A cinco meses de las elecciones, el candidato del alcalde Carlos Caicedo parece tener la balanza a su favor ante la división de la clase política tradicional. Caicedo busca continuar los próximos cuatro años, a través de Rafael Martínez, los proyectos que no alcanzó a ejecutar durante su mandato.
La Santa Marta que deja (y en la que quiere repetir) Caicedo
El alcalde de Santa Marta Carlos Caicedo tiene grandes posibilidades de reelegirse, en octubre próximo, en cuerpo ajeno. Hasta ahora la balanza se inclina a favor de su candidato, el exsecretario de Gobierno Rafael Martínez.
Martínez promete la bandera del continuismo. Si llega a su cima, a los samarios les espera la segunda parte de un Gobierno que generó expectativas por haber irrumpido frente a los cacicazgos de toda la vida y hoy es reconocido por haberse acercado a la gente y apostado por lo social, pero también por tener problemas de ejecución en las grandes obras que prometió y por alto riesgo de corrupción.
La puja por La Perla
Aunque muchos dicen que le falta carisma, a Martínez lo arropa la popularidad de la que goza Caicedo en los barrios más vulnerables. Con cinco meses de campaña por delante, se ve fortalecido frente a la división de la Unidad Nacional: La U no ha podido concretar su alianza con el gobernador Luis Miguel el 'Mello' Cotes para ir en fórmula por la Alcaldía y la Gobernación con la candidata del 'Mello', Rosa Cotes, y tiene un listado de precandidatos; en Cambio Radical no le han dado el aval a la concejal Ana María Muelle y los liberales acaban de avalar al exconcejal Ricardo Díazgranados.
Como lo contó La Silla, la eventual candidatura de Muelle se vuelve un obstáculo para la alianza del ‘Mello’ con los Díaz-Granados (el representante Eduardo y el exministro Sergio, de La U) porque el mandatario está en Cambio Radical. Al unirse con los Díaz-Granados, el 'Mello' pondría su carta a la Gobernación por esa colectividad y a cambio tendría que apoyar al candidato a la Alcaldía que los Díaz-Granados avalen con La U.
Martínez y Caicedo se conocen desde hace 20 años. Trabajaron en la Universidad del Magdalena, en la campaña de 2011 por la Alcaldía y en el Distrito: el hoy aspirante hizo parte de la comisión de empalme y se desempeñó después como secretario de Gobierno y director de la Unidad de Tránsito y Transporte. El año pasado estuvo a punto de ser el candidato a la Cámara de Representantes del movimiento de Caicedo, Fuerza Ciudadana.
En los barrios y en las entrevistas, Martínez repite que su “bandera es la continuidad” del actual gobierno. Tanto representa al caicedismo que la primera gestora Elisa Villarroel integra el comité promotor de Fuerza Ciudadana, con el que recoge firmas para avalarse, un asunto que aunque no es ilegal generó críticas porque fue interpretado como la administración al servicio de la campaña de Martínez. El candidato del alcalde, además, ha hecho proselitismo con pancartas en las que aparece la imagen de Caicedo. A todo esto se suma que en enero pasado funcionarios aseguraron haber recibido correos electrónicos en los que se les invitaba a votar por el candidato del alcalde.
Martínez le dijo a La Silla que su carrera por la Alcaldía también le apuesta a una coalición con los partidos Verde, ASI, MAIS, Marcha Patriótica y un sector del Polo Democrático.
Ese continuismo al que hace referencia Martínez es el gobierno de un alcalde de izquierda que marcó un punto de quiebre en octubre de 2011, después de ganarle a la clase política tradicional del Magdalena, buena parte de ella cuestionada y condenada por parapolítica, y de comenzar a gobernar con el espejo retrovisor de su exitosa gestión como rector de la Universidad del Magdalena.
