Bailando cumbia con las Farc

Silla Santandereana

La X conferencia no es el cuarto de hora de fama de las Farc. Es el inicio de una nueva forma de lucha. Cámaras y micrófonos, en vez de fusiles.

Bienvenidos y disculpen. Son las 7 de la mañana. Sobre una gran tarima, con tres pantallas led que magnifican la escena, está Timoleón Jiménez o Timochenko, comandante en jefe de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia - Ejército del Pueblo. Está a punto de pronunciar el discurso inaugural de la X Conferencia. Será la última de esta guerrilla que lleva 52 años de lucha armada y ha decidido abandonarla.

La X Conferencia es el plebiscito interno de las Farc. Allí están esa mañana los 207 delegados que asisten a la conferencia, más otros guerrilleros del Bloque Oriental que están asentados en las sabanas del Yarí.

Son los frentes que comandaba Jorge Briceño, alias el Mono Jojoy, que se sienten orgullosos de haber sacado a plomo a los paramilitares de esta región y que alguna vez planeaban dominar todos los llanos orientales para luego avanzar hasta cercar a Bogotá y tomar el poder por asalto. Nunca lo lograron. Jojoy fue abatido en la operación militar Sodoma, el 22 de septiembre de 2010, con un bombardeo aéreo.

Entre los guerrilleros presentes en la Conferencia están los hijos de su líder fundador, Manuel Marulanda Vélez, y todos quieren tomarse fotos con ellos.

 

La guerrillerada usa boinas negras o verdes, pantalones de bolsillos, botas pantaneras. Pero no llevan sus fusiles y algunos exhiben camisetas de colores estampadas con las caras del Che Guevara, de la bandera cubana, de la paz. Están atentos a lo que dirá Timochenko, o como le dicen cariñosamente entre la guerrillerada, el "camarada Timo".

Y están los medios de comunicación. Demasiados medios para una guerrilla que nunca ha visto un enjambre de reporteros, fotógrafos, videógrafos, productores, de radio, de televisión, de las agencias, de los medios tradicionales, de los nuevos medios y de medios alternativos, nacionales e internacionales, documentalistas, freelancers, de publicaciones académicas y otros que se han colado para ser testigos de este momento.

¿Quién se siente más intimidado? ¿Quién es el más curioso? Hay miradas matadoras, inquisidoras, pero también seductoras, acompañadas de una media sonrisa tímida, que logra traspasar la barrera invisible que separa a la guerrillerada de la prensa.

Suena el himno de Colombia. Suena el himno de las Farc. Timochenko está acompañado de los otros miembros del Secretariado. Son todos hombres, algunos de boina, otros no se cubren las entradas ni las canas, ni las panzas, que se lucen más porque todos usan camisetas blancas con el logo de la Conferencia: las siluetas de los legendarios jefes en aguamarina. Marulanda, Jacobo Arenas, Alfonso Cano. Algunos llevan anteojos, entre ellos Timochenko, que, papel en mano, va a pronunciar las palabras inaugurales ante un público que espera un gran discurso.  

Empieza así: "Quiero saludar, primero que todo, a más de dos centenares de medios de comunicación, nacional e internacional, que han hecho presencia. Aprovecho para pedirles que nos disculpen, si de pronto no los atendemos con la suficiente diligencia y no llenamos todas sus expectativas".

Timochenko no habla como un jefe militar. Lo hace como el anfitrión de un evento, la presentación en sociedad de la guerrilla, que está preparándose para salir a bailar a la pista política nacional.

Los medios de comunicación son los invitados VIP, con los que aspiran bailar pegadito y sabrosón en estos días, a pesar de su reticencia, su desconfianza, su marcada distancia.

