La Farc enfrenta su primera crisis existencial

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El nuevo partido de la ex guerrilla libra un pulso interno que pasa por la conducción de Timochenko

El mensaje que el jefe de la Farc, Rodrigo Londoño, mandó en una entrevista para El Tiempo al decir que después del supuesto atentado en su contra, todavía tiene “fuerzas” para dirigir el partido no es gratuito. Timochenko lo dice justo cuando adentro hay un debate existencial sobre el futuro de la Farc, que se decantará en abril, cuando tienen convocada la ‘Asamblea Nacional de los Comunes’, la máxima instancia de dirección, y cuando hay un grupo que quiere tumbarlo. 

En esa Asamblea se sientan los delegados de todo el país para elegir a un nuevo ‘Consejo Nacional de los Comunes’, elegir al presidente y, en general, definir la línea del partido para los próximos años. Años que son de vida o muerte para ellos. 

Como solo tienen asegurada su personería jurídica hasta 2026, si no resuelven sus peleas internas, ni encuentran antes de las próximas elecciones un nicho electoral, que claramente no han encontrado a juzgar por lo mal que les fue en sus primeras elecciones locales, podrían desaparecer. 

Una mala noticia no sólo para ellos, sino también para la estabilidad del Acuerdo de Paz que se hizo bajo la consigna de cambiar las armas por las urnas y uno de cuyos símbolos más potentes de éxito es ver a los exguerrilleros defendiendo sus ideas con argumentos en la arena política. Mientras que en otros países con procesos de paz como Irlanda, el partido que era el brazo político de la guerrilla del IRA, el Sinn Féin, está liderando las encuestas a pocos días de las elecciones generales. 

Aunque hay varias facciones, al interior del partido Farc se vive un pulso entre dos fuerzas: una oficial, que cree que aunque es válida la autocrítica, no hay que patear toda la mesa y que para crecer hay que seguir apostándole a buscar coaliciones con sectores que en las armas veían como enemigos; y una más radical, que cree que hay que cambiar de rumbo, incluyendo al capitán del barco, porque ven a la dirección actual desconectada de las bases y de sus principios revolucionarios y “entregada” al establecimiento. 

El pulso

Quienes respaldan a Londoño creen que el partido tiene que hacer un mejor trabajo por conectarse más con sus bases, la mayoría dispersas porque apenas un poco más de tres mil personas viven en los 24 espacios de capacitación y se han ido, en parte, por los atrasos en los proyectos productivos. 

 

“Sabemos que nos falta más comunicación con la gente, pero es que también fue un cambio muy brusco. Es que pasamos de ser una organización que respondía por todo a sus integrantes a un escenario en el que hay que pedirle eso es al Estado. Un partido no puede resolver hasta los más mínimos detalles”, dijo a La Silla la senadora Sandra Ramírez, viuda de Manuel Marulanda, uno de los fundadores de la guerrilla. 

Pero a la vez se reafirman en que tienen que abrirse a buscar coaliciones, como lo han hecho en escenarios como ‘Defendamos la Paz’, en la que están ellos y otros como el ex jefe negociador del Acuerdo del lado del Gobierno, Humberto De La Calle, o exministros santistas como Juan Fernando Cristo o Guillermo Rivera, para defender la implementación. 

“Este es un partido que tiene que hablarle al país, no sólo a sus propios militantes”, dijo a La Silla Pastor Alape, que es el representante del partido ante el Consejo Nacional de Reincorporación, CNR, en el que también se sienta el Gobierno, para aprobar los proyectos productivos para la base exguerrillera.

“Si queremos construir y mantenernos vigentes, hay que sentarse con los que piensan distinto ¿Entonces nos vamos a negar a sacar coaliciones adelante porque hoy es Cambio Radical o porque mañana es con La U? No podemos ver todo blanco o negro”, dice Ramírez. 

Esa visión más pragmática y conciliadora cree que tiene las mayorías para que la Asamblea mantenga ese rumbo, a pesar de que si fuera por votación, Timochenko -como aún le dicen muchos en el partido- no habría quedado de presidente en el congreso fundacional del Farc de agosto de 2017; el que ganó esa elección fue Iván Márquez, hoy rearmado.  

Para esta Asamblea no han definido quiénes votarán.

Londoño y sus más cercanos creen que sólo deberían hacerlo los 4 mil militantes reconocidos, pero hay gente que no ha llenado el formulario que los acredita como militantes pero considera que tiene el derecho a votar por haber estado años en la guerrilla, así no sean activos en el partido. 

Quienes le hacen oposición a la conducción oficial del partido están fragmentados. Hay al menos dos grupos, que a grandes rasgos comparten la visión de que Londoño tiene que hacer algo más que sacar comunicados para quejarse por el incumplimiento del Acuerdo de Paz y que hay que quitarlo de la dirección y buscar más espacios de poder en el ‘Consejo Nacional de los Comunes’.

Uno es el grupo que encabezan figuras visibles como Fabián Ramírez, excomandante del bloque Sur, 'Sonia’, la primera guerrillera extraditada y que ya volvió al país, o Andrés París, que durante años sirvió como vocero de las Farc ante los medios. Como revelamos en La Silla, ellos montaron ‘Corporeconciliación’, un movimiento que dice agrupar a dos mil excombatientes, y que ya tiene estatutos y hasta revista.

