Caquetá se le vuelve a plantar al petróleo

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Mañana los campesinos del municipio de Valparaíso van a marchar en contra de la entrada de la petrolera Emerald Energy. 

Hace un año exacto, La Silla contó cómo el Esmad se enfrentó a un centenar de campesinos que bloqueaban un puente en el sur de Caquetá para que no pudieran pasar camiones de la petrolera china Emerald Energy. Hoy, la foto es la misma con un ingrediente adicional: hay un campesino que está en huelga de hambre porque la multinacional volvió.

Se llama José Antonio Saldarriaga. Tiene 59 años y antes de ayer le dijo a su esposa y a sus cinco hijos que había tomado la decisión de no comer. Se fue para el polideportivo del Valparaíso, un municipio al sur de Caquetá y a dos horas de Florencia, y entró en huelga de hambre.

“Si me alcanza la fuerza para morirme de hambre lo haré porque no quiero que esa petrolera acabe con nuestra agua dulce. Aquí me quedo para que el mundo se de cuenta del daño ambiental que se viene”, le dijo a La Silla.

Mientras pasan las horas, lo acompañan concejales y campesinos que, como él, tampoco quieren que esa petrolera ponga un pie en su territorio, así desde hace rato haya puesto los ojos en él.

Por eso, según le confirmó a La Silla Eduardo Moya, contralor departamental de Caquetá, mañana los campesinos van a protestar otra vez para acompañar la huelga de hambre de José Antonio por la entrada de la Emerald.

“En este momento la situación está muy polarizada. Lo que le puedo decir es que sí es cierto que el Esmad está acompañando a la petrolera para entrar a Valparaíso”, nos dijo.

El Esmad vuelve y Valparaíso responde

La última vez que el Esmad llegó a destrabar la vía que le tapaban los campesinos a los camiones de Emerald dejaron, como contamos hace un año, tres heridos.

En ese entonces, la petrolera -que hace parte del grupo chino Sinochem- quería cavar un pozo estratigráfico en La Curvinata, una vereda en Valparaíso, que le permitiera entender si la zona tenía el mismo potencial que sus campos en San Vicente del Caguán. (Que en este momento están temporalmente cerrados por la caída del petróleo).

Para evitarlo, desde el 4 de mayo del año pasado unos cien campesinos de varias veredas del municipio se plantaron en el puente sobre la quebrada La Cacho para bloquear los camiones y bautizaron ese puente como el ‘puente Resistencia’.

“Lo triste es que a pesar de la resistencia ellos lograron hacer su pozo de 150 metros y lo terminaron en noviembre”, le contó a La Silla Mercedes Mejía, coordinadora de una mesa que nació ese mes y que reúne a activistas y campesinos por la defensa del agua y del territorio en el sur del departamento.

Esa ‘Mesa Departamental por la Defensa del Agua y el Territorio en Caquetá’, según Mejía, ha hecho cuatro monitoreos ambientales para ver la calidad del agua en la región. “Si aquí sacan petróleo eso dejaría nuestras aguas nueve veces más saladas que el agua de mar. Ese es el futuro que los campesinos de aquí no quieren. Ellos quieren seguir viviendo de lo que siempre han vivido: de la agricultura y de la ganadería.”

Caquetá vive en buena parte de la producción de carne, leche y queso y para eso necesitan agua.

La Mesa ha impulsado mesas locales en cuatro municipios, para que ellas georreferencien los animales en vía de extinción o los humedales y quebradas que se verían afectados con la entrada de la multinacional.

“Lo que queremos es tener esa información para hacer presión y blindar al territorio de una de las industrias extractivas”, le explicó a La Silla.

Mientras ellos se preparaban, Emerald siguió adelante con sus proyectos.

Hace quince días, según cuentan tres personas con las que habló La Silla, el Esmad regresó a Valparaíso. “Llegaron para escoltar al equipo de la petrolera, porque ahora que ya tienen el pozo quieren arrancar a hacer la sísmica”, nos dijo una fuente que pidió no ser citada por su seguridad.

La sísmica es el primer paso de la fase exploratoria de todo proyecto petrolero, y consiste en mirar qué tipo de piedras y capas de tierras hay hacia abajo para saber si puede haber petróleo o no.

O como se lo explicó a la La Silla Carlos Rodríguez, exvicepresidente de asuntos ambientales y técnicos de la Asociación Colombiana de Petróleo (ACP): “La sísmica es como ese temblor que sientes cuando pasa un camión por la calle de tu edificio. Ese temblor ni tumba el edificio ni le rompe las tuberías. Igual con la sísmica. Se ponen unas cargas que no pasan de 200 gramos de sismigel que hacen ruido. Ese ruido se expande por el terreno y con unos geófonos vemos como está la tierra y si sí tiene potencial para empezar a explorar.”

