A las clínicas y hospitales está llegando material incompleto o que no cumple los requisitos técnicos del Ministerio de Salud. Las clínicas alegan problemas de flujo de caja para comprar materiales.
Al paso que van las ARL, primero llegará el pico de contagio que la dotación completa
Hace dos semanas, el Gobierno le dio a las Aseguradoras de Riesgos Laborales (ARL) un ultimátum de tres días para coordinar con los hospitales y clínicas la entrega de kits médicos. La realidad es que están enredadas para cumplir.
La responsabilidad de que los hospitales y clínicas tengan la dotación necesaria para atender a los pacientes recae principalmente en los empleadores. Pero como el Ministerio de Salud declaró que el coronavirus es una enfermedad laboral para todo el personal de salud, las ARL quedaron con un porcentaje de esa responsabilidad. Y ni ellas ni los hospitales dan a basto.
Según dijo esta semana la Contraloría, apenas una de nueve ARL ya entregó todos los equipos de acuerdo a los lineamientos del Ministerio, que básicamente consisten en entregar batas de manga larga, monogafas, polainas, vestido quirúrgico, visor y respirador N95 a las clínicas y hospitales.
“Las verificaciones muestran que el material entregado hasta ahora dista de satisfacer esos requerimientos”, dice el ente de control.
Mejor dicho, están llegando tapabocas, o monogafas, pero no exactamente las que exige el Ministerio. Por eso ya hay algunas clínicas que se están quejando.
La gravedad de sus quejas es que dado lo contagiosa que es la enfermedad, si el personal de salud no tiene la dotación exigida el riesgo de que sigan muriendo los médicos y enfermeras es muy alto. En lo que llevamos de pandemia, ya han muerto cuatro y se han contagiado 169.
Para poder cumplir, las ARL están en una carrera contra la escasez, la especulación de precios, la logística para despachar los equipos y la presión de otros sectores diferentes al de salud, que también están pidiendo elementos de bioseguridad.
La bomba de tiempo
Este martes, gerentes y directores de varios hospitales se conectaron en videollamada con el Ministro Ruiz, quien los oyó por unos 45 minutos.
Varios de ellos, según supo La Silla Vacía por dos fuentes que estaban ahí, se quejaron por la demora en la entrega de los equipos por parte de las ARL porque lo que hasta ahora ha llegado no es suficiente. Incluso le propusieron al Ministro que las aseguradoras se metan más la mano en el bolsillo.
Una idea que discutieron fue que mientras dure la pandemia, la plata que las ARL les paga a los corredores de seguros, se vaya para la dotación de equipos médicos. Ruiz quedó en evaluarlo.
Hoy, según dos decretos (el 488 y el 500) que sacó el Gobierno a finales de marzo, las ARL deben destinar para la compra de equipos médicos el 7 por ciento de las cotizaciones que hacen mensualmente todos los empleadores al Sistema de Riesgos Laborales.
Ese 7 por ciento, en tiempos normales, se destina así: un 5 por ciento para actividades de promoción y prevención para los trabajadores de sus empresas afiliadas, y un 2 por ciento para actividades de emergencia, chequeos médicos preventivos, etc.
Miguel Gómez, presidente de Fasecolda, el gremio que agrupa a las ocho ARL más grandes del país, dijo que de ese rubro del 7 por ciento, ya han invertido más de 41 mil millones de pesos en comprar 30 millones de elementos de protección como mascarillas, tapabocas, respiradores N95, guantes y batas antifluido para clínicas y hospitales.
También, que están distribuyendo todo progresivamente y con prioridad en las clínicas públicas y privadas de las regiones con más casos de coronavirus. Y que la idea es que más de 19 millones elementos de seguridad alcancen a ser repartidos a todos los departamentos en lo que queda de abril.
Pero lo que hasta ahora ha llegado a algunas clínicas ya muestra los problemas para lograrlo.
Las dificultades
“La gente en las clínicas está muy disgustada porque las necesidades son muy grandes”, dijo a La Silla Juan Carlos Giraldo, director general de la Asociación Colombiana de Hospitales y Clínicas, que agrupa a 320 de estas entidades en el país. “La competencia primaria es del empleador, eso lo sabemos. Pero estamos diciéndole al Gobierno que las ARL podrían poner por encima de lo mínimo y cuando usted va a lo micro se da cuenta que no está llegando ni lo mínimo”.
“Estoy sorprendido viendo el miedo….qué difícil. Ahora estoy además en Antioquia, que las ips están devolviendo las dotaciones porque no cumplen con las especificaciones. Y aquí en Bogotá. Es decir, poquito, tarde y malo”, nos dijo.
