Duque, el nuevo mejor amigo de Trump

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Aunque Duque está alineado en los dos temas que le importan a Trump en América Latina, que son las drogas y Venezuela, eso automáticamente no va significar ni más plata ni más atención de la Casa Blanca.

Con la gira internacional que terminó anoche, Iván Duque mostró en Washington que puede llegar a ser el nuevo mejor amigo de Donald Trump en América Latina porque en los dos temas que le importan al presidente gringo en el continente, que son las drogas y Venezuela, Duque está totalmente alineado. Pero, lo más probable, es que esa amistad será a cambio de nada.

La visita

El primer país al que Duque viajó apenas fue elegido presidente fue Estados Unidos.

Eso no es coincidencia pues como lo contamos en su perfil, los doce años que vivió en Washington trabajando para el Banco Interamericano para el Desarrollo y estudiando dos maestrías (una en gerencia de políticas públicas en Georgetown University y otra en derecho económico en American University), determinaron mucho de lo que es él y de cómo piensa. Es un americanista.

En su gira buscó sobre todo ratificar el respaldo a su agenda de endurecimiento a la política de drogas que, como contamos, consiste en apostarle a la represión en todos los eslabones de la cadena del narcotráfico y en retomar la aspersión aérea con drones además de la sustitución obligatoria de cultivos.

Durante los cuatro días que estuvo en Washington hasta el 1 de julio, se sentó con los miembros clave del gobierno Trump en ese tema.

Se reunió con el vicepresidente Mike Pence y ese fue el centro de la conversación junto a Venezuela; se sentó con el asesor de seguridad de Trump, John Bolton; con Jim Carroll, el director de la Oficina de la Casa Blanca de la Política Nacional para el Control de Drogas, Ondcp; y con el secretario de Estado, Mike Pompeo.

Con todos dijo que salió con el compromiso de fortalecer la política de seguridad y que comparten su visión y política de lucha contra las drogas. No es una sorpresa.

Desde que llegó a la Casa Blanca, Trump ha insistido en que en Colombia hay que volver a fumigar la coca.

Una política a la que el gobierno de Santos se había resistido después de que una sentencia de la Corte Constitucional prohibió, por el principio de precaución, usar glifosato para asperjar y porque era uno de los puntos más sensibles en las negociaciones en la Habana por la oposición de las Farc que pedía incluir a las comunidades y apostarle más a programas de sustitución, que en todo caso si funcionan son mucho más sostenibles.

Pero con la estrategia de sustitución que es la que aterriza el punto de drogas del Acuerdo de La Habana avanzando lento y la coca disparada en 209 mil hectáreas (que fue la última cifra que publicó la Ondcp hace unos días), desde antes de que fuera elegido Duque en la embajada de Estados Unidos en Colombia ya se estaban preparando para retomar la fumigación, según se lo contó a La Silla Vacía un funcionario estadounidense que lo presenció de primera mano.

La propuesta de Duque de retomar la aspersión aérea, aunque con químicos permitidos y ojalá con drones, está alineada con esta visión de Trump.

Con esa coincidencia en visiones, durante las reuniones de Duque en Estados Unidos La Silla supo que nunca se mencionó el tema de la descertificación, una amenaza que ronda en el ambiente ante el aumento de los cultivos ilícitos.

Además de la coca, el otro tema central de su gira por Estados Unidos fue Venezuela, que es, para cinco expertos en política internacional consultados por La Silla, el único tema que le importa a Trump realmente en América Latina y en ese frente, Duque también se mostró como un aliado.

Aunque Trump ha dicho que no descarta una “opción militar” para abordar la crisis de Venezuela “es una idea de él, pero que nadie comparte en su Gobierno. No hay en su círculo alguien que esté buscando una intervención militar”, le dijo a La Silla Adam Isacson, director de La Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos, Wola.

Más allá de si decidiera hacerlo, Duque ya se está mostrando como el presidente que en América Latina “está a la vanguardia en criticar a Maduro y eso lo puede volver el nuevo mejor amigo de Trump en el hemisferio”, dice Isacson.

Hace un año, siendo senador y precandidato del uribismo, Duque denunció a Maduro ante la Corte Penal Internacional (apoyado por 76 congresistas colombianos y otros de Chile), por delitos como tortura, asesinato, persecución a un grupo poblacional definido y arrestos masivos.

Ahora como presidente electo y desde Washington, aprovechó todos los micrófonos para criticar el régimen de Maduro.

A la salida de su reunión con Luis Almagro, el secretario general de la Organización de los Estados Americanos, OEA, dijo que había que fortalecer las denuncias contra la dictadura de Venezuela y pidió la liberación de los presos políticos.

También pidió el apoyo de los presidentes de América Latina para apoyar la denuncia que la OEA remitió a la CPI en contra de Venezuela.

La posición de Duque ante Venezuela es tan dura que ya dijo que no mandará embajador.

Pero aún teniendo la misma agenda de Trump y siendo Duque un hombre hecho en Estados Unidos y que conoce muy bien cómo funciona el Congreso y en general la política norteamericana, ser su “mejor amigo” no necesariamente le servirá para conseguir otros propósitos para el país dado que le tocó en la Casa Blanca un presidente totalmente impredecible.

La relación con Trump

“Trump es un tipo en esencia reactivo, es viendo a ver qué provecho saca sin mucho plan de por medio, totalmente coyuntural. No tiene una visión de largo plazo y eso para Duque va ser un malabarismo complicado”, dijo a La Silla una fuente que ha trabajado en las relaciones bilaterales entre Colombia y Estados Unidos y que nos habló bajo la condición de no ser citada.

 

Tan reactivo es que ha salido con declaraciones como “mi botón nuclear es mucho más grande y poderoso que el tuyo y funciona” , respondiéndole al presidente de Corea del Norte Kim Jong-Un cuando dijo tenía en su escritorio un botón nuclear.

Igual puede pasar con la coca.

“Cuando le vuelvan a recordar cuánta coca hay en Colombia, puede perfectamente decir que es un pésimo negocio seguirle metiendo plata a un país que está peor que antes luego de miles de millones de dólares invertidos”, agregó la fuente.

Por eso, aunque desde que estaba en campaña Duque ha dicho que su intención es “desnarcotizar la agenda” con Estados Unidos, es decir, que no hablen solo de drogas, con Trump va ser practicamente imposible lograrlo, según nos dijeron tres fuentes consultadas.

“Los temas bilaterales que no tengan que ver con drogas no le interesan”, dijo a La Silla John Feeley, que fue embajador de Estados Unidos en Panamá y renunció hace seis meses.  “Trump no cree en la cooperación porque dice que no le gusta mandar plata de los ciudadanos americanos a otros países y deben ser ellos los que gasten de su plata. Él no va a abrir su billetera por lo menos hasta que Colombia minimice el flujo de droga producto de los cultivos”.

“Mientras la agenda entre Santos y Obama era multidimensional porque estaban, además de las drogas, temas como el Acuerdo de paz o la Ocde, entre Trump y Duque lo que veo es una agenda más reducida”, dijo a La Silla Cynthia Arnson, directora del programa latinoamericano del tanque de pensamiento Woodrow Wilson Center, de Washington.

Trump tampoco va ser un presidente que empuje para que se cumpla el Acuerdo de la Habana porque no le interesa.

Así que aunque Duque tiene el encanto, sabe venderse bien en el mundo gringo y está alineado con los pocos intereses de Trump en el país, eso automáticamente no va significar ni más plata ni más atención de la Casa Blanca.

 

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