El mandato de Caicedo tiene sus luces y sombras. Por un lado, sus seguidores le reconocen un gobierno más cercano a la gente; haber invertido en programas sociales y en mejorar la infraestructura de escuelas y vías; haber logrado la sede para Santa Marta de los Juegos Bolivarianos 2017, y unas finanzas más sanas porque su Gobierno coincidió con la salida del Distrito de la Ley 550, recuperó el recaudo tributario y liquidó entidades que venían en cierre desde hace 15 años.
Algunos indicadores respaldan al actual alcalde. La ciudad pasó de tener 40 homicidios por cada 100 mil habitantes en 2012 a tener 16, en parte gracias a la entrada en operación de la Policía Metropolitana que el presidente Juan Manuel Santos acogió tras petición de Caicedo. Las estadísticas de extrema pobreza también muestran la reducción en casi un punto al pasar del 7,6% en 2012 al 6,5% en 2013, según el Dane. Aunque pese a ello Santa Marta es la cuarta ciudad con mayor pobreza extrema en la región Caribe.
Pero, por otro lado, la administración ha tenido problemas en la ejecución presupuestal, suma más de 100 cambios de funcionarios en las diferentes dependencias, no ha logrado sacar adelante todas las megaobras que prometió y culpa al Concejo de estar obstaculizándole su gestión. Además, la capital del Magdalena sigue en un alto riesgo de corrupción, según el más reciente Índice Municipal de Transparencia, elaborado por la ONG Transparencia por Colombia. Santa Marta ocupa el puesto 30 de los 41 municipios evaluados al obtener 47,4 puntos sobre 100 posibles.
A esas luces y sombras se suma el ruido que la personalidad del alcalde genera. A Caicedo le critican su temperamento, sus continuos enfrentamientos con la clase política tradicional y con la prensa, características que lo hacen ver como el Gustavo Petro del Caribe.
Las sombras
Carlos Caicedo es visto como un hombre de buenas ideas, pero con dificultades para materializarlas en proyectos con plazos definidos. Durante sus tres años y medio en la Alcaldía ha tenido diferencias con los miembros de su gabinete y con el Concejo. La alta rotación en su equipo ha sido una constante: ha tenido, entre otros, nueve secretarios generales, siete de Hacienda, seis de Gobierno, seis de Cultura, Recreación y Deportes, y seis jefes de comunicaciones. Con muchos de esos exfuncionarios, Caicedo sostuvo fuertes discusiones y varios de ellos salieron denunciándolo por maltrato y acoso laboral.
Dos personas que hicieron parte del gabinete le dijeron a La Silla que Caicedo se demora en tomar decisiones, lo que hace lenta la formulación y el diseño de las obras, que por eso solo en 2014, es decir, en el tercer año de su mandato, comenzó a presentarle al Concejo los proyectos de acuerdo de inversiones bandera como la construcción de parques y ludotecas y la pavimentación de vías.
Sus peleas con el Concejo comenzaron en 2012. La corporación le negó en tres oportunidades las facultades para destinar los recursos presupuestales hasta 2022 con los que el Distrito cofinancia el Sistema Estratégico de Santa Marta (SEPT o TUS). Este proyecto hace parte de los sistemas de transporte masivo del país y cuenta con recursos de la Nación a través de un documento Conpes. El 10 de diciembre pasado, el Concejo finalmente le dio luz verde.
Concejales consultados como Ana María Muelle, de Cambio Radical, y Carlos Mario Mejía, de La U, negaron que el Concejo le torpedee todos los proyectos de acuerdo a la administración, como asegura Caicedo. Recordaron que durante 2014, la corporación le aprobó varias partidas como una adición presupuestal de 175 mil millones de pesos, un empréstito por 70 mil millones de pesos y vigencias futuras por 61 mil millones de pesos.
