Así arranca la Unidad Nacional el año “para la paz”

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Si los discursos del 20 de julio del presidente Santos y del presidente del Congreso Juan Fernando Cristo son algún indicativo, el Gobierno está esperando que para finales de este año ya esté firmado el Acuerdo de Paz con las Farc. Para lograrlo, necesita que la Unidad Nacional le funcione como un relojito no solo como coalición legislativa sino como coalición política.

Así es el estado de la Unidad Nacional ahora que comienza la legislatura que tendría que sacar adelante no solo la reglamentación del Marco para la Paz sino de las reformas que se deriven de un eventual Acuerdo de Paz.

Si los discursos del 20 de julio del presidente Santosy del presidente del Congreso Juan Fernando Cristo son algún indicativo, el Gobierno está esperando que para finales de este año ya esté firmado el Acuerdo de Paz con las Farc. Para lograrlo, necesita que la Unidad Nacional le funcione como un relojito no solo como coalición legislativa sino como coalición política.

Así es el estado de la Unidad Nacional ahora que comienza la legislatura que tendría que sacar adelante no solo la reglamentación del Marco para la Paz sino de las reformas que se deriven de un eventual Acuerdo de Paz:

 

Los conservadores seguirán en la Unidad Nacional, a menos que en su convención nacional de fin de año se decida lo contrario (algo muy improbable teniendo en cuenta que a Santos aún le quedará medio año de Gobierno y arranca en firme la época electoral, en la que nunca sobra estar del lado del que gobierna). Pero además, para la legislatura que arrancó el sábado los conservadores están firmes en su actuar como bancada conjunta al lado de La U.

Sin embargo, como es conocido, la mayoría de los azules no sólo es más uribista que santista sino que siente que Santos le ha dado un tratamiento de tercera a la colectividad durante el Gobierno. Algo que Santos ha tratado de subsanar con "mermelada" como la que recientemente les dio al nombrarles al ministro de Agricultura, Francisco Estupiñán.

Algunos conservadores están en coqueteos discretos con el expresidente Uribe, comenzando por su director, Ómar Yepes, quien se reunió hace poco con Uribe en presencia de José Félix Lafaurie y Luis Alfredo Ramos. Yepes, no obstante, no habló con Uribe de ninguna coalición con el Centro Democrático. Y Uribe tampoco se lo pidió. Lo cierto es que no es posible esta coalición, pues no está permitida por ley. Así que los conservadores uribistas que quieran la reelección (que son los 22 senadores actuales) tendrán que quedarse en la lista azul quieran o no.

Si durante esta legislatura es aprobada la ley que permite presentar listas por coalición al Congreso, y esto incluye a los partidos mayoritarios, este panorama podría cambiar pero para ello falta un buen trecho y hay que ver si este proyecto se mueve pronto en el Legislativo.

 
 

La U, el partido que avaló a Santos en 2010, se enfrenta al reto de no dejar que los liberales le terminen de quitar el papel como columna vertebral de la coalición de gobierno, además de la amenaza de salida de dirigentes y militantes hacia el Centro Democrático. Mantener sus 28 curules en el senado y las 48 en la Cámara no va a ser una tarea sencilla, empezando porque Juan Lozano, su cabeza de lista en 2010 y el senador más votado con 212 mil sufragios. Sin embargo, es el partido con la mayor cantidad de alcaldes y concejales, además de buenas relaciones con funcionarios claves como el secretario general de Presidencia, Aurelio Iragorri, que es el hijo de uno de lo copresidentes del partido y maneja el computador de Palacio.

En general, el partido sigue cerrado en torno a Santos, como lo han demostrado sus recientes pronunciamientos para apoyarlo en el manejo de los paros y en sus señalamientos al senador Robledo. Además, lo invitó al “retiro espiritual” del final de esta semana en el que se van a tomar decisiones fundamentales para las elecciones del 2014.

Aunque por ahora las fuerzas mayoritarias están con Santos, existen algunas excepciones. La más notable es la del senador Juan Carlos Vélez, quien es abiertamente uribista pero no puede lanzarse por otro partido o movimiento por la prohibición de la doble militancia. Pero hay otros casos como el del senador Jaime Alonso Zuluaga, primo y aliado político de Óscar Iván Zuluaga, de la sendaroa Claudia Wilches, del representante a la Cámara por Bogotá Miguel Gómez Martínez o el nariñense Manuel Enríquez Rosero.

El caso de Rosero puede eventualmente complicar las reformas relacionadas con la paz, puesto que como presidente de la Comisión Primera, a donde llegarán primero estas leyes, puede convertirse en un palo en la rueda. Rosero será apoyado para obtener esta presidencia por buena parte de La U, como se lo confirmó un senador de ese partido a La Silla, y probablemente por los conservadores. El liberal Juan Manuel Galán también intenta llegar a ese cargo. Su nombre le convendría más al Gobierno, pero lo más seguro es que La U y los azules no quieran dejarle ese puesto a los rojos que ya tienen la Presidencia del Congreso.

En todo caso, dado que la U actuará en coalición con los conservadores lo que las convierte en la bancada más grande y tendrá el permanente coqueteo del Centro Democrático, harán sentir su permanente capacidad de presión sobre el Ejecutivo para sacar dividendos electorales en el 2014 y para evitar que el Gobierno sea excesivamente generoso con las Farc.

