El megaproyecto al que el exgobernador de Santander, Richard Aguilar, le destinó $55 mil millones el cuatrienio pasado va de capa caída y no ha cumplido con las proyecciones económicas con las que se concibió.
La nueva estación del viacrucis del Santísimo
Monumento del Ecoparque Cerro del Santísimo.
Un año después de su inauguración, el Cerro del Santísimo, el controvertido ecoparque al que Richard Aguilar siendo gobernador de Santander le metió $55 mil millones ($42 mil millones fueron de regalías), está lejos de ser el rentable megaproyecto turístico que prometieron y va camino a convertirse en un elefante blanco de la región. Además de que la cadena económica que dijeron que se activaría con la millonaria inversión sigue dormida, el número de visitantes que recibe está muy por debajo de la proyección, y hay inversionistas que empezaron a salirse del proyecto porque les “inflaron las expectativas".
El viacrucis
Desde que fue concebido, el Ecoparque Cerro del Santísimo se convirtió en el proyecto más controvertido de Santander, y mientras que el entonces Gobernador de Santander lo vendió como una obra que jalonaría desarrollo y atraería inversión en la región, en el departamento la obra inició una suerte de viacrucis que cruzó durante todas las etapas de su construcción.
Las implicaciones no eran pocas, Aguilar decidió usar $42 mil millones de regalías -recursos que en esencia deben ser invertidos en satisfacer las necesidades básicas de la población más vulnerable de una región- en un departamento que tiene vías en mal estado, al sistema de salud en crisis y problemas en la educación de las provincias, para llevarlo a cabo.
Aunque inicialmente los reparos fueron dos: el origen de los recursos, y el hecho de que la inversión iba a ser administrada por la Corporación Parque Nacional del Chicamocha, Panachi, entidad que como lo ha contado La Silla maneja como privado los proyectos turísticos de Santander pagados con recursos públicos, en el camino enfrentó cuestionamientos que dieron para todo en el departamento.
En su etapa de formulación, se denunció que la Corporación para la Defensa de la Meseta de Bucaramanga, Cdmb, -la CAR regional- habría tenido vicios en el trámite de las licencias ambientales que fueron expedidas para intervenir las zonas de construcción; cuando fue contratado, el Comité Transparencia por Santander denunció que las licitaciones para ejecutar el proyecto tenían vicios de transparencia; y cuando iba a la mitad, abogados demandaron a la Gobernación porque el principal atractivo del parque era una figura religiosa y por su esencia estaba violando el principio laico del Estado.
En medio de esa ola de críticas, varios fueron los traspiés que sufrió el parque, y aunque, por ejemplo, el Tribunal Administrativo de Santander alcanzó a ordenar que se cambiara el nombre del proyecto y se devolviera la plata que se había invertido en el Cristo por que se destinó dinero público a un fin abiertamente religioso; al final el Santísimo salió avante y el fallo fue revocado por una polémica decisión de la Corte Constitucional emitida por el magistrado Jorge Pretelt (hoy en líos por presuntamente haber recibido plata a cambio de direccionar fallos a favor de Fidupetrol).
Las victorias jurídicas le dieron aire a Aguilar para que reforzara la idea de que el proyecto convertiría a Santander en un “destino turístico de talla mundial” y dispararía el desarrollo regional.
“Este proyecto generará empleo, atraerá inversión extranjera y producirá riqueza”, dijo Aguilar cuando puso la primera piedra.
Con el antecedente de Panachi, que desde 2004 estaba funcionando y que a 10 años de su construcción había atraído a 2,4 millones de visitantes, así como con el espaldarazo de empresarios que veían en el proyecto un nuevo empujón al crecimiento de los indicadores económicos de Santander, en junio de 2015 se inauguró el Cerro del Santísimo con bombos y platillos.
Ese día Aguilar, al frente de un Cristo de 33 metros con ascensores panorámicos, repitió casi que las mismas frases que pronunció cuando puso la primera piedra del proyecto, le dio la bienvenida a la activación de una cadena económica que incluiría a todos los sectores de la región, y cerró su discurso proclamando que Santander, bajo su batuta, había entrado a las grandes ligas del turismo.
Un año y cuatro meses después de su inauguración, la suerte de la millonaria inversión de las regalías no le ha hecho juego a su profecía.
La nueva estación
Aunque el Cerro del Santísimo arrancó con pie derecho y según las cifras reportadas por la Corporación Panachi, en los primeros seis meses de funcionamiento (junio a diciembre de 2015) atrajo a 177 mil turistas, las metas para 2016 van muy por debajo de lo proyectado.
Según el reporte oficial, de enero a hoy al Cerro del Santísimo han ingresado 198 mil personas pagando (otras 34 mil lo han hecho gratis), cuando la proyección para este año estaba en el ingreso de 385 mil turistas; es decir, a menos de tres meses de que se acabe el año, si el parque quisiera cumplir con la meta que se trazó tendría casi que duplicar el número de visitas.