Un viaje largo

Bienvenidos y hagan sus reservas en avión, en chiva o en campero. Lleguen a La Macarena, Meta o a Florencia, Caquetá y de allí a San Vicente del Caguán. Viajen aproximadamente 6 horas por carretera destapada hasta El Diamante y ojalá que no llueva porque aún las camionetas de doble tracción se entierran. Aprovechen el paisaje de esta parte del país que casi todos desconocen: sabanas de pastos altos, salpicadas por uno que otro parche de bosque tropical, cada vez más reducido por la tala y quema de árboles. El humo se ve desde kilómetros y su gris es lo único que mancha el horizonte, hasta que al atardecer, el sol, como una yema de huevo líquida, se derrame sobre el cielo.

Bienvenidos y disculpen las condiciones: el polvero, la falta de luz, de señal telefónica y de internet. Traigan botas pantaneras, usen sudaderas, repelente para los bichos y bloqueador solar.

Traigan su comida -si quieren- porque el precio del almuerzo será de 15.000 pesos. Para el alojamiento hay tres opciones: zona de camping, un galpón con camas o campamento guerrillero.

Esta última opción ofrece la oportunidad de vivir la experiencia fariana: caletas en vez de camas, chontos en vez de baños, economato y rancha, en vez de cocina, aula de clase al aire libre y la gran tina colectiva, un brazo de río en donde nos bañamos todos en frente de todos. Hay algunas armas. ¿Cuántas? Lo que no hay en este campamento, tan cómodo, son polígonos, zonas de entrenamiento y de adiestramiento militar. Quizás sea la prueba piloto de lo que, dicen, podría ser un futuro proyecto de turismo ecológico. ¿La aventura Farc?

Un mapa de esos que dice "usted está aquí" muestra que los campamentos están a varios metros de la gran carpa, en donde hacen las ruedas de prensa.

Funciona con planta eléctrica y, a medio día, la sala de prensa se convierte en el sauna de prensa.

Al lado está la zona de comidas e hidratación, que funciona a través de un servicio de catering, tipo buffet, pero también venden café, chucherías, gaseosas heladas, cerveza y Old Parr, condones, toallas higiénicas, chocolates. Y, para cuando necesite, en la parte trasera están los baños, casetas de plástico portátiles que aunque los limpian a diario, huelen. La dicha de ser tantos.

En medio de todo, en medio de la nada, sobre el piso de greda roja, al que le echan cascarilla de arroz para que no se vuelva un lodazal, es un lujo haber montado esta infraestructura en las sabanas del Yarí.

¿Cuánto cuesta todo esto? ¿Quién paga todo esto? Solo para prender las luces de la tarima, unas cien, se necesitan 5 plantas, alimentadas a diario con una caneca de gasolina, que viene de la bomba Terpel que se instaló en la parte más alta de la conferencia. Especulamos sobre los costos mientras comemos goulash, arroz blanco, uvas chilenas.

Por si nos aburrimos, por si no tenemos qué hacer, proyectan películas y documentales sobre la vida del Che Guevara o el fotógrafo Sebastiao Salgado, entre otras. Hay ventiladores prendidos, una pantalla plana por donde vemos lo que los medios ¿nosotros? estamos transmitiendo de esta X Conferencia. Y escuchamos cómo se prepara ya la fiesta en la zona de conciertos. Retumban los bajos de la música que están ensayando. ¿Qué es lo que vamos a celebrar?

Quizás un reencuentro.

¿Entre las Farc y los medios? Por ahora, entre los periodistas y los periodistas. Los veteranos, los que cubrieron el proceso del Caguán y se conocen los chismes del Secretariado han vuelto. Los que se arriesgaron a ir a los campamentos guerrilleros, cuando no podían ni prender cigarrillos, en medio de combates. Están los nuevos, porque son muy jóvenes, o porque trabajan en los nuevos medios digitales y alternativos. Y están los militantes de la causa fariana.  Son colombianos y son extranjeros, usan kufiyas palestinas, camisetas o gorras chavistas, cargan una bandera etarra, aplauden en las ruedas de prensa y se toman selfies con los miembros del Secretariado después de una entrevista. Han venido para esto.

