Hace un mes Muñoz salió a fustigar las primeras recomendaciones que hizo la Misión Cafetera, un grupo de expertos económicos que convocó Santos hace un año -durante la Constituyente cafetera en Chinchiná (Caldas)- para relanzar el sector.
Aunque se trata de una misión asesora cuyos consejos el Gobierno no está obligado a acatar, muchos en el sector agrario vieron esa reacción como una muestra del desinterés de Muñoz por dar el debate sobre una reestructuración de Fedecafé y las estrategias para competir en el actual mercado global, dos puntos que el propio Gobierno le pidió abordar.
Esos insumos que recibió la Federación eran apenas un primer esbozo, no pensados para circular ni discutir públicamente, pero Muñoz escribió una carta a sus afiliados criticando que “la imprecisión, el sesgo ideológico, el creer que al dividir una estructura se fortalece, desconoce con total impunidad la solidez y el arraigo de la institucionalidad cafetera”.
Eso lo puso en una confrontación directa con Juan José Echavarría, el director de la Misión Cafetera y ex director de investigaciones económicas de Fedecafé que fue jefe programático de la campaña de reelección de Santos y quien es -en palabras de un ex dirigente agrario- su “mayor asesor en esos temas”.
Tan duro fue el enfrentamiento que Echavarría criticó la filtración como “jugar sucio, hacer trampa”. Y, según le contó una persona a La Silla, el Ministro de Hacienda Mauricio Cárdenas los citó a ambos para que no pelearan en público y -tras llegar una hora tarde a la reunión- se los encontró en su sala de espera al borde de los golpes.
En particular Muñoz resintió la visión de la Misión de que se deberían separar las múltiples funciones públicas y privadas que tiene la Federación, que es -a la vez- un gremio, una empresa, un ente regulador y una entidad que diseña políticas públicas para el sector. Y que serían, al final, un golpe al poder que maneja, a su control de las rentas del café y su burocracia.
“Terminó descalificándola y casi ridiculizándola. Uno no tiene que estar de acuerdo con todo lo que dice, pero es una misión con gente seria y de vuelo. Torpemente intentó echarle tierra al informe”, dice una persona que conoce bien el sector.
“El problema es que es tremendamente cerrado y se niega al debate. En cinco años no hay innovaciones institucionales: él recibió las tiendas Juan Valdez, la variedad Castillo, el paisaje cultural cafetero de la Unesco. Todo eso ya estaba”, dice otro ex alto directivo cafetero. Ambos lo describen como averso al cambio y a tomar ciertos riesgos, en un momento en que -dicen los dos- el sector lo requiere.
Aún así, su postura crítica de la Misión podría ayudarle a alinear internamente a la gente de la Federación que tampoco ve esos cambios con buenos ojos antes del Congreso.
De todos modos, la pregunta del millón en el sector es cómo recibirán esas sugerencias de cambios Cárdenas y Santos, ambos cercanos al sector cafetero (al ser el ministro hijo de un histórico gerente de la Federación y el presidente su ex representante en Londres). De eso puede depender para de su decisión de mantenerle o retirarle el apoyo a Muñoz.