Armando Benedetti y Héctor Helí Rojas, las dos caras del referendo reeleccionista

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Dos senadores han sido protagonistas del encarnizado debate sobre el referendo, cuya suerte podría definirse hoy en el Senado. En una orilla está Héctor Helí Rojas. En la otra, Armando Benedetti. Ambos son liberales, pantalleros y a los dos les gusta cazar peleas. Los distancia su posición frente a Uribe.

Héctor Helí Rojas, congresista desde 1986, se opone al proyecto de referendo reeleccionista. Armando Benedetti, congresista desde 2002, apoya un nuevo periodo presidencial de Álvaro Uribe

Dos senadores han sido protagonistas del encarnizado debate sobre el referendo, cuya suerte podría definirse hoy en el Senado. En una orilla está Héctor Helí Rojas. En la otra, Armando Benedetti. Ambos son liberales, pantalleros y a los dos les gusta cazar peleas. Los distancia su posición frente a Uribe.

Héctor Helí, diez años más viejo que Benedetti y con casi dos décadas más de experiencia en el trabajo legislativo, comparte con el comunicador su defensa acérrima de las libertades personales: defienden la eutanasia, los derechos de los homosexuales y de las minorías y se oponen a la penalización de la dosis personal. Los dos son liberales de pura cepa.

Rojas, un hombre disciplinado, estricto y malgeniado, arrancó en el Partido Liberal en 1986 y participó activamente en la Constituyente de 1991 con el ex Presidente César Gaviria. Por eso le indigna que quieran cambiar la Constitución con proyectos como el referendo de reelección presidencial. “Este país con Uribe no tiene futuro porque la concentración tan grande de poder se volvería insoportable con una segunda reelección. Ya todo es del Presidente Uribe y sus amigos,” dice Héctor Helí.

“Lo bueno de que Uribe gane, es que los que vienen detrás, como Andrés Felipe Árias o German Vargas Lleras, no sean presidentes,” replica Benedetti, quien antes de convertirse en el principal defensor del referendo en el Congreso y en un miembro clave de la U, había militado con el Partido Liberal.

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Usted lo que menos se va encontrar en el Congreso son senadores políticos, no hablan, no estudian los temas, un 15% son políticos, yo estoy en ese 15% que se preocupa por estudiar los temas y por tomar posición frente a ellos”.

Yo conozco los medios de comunicación, yo sé a qué hora cierra un periódico, los de radio necesitan una cosa más larga y lo de televisión necesitan un frase corta. Yo sé qué es noticia”.

El tema de la penalización de la droga no es fácil de entender, los que la promueven no entienden que esa ley no sirve para absolutamente nada. No entiende que es un problema de educación y corren desbocados a las medidas coercitivas”.

Con el trapo rojo, este barranquillero alegre de carcajadas sonoras y madrazo fácil, llegó al Concejo de Bogotá en 1998 y a la Cámara de Representantes en 2002. Dice que pasó del liberalismo al uribismo porque estaba enojado con Horacio Serpa “por armar un grupito al que nadie podía entrar”. Benedetti era nuevo en la política, no lo tuvieron en cuenta y se fue. Entonces Alicia Arango, secretaria privada de la Presidencia, le consiguió una cita con Uribe. “Ese día yo fui prácticamente a mamarle gallo” dice, pero le cayó en gracia al Presidente y desde ese momento fue ponente coordinador de casi todos sus proyectos.

De fieles e infieles

Benedetti no votó por Uribe la primera vez, pero en las elecciones de 2006 el slogan de su campaña al Senado fue 100% con Uribe. “Esa era la estrategia, pegarse a Uribe”, dice su asesor de prensa. Por estrategia o convicción, desde entonces se ha convertido en el vocero más fiel de los temas del gobierno en el Congreso, salvo cuando se trata de temas de libertad personal como la dosis personal.

“Defiendo el referendo porque es una iniciativa popular. Pero no firmé las planillas, ni moví un dedo para tramitarlo. No quería meterme con eso”, dice. Sin embargo hoy está metido de lleno en la defensa del proyecto en el Senado. Su papel en los debates es recibir todas las críticas de la oposición porque “los representantes del Gobierno no dan la cara”.

