Chao TIC, hola tributaria

Silla Caribe

Foto: Efraín Herrera- Presidencia https://id.presidencia.gov.co/multimedia/fotos

La ministra de TIC, Silvia Constaín, al aplazar el proyecto para marzo, ratificó que era la única forma de salvar la reforma. 

Anoche, faltando unos 15 minutos para la media noche, la plenaria del Senado aprobó la reforma tributaria del Gobierno de Iván Duque. Pero tan pronto logró esa victoria el mismo Gobierno, en cabeza de la Ministra de TIC, Silvia Constaín, le pidió a la plenaria aplazar la discusión del polémico proyecto de ley de su sector para el próximo año.

Eso demostró que, como anticipó La Silla, la única forma de salvar la tributaria era sacrificando esa ley, algo que el Gobierno intentó evitar toda la noche pero que se fue al traste cuando el presidente de la Cámara, el liberal nortesantandereano Alejandro Carlos Chacón, levantó la plenaria hacia las 10 de la noche, y antes de que hubieran aprobado la tributaria que estaban discutiendo.

Eso dejó al Gobierno contra las cuerdas por su propia decisión de convocar a sesiones extras solo hasta hoy.

Para mantener ese límite, necesitaba que ayer tanto Cámara como Senado sacaran adelante la tributaria, lo que dejaba hoy para que conciliaran los textos de esa reforma fundamental, y para debatir y aprobar la de TIC, siempre y cuando no tuviera diferencias entre los dos textos.

Con la tributaria sin salir de Cámara, y aprobada por el Senado cuando solo quedaban unos cuantos minutos del día para discutir la ley que seguía en el orden del día, la que le da dientes a la Supersalud y que aprobó sin problema la Cámara el lunes, ya no había tiempo.

A continuación, como un epílogo sin suspenso, el presidente del Senado, el uribista Ernesto Macías, convocó a la plenaria a las 12:05 de la madrugada, para evacuar sin mayor discusión la ley de la Supersalud y la que aprueba el ingreso de Colombia a la Ocde, con lo que terminó el primer período de sesiones del Gobierno Duque en el Senado.

En la Cámara, en contraste, todavía queda algo de suspenso.

Chacón citó para hoy a las 9 de la mañana, en una sesión en la que sigue pendiente la tributaria. La Cámara puede decidir aprobar el texto que salió anoche del Senado, con lo que definitivamente quedaría aprobada la reforma, o discutirla. Si eso llega a pasar e incluye sus propios cambios, el Gobierno tendría que convocar a extras para mañana, para que se concilien los dos textos.

Si no, como es probable, la reforma será la que aprobó anoche el Senado.

Pase lo que pase, el Gobierno recibió un nuevo golpe político anoche, un cierre que refrenda su debilidad política en el Congreso.

 

El golpe de Chacón acabó con la Ley TIC

Chacón abrió el registro de la plenaria hacia las 8 de la mañana, pero la sesión arrancó hacia las 9:30.

Inicialmente aprobaron la conciliación del proyecto que crea el ministerio de Ciencia, bandera liberal, y luego empezaron a leer y votar, negando, impedimentos de diferentes congresistas, en bloques de a cinco.

Ese aburrido trámite tomó el resto de la mañana. A pesar de que fue ágil, fue recortando el tiempo que jugaba en contra del Gobierno, algo contra lo que también jugaban las decenas de proposiciones sobre diferentes artículos de la reforma.

 

Para agilizarlo, Chacón armó una subcomisión con miembros de todos los partidos, que analizó las proposiciones y definieron cuáles debían ir y cuáles no, todo en coordinación con el Gobierno, como autor del proyecto.

Luego entraron a discutir las ponencias, primero la de la oposición y luego la positiva de la mayoría, un trámite para el que llegó a la Cámara el Ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, y luego intervinieron los ponentes de cada bancada para explicar por qué votar a favor o en contra de diferentes partes del proyecto. Para entonces ya iba terminando la tarde y el tiempo apretaba,

Ese avance se iba dando en paralelo con el del Senado, que arrancó avanzado porque el día anterior habían votado la mayoría de impedimentos, y que a las 6 de la tarde ya estaba empezando a votar los artículos, primero en grandes bloques los que no tenían proposiciones, y luego con más calma los que sí.

Allí jugó un papel clave el expresidente Álvaro Uribe, que no estuvo en la primera parte de la sesión porque estaba en una diligencia judicial. Cuando llegó ayudó a organizar el debate, haciendo uso de su evidente poder.

Por ejemplo, el senador y pastor Jhon Milton Rodríguez, de Colombia Justa Libres, presentó una proposición para que la rebaja en el impuesto al consumo para la vivienda de interés social y vivienda de interés prioritario aplicara a predios que se utilicen para fines de interés público y social, lo que según Gustavo Petro beneficiaría a las iglesias.

Se abrió el debate sobre si el Congreso tenía o no la potestad de aprobar una exención tributaria sin el aval del Gobierno; el secretario del Senado confirmó que las exenciones lo necesitaban. El tiempo corría.