¿Qué es esto?  Esto es, oficialmente, la X Conferencia, pero empieza la música y empiezan los chistes. Podría terminar siendo un festival-musical-político-alternativo: Farcstock, Farc al parque, Farcpalooza, Farcpicnic.

Corremos el riesgo de trivializar lo que está pasando aquí por distraernos con "el evento". No vinimos a hacer una nota de farándula fariana, fuimos invitados, a través de una convocatoria pública, en la que, después de deliberar por una semana, los delegados votarán si aprueban o no los acuerdos de paz celebrados en La Habana. Ya sabemos que los van a aprobar, las Farc son una organización política, el debate existe, y ya estudiaron y discutieron en sus respectivos frentes las 30 tesis de la conferencia. Las sesiones de estos días son los debates finales.

Pero también hay una línea vertical y lo que los comandantes negociaron en La Habana difícilmente tiene revés.

Entonces, si sabemos de antemano el resultado de la conferencia y no tenemos mucho acceso a los delegados para saber qué ha transcurrido internamente, ¿a qué venimos los periodistas? ¿Venimos a bailar?

No vayas a bailar. Es la recomendación de las periodistas que cubrieron el Caguán y quedaron retratadas en las fiestas de entonces con la mano de un guerrillero en la cintura.

El paso de la guerrilla

Las Farc marcan el paso desde el primer día de la Conferencia. Y empiezan con el pie izquierdo.

El discurso de Timochenko no es un discurso memorable, habla de la dinámica de la conferencia y frases que ya ha repetido en anteriores ocasiones y que dirán también otros miembros del Secretariado: "En esta guerra no existen vencedores ni vencidos."

La rueda de prensa, horas más tarde, con Mauricio Jaramillo, comandante del Bloque Oriental, no ofrece nada de eso que los periodistas esperamos: una noticia, una chiva, una buena cita, algo. "El médico no sirve para esto", concluyen algunos periodistas.

Y los guerrilleros dicen que los periodistas no aprovechamos la rueda de prensa. Me dice un comandante, profesor de una escuela de mandos y muy hábil en hacer análisis con el método dialéctico, que ha estado analizándonos desde que llegamos. Cuestiona las preguntas que hacemos. Se nota el profundo desconocimiento que tenemos de las Farc, de su forma de hacer política y entender la democracia. Se ríe de los periodistas que le han preguntado: "¿Están dando un salto al vacío?"

Cambio de pareja

A la mañana siguiente, Iván Márquez da el "briefing". Sí, las Farc está hablando en esos términos.

Márquez lanza la frase de la mañana: "Los guerrilleros cuando opinan, opinan con el corazón". Dice que han vivido un momento "apoteósico" con la llegada de los 24 prisioneros que el gobierno dejó salir desde varias cárceles para venir a la Conferencia y que representan la voz de unos 4.000 que están tras las rejas. Los periodistas quieren preguntar detalles, pero no. No hay más, por ahora.

Solo los fotógrafos podrán ir al sitio donde deliberan los delegados a hacer unas tomas. Los demás, debemos esperar en otra parte.

Pero hay una buena noticia, las Farc han dado permiso a toda la guerrillerada de dar entrevistas libremente, de contar sus dramáticas historias de vida. Quizás alguien le informó al Estado Mayor que, sin solicitarles permiso, eso ya estaba sucediendo. Quizás siempre estuvieron autorizados, aunque algunos decían que no. ¿Formas de despistar o de seducir al enemigo? Es inevitable hablar de todo y de nada cuando se vive en comunidad y para eso también nos invitaron a los campamentos.

Con cámaras, micrófonos, grabadoras y la libreta de reportería en la mano estamos saliendo en busca de esas historias que Timochenko ha dicho que los medios de la burguesía no han contado. ¿La del buen fariano?