Que no den la cara ha sido precisamente la gran decepción de Héctor Helí Rojas, amante del debate, ha expuesto cuáles son los riesgos que corren las instituciones del Estado si alguien se perpetúa en el poder. El 15 de abril de 2009, en el tercer debate del proyecto de referendo, la oposición expuso por 10 horas sus argumentos y solo su discurso duró cuatro horas. Sin embargo, los senadores que apoyan el referendo no respondieron ni una palabra, simplemente aprobaron el proyecto a pupitrazo.

 

Lo que lo enloquece a uno es estar en un solo oficio. A mi me ayuda mucho tener las dos actividades, cuando me estreso en el congreso, me desestreso en la docencia”.

Nunca olvidaré el dia que aprobamos la Ley de Infancia y Adolecencia. Era un tema que llevaba 15 años sin concretarse. Logramos una visión muy importante de los derechos de los niños. Esa es la ley que más me ha satisfecho”

Los falsos positivos, las chuzadas a las altas cortes, la oposición del Gobierno a la ley de victimas, es un desastre humanitario. Pero lo peor es tener una sociedad ciega, sorda y muda que aplaude a su gobernante sin pedirle cuentas”.

Ese día se sintió tan decepcionado de un Congreso que no escuchaba razones que habló con su esposa, sus hijos y dos compadres y les consultó la idea de postularse como precandidato presidencial en la consulta del Partido Liberal. Lo apoyaron y aunque nunca soñó con ser Presidente, hoy se prepara para una campaña –en la que las encuestas no le son favorables- con el ánimo de que sus argumentos sean escuchados y con la intención “de cambiar algo en el país”.

Benedetti dice que por ahora lo único que tiene en mente es ser senador de nuevo. “No tengo las ambiciones desmesuradas que tienen otros compañeros”, dice. Aunque no quiso referirse a nadie en particular, los blancos de sus críticas son muchos, y paradójicamente, miembros del gabinete del Presidente.


Dice que todos son malos y que sólo se salva Juan Manuel Santos. Del canciller Jaime Bermúdez, dice: “que no entiende que llegó Obama y todavía sigue con esa ridiculez de traer congresistas a Colombia para que aprueben el TLC... hace una cantidad de cosas tontas. En Colombia hemos perdido el liderazgo que teníamos en América Latina hace 13 años”. De Andrés Felipe Arias, dice que es “lo peor que le ha pasado al gobierno.” Y así, va hablando mal de cada uno.
 

Iguales y distintos 

Es que si en algo se parecen los dos ponentes del referendo es en que no le tienen miedo a la confrontación. La palabra con la que sus compañeros más definen a Héctor Helí en el Congreso es “controversia”. “Es buen parlamentario, él es así la chispa de los debates, es cañador, apuesta duro,” dice Hernán Andrade. En ocasiones, como él mismo lo reconoce, es intolerante y hasta agresivo. “Antidemocráticos, fascistas o lambones” son algunas de las palabras que utiliza el senador Héctor Helí Rojas en sus discusiones.


En una de esas peleas, la ex senadora Gina Parody lo tildó de machista cuando Rojas dijo que las mujeres de edad avanzada tenían dificultades para tener hijos. A Nancy Patricia Gutiérrez, ex presidenta del Senado, y a Hernán Andrade, actual presidente, amenazó con denunciarlos ante la comisión de ética por la forma en que manejaban las plenarias. A la senadora Elsa Gladys Cifuentes le dijo en un debate sobre detención preventiva que estudiara las ideas de Hitler para que este proyecto de ley, que pretendía autorizar la detención por sospecha, le quedara mejor.