El mes pasado, el Concejo le cuestionó a la administración Caicedo que solo haya ejecutado el 37% de los 157 mil millones de pesos en inversión de la vigencia 2014. Una fuente conocedora de las finanzas de Santa Marta, y quien prefirió no ser identificada, dijo que durante la actual administración el promedio de ejecución de los recursos de inversión, año tras año, ha sido del 30%, cuando lo ideal, manifestó, es una ejecución superior al 70%. “Hay casos, como en Barranquilla, en que la ejecución del presupuesto de inversión ha superado el 90%”, aseguró la fuente.
El choque más reciente entre Caicedo y el Concejo ocurrió el 29 de abril de este año, cuando esa corporación le negó una adición presupuestal por 121 mil millones de pesos con los que el mandatario pensaba construir las obras finales de su mandato, especialmente las más ambiciosas. Algunos concejales aseguraron que si no logró ejecutar los recursos en las adiciones pasadas por qué recibiría ahora, en un año electoral, ese voto de confianza para posiblemente sacarle réditos y promocionar así a su candidato.
La negativa del Concejo obligó a Caicedo a replantear sus inversiones en parques y escuelas para poder sacarlos adelante en lo que le queda de administración.
Además del Concejo, Caicedo ha tenido una tensa relación con la prensa local. Medios como el Hoy Diario del Magdalena han sido críticos de su gestión (el alcalde dice que poco le reconocen sus logros) y han protagonizado episodios como borrarlo de una fotografía de grupo en 2013 y justificar el hecho en un editorial argumentando que Caicedo “no ha sido capaz de sacar a la ciudad adelante y de ejecutar de manera clara y diáfana un Plan de Desarrollo”.
Los reclamos en público marcan otro episodio de los roces de Caicedo con la prensa. Un periodista de Santa Marta le contó a La Silla que el alcalde se queja reiteradamente por la manera como su gestión es retratada.
Las sombras de la administración Caicedo también apuntan a obras inconclusas. El año pasado, en medio del peor desabastecimiento de agua que Santa Marta vivió, el Distrito contrató bajo modalidad directa cuatro pozos para mitigar esa crisis. La capital del Magdalena, producto de años de desidia estatal, no ha logrado mejorar la captación en los ríos que la proveen. Un año después, los pozos no alimentan la red del acueducto como sí lo han hecho los pozos contratados por la Unidad Nacional del Riesgo y por la firma Metroagua, concesión que maneja el acueducto en esa ciudad y con la que Caicedo ha protagonizado enfrentamientos públicos.
A Caicedo le critican que 10 meses después no haya caducado el contrato, que suscribió el Distrito con la firma Ingeniería del Caribe Ltda. ni le haya aplicado las pólizas de incumplimiento como se lo pidió el Ministro de Vivienda. El contratista se comprometió entre mayo y junio de 2014 a construir cuatro pozos y pese a la prórroga de un mes la obra tampoco estuvo a tiempo. Además, dos días antes de finalizar dicha prórroga, el Distrito decidió suspender el contrato.
Como parte de los enfrentamientos con Metroagua, el alcalde ha amenazado con desmontar esa concesión, pero pese a su descontento no ha podido hacerlo por la alta indemnización que el Distrito tendría que pagarle a la española Inassa.
Los avances en la modernización de la red hospitalaria también son otro blanco de dardos. Los cinco centros de salud, cuyas ceremonias de primeras piedras han sido anunciadas con despliegue mediático, todavía hoy tienen un porcentaje de avance ínfimo.
Todas esas discusiones y decisiones de gobierno tienen divididas las opiniones en Santa Marta. En la encuesta de favorabilidad de alcaldes, que el Centro Nacional de Consultoría realizó en mayo para CM&, Caicedo obtuvo el 55%.
Las luces
Desde su despacho, en el Centro Histórico de Santa Marta, Carlos Caicedo asegura que su agenda de gobierno ha sido ambiciosa porque busca generar mayor equidad, superar la pobreza y devolverle al Distrito unas finanzas sanas.
