En los días que lleva al frente del Ministerio del Interior ha sorteado la disyuntiva que enfrentará en el Congreso: ser la ministra del uribismo o de la coalición ampliada de Duque.
El dilema de Alicia Arango
Arango ayer en la Mesa de Concertación Indígena. Foto: MinInterior.
En los días que lleva al frente del Ministerio del Interior, Alicia Arango se ha dedicado a buscar lo que le pidió el presidente Iván Duque en su posesión, que es gobernabilidad. Por ahora ha logrado sortear el dilema que tendrá que enfrentar de ahora en adelante: ser la Ministra del uribismo o del Acuerdo Duquista.
Desde que arrancó en el nuevo cargo el 14 de febrero -e incluso desde que el Presidente anunció su nombramiento- Arango se ha reunido con ministros para planear las reformas que presentará ante el Congreso en marzo; conversó con Cambio Radical; habló dos veces con el jefe liberal, César Gaviria; participó en la cumbre de gobernadores para plantear una reforma a la consulta previa; se sentó con los indígenas para lograr acuerdos de la Minga; y en los próximos días, tendrá encuentros con la coalición de gobierno del Congreso.
Todo lo anterior para lograr que el paquete de proyectos que prepara el Gobierno -y que no está listo aún- salga adelante en el Congreso.
Con el Centro Democrático no se ha reunido todavía, pero su sola presencia en Casa de Nariño también ha calmado al partido de Álvaro Uribe, que siente que a través de ella podrán por fin ser escuchados por el Presidente y ver su doctrina e intereses representados en el alto gobierno.
Las expectativas que ha creado dentro de los partidos que podrían integrar la coalición de Duque en el Congreso en esta legislatura no necesariamente están alineadas con las del uribismo, por lo que más temprano que tarde Arango enfrentará la encrucijada de representar las tesis más duras del uribismo que la apoya, o las de la nueva coalición más de centro que necesita el presidente para sacar adelante su agenda.
Los puentes de Alicia
Los cambios de gabinete, en el que el Presidente le dio ministerios a los partidos de La U, Cambio Radical y Conservador, han ayudado a crear un mejor ambiente con los políticos, y la llegada de Arango a la cartera política ha reforzado la sensación de que por fin habrá una voz con experiencia política en el círculo de inexpertos en ese campo que pululan en Palacio.
“Le hacía falta alguien con calle”, nos resumió un ministro al referirse a la llegada de Arango.
Esto porque el primer círculo del Presidente en cabeza de la jefe de gabinete María Paula Correa, el consejero en tecnologías, Víctor Muñoz y la consejera para las regiones Karen Abudinen, tiene un corte más técnico y poca cancha en el manejo de congresistas.
Un uribista que le habla al oído al expresidente Álvaro Uribe nos dijo que la falta de ‘feeling político’ se veía en que “el Presidente llegó con una convicción ilusa de que podía gobernar con acuerdos solo programáticos y sin necesidad de los acuerdos políticos”.
Arango llega, en cambio, con varios “pergaminos” en lo político: manejó la agenda de Palacio como secretaria privada de Uribe (vetaba o daba el visto bueno para los nombramientos del Presidente como lo contó en su momento La Silla Vacía), fue cofundadora del Centro Democrático y jefe de la campaña de Duque desde que era un desconocido en el plano nacional.
Esa habilidad política la ha comenzado a desplegar tendiendo puentes desde el primer día con miras a crear la coalición ampliada que Duque quiere para sus reformas.
En las dos reuniones que Arango tuvo con Gaviria, jefe liberal y uno de los críticos más visibles a Duque, según una fuente de la casa Gaviria que supo de primera mano, la Ministra se habría comprometido a “arreglar las relaciones entre el Gobierno y el Partido” para que los liberales puedan participar en la agenda legislativa.
Específicamente, Gaviria quiere tener incidencia en la reforma judicial y política, temas que se aterrizarán en una próxima reunión de las bancadas con la Ministra, que el Expresidente está cuadrando, según la fuente.
Una sensación similar, de que Arango está tendiendo puentes, es la que nos dieron, por aparte, un congresista y un directivo de Cambio Radical, un directivo de La U y otros dos del conservatismo con los que hablamos.
Dentro del uribismo
En el Centro Democrático también están felices. Creen que la Ministra puede alterar a favor del uribismo el balance dentro de Casa de Nariño. Y, también, que le dará un impulso a las doctrinas uribistas dentro del gobierno.
Incluso antes de llegar a Palacio, Arango ya tenía influencia dentro del círculo de Palacio: la jefe de gabinete y una de las figuras más poderosas dentro del gobierno, María Paula Correa, era asesora de Arango, cuando fue la secretaria privada de Uribe, y fue de su mano que entró a la campaña de Duque; Diego Molano, director del departamento administrativo de Presidencia, es amigo de la Ministra desde hace al menos 15 años; y, la carrera pública de Helena Bermúdez, subdirectora de esa entidad, ha estado ligada a la de Arango, primero como asesora de la Secretaría Privada, luego como ministra consejera de ella en Ginebra y más tarde como integrante del equipo de campaña de Duque en la parte logística.
Dada su influencia en este primer círculo de Palacio y el que tenga una personalidad fuerte, que va diciendo lo que piensa, en el Centro Democrático creen que Arango será un contrapoder del empresario Luigi Echeverri, a quien ven con recelo.
