El fajardismo que Duque y Petro deben conquistar en los santanderes

Silla Santandereana

Los 373 mil votos que sumó el excandidato presidencial de la Coalición Colombia se convirtieron en un botín muy preciado en los santanderes para la segunda vuelta.

El domingo en los santanderes la votación de Sergio Fajardo sorprendió. En los dos departamentos el candidato ocupó el segundo lugar (en Santander con 271 mil votos y en Norte con 102 mil votos) y con eso dejó sobre la mesa una interesante torta de electores que Gustavo Petro e Iván Duque intentarán seducir para la segunda vuelta.

Encontramos que en los dos departamentos los candidatos tienen oportunidades diferentes para crecer y captar ese voto, y que mientras que en Santander será clave la capacidad de los candidatos para seducir buscando el centro, en Norte la crisis con Venezuela tiene todo para ser el fiel de la balanza del voto fajardista.

La opinión de los independientes

Los dos santanderes tienen bases marcadamente uribistas (Norte mucho más que Santander) y por esa razón normalmente para las presidenciales contabilizan un voto de opinión; sin embargo, la votación de los independientes es algo que recientemente empezó a mostrarse en las urnas. 

 

En Santander, el fenómeno arrancó desde las elecciones locales de 2015 con el triunfo de Rodolfo Hernández en la Alcaldía de Bucaramanga y el segundo puesto de Leonidas Gómez en la Gobernación; y se consolidó este año con la llegada de Gómez al Senado y la curul en la Cámara que consiguió el verde Fabián Díaz.

Todos tienen en común que cuando decidieron salir a buscar votos lo hicieron sin plata, eran ciertamente desconocidos y usaron un discurso marcadamente anticorrupción. 

También que cuando ganaron lo hicieron contra todos los pronósticos, porque ni en las encuestas internas de las campañas marcaban con la fortaleza que lo hicieron.

En Norte, en cambio, aunque históricamente ha habido algunas manifestaciones del voto independiente, al final los electores han sentido que votaron por más de lo mismo porque todos los que han llegado enarbolando esa bandera eventualmente se han acercado a las estructuras políticas tradicionales y cuestionadas para poder gobernar.

“En Norte de Santander ha habido algunos ejemplos. María Eugenia Riascos ganó la Alcaldía de Cúcuta (en 2007) contra la maquinaria, Judith Maldonado tuvo una alta votación en su aspiración a la Gobernación y venía del movimiento social”, dijo a La Silla Francisco Cuadros, excandidato a la Cámara de Norte de la lista independiente. 

Además, en las elecciones a corporaciones públicas en ese departamento (legislativas, concejos y asambleas) el voto independiente siempre ha estado por debajo de la maquinaria. 

Por ejemplo, en las legislativas pasadas, la lista que lanzó la alianza entre el Polo, los verdes y la UP solo alcanzó 17 mil votos, 53 mil menos de los que necesitó la última lista que alcanzó curul.

Por eso, entre los políticos locales de los dos departamentos (en Santander por la victoria sistemática de la opinión y en Norte por la ruptura que eso representa) creen que los resultados de Fajardo del domingo, son muestra de que el voto empezó a cambiar.

De cómo se llegó a eso, entre las fuentes con las que hablamos nos dijeron que en el fondo está relacionado con que el método clientelista finalmente terminó cansando a los votantes. 

Sin embargo, en los dos santanderes el resultado de Fajardo se explica de dos maneras diferentes. 

El fenómeno Fajardo

Los 271 mil votos de Fajardo en Santander, además de la ruptura principalmente de los municipios del área metropolitana con la política tradicional, se explican en que ya se venía manifestando y además tuvo una estructura política -contada en las urnas- que le hizo campaña. 

Aún cuando el representante electo Fabián Díaz decidió no hacerle campaña, Fajardo tuvo a Leonidas Gómez (el senador más votado de Santander) y a la mayoría de la lista a la Cámara de la Coalición Colombia, que en marzo alcanzó -sin los votos de Díaz- 52 mil apoyos.

Eso le permitió estar sonando  y mantenerse vigente todo el tiempo. Incluso, aún cuando dijo que su candidatura no haría cierres de campaña, en Bucaramanga tuvo dos actos (uno simbólico de pintar un gran mural y otro con tarima y plaza llena) diez días antes de las votaciones. 

Además, tuvo un impulso adicional, y fue el megáfono que el alcalde de Bucaramanga, Rodolfo Hernández, ha tenido encendido desde la campaña legislativa hasta hoy pidiéndoles a los ciudadanos votar en contra de las maquinarias. 

Dos días antes de las votaciones publicó una carta pidiendo lo mismo y ayer celebró los resultados de Santander: “Este domingo pasado fue el campanazo final contra la politiquería. murió la maquinaria”.

Eso, aunque indirectamente, ayudó a difundir el mensaje de las campañas independientes.

En Norte el panorama fue muy diferente. 

Allí ni los políticos, ni la misma base que movió la campaña de Fajardo, esperaba un resultado tan alto (la meta era de 50 mil, precisamente por las características políticas de Norte).

En ese departamento Fajardo tuvo a sus bases trabajando en la calle repartiendo volantes y revistas con las propuestas de la campaña, buscando estudiantes, profesores, y empresarios medianos y pequeños, y haciendo reuniones con voluntarios, que a su vez traían más voluntarios. 

En el lado de la campaña de Fajardo, explican el resultado como la respuesta lógica al cansancio de los votantes con las estructuras políticas tradicionales permeadas por corrupción, por ejemplo, a la de la Alcaldía de Cúcuta en la que el condenado Ramiro Suárez manda desde La Picota a través de Skype.