Manifiesta que durante el primer año de mandato se dedicó a revisar el erario que heredó después de décadas en que la ciudad estuvo gobernada por familias que manejaron mal los recursos o estuvieron aliadas con el paramilitarismo (por ejemplo, los exalcaldes Hugo Gnecco Arregocés, condenado por contrataciones irregulares, y Francisco ‘Chico’ Zúñiga, por parapolítica. Este último es el esposo de Rosa Cotes, la candidata del 'Mello' Cotes a la Gobernación).
Caicedo dice que sí es un hecho que la clase política no lo ha dejado gobernar porque desde su primer año al frente de la Alcaldía empezaron los ataques a través del contralor Horacio Escobar Luque, quien le pidió al presidente Juan Manuel Santos que lo separara de su cargo hasta tanto su despacho no terminara de investigar unos procesos de responsabilidad fiscal en su contra.
El entonces ministro del Interior Aurelio Iragorri dijo que el Gobierno no le hallaba lugar a dicha solicitud. La petición del contralor fue una batalla más en la disputa que Caicedo ha sostenido con él desde que era rector de la Universidad del Magdalena y Escobar, auditor de la Contraloría departamental. El alcalde asegura que detrás del contralor está el exgobernador condenado por parapolítica, Trino Luna, quien logró separarlo de la rectoría en 2006. Cinco años después, la justicia lo absolvió de las acusaciones de apropiaciones irregulares de dinero que pesaban en su contra.
Caicedo asegura que otro obstáculo ha sido tener que gobernar con parte de la prensa local en contra, que pocas veces ve los avances en su gestión y que los nombramientos y salidas de funcionarios en su administración esa prensa suele presentarlos como hechos de improvisación. “Desde el comienzo nuestro equipo estuvo integrado por personas que tenían más perfil académico y técnico que político. Ese perfil se pone a prueba y a veces se acierta y a veces no”, explica.
Sobre las demoras en la ejecución presupuestal, asegura que no encontró proyectos ni diseños para trabajar, que a su equipo le ha tomado tiempo la organización de las obras que, reconoce, son ambiciosas porque le apuesta a cambiarle la cara a Santa Marta.
Los parques y escuelas, así como los nuevos escenarios deportivos que la ciudad debe construir para los Juegos Bolivarianos, han sido diseñados por arquitectos reconocidos como Giancarlo Mazzanti.
Entre las obras que ha logrado ejecutar y están en marcha, Caicedo resalta las adecuaciones en escuelas y la construcción de una megabiblioteca.
En Santa Marta también le reconocen a la administración Caicedo su apuesta por la educación, al darles prioridad a las campañas de alfabetización y al fondo de becas, que la administración llama Universidad Politécnica, que consiste en pagarles la educación técnica y tecnológica a los estudiantes de los estratos más bajos para que reciban clases en las escuelas públicas de docentes de la Universidad Tecnológica de Bolívar, la Fundación Tecnológica Antonio José Arévalo -Tecnar- y la Institución Universitaria Pascual Bravo.
Uno de los aciertos que a nivel nacional le reconocen es haberle quitado el recaudo tributario a la firma R&T porque el Distrito se ahorra así unos 10 mil millones de pesos anuales, que la administración anuncia se destinarán a inversión social.
Caicedo además le ha apostado al Plan Maestro Quinto Centenario, Santa Marta 2025, una hoja de ruta que aspira a convetir en política pública con ayuda del Gobierno Nacional para transformar a Santa Marta en los próximos 12 años. La propuesta tiene un costo cercano a los 3,5 billones de pesos y busca convertirse en una “verdadera revolución que mejore la calidad de vida de los samarios”, asegura Caicedo.
Con este panorama de obras y proyectos pendientes por desarrollar, el caicedismo busca cuatro años más al frente de la silla distrital. El 25 de octubre se sabrá si los samarios le permiten ganar esa apuesta.