Tras la derrota el ex candidato presidencial y con él por fuera del Gobierno, crecen las grietas dentro del partido.
Cambio ya no es del vargasllerismo Radical
Foto: Pacifista
El liderazgo del ex vicepresidente Germán Vargas Lleras en su partido Cambio Radical ha cambiado. Antes tenía la capacidad de alinear detrás suyo a su bancada; ahora, sin el poder burocrático o económico de estar en el Gobierno, ya no es quien la maneja.
Eso se ha notado en que el partido ha estado dividido en decisiones dentro y fuera del Congreso, como en la elección de los magistrados del Consejo Electoral, en la del director de la Federación de Departamentos y la semana pasada en el debate de control político al Ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla.
Por eso, aunque los siete congresistas de Cambio Radical con los que hablamos coinciden en que Vargas sigue siendo el líder natural de Cambio, también dejan claro que lo logra cediendo parte del poder que tuvo en el partido.
La caída de un rey
Desde que Germán Vargas Lleras perdió la primera vuelta presidencial, con apenas 1.4 millones de votos y el 7 por ciento de la votación (mucho menos que los 2.1 millones votos y el 14 por ciento de su bancada al Senado), su poder quedó limitado.
Algo que a comienzos de este año no se veía porque para muchos pintaba como el candidato más fuerte porque era el más conocido, venía de ser vicepresidente, tenía la trayectoria y experiencia propia de un candidato maduro, y porque llevaba casi cuatro años entregando viviendas gratis y hacienda alianzas con caciques regionales.
Sin embargo, perdió y después de estar por fuera de las canchas por dos meses, su regreso para ejercer poder a través de la bancada de Cambio dejó la duda de la fuerza que le queda.
Hacia afuera, porque no logró su apuesta de unirse a La U y consolidar un bloque que defina las mayorías en el Congreso, pues finalmente la mayoría de La U se fue con Duque y el liberalismo, en cambio, se bajó del bus gobiernista pero fuera del paraguas de Vargas.
Hacia adentro, porque desde hace una década Vargas definía qué hacía su partido en el Congreso, incluso siendo Ministro o Vicepresidente.
Su poder fue tan efectivo que aseguró las mayorías santistas, pudo sacar adelante una ley de vivienda a su medida para luego entrar a ejecutarla y llevó a que el entonces presidente Juan Manuel Santos lo cortejara para evitar enfrentarse a él en su relección, y quedara reforzado como el vicepresidente más poderoso que ha tenido Colombia desde que la Constitución de 1991 revivió ese cargo.
Ese liderazgo en Cambio quedó claro pues a inicios de este año, cuando Vargas arrancó campaña moviéndose hacia la derecha y criticando a Santos, su bancada calcó esa movida.
No solo se aguantó perder parte de su burocracia en el gobierno, como el ministerio de Vivienda, sino que pasó de ser puntal de la implementación legislativa del Acuerdo de Paz, a demorar proyectos clave en ese proceso, como los que permitían que entrara en funcionamiento la JEP. Eso, sobre todo, gracias a que Cambio tenía la presidencia de la Cámara en cabeza del hoy senador Rodrigo Lara.
Pero después de las dos elecciones y el contraste entre el buen resultado en las legislativas (Cambio puso 46 congresistas, con una fuerte apuesta a las maquinarias políticas) y las presidenciales, Vargas perdió poder frente a los mismos caciques que no lograron sumarle toda su votación.
Sin el entusiasmo que crea apoyar al que pinta como futuro presidente, y sin la capacidad de asegurar que sus congresistas obtengan puestos y otras dádivas, el ex vicepresidente ha quedado en riesgo de perder el control del partido que dirige hace más de una década.
“El poder de Vargas era mucho más fuerte y lo que él dijera se hacía, ahora que le gente sabe que él no ganó pues es lógico que ya no tiene el mismo poder”, le dijo a La Silla Vacía un congresista de Cambio que pidió no ser citado.
Sin esa fuerza, las divisiones internas han ganado protagonismo.
Las peleas internas
La bancada del Caribe, encabezada por el poderoso Clan Char, es la que más ha hecho notar sus diferencias con Vargas.
Esa distancia es fuerte porque la bancada suma 19 de los 46 congresistas y porque los Char tienen un liderazgo notable.
Eso porque encabezaron la expansión de Cambio en la región y dieron los avales a los 19 congresistas caribes, tienen una gran chequera propia por el emporio económico que encabezan los almacenes SAO y Olímpica (y que incluyen al Júnior de Barranquilla, a la financiera Serfinansas y otras empresas), y cuentan con el gran activo político que es el popular alcalde de Barranquilla, Alex Char, quien ha sonado como presidenciable para 2022.
Los Char han mostrado esa fuerza en varios momentos de los últimos dos meses.
Primero, trataron de elegir a Virgilio Almanza al Consejo Nacional Electoral (CNE), pasando por encima del pacto que hizo Vargas con el presidente del Partido de La U, Aurelio Iragorri, de definir juntos un candidato para el CNE.
Aunque Vargas les dijo que las reglas eran enviar una terna a la U, los congresistas caribe convencieron a sus colegas de solo enviar la hoja de vida de Almanza. Eso terminó rompiendo el pacto, como contó La Silla, y le costó a Cambio quedar con un magistrado en el CNE.
Luego, en la disputa por definir el reemplazo del hoy Contralor, Felipe Córdoba, en la Federación de Departamentos, los Char no apoyaron al candidato de Vargas, que era el ex senador de La U Mauricio Lizcano, y se fueron por el ex magistrado conservador del CNE, Carlos Camargo. A la postre ganó Camargo, en parte gracias al guiño del presidente Iván Duque.