 
 

El Partido Liberal está en el plan de consolidar su importancia dentro de la Unidad Nacional. Con presidente del Congreso, militantes o personas cercanas ocupando los ministerios de Interior, Trabajo, Justicia, Salud y TIC, y proyectos de ley de su cosecha como la reforma pensional, tendrá como mantenerse en la primera línea de los medios y en la burocracia. A esto se suma tener un político hábil liberal como presidente del Congreso.

La estrategia, que ya viene de tiempo atrás, es hacer de Santos su candidato presidencial (no se ha hablado de iniciar un proceso para tener candidato propio ni nada semejante) y fortalecer su importancia política por la vía de esa incondicionalidad.

La casi segura presencia de Horacio Serpa como cabeza de lista al Senado es una jugada para moverse a la zona más despoblada de la unidad Nacional: en vez de pelearse votos de centroderecha con sus aliados en la coalición, con Serpa se mueve hace la centroizquierda. Con la indefinición de la posible alianza entre el Partido Verde y Progresistas y el obstáculo del umbral para esas otras fuerzas de centroizquierda, la realidad política puede ayudar a que esos votos se vayan a la lista liberal.

Con todo eso, los liberales buscan aumentar su presencia en el Congreso, pasando de las 17 curules que obtuvo en 2010 a por lo menos 22. En la Cámara también aspiran a tener más que las 38 actuales. Y eso a pesar de que no se van a presentar caciques locales como Camilo Sánchez y figuras nacionales como Simón Gaviria, el representante que llegó con más votos en 2010.

 
 

El partido de Germán Vargas Lleras, Cambio Radical, está a la expectativa. Vargas acaba de regresar de vacaciones y hasta ahora va a empezar su labor en la campaña reeleccionista de Santos. Lo que está claro es que el futuro del partido está dentro de la Unidad Nacional.

Su bancada en el senado (de ocho senadores y 16 representantes) ha mantenido una relación difícil con Vargas, incluyendo los roces por los avales para las elecciones locales de 2011 y para las elecciones atípicas de Cartagena hace algunas semanas. Aunque Vargas ha dicho que no participará en la elaboración de las listas de su partido en las próximas elecciones, tanto su partido como Vargas se necesitan mutuamente.

Al partido lo rodea la duda de alcanzar el umbral. En 2010 obtuvo 861 mil votos y el umbral estará entre 450 y 500 mil. El problema es que su mayor elector en esa ocasión, Javier Cáceres con 84 mil votos, fue condenado por parapolítica; el segundo, Fuad Char, se va a retirar y aunque mantiene la alcaldía de Barranquilla, Elsa Noguera no logra las excelentes cifras de popularidad de Alex Char; la tercera, Daira Galvis, acaba de perder el pulso por la alcaldía de Cartagena con su candidata María del Socorro Bustamante. A menos de que vuelva a tener el empuje de un Vargas Lleras candidato, el panorama se ve difícil.

Lo que sí se ve claro, por ahora, es que Cambio se la juega con Santos. No sólo porque Vargas vaya a ser su jefe de debate y porque, según Semana, ya haya nombrado a Alex Char como el gerente de la campaña en la costa Caribe, sino porque si para evitar desaparecer decide aliarse, tendría que hacerlo los liberales o con La U, partidos que van con Santos.

En todo caso, para que eso ocurriera el Congreso tendría no solo que apoyar el proyecto de ley que permitiría las coaliciones para el Congreso a partidos con menos del 12 por ciento de la votación, como Cambio Radical, sino aclarar que esas coaliciones se podrían hacer con partidos mayoritarios. Y eso no le convendría al gobierno, que podría ver a conservadores o miembros de La U aliados con el Centro Democrático.

 
 

Como ha contado La Silla Vacía, el Partido Verde está fracturado y en una encrucijada grande, más todavía desde que murió Gilma Jiménez, su gran electora, que les pusó 207 mil votos de los 450 mil que necesitan para pasar el umbral.

Aunque los verdes siguen formalmente en la Unidad Nacional y tienen representación burocrática con Lucho Garzón como Alto Consejero, todo parece indicar que tienen un pie afuera. Por un lado, en la última reunión decidieron nombrar compromisarios para buscar una alianza con Progresistas, un partido que claramente está en la oposición a la coalición de Santos. Una alianza que busca no solo llevar una lista conjunta al Congreso en el 2014 sino un candidato propio, distinto al presidente Santos.

La otra ‘facción’ de los verdes, representada por los peñalosistas, también ha dicho que apoyaría una eventual candidatura de Enrique Peñalosa. Entonces, por donde se le vea no parecen muy jugados por la Unidad Nacional.

El problema para los Verdes es que después de la declaración de Clara López, la presidenta del Polo, rechazando una ley que permita las listas de coalición para los partidos minoritarios en el Congreso, la promesa que les hizo Juan Fernando Cristo de impulsarla está haciendo agua. La Silla sabe que el Partido Liberal, por ejemplo, tiene serias dudas de apoyar esta iniciativa. Sin esta ley, la alianza Verde-Progresistas se quedará a nivel del discurso y con las fracturas existentes dentro de los verdes, existe la posibilidad de que desaparezca. Ante esta eventualidad, los congresistas John Sudarsky, Jorge Londoño, Félix Valera y Alfonso Prada podrían buscar refugio entre los liberales, la representante Ángela María Robledo seguramente se quedará con un proyecto de tercería y Romero, el que heredó la curul de Gilma, se irá con Progresistas.

Su salida de la Unidad Nacional, en todo caso, tendrá poco impacto sobre la coalición, dado su tamaño, y también su decidido apoyo al proceso de paz.

 
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