El cliché de la guerrillera linda y dulce y el héroe de guerra que ha quedado lisiado. Y los encontramos en un campamento a la medida y queremos que nadie más entreviste a "nuestros personajes". "La mía ya está hablando con otro periodista", me dice un colega, como si le estuviera siendo infiel.

Muchos quieren con la guerrillera mona o la pelirroja, la de la melena hasta la cintura, que posa cargando su fusil y en el concierto de la noche intentará bailar merengue con un fotógrafo italiano.

Voy a otro campamento, al del Frente 15 y la columna móvil Teófilo Forero.

Eider, un flaco de 22 años, me sonríe y me invita a conversar. Me dice que llegué tarde al almuerzo que hicieron. No fue cancharina. Cocinaron carne de res frita, arroz, plátano maduro e hicieron limonada para 200 personas, muchos de ellos, periodistas. Nunca había visto a tantos.

"El camarada Iván Márquez nos contaba que en La Habana no eran más de 60. Y aquí parece que hay 900 periodistas", dice. "Para nosotros es muy importante contarles qué somos nosotros como guerrilleros. Estamos contentos de tenerlos acá".

Esta es la cuarta entrevista que ha dado en el día. Le han preguntado las mismas cosas en todas: cuántos años tiene, cuando ingresó a la guerrilla, qué le parece el proceso de paz. ¿Y de la guerra?

"De la guerra casi no me han preguntado ni eso de ver morir compañeros o matar gente". Pero ayer le pidieron que posara con una ametralladora.

Le pregunto si le incomoda que le tomen fotos, posar ante el lente. "Ustedes han venido a eso, no nos incomoda. Entendemos que es el trabajo de ustedes", dice.

Le pregunto cuál es la imagen que quiere proyectar. "La imagen es lo que cada persona se lleve. Lo que hayan visto y sientan. Cada cuál tiene derecho a pensar lo que quiera. Respetamos eso".

Otra imagen. Yuli, una guerrillera delgada, con pantalones cargo y buzo fucsia, una trenza negra hasta la cintura y una cámara Nikon que ya quisieran tenerla algunos de los freelancers. Es una de las fotógrafas del Bloque Sur de las Farc.

Deambula entre los demás fotógrafos en las ruedas de prensa y en los conciertos. Su trabajo se puede ver en las páginas web y en los medios de la guerrilla. Las Farc ha invertido mucho en capacitar a sus jóvenes para la guerra comunicacional.  

Yuli observa a través de su lente y es observada por el de otros también. "Esta mañana un periodista me pidió permiso para fotografiarme con mi novio. Estábamos abrazados y me dijo: 'es que se miran tan hermoso'. Les parece curioso ver un guerrillero abrazado o bañándose, como si no nos enamoráramos, como si no nos bañáramos".

Le pregunto cuál es para ella la mejor imagen de ésta conferencia y su mejor foto. Me dice que la de Esteban, el rapero de las Farc, sobre el escenario, a medio plano, y con el fondo de luces verde atrás. El guerrillero como artista, como expresión de una cultura fariana que existe y que el país entero ignora.

Cambia, todo cambia

Timochenko está sentado cerca de la tarima y se ve feliz en el concierto. Usa una camiseta con la cara del Che y una toalla en el cuello. Las cámaras lo enfocan, mientras lleva el compás con las palmas de sus manos, sobre sus piernas. Suenan las canciones de Mercedes Sosa en la voz de los hermanos Escamilla, los que, al parecer, compusieron el himno de las Farc. Cambia todo cambia. Cambia, todo, cambia.

Timochenko es invitado al escenario junto con Jaime Caicedo. ¿Quién? El secretario general del Partido Comunista colombiano y el "poeta de la revolución".

Las cámaras lo enfocan mientras va caminando entre el público. Sombrero alado, bigote tupido, cigarro en la boca. Caicedo compuso una canción para Marulanda y toda la guerrillerada se sabe al pie de la letra porque la cantan en sus aulas. La Bala.

