Mientras Iván Duque respaldaría los megaproyectos del Alcalde de Bogotá, Gustavo Petro podría parar sus planes con el metro elevado, la expansión de Transmilenio y la urbanización en la Reserva Van der Hammen.
La agenda de Peñalosa, en juego para segunda vuelta
Gustavo Petro, Enrique Peñalosa e Iván Duque
La llegada de Gustavo Petro a la segunda vuelta presidencial metió en la lista de asuntos que están en juego este domingo al menos tres proyectos bandera del Alcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa: el metro elevado, ampliar la red de Transmilenio y la construcción dentro de la Reserva Thomas Van der Hammen.
Quien sea elegido Presidente tendrá capacidad de incidir en esos temas, y Petro es el único de los candidatos que ha dicho expresamente que no sólo se opone a esa agenda de gobierno, sino que, en el caso del metro, lo detendría al negarle la financiación que Juan Manuel Santos ya garantizó.
Que Iván Duque sea su rival hace que, para Bogotá, la disputa sea entre ruptura y continuismo, y que a Peñalosa le convenga más que gane Duque porque éste comparte su visión de ciudad. No es algo que esté explícito en el programa de gobierno, pero el candidato uribista lo dejó claro en el debate sobre Bogotá antes de primera vuelta, y además fue el único aspirante que en campaña no criticó al Alcalde.
El metro y Transmilenio
En las últimas semanas la Alcaldía ha corrido para garantizar que el proyecto de metro avance lo más rápido posible.
Peñalosa pretende que el 7 de agosto, cuando se posesione el próximo Presidente, esté abierta la precalificación de oferentes, un proceso en el que se dan a conocer las condiciones de construcción de la obra para que las empresas interesadas informen si se le miden al proyecto. De la evaluación que les hagan sale una lista de precalificados que luego competirían en la licitación.
Sin embargo, como en agosto no habrá arrancado la licitación, el proyecto, a pesar de sus avances, no estará lo suficientemente amarrado y por lo tanto Petro, si gana, tendrá más margen de maniobra para cumplir su promesa de detenerlo con el fin de respaldar la construcción del metro subterráneo que él impulsó como Alcalde, y no uno elevado como propone Peñalosa.
El arma de Petro, como él mismo ha dicho, será que la Nación tiene la sartén por el mango porque aporta el 70 por ciento de lo que cuesta la obra (15,1 billones de pesos), y lo que hará es cerrar esa fuente de recursos, como ya anunció su fórmula videpresidencial, Ángela María Robledo, y “persuadir” primero a Peñalosa de que se monte en el subterráneo.
Peñalosa ya admitió que si el próximo presidente quiere parar el proyecto puede hacerlo, precisamente porque la Alcaldía depende de que la Nación se mantenga firme con la plata para sacarlo adelante.
Para eso, Petro tendría que impulsar la modificación o terminación del convenio que firmaron la Nación y el Distrito acordando los términos en los que cada uno aportará la plata que le corresponde, algo que puede terminar en un tribunal de arbitramento.
Petro le terminaría aplicando a Peñalosa una medicina similar a la que éste le aplicó en 2015, cuando, apenas fue elegido, convenció al gobierno Santos de suspender el proyecto de metro subterráneo para reevaluarlo, y finalmente se metió en uno elevado.
Y así como Peñalosa terminó retrasando la construcción de la obra (que inicialmente prometió comenzar en el segundo semestre de 2017 sin que hasta ahora siquiera se haya abierto la licitación) la decisión de Petro de retomar el proyecto subterráneo por considerar que es el que resuelve el problema estructural de la movilidad de Bogotá aplazaría ese sueño aún más y es probable que no haya avances mientras Peñalosa sea Alcalde.
Esto porque, a diferencia de lo que Petro ha prometido, es imposible que pueda abrir la licitación apenas se posesione, y ni siquiera al poco tiempo porque necesita estar alineado con el Alcalde y los proyectos de ambos hasta ahora son irreconciliables.
La agenda de Peñalosa, además, se vería afectada por los lados de Transmilenio porque dentro de la plata que se espera que gire la Nación para el metro elevado está incluida la financiación de las troncales de las avenidas 68, Ciudad de Cali y Boyacá, planeadas como alimentadoras en un Conpes y para mejorar la movilidad en el occidente.
La Van der Hammen
Iván Duque nunca se ha pronunciado contra el proyecto de Peñalosa de cambiar los límites de la Reserva Thomas Van der Hammen y es muy probable que con él Peñalosa no tenga nada qué temer con ese proyecto.
Petro, en cambio, sí incluyó en su propuesta ambiental que “no permitirá” que sea revertida la decisión que declaró la Reserva en el 2000.
Lo que pretende Peñalosa es cambiar los límites de la Van der Hammen, que tiene 1.396 hectáreas, con el fin de urbanizar una parte y expandir 12 vías en el norte para expandir la ciudad hacia esa zona.
Al tiempo, promete dejar una zona de reserva más grande (1.710 hectáreas) y meterle plata para su conservación de lo que aporten los constructores que participen en el proyecto urbanístico.
Para los defensores de la Reserva, esa será una forma de acabarla y de afectar la función que cumple de conección biológica entre los cerros orientales y el río Bogotá.
La decisión sobre esa propuesta está en manos del Consejo Directivo de la CAR, que tiene 14 integrantes, entre los que están los delegados del Presidente de la República y de su Ministro de Ambiente.
Ahí, Petro y su Ministro podrían votar negativo, pero como no llegan con mayorías aseguradas nada garantiza que logren detener el proyecto en esa instancia.
Sin embargo, desde el Minambiente sí tendría capacidad de incidir, como lo plantea en su programa ambiental.
Por ejemplo, a comienzos de año ese despacho expidió una resolución que les permite a las corporaciones autónomas regionales sustraer áreas de reservas, que la Veeduría de la Reserva interpretó como una forma del Gobierno Nacional de facilitar los planes de Peñalosa.
Una fuente del Distrito y otra de la CAR le dijeron a La Silla Cachaca, por aparte, que si el nuevo Presidente quiere modificar o tumbar esa resolución, puede hacerlo a través de su Ministro de Ambiente, para quitarle competencias a la CAR y tener más margen de maniobra sobre el futuro de la Reserva.
De ahí que mientras los planes de Peñalosa se mantendrán si gana Duque, en caso de que gane Petro al Alcalde le tocará entrar a negociar su agenda, con una alta probabilidad de que no puedan llegar a acuerdos dado el antagonismo entre ambos.