En ese punto Uribe se levantó, conversó con varios asesores de Carrasquilla y con el viceministro Luis Alberto Rodríguez. Al instante Rodríguez se acercó al conservador David Barguil, coordinador ponente, y anunció que avalaban la propuesta, que acto seguido pasó con 51 votos a favor y 20 en contra. Así, Uribe logró que el Gobierno le diera una manito a un partido pequeño pero que ha sido aliado permanente de Duque.

Otro ejemplo fue la proposición de Barguil para ponerle una sobretasa al impuesto de renta que pagan las entidades financieras, que tampoco tenía el aval del Gobierno, pero contaba con el apoyo de Cambio Radical y las bancadas de oposición.

Uribe primero conversó con funcionarios de Hacienda y congresistas, pero el Gobierno no dio el aval. Sin embargo, intervino públicamente para decir que era justo que el sector financiero se solidarizara con la difícil situación fiscal del país, lo que fue determinante para sumar apoyos del Centro Democrático, La U y los liberales.

Con eso, la proposición pasó con 78 votos a favor y 2 en contra.

Mientras tanto, Cámara iba un poco más atrás. Cuando faltaban menos de tres horas, pasadas las 9 de la noche, aprobó que todas las propuestas que no estuvieran avaladas por el Gobierno se hundían, el paso previo a lo que parecía ser una aprobación rápida.

En el Gobierno había sonrisas y alivio, pues alcanzaría a salir la tributaria en Senado y en Cámara para conciliarla hoy, y la ley de TIC se podía aprobar en una cámara para que la otra acogiera el mismo texto y no hubiera que conciliar. Es decir, moñona.

Sin embargo, en los corredores se discutía el futuro de ley de TIC y no se veía claro. Así se lo dijeron, en el transcurso de la tarde, seis congresistas de diferentes partidos a La Silla Vacía, en parte porque el Partido Liberal se sumó a la solicitud de los conservadores de aplazarla.

Esa presión salió a la superficie repentinamente cuando Chacón exigió que se salieran de sus sesión los funcionarios del Gobierno que estaban buscando convencer a los reticentes del proyecto de TIC.

Exigió inicialmente que solo se quedaran el ministro y viceministro de Hacienda y un par de sus asesores, pues tenían que ver con la tributaria que estaban debatiendo, pero no otros. Ni siquiera el director de la Dian.

Ante las protestas, amenazó con levantar la sesión y segundos después ejecutó esa decisión, que es su potestad como presidente de la Cámara, y que dejó al Gobierno viendo un chispero, y cruzando los dedos porque el Senado se apurara para sacar adelante la tributaria, la ley de Supersalud y la de TIC en menos de dos horas.

Eso no pasó. Incluso en un momento el senador conservador David Barguil, que estaba presentando las ponencias y ajustes como coordinador ponente, se negó a apurarse en exceso. “No vamos a dañar este debate en la recta final”, dijo, lo que en la práctica fue la sentencia definitiva al proyecto de TIC.

La intervención de la ministra Constaín, menos de una hora después, fue la aceptación de una realidad política que ya estaba clara, y que selló uno de los rasgos más claros del primer semestre de Duque en el Congreso: darse peleas fuertes con la opinión para terminar echándose para atrás, cargando con el costos de propuestas que no ven la luz.

Con el pecado y sin el género

Con el proyecto de ley de TIC, el Gobierno aceptó que era inminente una derrota política. Lo mismo que ya había pasado con el corazón de la tributaria, la ampliación del IVA a la mayoría de la canasta familiar y su contracara, el subsidio para pagar ese impuesto a los más pobres.

En los dos casos, entró en una dura puja con sectores visibles de la opinión y con muchos congresistas, incluso cercanos.

En el IVA, el primero en oponerse en el Congreso fue el mismo padrino político de Duque, el senador y ex presidente Álvaro Uribe; en la ley TIC fue el partido conservador, su principal aliado.

En el IVA, Duque se quedó además con críticas por haber dicho en campaña que iba a bajar los impuestos o por cargar a la clase media; en la ley TIC, de estar censurando voces críticas como Santiago Rivas, conductor del programa Los Puros Criollos, quien en La Pulla atacó el proyecto y estuvo en el Congreso buscando apoyos para que no pasara la ley, o los noticieros del Canal Uno.

A eso se suma la dificultad evidente de manejar la relación con el Congreso.

El mismo Chacón fue fundamental para hundir la reforma a la justicia, la peor derrota de Duque en el legislativo; la mayoría de bancadas la hundieron la eliminación del voto preferente de su reforma política, a pesar de que era su corazón; y otra alianza amplia y variopinta lo obligó a cambiar su tributaria hasta el punto de reducir a la mitad su impacto para tapar el hueco fiscal.

Falta conocer, hoy o mañana, la cara final de la tributaria, la gran reforma que tendrá Duque para mostrar este semestre. Pero seguramente no será una que le de réditos en la opinión, en los expertos que la han criticado por mantener exenciones y crear unas nuevas, ni en los políticos que siguen esperando tener burocracia o representación en el Gobierno.

 
Compartir
0