Por poner un ejemplo, La Silla supo del caso de un hospital en Bogotá, con más de 170 camas, al que llegó una caja con guantes y mascarillas. La ARL mandó una carta diciendo que esa era la dotación para 50 personas asistenciales y que el próximo envío les llegaría la segunda semana de mayo. El problema es que esa caja tiene que durarle a esas 50 personas 15 días.
“La caja trae 50 mascarillas comunes y silvestres, de las que uno usa para la calle, las desechables. ¿Esa es la dotación que nos van a dar?”, nos dijo la fuente que nos contó ese caso y no quiso ser citada para no meterse en líos con la ARL.
“Hoy recibimos 31 cajas de tapabocas convencionales con 50 unidades por caja, pero eso no es suficiente”, dijo a La Silla Emma Constanza Sastoque, gerente del Hospital Universitario de Neiva. También recibieron 60 caretas y unas gafas. Este hospital público tiene 1712 trabajadores de la salud.
“Las necesidades de este hospital las estamos supliendo con recursos propios, con apoyo de la Gobernación y con algunas donaciones”, agregó.
Justo el martes, por cuenta de la falta de dotación, a Sastoque le tocó lidiar con un plantón de médicos y personal de salud en Neiva.
Llamamos al azar a otros dos hospitales más: al Hospital Universitario de Santander, donde su director, Julián Niño, nos dijo que no le había llegado nada. Dijo que estaban urgidos de tapabocas quirúrgicos N95 y nos compartió un comunicado de Fasecolda en el que, según el cronograma de entrega de los equipos, los recibirán a más tardar a fin de mes; lo mismo nos dijo un director de un hospital del Valle que no quiso ser citado.
Sobre esto mismo alertó la Contraloría en un comunicado que sacaron ayer. “Llama la atención el serio contraste existente entre las cuantiosas inversiones que han tenido que realizar hasta el momento las ESE e IPS para entregar los elementos de protección a sus empleados, comparada con la escasez de guantes y tapabocas sencillos entregados recientemente de algunas ARL, lo que revela también un desacato a la norma”, dice.
También alerta que “Fasecolda haya tomado la decisión de priorizar la entrega de los elementos de protección a unos pocos departamentos del país, en perjuicio de la mayoría”.
Fasecolda dijo a La Silla que van a entregar material en los 32 departamentos, pero comenzaron por donde hay más urgencia dados los contagios existentes.
La Silla Vacía llamó a tres ARL y en ninguna pudimos hablar con voceros.
Pero, según dos altos directivos que si nos hablaron off the record porque no son voceros es que, pese a esas dificultades, hay muchos hospitales a los que sí han llegado los equipos sin quejas ni problemas. Uno de ellos nos dijo que a 700 ya han llegado y nos dio de ejemplo la Marly, la Mederi, la clínica departamental de Nariño y Farallones. "Todo ha sido concertado", nos dijo.
Con base en sus datos, La Silla Vacía verificó con Carlos Sefair, director general de Mederi. Nos dijo que sí han recibido el kit completo y que inicialmente tuvieron dificultad porque les mandaron unos tapabocas pediátricos, pero que la ARL ya corrigió todo y se los mandaron bien.
El director de la Marly, el doctor Luis Eduardo Cavelier, nos dijo que no le había llegado ni el primer tapabocas. “No me ha llegado nada, acabo de colgar con la jefe de almacén. Me dicen que llegan esta tarde o mañana”.
Llamamos también a la clínica departamental de Nariño. Su gerente, Gladys Sierra, nos dijo que ayer “ellos (la ARL) nos entregaron una cantidad de elementos que es mínima frente a los 1200 colaboradores que hay en el hospital. Yo les hice un segundo requerimiento para que me expliquen eso que mandaron qué cubre y por cuánto tiempo. También me manifestaron que harán una segunda entrega”.
Hospitales, sin flujo de caja
Según la ley y el mismo gobierno, la mayor responsabilidad de la dotación recae en todo caso en los empleadores. Ellos tampoco tienen lista la dotación, y están lidiando con problemas estructurales que vienen del pasado.
En una encuesta que hizo la ACHC hace dos semanas a gerentes y directores de hospitales, les preguntaron por cuánto tiempo creían que tenían garantizada la dotación para el personal asistencial y administrativo de cada clínica y hospital. Apenas el 10 por ciento dijo estarlo para cuando se estima que sea el pico, que es la última semana de mayo.
Primero, porque ya tienen sus propios enredos laborales, que están estallando justo ahora.
El personal de salud ha salido a marchar en hospitales como el de Kennedy en Bogotá, o en los hospitales públicos de Quibdó y Tadó en Chocó o en Amazonas alegando que les deben sueldos hasta de seis meses.