"La bala se dispara, ay se dispara, ay se dispara........

Me deserté de los chulos, con mucha maña, y me alisté en la guardia de la montaña.

Soy el Estado Mayor de Marulanda, y me alisté con los bravos de Marquetalia.....

Para que llegue la paz se necesita, una transformación grande y otra chiquita.

La grande será cambiarles el corazón y la chiquita es hacer la revolución".

La canción los pone nostálgicos, o como me dice el comandante del frente Felipe Rincón, Arlex Henao: "Cuando uno lleva la revolución en la sangre, esa música nos hace poner como grifo". Henao fue guardia del mismo Marulanda y del Mono Jojoy. El bombardeo a su campamento ha sido el momento más difícil que ha vivido en la guerrilla.

El concierto no puede terminar así, en esa nota triste.

Entonces, saltan al escenario los Rebeldes del Sur. Son 13, de boina verde, camisa de cuello, jeans desteñidos. La guerrillerada enloquece. En los tiempos de guerra le cantaban a la guerra, pero como todo cambia, ahora hacen canciones por la paz y para defenderse de lo que ellos consideran una invasión de influencias culturales extranjeras y capitalistas.

Los Rebeldes del Sur son la orquesta de la guerrilla, que creó hace 17 años Fabián Ramírez y cuyo nombre es una idea del mismo Marulanda. Perdieron a varios de sus integrantes originales, dejaron instrumentos abandonados en trochas, solo podían cantar cuando llovía. Realmente han podido ensayar juntos en los últimos meses, en los que también grabaron su primer disco.

La prensa está encantada con su historia, nos dejamos llevar dócilmente por las canciones de los rebeldes, las más de cien luces que iluminan la tarima en tonos magenta y cian.

"Un saludo para el camarada Timo y un saludo para los periodistas. ¿Donde está la gente que le gusta la paz?" grita Pablo Romero, el que le pone "chispa y sabrosura" como animador. "¡Eh, eh, eh! ¡Vamos por la paz! ¡La guerra se acabó! ¡Que viva Alfonso Cano y la revolución!". "Vamos con toda mi gente que le gusta la pachanga".

A la guerrillerada le gusta la pachanga. Bailan, en parejas, con sus botas pantaneras, pisoteando el pasto, levantando el polvo, moviendo la caderas. Hay que tener estilo guerrillero para venir a esta fiesta.

Las guerrilleras usan tops cortitos, bambas en la cabeza, hebillas, aretes, anillos, cadenas con dijes de la silueta de Marulanda, chales coloridos. Los hombres usan boinas, sombreros y ponchos.

El comandante Henao tiene una cadena con una cruz que cuelga en su pecho lampiño y el pelo muy negro, cortado al ras. Es lo más lejano del estereotipo del guerrillero barbado. Somos de la misma edad, él lleva 20 años en la guerrilla.

¿Qué hará cuando entregue las armas? Lo que diga la organización, para eso son "integrales" y están en la capacidad de asumir cualquier tarea. Todos los guerrilleros contestan igual, con esa palabra:"integrales". Pero Henao también me dice algo distinto: "Ya no nos vamos a llamar comandantes".

Esta puede ser una fiesta de grado, un rito de paso, la última pieza antes de entregar el fusil y abandonar el camuflado. Antes de salir a una vida totalmente incierta, antes de exponerse, como dicen, a que la sociedad los rechace. Lo cantan los Rebeldes del Sur a ritmo de cumbia: "Que soy muy violento, que maltrato al pueblo, y eso no es verdad, de los engaños que tienen los medios".

"Va a ser dura la tarea de reconciliarnos, pero es nuestra tarea. Algunos no creerán, pero eso lo va a decir nuestro comportamiento", dice Henao, y también dice que temen que los maten.