Según él, la sísmica dura máximo tres meses y "tiene impactos ambientales poco significativos y además es un proceso temporal. Igual, supongamos que sí encontramos que hay potencial. La explotación también se hace con todo el cuidado.”

La regla de oro cuando se hace sísmica es que se debe hacer mínimo a cien metros de cualquier nacedero de agua.

Pero en Caquetá dos fuentes dicen que la Emerald está poniendo esas cargas sobre los humedales.

La Silla buscó varias veces al representante de Emerald en Valparaíso. Nos dijo que no estaba autorizado para hablar como vocero de la petrolera.

Hasta ahora con el Esmad en Valparaíso, como nos confirmaron las fuentes en terreno, no hay heridos como la vez pasada, pero temen que los haya.

“Hay 48 hombres del Esmad plantados en la vereda La Curvinata desde hace dos semanas y los campesinos se están reuniendo en la escuela de ahí para plantárseles, porque ellos no quieren explotación petrolera”, dice otra persona de la zona. “Hubo un momento en el que los campesinos querían rodearlos”, dice una de las fuentes para mostrar la tensión.

La situación se puso tan difícil, que esa misma mañana el gobernador de Caquetá Álvaro Pacheco dijo que viajaría a Valparaíso con representantes del Ejército y la Policía. Pero no llegó y mandó a un secretario. “Los campesinos lo vieron como una burla”, dice otra fuente.

La Silla también buscó por chat y por llamadas al gobernador Pacheco pero no nos contestó.

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¿Caquetá petrolera?

Lo que más le preocupa a los campesinos de Valparaíso es el anuncio del presidente de Ecopetrol, Juan Carlos Echeverry de abril: “La paz nos va a permitir sacar más petróleo de zonas vedadas por el conflicto”, dijo.

“Eso del señor de Ecopetrol para nosotros fue un campanazo porque para nadie es un secreto que Caquetá es una región azotada por la guerra, y la paz no solo es silenciar los fusiles. Es que podamos vivir tranquilos en nuestro territorio sin la presión de las petroleras”, dice una fuente que pidió no ser citada.

Para el sector petrolero, además del potencial que se abriría con el fin de la guerra con las Farc, está el argumento económico. “En general, el 70 por ciento de la producción de hidrocarburos se va para el país. Hay que saber explotar y hacerlo bien y es innegable que trae enormes beneficios económicos”, explica el exvicepresidente de la ACP.

Eso, sumado a las regalías que le trae a la región la explotación petrolera, son las razones por las que el sector defiende que se haga en Caquetá.

Pero de acuerdo con el último informe del Sistema General de Regalías, entre el departamento y los municipios por regalías directas, entre 2015 y 2016 Caquetá tiene un presupuesto total de casi 334 millones de pesos.

Mientras el presupuesto total del Meta, por ejemplo, que es vecina y tiene petróleo, es casi cinco veces eso. (1.430 millones de pesos).

Según un informe con corte a junio de 2016 de la ACP, la inversión este año ha caído en un 30 por ciento por la caída de la sísmica y de los pozos petroleros porque cada vez es más difícil abrir pozos para explorar, en parte por la resistencia de las comunidades en terreno.

Mientras en 2014 había 113 pozos exploratorios, en 2015 solo lograron 25 y este año apenas van ocho.

“En Caquetá lo que se está mirando es la probabilidad de que haya potencial para explotar. Hay que explorar para saber cuánto tenemos”, dice Rodríguez. “Lo que sí es un hecho es que en un momento de paz como éste, hay que dialogar y no entrar a la fuerza a los territorios”, agregó.

La Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH) tiene mapeados a la fecha 20 bloques petroleros en el departamento y María Mercedes Rozo, la vicepresidenta de exploración le dijo a La Silla que el potencial petrolero de Caquetá es indeterminado. Y que eso se resolverá cuando "se adelanten las actividades exploratorias en el área.”

Aunque que haya bloques petroleros todavía no significa nada porque una cosa es mapear el terreno y otra es entrar a explorar (y sacar petróleo queda todavía más lejos), los campesinos de Valparaíso temen que con el anuncio de paz las multinacionales entren del todo a la región.

Por eso este nuevo choque entre los campesinos y el Esmad es la muestra de uno de los dilemas más grandes para el presidente Juan Manuel Santos: mientras por un lado necesita los recursos de la industria extractiva para financiar la implementación de los acuerdos con las Farc, la movilización social cada vez se muestra más en contra de ese sector. Y seguramente se agudizará una vez las Farc se vuelva un grupo político de peso en la región donde siempre ha tenido influencia desde la ilegalidad.

Que uno de los corazones de la guerra, como lo fue Caquetá, vuelva a plantársele como lo hizo hace un año al petróleo, muestra que para los campesinos de Valparaíso como José Antonio Saldarriaga, que a esta hora sigue en huelga de hambre, la paz no es como la ven los petroleros.

 

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