Hoy sólo el 25 por ciento de los trabajadores de la salud están contratados directamente por las clínicas, según dijo a La Silla en esta historia Lina Triana, presidenta de la Asociación de Sociedades Científicas del país.
El resto, según ese cálculo, están por prestación de servicios en clínicas, tercerizados, les pagan por eventos o están contratados por sindicatos, que a su vez contratan con los hospitales.
Segundo, porque muchas clínicas y hospitales no tienen la caja para asumir el elevado costo de la dotación que se necesita para atender el coronavirus.
Es una estrechez que se ha agudizado con el coronavirus porque muchos médicos de otras especialidades que no están vinculados directamente con la pandemia no están ganando plata por consultas externas dada la orden de posponer cirugías no prioritarias para liberar camas para los potenciales enfermos.
En la misma encuesta que hizo la ACHC, el 79 por ciento de los gerentes de los hospitales encuestados respondieron que han aplazado o reprogramado sus intervenciones quirúrgicas, que es una de las principales entradas de plata.
“En este momento hay un problema de liquidez tremendo en las clínicas. No hay flujo de caja porque toda la prestación de servicios está a media marcha o concentrada en coronavirus”, nos explicaba por su lado Giraldo, de la ACHC.
Así que mientras las clínicas lidian con sus problemas, las clínicas y hospitales se ven enfrentados a los mismos cuellos de botella con los que se han topado las ARL y todo el que quiera comprar estos equipos a gran escala.
Los cuellos de botella
Hay por lo menos cuatro desafíos.
El primero, en todo el mundo, ha sido la escasez de algunos elementos. Por ejemplo, los tapabocas que mucha gente salió a comprar impulsivamente apenas el Gobierno decretó la emergencia ha sido un problema. Por eso, cuando el Ministerio les ordenó a las ARL meterse a suministrar equipos, ya todas las clínicas, las EPSs, alcaldías y gobernaciones andaban tratando de conseguir y estaban en las mismas.
Lo que más escasea, según la encuesta de la ACHC, son, en este orden, tapabocas, alcohol, batas desechables y guantes, todos claves para alguien que está dentro de una unidad de cuidado intensivo o de cuidados intermedios.
Inicialmente, las ARL querían hacer una compra entre todas por Colombia Compra Eficiente, pero según nos contaron en Fasecolda, no pudieron por lo engorroso y demorado, y entonces cada ARL comenzó a comprar por su cuenta.
Y ahí vino el segundo obstáculo y es la especulación de precios.
Para darse una idea, según la encuesta de la ACHC, los productos que más se han trepado son los tapabocas, el alcohol y la ropa de protección.
Eso, a pesar de que en un decreto que sacó la semana pasada el Gobierno, está prohibido especular con los precios.
“Hace como unas tres semanas comenzaron a aparecer una cantidad de proveedores sin certificaciones técnicas a ofrecer mascarillas, guantes, pero a unos precios razonables. Entonces algunas ARL, con el afán que tenían, empezaron a comprarles y lo mismo les ha pasado a algunas alcaldías y entidades públicas”, dijo a La Silla uno de los directivos de una ARL con el que hablamos.
A ese problema se suma toda la logística para despachar los envíos con material médico.
Por ejemplo, 472, que es el proveedor de envíos del Estado, “no se está comprometiendo con fechas”, nos dijo esa misma fuente. “Entonces claro, el lío no es Bogotá o las ciudades principales; el lío es tú mandar todo a un puesto de salud que queda a diez horas de Cartagena, al Amazonas, a Chocó y comprometerte con fechas”, agregó.
Y encima, según supimos por dos fuentes de ARL distintas y una tercera fuente que lo sabe de primera mano, hay sectores que no están priorizados para la entrega de equipos médicos y que están presionando para que igual las ARL les respondan.
Es el caso del Inpec, por la tremenda bomba de tiempo que hay en las cárceles (ayer confirmaron 40 nuevos infectados en la cárcel de Villavicencio y ya suman sólo ahí 78 infectados) o la Defensoría del Pueblo, que tiene a decenas de sus funcionarios trabajando afuera con población vulnerable.
Ante ese panorama, el Gobierno comenzó desde la semana pasada la compra masiva por parte de Presidencia de 38 mil gorros, 76 mil tapabocas N95, 38 mil batas antifluido, 38 mil polainas (zapatos quirúrgicos), 228 mil guantes estériles, 572 mil guantes no estériles, 76 mil guantes de vinilo y 185 mil gafas.
Todo eso costará en total 1.4 billones de pesos que serán entregados a los hospitales públicos por si llega a faltar equipamiento.
Aunque, por lo visto, los públicos no serán los únicos necesitados y queda un mes para el pico.