Por último, la semana pasada la bancada de Cambio fue la única que se mostró dividida en el debate de control político que le hizo Jorge Robledo, senador del Polo, al Ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla.
Allí dos senadores charistas, Luis Díaz Granados y Antonio Zabaraín, se pronunciaron para apoyar a Carrasquilla, mientras que Rodrigo Lara si fue crítico de Carrasquilla. Al día siguiente, en radio, el senador de Cambio Germán Varón, uno de los más cercanos a Vargas, reiteró las críticas de Lara a Carrasquilla.
Sobre esa divergencia, cuatro congresistas de Cambio aseguraron que se debió a falta de coordinación porque el debate fue un martes y se reúnen a tomar decisiones con Vargas los miércoles, por lo que no había un lineamiento; pero otros dos afirman que Vargas no mandó un mensaje sobre la posición de la bancada para no mostrarle los dientes al Gobierno - aunque al final sus dos alfiles sí lo hicieron.
Después de esas tres muestras de distancia entre los charistas y los vargaslleristas, a la mañana siguiente, en la reunión del miércoles, los congresistas acordaron que sus posiciones en el Congreso se decidirán democráticamente, para evitar mostrarse divididos, lo que en sí mismo es una disminución del poder de Vargas.
En esa misma reunión debatieron si debían apoyar una posible moción de censura al Ministro de Hacienda como, según tres congresistas de Cambio, quería Vargas. Pero la mayoría se opuso a hacerlo, argumentando que eso ya no tenía cabida después del resultado del debate y se fueron de la reunión.
De hecho, según un congresista que estuvo en ella, solo ocho se quedaron para discutir el tema.
Una derrota de Vargas en un asunto tan sensible, que marca el grado de distancia de la bancada con Duque, y por tal cantidad de votos, reitera que el ex vicepresidente ya no es el rey absoluto que decide a dónde va la bancada.
Más porque los congresistas caribes han construído una buena relación con el Gobierno. “Están viendo a ver cómo son protagonistas y salen al lado del Gobierno, porque tienen intereses propios.”, le dijo a La Silla un congresista de Cambio.
Otro congresista le reveló a La Silla, a condición de no contar su nombre, que el senador Álvaro Uribe, el presidente del Senado Ernesto Macías y el Alto Consejero para la Política de Presidencia, el ex senador uribista Jaime Amín, lo llamaron para acercarlo al Gobierno y de tener una buena relación.
Esa cercanía ha dado frutos, según un congresista caribe de Cambio que está en una de las comisiones en las que se tramita el presupuesto. Esa fuente le aseguró a La Silla que el año entrante la inversión en el Caribe será mucho mayor a lo que fue este año, según los ajustes que está estudiando el Gobierno.
Pero eso no quiere decir que ya no sea el rey.
Pero sigo siendo el rey
A pesar de todo eso, Vargas sigue siendo la cabeza de Cambio Radical, por lo menos por ahora.
Eso se nota, por ejemplo, en que el Partido oficialmente está acéfalo, después de que su presidente Jorge Enrique Vélez se fue a dirigir la Dimayor.
A pesar de eso, no hay ni afán ni puja en definir su reemplazo pues se sobreentiende que el que manda es Vargas, y los asuntos administrativos los maneja el secretario general, Germán Córdoba, de toda la confianza del ex vicepresidente.
“Vargas es como el presidente de un país federal, entiende que cada congresista tiene un interés particular, pero sin él no somos nada”, resume un congresista de Cambio.
En esa lógica, dos congresistas no costeños de Cambio le aseguraron a La Silla que Vargas entiende que los caribes busquen victorias regionales.
De hecho, la bancada caribe suele ser poderosa por encima de sus partidos y, para esas dos fuentes, es imposible prohibir a bancadas regionales que se acerquen al Gobierno para poder llevar inversión a sus electores.
A pesar de esa lógica regional y de la fuerza del creciente poder charista, la fuerza de Vargas se mantiene porque al fin y al cabo el partido se ha construido alrededor suyo y él tiene la capacidad de mantener unida la bancada, algo que es central en lo que viene.
En el Congreso, es fundamental para que Cambio mantenga poder frente a Duque, pues si la bancada se rompe perderán lo decisivo de sus votos.
Para las locales de 2019, la unidad ayuda porque, sin burocracia nueva a la vista (Duque les ha mantenido la dirección de 4-72 a cargo del ex candidato a la Alcaldía de Ocaña, Juan Manuel Reyes, y la de Bancóldex con el ex concejal vargasllerista de Bogotá, Mario Suárez Melo), que el nombre del partido sea fuerte les puede ayudar.
Para eso es fundamental la presencia de Vargas que es la única figura reconocida nacionalmente del partido que puede liderar la campaña - el otro es Char, quien no puede participar en política.
De hecho, al ir presentando a cuentagotas proyectos de ley que vienen del programa de gobierno de Vargas, como la reforma tributaria, Cambio como partido refuerza su capacidad de poner agenda y de tener un activo para negociar con Duque, todo alrededor del liderazgo unificador de Vargas.
Mantener esa unidad alrededor parece electoralmente sencillo para las elecciones del próximo año pues, con contadas excepciones como Cundinamarca y el Valle, en sus fortines Cambio tiene un líder claro, lo que hace relativamente sencillo mantenerla en el corto plazo. .
Al final, el peso de Vargas y su prestigio le sirven a los congresistas de Cambio, que siguen siendo vargaslleristas. Por lo menos por ahora pues si el Gobierno negocia con ellos saltándose al ex vicepresidente, o si Char culmina exitosamente su alcaldía, ese vargasllerismo puede resultar siendo menos radical.