Echeverri es un poderoso sin cargo en Palacio pero con mucha influencia sobre el Presidente. Fue el primer jefe de Duque en el BID y su gerente de campaña, y es una voz que el Presidente consulta al menos una o dos veces al mes, incluso sobre nombramientos.
“Es un superasesor externo, muy pendiente de comunicaciones, muy pendiente de temas estratégicos como el manejo del paro”, según nos dijo un alto funcionario.
“Es el verdadero poder en Palacio, porque habla con Ministros, pone funcionarios”, nos dijo un político muy cercano al senador Uribe.
Dice que la ministra TIC, Sylvia Constaín, y la secretaria jurídica, Clara González Zabala, están en sus cargos gracias a Luigi. Un dato que no pudimos verificar de manera independiente, aunque sí constatamos que son cercanas a Echeverri.
Luigi es amigo del expresidente Uribe (su papá, Fabio Echeverri, fue el gerente de sus dos campañas a la Presidencia) y dirige el think tank uribista Primero Colombia. Pero no sólo no tiene relaciones con el Centro Democrático sino que -como nos lo dijeron tres directivos del uribismo con los que hablamos- lo culpan en parte del distanciamiento entre Duque y el Partido.
“Hay muchas figuras que no se identifican con el partido, que tienen afecto por el presidente Uribe que tenemos que valorar y respetar y que seguramente nos estarán acompañando en algunos momentos, en otros no”, nos dijo, en referencia a Echeverri la senadora María del Rosario Guerra, una de las uribistas más cercanas a Palacio.
Tanto Luigi como la Ministra Arango fueron claves en la campaña de Duque a la Presidencia. El primero manejó la plata de la campaña y la segunda los acuerdos políticos dentro y fuera del uribismo.
Pero su relación nunca fue cercana. Al final de la campaña “la pelea era épica y no se podían ni ver”, nos explicó un miembro de la campaña que dice haberlo presenciado de primera mano. Esa misma versión nos la confirmaron seis de los consultados para esta historia.
Consultado por La Silla Vacía, Echeverri dijo que no había pelea sino formas diferentes de trabajar. Arango no nos respondió las preguntas.
La expectativa de varios en el Centro Democrático es que Arango les permita saltarse a Luigi para acercarse más a Duque para conseguir una mayor participación burocrática, y también para que las tesis uribistas se reflejen en la agenda que lleve al Congreso.
Y ahí es donde radicará el dilema de Arango.
Hacia afuera: a cuadrar caja
Como contamos cuando Duque anunció a Arango en Interior, uno de los activos de la funcionaria con el uribismo es que desde que estaba en el ministerio de trabajo, estuvo cerca a las propuestas del senador Uribe como el de darle facultades al Presidente para que aumentara el salario mínimo, la reducción de la semana laboral de 48 a 45 horas y una prima extra para los trabajadores que ganen hasta dos salarios mínimos.
Posturas que la hicieron chocar públicamente con el otro poderoso del gabinete, el ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, a quien Duque también escucha.
Si ella de verdad impulsa esta posición en el Congreso -la de la prima, al menos, seguía viva hacía un mes, según dijeron públicamente Duque y Arango- chocará con otros partidos de la Coalición como Cambio Radical, que tiene una agenda más cercana a los intereses de los empresarios que tendrían que cargar con el costo de estas reformas. Cuando Uribe presentó la propuesta en la Comisión Séptima, Cambio Radical la rechazó.
Aunque las reformas que el gobierno quiere llevar a partir de marzo no están listas y como adelantó el analista Héctor Riveros en esta columna en La Silla, apuntan a ser más ajustes de forma que normas estructurales de fondo, ya se sabe que Arango impulsará una propuesta para acelerar el trámite de la consulta previa, que comenzó a vender en la cumbre de gobernadores como “una herramienta de desarrollo empresarial”.
Como esto significa en la práctica reducir la participación de las comunidades afro e indígenas en la discusión de megaproyectos que se hagan en sus territorios, los liberales se opondrán si son congruentes con las críticas que le hicieron al Plan de Desarrollo el año pasado por no tener una consulta previa ampliada. Gaviria los llamó “los pecados del Plan Nacional de Desarrollo”.
Y está el tema del aborto. Ya Uribe y otros miembros del Centro Democrático dijeron que se debería llevar al Congreso, vía un referendo, para evitar “la laxitud del aborto” que a su juicio trae la ponencia del magistrado de la Corte Constitucional, Alejandro Linares.
Esta posición conservadora de la coalición tradicional de gobierno de Duque chocará de frente con los liberales y con sectores progresistas de La U e incluso de Cambio Radical, y entonces estará en manos de la ministra de la Política decidir hacia dónde inclina la balanza.
Por último, está el tema burocrático, que sigue siendo fundamental para los congresistas tanto de la coalición que quiere armar Duque como del Centro Democrático. Todos quieren puestos y hasta el momento, la orden del Presidente a los ministros -incluso a los recientemente nombrados que vienen de los partidos- ha sido no politizar las entidades.
El ‘computador de Palacio’ lo tiene la secretaría general, pero las solicitudes llegarán directamente a Arango, que es la que negociará las reformas con los congresistas. Si les hace concesiones a la coalición ampliada, el Centro Democrático lo resentirá. Y viceversa.
Por lo que Arango no la tendrá fácil.