“Aquí lo preocupante es que por ser relativamente nuevo, el parque debería tener muchas visitas. Normalmente la dificultad de los proyectos turísticos está en mantener el pico de aceptación que tuvo en la inauguración, no en buscar que lo visiten cuando es nuevo, y menos cuando tuvo tanta publicidad como el Santísimo”, le dijo a La Silla uno de los empresarios que tiene intereses en el parque.
Adicionalmente, la tan prometida cadena económica no se ha activado aún.
El alcalde de Floridablanca, Héctor Mantilla, le dijo a La Silla que solo hasta ahora se están haciendo esfuerzos entre la Alcaldía y la Corporación conjuntamente debido a que solo hasta este año su municipio, que es en donde está el proyecto, fue vinculado a la junta directiva de esa entidad y quedó con voz y voto.
“Es indudable que el punto de equilibrio del Santísimo está por debajo de lo que se había proyectado, y que la expectativa no se ha cumplido. En Floridablanca ya estamos trabajando para cumplirla”, aseguró el Alcalde.
Por su parte, el director regional de Cotelco, organización que agrupa al gremio hotelero, Marlio Gómez, le explicó a La Silla que aunque la oferta de hoteles ha aumentado en el área metropolitana de Bucaramanga, la demanda lo ha hecho pero muy poco. “En épocas como Semana Santa sí se sintió un crecimiento por el Santísimo, en el resto del año es imposible medir”.
Eso, sumado a que en el otro sector fuerte -el de los restaurantes- también está reportando pérdidas, pone al Santísimo en medio de un panorama poco alentador.
Tres empresarios que han invertido en restaurantes dentro del Ecoparque le dijeron a La Silla que cerraron o están considerando cerrar sus negocios porque el número de visitantes es reducido y en pocas ocasiones consumen dentro del parque.
“Yo me metí en este proyecto porque las expectativas que nos vendieron fueron muy altas, hablaron de que esto iba a ser la panacea, de que el Cristo iba a atraer a todo el mundo, y mejor dicho, que ahora sí había llegado la hora de Santander”, le dijo a La Silla el dueño de uno de los restaurantes del Santísimo. “Yo me lo creí porque con esa inversión no era posible que dejaran al azar si funcionaría o no el Santísimo. Hoy llevo $90 millones en pérdidas e hice una inversión de más de $400 millones”.
La misma versión de ese empresario, la dieron otros dos inversionistas. Uno de ellos ya cerró su restaurante, porque las pérdidas lo ahogaron.
La vía de acceso al parque, cuya pavimentación no ha iniciado aún, la tarifa en temporada baja y falta de mercadeo, son factores que, según los comerciantes, le han jugado en contra al Santísimo.
Sobre lo que está pasando con el Santísimo, el director de la Corporación Panachi, Daniel Valencia, le dijo a La Silla que los restaurantes ya iban a ser utilizados por otras cadenas, que la recesión financiera ha sido uno de los factores que ha afectado la afluencia de visitantes porque “el gasto que primero se recorta es el destinado a diversión”, y que aunque el comportamiento del parque ha estado por debajo de lo esperado, están apostándole a cumplir con la proyección de visitantes con iluminación para la temporada de diciembre.
Pero como explicamos arriba, para cumplir con la meta, el parque tendría casi que duplicar el número de visitantes que ha recibido durante todo el año, y eso pone cuesta arriba el camino.
La reestructuración sigue en veremos
Aunque uno de los caballitos de batalla de la campaña de Didier Tavera fue el de la reforma a la Corporación Parque Nacional del Chicamocha, y cuando se posesionó como Gobernador de Santander insistió en que una de sus primeras movidas estaría en “abrir los libros de la Corporación Panachi” y en elegir a un director a través de un concurso de méritos, nada de eso ha pasado aún.
De hecho, pese a que para esta historia intentamos conocer si el parque estaba en su punto de equilibrio económico, esa respuesta no fue entregada por la Corporación Panachi.
El cálculo tampoco pudimos hacerlo porque de los 198 mil visitantes que han entrado pagando, no nos entregaron información discriminada sobre cuántos lo hicieron con la tarifa completa, cuántos con descuento de adultos mayores y cuántos a través de convenios con precios preferenciales.
Es decir, en la práctica, las finanzas de los proyectos turísticos siguen siendo de difícil acceso pese a que las obras que administra Corpanachi fueron pagadas con recursos públicos.
Además, el otro proyecto que la administración de Tavera anunció que promovería y que está relacionado con la unificación de todos los proyectos turísticos del departamento (tanto los de Panachi, como los del sector privado y las Alcaldías) tampoco ha avanzado.
La Silla intentó conocer la versión de Tavera pero no obtuvo respuesta, igual fue el caso con Mario Hernández, asesor de la Gobernación delegado para Panachi, quien no contestó las llamadas ni los mensajes dejados en su celular.
Con el camino como está labrado, el Santísimo necesitará más que plegarias para resucitar.