Por estos días, tratan de disfrutar, de relajarse. Los guerrilleros no quieren hacer guardias en la noche para poder ir al concierto. Es la versión recargada de la "hora cultural" que tienen en sus campamentos y esta noche se mueven todos a ritmo de cumbia. "¡El que no baile esto es porque no quiere la paz!"

La seducción

A la mañana siguiente hay mucho ruido entre los periodistas.

"Es una estética que no deja espacio para nada más", me dice un fotógrafo de una agencia. Está contrariado con la escena del concierto, con la idea de hacer "imágenes humanas" de los guerrilleros cantantes. Son muy poderosas y también lo son las de las madres que han llegado hasta aquí a reencontrarse con hijos que no ven hace muchos años. "¿Pero qué más contamos en esta conferencia, en este "mise en scene?", dice el fotógrafo. Siente que estamos cayendo en una trampa. Corre el rumor que uno de los periodistas internacionales se fue porque se estaba "enamorando."

Esta paz será posible si los medios ayudan, que sea algo bonito, no mal intencionado.

Y para seguir en la seducción reaparecen los Rebeldes del Sur para un conversatorio informal con la prensa. Llegan vestidos iguales, pantalón oscuro, camisa blanca, y el director de la orquesta trae un perrito pincher de una correa. Se llama Chispas.

Ninguno usa botas pantaneras. Anoche se graduaron de artistas. Camilo, el vocalista principal, toma el micrófono: "Quiero pedirle algo a los medios presentes. Esta paz será posible si los medios ayudan, que sea algo bonito, no mal intencionado."

Otro guerrillero me dice que sabe que los medios están criticándoles por el derroche en espectáculos. ¿Y si lo hiciera el gobierno? ¿Lo criticarían? "Esto no es musicoterapia para los guerrilleros. La cultura no es un tema de artistas," me dice, como dándome a entender que nosotros no estamos entendiendo nada de la apuesta política en la que están. "Nosotros no improvisamos".

Los guerrilleros que he entrevistado dicen que a los medios los respetan, pero también dicen que parte del conflicto de este país y de su mala imagen es por culpa de ellos, especialmente de los canales de televisión RCN y Caracol.

"Son los que más difaman de nosotros", dice Eider. Y quiere aclararme que es falso lo que escuchó por RCN: no van a desmovilizarse.

No es semántica. Es el centro del debate, el asunto principal de la conferencia. Lo que van a hacer es entregar las armas, y van a seguir  movilizados e impulsando la movilización de otros sectores en torno a un movimiento político. Y para eso, necesitan acercarse a los medios que en el pasado desdeñaban.

A partir del miércoles, los periodistas podemos abordar libremente a los delegados de cada frente. Y también podemos hacer entrevistas, previa solicitud, con algunos de los 31 miembros del Estado Mayor.

Lo que ha trascendido luego de escuchar a los presos, a distintos delegados, es que aún falta un pulso fuerte con el gobierno en esta etapa final del proceso: la Ley de amnistía.

Se lo pregunto a Marcos Calarcá en una breve entrevista:

-¿Ya saben qué día van a llegar a los campamentos, ya definieron el famoso día D?

- No, no. Eso es después del plebiscito que vamos a las zonas veredales.

- ¿Y después de la Ley de amnistía?

- Ajá.

- ¿Sin eso ustedes no se mueven?

- Ahí estamos en eso.

Las Farc están aprendiendo, y rápido, a darnos vueltas en la pista.

Todas las intervenciones de los miembros del Secretariado, Timochenko, Márquez, Jaramillo, Catatumbo, Alape, Lozada, han empezado de la misma manera: dándole la bienvenida a los medios y pidiéndoles disculpas por las incomodidades.

Carlos Antonio Lozada, el vocero oficial, y uno de los más mediáticos, se acerca un poco más con esto: "Una cosa son los medios como tal y otra los trabajadores y trabajadoras de la prensa. Como grupo político que representa aspiraciones, sabemos que sufren las consecuencias de la discriminación, la explotación. Los vemos más como trabajadores, compatriotas, no como adversarios, y el día de hoy, quiero invitarlos, de la mano, a que juntos marchemos construyendo una nueva Colombia".