Este grupo quiere hacer su reincorporación económica al márgen del partido, mientras que Timochenko y los líderes de la otra visión impulsan la vinculación de los exguerrilleros a la cooperativa Ecomún.

Una persona muy cercana a Ramírez le dijo a La Silla “estamos haciendo una campaña para tomar una decisión en bloque entre todos los que estamos en contra y llegar fuertes a la Asamblea para quitar a Timo. No puede seguir empeñado en dirigir la Farc como si fuéramos una guerrilla, que dice hacemos esto y hay que hacerle caso. No.”

En esa misma línea nos habló París, quien nos dijo “Timochenko no representa ni el 10 por ciento de la militancia (...) hay una convergencia política entre los sectores que estamos en contra por promover una alternativa a ese liderazgo”. Incluso dice que no se han puesto de acuerdo en si lo mejor pueda ser fundar un movimiento nuevo. 

EL otro grupo en esa orilla, con el que según nos dijeron no hay comunicación por ahora, es mucho más radical en el discurso. Es el que encabeza Benedicto González, quien reemplazó al hoy prófugo Jesús Santrich en la Cámara.

“Con ellos no hablamos ni tenemos comunicación porque lo que están haciendo ahí es fragmentar más la reincorporación y eso es desconocer el Acuerdo. No creo que sea la mejor solución”, nos dijo un líder importante de un espacio de capacitación del Caribe, en el que la línea de González tiene apoyo. 

González es visto como “un alfil de Santrich”, como nos dijo una persona de la dirección de la línea de Londoño. 

Desde que Márquez y compañía se rearmaron, ha dicho que el Acuerdo de La Habana es “mezquino”. Incluso hay una versión de una persona que estaba en el chat de ‘Defendamos la Paz’ que nos contó que González se salió del grupo de WhatsApp luego de defender el rearme de sus antiguos camaradas.

“Ahí deja de haber una puja normal entre facciones de un partido, a un sector que podría estar en la ilegalidad”, nos dijo esa fuente, que nos habló off the record

González niega esa versión. 

Nos dijo que no defendió el rearme, que sólo compartió esta entrevista para Telesur, que nos describió como una “afrenta al santismo y delacallismo”. (Le pedimos pantallazos del chat a otras dos personas que están ahí, pero al cierre de esta historia no nos los habían mandado para verificar).

Más allá de si es así, González es un duro crítico de Londoño. 

Su dardo más reciente fue cuando el jefe de Farc salió a agradecerle a la Policía por frustrar el atentado en su contra y González lo criticó por hacerlo antes de respaldar a los dos exguerrilleros que la Fuerza Pública señaló como disidentes y responsables de dispararle por orden de ‘El Paisa’, e investigar si era cierto.

“Aquí hay un clima de estigmatización para todo aquel que no piense como ellos (Londoño y su círculo) desde la salida de Iván”, nos dijo González. “Tenemos que resolver eso y evitar que siga primando en el partido la subordinación a la comandancia de la guerrilla. Ya no somos eso”.

Otros miembros importantes de la dirección no se matriculan con ninguna de las dos líneas pero coinciden en que hay que cambiar por dentro.

“El debate real está alrededor de cómo abordamos el incumplimiento del Acuerdo porque eso es lo que reclaman nuestras bases”, nos dijo otra fuente de la dirección que nos pidió no ser citada. 

“La gente está esperando una postura más fuerte frente a la dirigencia sobre el tema de nuestra seguridad, por ejemplo”, agregó. “No somos una parte cualquiera aquí. Somos una parte firmante. Tenemos que actuar como parte firmante, ser más osados”. 

El nombre que más nos mencionaron en esta reportería para reemplazar a Timochenko fue el de Pablo Catatumbo.

Una alta fuente diplomática nos dijo off the record "él podría ser el candidato aceptado por todos. Tiene diálogo con todos y prestigio a nivel de base". Sin embargo, también nos mencionaron a Victoria Sandino, a Benedicto González y a Pastor Alape. 

Más allá de quien quede, pues eso depende de que en la Asamblea se postulen, el partido enfrentará escenarios distintos según la línea que predomine y en ambos escenarios pueden correr riesgos de cara a su futuro político. 

Los efectos

Si la línea más oficial gana la discusión, es probable que cambien el nombre del partido, como quiere Londoño, y que mantengan a grandes rasgos su postura de buscar los votos desde la base de las coaliciones y sin atrincherarse en la izquierda más radical.

Para lograrlo tienen un reto de aquí a abril. 

Como nos dijo una persona que los conoció en La Habana, “si son percibidos por la base como que están cómodos en Bogotá, Benedicto y compañía les ganan la parada.”

Si esa línea les ganara el pulso, es probable que se vuelvan más agresivos en exigir el cumplimiento del Acuerdo y tomen medidas más fuertes de presión, como parar a sus representantes de las instancias de decisión del Acuerdo, como la Csivi.  

Aunque eso podría acercarlos a una izquierda más radical que probablemente sea un nicho electoral que ni Gustavo Petro les pelearía, corren el riesgo de darle más fuerza a la línea de Santrich y a que a sus enemigos políticos les quede mucho más fácil decir que ahora sí refrendaron la combinación de todas las formas de lucha.

Eso, con Márquez haciendo sus primeras movidas militares, podría, en vez de una solución, ser la receta para la extinción definitiva. 

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