El Alcalde por segunda vez de Montería (al que La Silla Vacía bautizó en 2009 como “el ‘Peñalosa’ de Montería”, debido a que le cambió la cara a esa ciudad con obras como megacolegios, ciclorutas y parques), Marcos Daniel Pineda García se reeligió el 25 de octubre de 2015.
Encuestas como la que contrató CM& con el Centro Nacional de Consultoría, le daban un 68 por ciento de intención de voto, frente a un 11 por ciento registrado por su contendor más cercano (el liberal Juan José González).
Administrador de Empresas de la Universidad Sergio Arboleda, con maestrías en Gestión Política de la Universidad Complutense de Madrid y en Participación Ciudadana de la Universidad Francisco de Victoria de Madrid, Pineda ha hecho su campaña montado en los logros que alcanzó como mandatario hace ocho años, y que lo convirtieron en uno de los mejores alcaldes del país.
Su proyecto hace parte del capital del poderoso grupo político que conforman la senadora Nora García Burgos (madre del candidato y quien tiene abierta una investigación por parapolítica) y el representante David Barguil, presidente del Partido Conservador.
Para estos comicios, lograron el respaldo materializado en aval de La U, vía la representante Sara Piedrahíta, y de Cambio Radical, vía el exalcalde barranquillero Álex Char.
Con 38 años cumplidos, Pineda ha estado cerca de la cosa política desde muy niño. Su abuelo fue el exministro de Estado Amaury García Burgos y su familia en general es considerada de las más influyentes del departamento.
Estudió el bachillerato en el colegio La Salle de Montería y a los 12 años le dijo a su mamá que quería ser político.
Antes de ser el alcalde más joven del país (elegido en las regionales de hace ocho años), Pineda fue asesor en Bogotá del concejal David Luna y luego director de asuntos políticos y electorales del MinInterior durante la era Uribe. Allí tuvo como jefes a Fernando Londoño, Sabas Pretelt y Carlos Holguín.
En octubre de 2006 decidió que iba a aspirar en Montería y desde ese mismo momento comenzó a armar un equipo de amigos y asesores para su campaña.
Su amigo David Barguil lo acompañó en todo el proceso y, una vez elegido, le ayudó a armar el gabinete. A algunos de sus funcionarios los sacó de la academia y les empezó a hablar de una Montería más incluyente y moderna.
Sin mayor expectativa de que liderara una Alcaldía disruptiva, distinta a la de los políticos tradicionales que tenían a la ciudad con la asignatura del desarrollo pendiente, en 2007 fue elegido mandatario en una pelea que le ganó a Juan Carlos Lengua, la carta de la casa del parapolítico Juan Manuel López.
El entonces presidente Álvaro Uribe estuvo en su posesión. Dicen que lo consideraba en ese momento como un hijo. Ese día, Pineda aprovechó para pedirle públicamente para Montería la sede de los juegos nacionales de 2012, que efectivamente se hicieron en Córdoba, Cauca y Norte de Santander, y que significaron para la ciudad la construcción de impensables escenarios deportivos con plata y gestión de la Alcaldía, el Departamento y la Nación.
La presencia de Uribe a su lado desde el primer día de mandato, anticipó la lluvia de inversión nacional que se le vino a Montería y que continuó en el primer gobierno de Juan Manuel Santos.
Pineda empezó a sumar puntos en su popularidad, además, porque en un año logró tumbar concesiones onerosas o innecesarias como lo eran la del recaudo de impuestos, la administración de los parques y la de parqueaderos. Y se ganó la simpatía de los dolientes del sector educativo cuando trasladó a todos los rectores de los colegios públicos, muchos de los cuales venían fungiendo como líderes políticos de los López, que habían controlado hasta ese momento la Secretaría de Educación.
Con ese escenario, y de la mano de Uribe, le llegó a Montería el que fue considerado entonces el proyecto de inversión nacional más grande de los últimos años en la capital cordobesa: Ciudades Amables, una iniciativa de la Nación que consistió en obras para implementar sistemas estratégicos de transporte público en 12 ciudades intermedias, y que en Montería significó 222 mil millones de pesos de los recursos nacionales para vías, andenes, puentes vehiculares y peatonales, paraderos.
La cofinanciación del 40 por ciento que tenía que asumir la ciudad corrió por cuenta del cobro de la valorización por beneficio general, que por primera vez se aprobó en Montería después de una dura pelea de Marcos Daniel Pineda con el Concejo.
Todo eso, sumado a la ampliación de la ronda del Sinú, que comenzaron los dos alcaldes anteriores (Luis Jiménez Espitia y León Fidel Ojeda) y que devolvió el río a los ciudadanos, evidenció lo tanto tiempo atrás impensable en Montería: que comenzaban a pasar cosas en la ciudad.
El último año de su gestión, Pineda logró otro asunto inimaginable al inicio de la misma: superó al alcalde barranquillero Álex Char en las encuestas de favorabilidad de los mandatarios del país.
A Marcos Daniel Pineda lo reemplazó en el Palacio de la Torre y Miranda el conservador Carlos Eduardo Correa, también del grupo de Nora García y de igual forma considerado uno de los mejores mandatarios de Colombia.
Acaso la mejor estadística lograda por estos dos alcaldes en ocho años es la de la pobreza: entre 2008 y 2014 bajó del 40 al 20 por ciento, según el DANE. Mientras, en el caso de los pobres extremos, el dato pasó en el mismo periodo del 6,6 por ciento al 1,4 por ciento. “Unas reducciones extraordinarias de pobreza”, como le dijo a La Silla el investigador monteriano Aarón Eduardo Espinosa, aunque la distribución del ingreso es bastante concentrada y la informalidad alta.
En su camino hacia la reelección, Pineda se enfrentó a cinco candidatos. Entre ellos los más fuertes (según las encuestas) son el liberal Juan José González y el uribista Carlos Ordosgoitia.