazo de territorio que les habilitaron para poder sostenerse.
Aunque con la delimitación de Santurbán en 2014 se esperaba que el Estado llegara a ese municipio, como lo contó La Silla la intervención se ha quedado corta, y los vetanos dicen que su única posibilidad sería desplazarse a la ciudad para buscar la manera de sostenerse y a sus familias.
“Yo me pregunto qué van a hacer con nosotros si nos quitan la manera de vivir. ¿Será que van a recibir 2 mil desplazados en Bucaramanga? Porque lo que sí es claro es que si la decisión de la Corte tumba la delimitación, borran de un plumazo a Vetas”, dice el Alcalde. “Si ellos están hablando de cuidar el Páramo es porque hay algo que cuidar, y ¿quién lo ha conservado? Nosotros. Seis personas en un escritorio que no saben cómo es el páramo tomaron esa decisión, yo estoy buscando la manera de invitarlos para que vengan y conozcan el páramo y lo que hacemos acá, porque la realidad es otra”.
Con ese telón de fondo, el temor en Vetas también toma otras dimensiones. Las autoridades del municipio, entre esas la Alcaldía, la Personería y el Concejo, dicen que uno de los riesgos que corre el municipio es volverse presa fácil para grupos armados que podrían ver en la minería ilegal una forma de financiación.
Esas mismas entidades señalan que la extracción ilegal de oro también podría ser adelantada por los mismos habitantes de Vetas, quienes podrían empezar a hacer minería sin los protocolos ambientales que ya tienen apropiados, lo que sí constituiría un riesgo para Santurbán.
Por ahora los vetanos están esperando los alcances de la sentencia para definir si llegan hasta cortes internacionales. Entre tanto están buscando una reunión con los ministros de Minas y Ambiente para pedirles que no los dejen solos si la decisión les quita la posibilidad de seguir viviendo de la minería.