Después de sus declaraciones, el jueves, cuando ya nadie tiene una sola camiseta limpia, reparten camisetas de las Farc, postales, agendas y algunos bolsos de tela.

"La guerrilla tiene su propio marketing, entre camisetas, bolsas de conferencia y conciertos a escala masiva. La marca de las Farc tiene grietas por todos lados, pero aún no está acabada. Recomponerla implicará un trabajo mediático intensivo y están formando a sus jóvenes para eso," dice Alex Fattal, profesor del departamento de Cine y Estudios de Medios de la Universidad Estatal de Pensilvania que está en la Conferencia investigando ese proceso.

Esta puede ser una fiesta de grado, un rito de paso, la última pieza antes de entregar el fusil y abandonar el camuflado

¿Cual será el nombre del partido político en esa reinvención de marca? Frente Amplio para la Reconciliación de Colombia- Esperanza de Paz, es una de las opciones, para no perder la sigla, me dice un guerrillero.

Pero en la última declaración final, al cierre de la conferencia, en la que como estaba previsto, los delegados dieron su respaldo unánime a al Acuerdo Final de La Habana, no lo anuncian.  La noticia de la tarde es que el Estado Mayor será ampliado de 31 miembros a 61 y para ellos realizarán un pleno en los próximos meses.

Se espera que, como todo cambia, las Farc también le den más participación a las mujeres. Siempre han existido en la organización, como lo señaló Pastor Alape en una particular intervención sobre el papel de las guerrilleras en las Farc.

Al mismo tiempo en que reconoció que eran machistas y tenían que dejar de serlo, recordó a las compañeras que los cuidaban a ellos y les hacían pomadas para untarse en la entre pierna.

La despedida

Son las 5 de la tarde y un aguacero amenaza con interrumpir el cierre de la X Conferencia y el concierto final, al que han llegado en las últimas horas otros invitados especiales, la mayoría de ellos, políticos de la izquierda nacional y progresista.

El protagonismo se lo roba, sin embargo, la estrella deportiva, el ex arquero de la selección Colombia, René Higuita, quien hace 25 años escandalizó al país mediático cuando visitó en la Catedral al narco Pablo Escobar. Iván Márquez lo saluda, a él y a los demás invitados, cordialísimo, emocionado, antes de montarse a la tarima.

Es quien lee la declaración política y es el único del Secretariado que lleva una impecable guayabera blanca, en vez de la camiseta con el logo del evento.

Y llega por fin el discurso de Timochenko, que anuncia, en medio de truenos, que van a buscar construir un programa político con otros sectores sociales que conduzca a una asamblea constituyente.

Justo cuando el sol se está escondiendo, y la lluvia amenaza con rasgar el cielo, dice que las Farc quieren albergarse bajo el "techo común" de la paz y reconciliación.

"Tenemos la certeza que debe ser posible dirimir los conflictos que son inherentes al orden social a través de los recursos que brinda la política y la democracia, para lo cual el Estado debe garantizar la desaparición de la violencia en la contienda política.

Anhelamos que nunca más sea necesario que colombianos y colombianas deban alzarse en armas para hacer escuchar sus voces, y hacer sentir sus demandas como nos ha tocado a nosotros a través de una guerra fratricida que nunca deseamos.

En nuestro horizonte siempre estuvo la perspectiva de la solución política, por eso la paz es la más bella de las victorias."

El horizonte en las Brisas del Diamante está negro, pero el aguacero espera a que el Comandante Timoleón termine su discurso, que no dura ni 15 minutos.

La X conferencia no es el cuarto de hora de fama de las Farc. Es el inicio de una nueva forma de lucha. Cámaras y micrófonos, en vez de fusiles.

 

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