En el lado de los políticos tradicionales de Norte (cinco que estuvieron con la aspiración de Germán Vargas Lleras) nos dijeron que no sabían qué había pasado, que no vieron venir la remontada del fajardismo, y que creían que el resultado había sido causa de la polarización que se sintió en todo el país.

“Esos votos vinieron muy de adentro porque nosotros no los vimos pasar”, dijo a La Silla un político que estuvo detrás de la logística que movió la campaña de Vargas Lleras en Norte.

Otro político nos aseguró: “Nuestra tarea era vender a Vargas como el centro, pero eso como que no gustó y la gente se fue por el lado de Fajardo”.

Incluso, dentro esos políticos nos dijeron que creen que debido a que no vieron esa ola de opinión, terminaron transportándole votantes y dándole comida a otras campañas.

La conquista

En el caso de Santander, el espectro de votantes de opinión es una mezcla bien nutrida de vertientes ideológicas. 

Tal y como nos dijo el politólogo Julio Acelas, es una amalgama que ha salido a marchar por proteger el agua del Páramo de Santurbán, pero también por la defensa de la familia tradicional y en contra de la ideología de género. 

De modo que aún cuando Santander ha sido el tercer y cuarto departamento que más le ha votado al uribismo en las presidenciales de 2014 y 2018, respectivamente, y la fuerza electoral independiente más grande es la de Leonidas Gómez, que representa al Polo, hoy nadie puede declararse dueño de ese caudal de votos.

Sobre todo, porque está sobre la mesa la discusión de qué va a pesar más: el hecho de que Santander es de tradición de derecha y entre los polos es más probable que lleguen a donde Duque, o que los dueños de las credenciales independientes tiran más hacia la izquierda y a que en esa medida es probable que si se deciden por Petro jalonen votos hacia allá.

La muestra es que en esa región tanto los uribistas como los petristas creen que una porción se irá para donde Duque y otra para donde Petro (de ambos sectores nos dijeron que la proporción podría ser 70-30, cada uno beneficiando a su candidato). 

El reto para Duque y Petro en Santander estará en seducir esa porción de electores apelando a la transparencia, la decencia y con posturas moderadas pero contundentes, que son las que mueven el voto independiente en la región. 

Principalmente porque este departamento es un columpio electoral (no tiene ninguna tendencia marcada) y los votos del fajardismo podrían inclinar la balanza o acortar radicalmente la distancia entre el uribismo y el petrismo. 

Por ejemplo, suponiendo que  todo el fajardismo votara por Petro en Santander, ese candidato sumaría 444 mil votos, es decir, 5 mil más de los que sacó Duque en primera vuelta. Además, si Duque sumara todos los votos que sacó Vargas llegaría a 502 mil votos, por lo que la diferencia cerraría en 58 mil votos, es decir, 210 mil votos menos de lo que los separaron el domingo.

En esa carrera, Duque arranca con menos votos que los que sacó en la consulta de la derecha y Petro con más de los que obtuvo en la consulta de la izquierda. 

En Norte de Santander, la presión de la polarización seguramente será la que decidirá y estará principalmente marcada por la crisis en Venezuela. 

Como contamos ayer, parte del voto del uribismo en Norte se explica en que ha explotado la idea de que Petro representa el fantasma del ‘castrochavismo’ y como en esa región son testigos de excepción  del fenómeno de la migración masiva y su embates, la idea ha calado.

“Es que entre Uribe y Petro, toda la vida Uribe. No nos podemos volver como Venezuela”, nos dijo un votante en Cúcuta el domingo cuando aún no se conocían los resultados de segunda vuelta.

La percepción sobre que así se van a mover los votantes en la frontera es la misma entre los políticos regionales. Los siete con los que hablamos nos dijeron que la crisis fronteriza tiene todo para terminar de disparar a Duque en Norte, departamento que se convirtió en el que más le votó al uribismo (porcentualmente) en todo el país.

Petro en Norte de Santander tiene espacio para crecer en el Catatumbo, donde además de que se registró una abstención promedio del 62 por ciento en los 10 municipios, ya tiene el terreno ganado en cuatro (Tarra, Teorama, San Calixto y Hacarí) y puede apostarle a centros electorales como Tibú, municipio en el que quedó de segundo, o a otros más pequeños como El Carmen, Convención y La Playa en los que también quedó en segundo lugar.

También podría apostarle a acortale distancia a Duque en municipios como Ocaña y Pamplona, donde aunque hay crisis por la migración venezolana, el embate no se siente tan de frente y hay una marcada población de estudiantes que dejó de segundo a Fajardo.

Como el principal reto que tendrán los candidatos -si quieren crecer- es evitar la abstención (eso le interesa más a Petro porque si Duque se mantiene tal y como está gana) también será clave el discurso de los candidatos. 

El páramo de Santurbán, el fracking, la paz, la discusión sobre los medianos y pequeños empresarios y la posición sobre Venezuela y la frontera inclinarán balanzas entre los más moderados del fajardismo, que son los más propensos a votar en blanco o no ir a las urnas para protestar por los extremos.

Petro entra con terreno ganado en lo ambiental en los santanderes, pero con una marcada desventaja en la frontera debido a que en primera vuelta se abstuvo de tener una posición contundente sobre el régimen de Nicolás Maduro en Venezuela.

Duque, por su lado, arranca con la discusión empresarial y la de la frontera a su favor, pero con la ambiental como su lado flaco.

De la capacidad de ambos de equilibrar sus discursos, sin transgredir los principios con los que amarraron la base que les votó el domingo, dependerá su posibilidad de conquistar al fajardismo que sorprendió en la región.

 

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