El político tumaqueño volverá a lanzarse al Concejo de la capital, y dejará de insistir en llegar a la Cámara de Representantes.
Escrucería deja su pelea en Nariño para volver a Bogotá
Rafael Escrucería.
El exconcejal de Bogotá Rafael Escrucería, que en la Alcaldía del corrupto Samuel Moreno resultó salpicado por el carrusel de la contratación y hoy dice estar libre de todo lío, aspira de nuevo al Concejo por el Partido Liberal.
Lo hace dejando a un lado la esperanza de convertirse en representante liberal por Nariño, una posibilidad que estaba aparentemente cerca, pero que finalmente desechó.
Como contó La Silla Pacífico la semana pasada, después de que se quemó como candidato a la Cámara en las legislativas de 2018, en ese departamento del suroccidente del país lo señalan a él y a su papá, el exsenador Samuel Alberto Escrucería, de estar detrás de la demanda que tiene suspendido al representante Gustavo Estupiñán por orden de la Procuraduría, y que le permitiría coger la curul a Rafael Escrucería, que es el siguiente en la lista.
Estupiñán aún no se ha caído del todo y por lo pronto está suspendido por tres meses; por eso Escrucería tiene chance, pero ayer le confirmó a La Silla Cachaca que definitivamente aspirará al Concejo de Bogotá, en lo que viene trabajando, de hecho, desde hace tres meses.
“Gustavo Estupiñán, como casi todos los funcionarios, tiene investigaciones; de ahí a tener una certeza de que prosperen y cuándo prosperarán es incierto. Uno no puede depender políticamente de eso”, nos dijo.
Sus movidas para el Concejo se notaron incluso desde abril, cuando el Partido Liberal decidió respaldar a la Alcaldía a Miguel Uribe Turbay y Escrucería estuvo en la foto que formalizó ese apoyo:
Aún falta formalizar el aval de los rojos a él, pero según un concejal y un congresista que consultamos, es relativamente fácil que se lo den porque Escrucería tiene buena relación con César Gaviria.
Por ejemplo, a finales de 2017 logró el aval como candidato a la Cámara por Nariño después de pedir una reunión con el expresidente, y porque “tiene una hoja de vida sin tacha”, nos dijo en ese momento el Veedor del Partido, Rodrigo Llano.
Lo de la hoja de vida probablemente saltará de nuevo en esta campaña porque desde que terminó su periodo como concejal en 2011, a Escrucería se le recuerda en Bogotá como uno de los concejales salpicados por el carrusel de la contratación.
Eso por haber sido amigo del condenado Emilio Tapia y porque después de terminada la Alcaldía de Moreno resultó metido en el grupo de concejales a los que la Fiscalía les embargó bienes por su presunta participación en el carrusel.
Sin embargo, en 2017, antes de su campaña a la Cámara por Nariño, Escrucería le pidió a la Fiscalía que le certificara si él seguía siendo investigado penalmente o si le habían quitado bienes, y la respuesta, que se la pasó ayer a La Silla, fue que no.
La Procuraduría, no obstante, mantiene dos procesos en su contra: uno vinculado al proceso por extinción de dominio junto con otros siete concejales; otro por su presunta injerencia en la contratación irregular de comedores comunitarios junto con otros 12 concejales, que está en etapa probatoria.
Escrucería le dijo a La Silla que nunca lo han llamado a responder por nada, que nunca ha tenido que contratar un abogado y que por eso no entiende por qué en la base de datos de la Procuraduría siguen apareciendo esos procesos en su contra a pesar de ser tan viejos.
Al tiempo, en la campaña también sale a flote el pasado de su familia en Tumaco, de donde es oriundo y donde los Escrucería mandaron por décadas en medio de cuestionamientos que llevaron a su abuelo a morir en una cárcel de Estados Unidos detenido por narcotráfico y a su papá a ser el primer congresista que perdió su investidura, y que hoy sigue haciendo política en Nariño.
Rafael responde: “no tengo absolutamente nada que ver con lo que ellos hicieron ni tengo que responder por eso”.