Benedetti tampoco teme a la confrontación. “Por eso a veces puedo ser hasta peligroso”. Pero sus críticas las ventila más en los medios que en el Capitolio. Esa es otra similitud entre ambos: los dos están permanentemente en los medios. Aunque Héctor Helí nunca ha tenido jefe de prensa, los periodistas lo conocen por sus debates, lo citan y lo entrevistan, pues les mete humor, uno que otro vainazo, referencias históricas y argumentación seria. Benedetti, en cambio, conoce los medios como la palma de su mano porque él fue periodista. Trabajó como editor político de El Tiempo y en el noticiero QAP. Siempre está disponible para los reporteros, y cómo tiene claro lo que es noticia, siempre logra meter sus comentarios en las notas.

Aunque hoy se encuentran en el mismo lugar, arrancaron en puntos muy diferentes. Héctor Helí nació en los campos del municipio de Cómbita, Boyacá en una familia de clase media. Es el mayor de 10 hermanos que crecieron mientras ayudaban a sus padres a trabajar en los cultivos. En medio de sembrados de papa y de duraznos aprendió lo que significa la tierra para un campesino. “En este país la tierra ha quedado en manos de los más fuertes”, dice y baja la mirada. “Los paramilitares, la guerrilla y los narcotraficantes se han apoderado de ella. Tenemos millones y millones de personas que no tienen ni un metro de tierra. Si no hay acceso a la tierra no va a haber paz”, advierte.

En un colegio público de Cómbita, junto con sus hermanos, estudió la primaria y el bachillerato. En 1972, motivado por el deseo de trabajar por otras personas, llegó a la Universidad Externado de Colombia en Bogotá a estudiar derecho. Y desde entonces, nunca ha salido de la universidad, ha estudiado todo el tiempo y combina su trabajo como congresista con la docencia. En las aulas permanece durante 15 horas cada semana.

Él quería ser un buen abogado y un profesor de derecho al que sus alumnos recordaran. Pero fue un grupo de amigos y de personas a las que defendió como abogado, quienes lo convencieron, lo postularon y lo eligieron como Representante a la Cámara por Boyacá. Llegó al Congreso con 28 años, sin haber sido concejal ni diputado. “Nunca había usado una recomendación política, no tenía jefe político ni conocía la clase dirigente cuando llegué en 1986”, dice.

Meses antes de ser elegido como Representante a la Cámara, fue la toma del Palacio de Justicia y allí murieron sus profesores y sus amigos del alma: Alfonso Reyes Echandía, Manuel Gaona Cruz, Ricardo Medina Moyano, José Eduardo Gnecco, Eduardo Antanas Rozo y el magistrado auxiliar Emiro Sandoval, al que tanto quería y con el que compartía tardes de lecturas y de estudio. A pesar de que Héctor Helí sabía que la injusticia y la corrupción abundaban, tenía esperanza. Desde la política podría defender lo más preciado que tiene el hombre: sus derechos.
 

Como los de Héctor Helí, los votos de Benedetti también son en su mayoría de opinión, aunque él creció en un ambiente político. Su papá, el ex ministro Armando Benedetti Jimeno, lo llevaba a hacer campaña desde que era pequeño, y aunque siempre perdió en sus aspiraciones políticas al Concejo de Barranquilla y al Senado, eso no asustó al niño que ayudaba a entregar volantes y que desde ese momento quiso ser político. “ Mi papá me regañaba por todo”, recuerda. Pero también dice que fue su polo a tierra y la razón para que hoy sea congresista. Su mamá, en cambio, le enseñó a ganar, a tener todo lo que quería, a ser consentido… lo mal crió. Benedetti se ha casado dos veces y ahora está separado. Tiene dos hijos, una mujer de 22 años de su primer matrimonio y un niño de 8, del segundo. Ahora tiene novia y se quiere casar de nuevo.

Héctor Helí, en cambio, es sinónimo de estabilidad. Tiene una esposa hace más de veinte años y tiene tres hijos: un abogado, una economista y una periodista.
A Héctor Helí Rojas y a Armando Benedetti estarán una semana más en el epicentro del debate, que será el máximo tiempo que se tome el Senado para aprobar el referendo.
 

¿Y después? Capitalizarán estos 15 minutos de fama. Héctor Helí en la consulta liberal y Armando, en la próxima legislatura como el más confiable uribista.

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